(Dibujo de Palmeral, 2010).
EL NIÑO YUNTERO
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo. Miguel Hernández,
Viento del pueblo, 1937