Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

miércoles, 1 de octubre de 2014

Fotos del Curso de Verano ""El hombre acecha", en Orihuela, 25 y 26 de septiembre

PERITO EN LUNAS, comentario de Luis María Marina




Luis María Marina


     
      El de Miguel Hernández es uno de esos casos, tan del gusto contemporáneo, en que la figura del hombre pareciera luchar un duelo fratricida con la palabra del poeta. Se ha empleado tanto tiempo en discernir si su padre era tratante de cabras o simple cabrero, si el carácter del hombre se forjó en su formación o amistades católicas, en sus bucólicas excursiones o su enamoradiza inclinación, que nos hemos olvidado de leer toda su obra. Pecado venial si no fuese porque Miguel ha llegado a ser un poeta mayor de nuestra lengua con escasos cinco poemarios: Perito en lunas, El rayo que no cesa, Viento del pueblo, El hombre acecha y Cancionero y romancero de ausencias; sumados, no llegan a dos mil versos. Obedezca esta circunstancia a la confluencia azarosa de vida y obra o a una confusión inducida por el propio poeta en el Cancionero, lo cierto es que los dos Migueles, el hombre de letras y el hombre a secas, se funden en el torrente imparable de la Guerra civil y así llegan a nosotros, como aguas revueltas que los meandros de estas apenas siete décadas transcurridas desde su muerte han sido incapaces de decantar. Conscientes del riesgo de perdernos en tan tupido bosque, limitémonos a explorar cómo el poeta Miguel Hernández se convierte formalmente en tal, cómo publica sus primeros y acaso menos leídos versos, cómo, en fin, obtiene su peritaje en lunas.
(La Oveja, dibujo de Ramón Palmeral)
    
    
     Perito en lunas, poemario publicado en 1933 en la Colección sudeste de Murcia, con una tirada de sólo trescientos ejemplares, supone el ingreso del poeta de Orihuela en el concurrido ruedo poético de la España de los primeros treinta. Por esas mismas fechas Juan Ramón continúa escribiendo versos de La estación total, Lorca rumia aún los poemas de su fecunda estancia en Estados Unidos (de la que nacerá Poeta en Nueva York, sólo publicado en 1940, en México, gracias a Altolaguirre), Aleixandre acaba de publicar Espadas como labios y de recibir el Premio Nacional de Literatura por La destrucción o el amor –que no verá la luz hasta 1935–, Jorge Guillén sigue ampliando las resonancias de su soberbio Cántico, Cernuda está a punto de dar a la prensa Donde habite el olvido. Sin miedo aparente a parecer un enano en medio de esta generación de gigantes muy conscientes de su propia estatura (“hoy se hace en España la más hermosa poesía de Europa”, escribirá Lorca a Hernández), el joven y audaz (¿temerario?) poeta provinciano, su lira balbuciente, dubitativo aun en el nombre –es el único de sus libros firmado como Miguel Hernández Giner–, el corazón y la cabeza a punto de estallar por la opresión de los versos contenidos, tiene la osadía de presentarse con una breve colección de cuarenta y dos octavas reales, apenas 336 endecasílabos. Si la comparación, evidente, con sus maestros contemporáneos no arredra a Miguel, menos aún lo hará el cotejo con los clásicos, de quienes mana su verdadero manantial.      La estrofa elegida es aquella “octava rima” que Boscán trajera a nuestra lengua rescatándola de las itálicas costas y que Garcilaso y Góngora elevarían entre nosotros a alturas inigualables. Siglos después de que la Tercera Égloga y la Fábula de Polifemo y Galatea hubiesen aparentemente agotado los recursos de esta estrofa, Miguel Hernández busca mostrar su dominio del “bajo son de la zampoña ruda” que Garcilaso, donoso cortesano, y Góngora, poltrón beneficiario de suculentas canonjías, sólo habían experimentado en latinas páginas y que el poeta de Orihuela ha tallado con sus propias manos.
    En su primer poemario, aun consciente de que pocos serán quienes lo escuchen, todo poeta aspira a definir sus intenciones (su ars poetica, que Aristóteles y Horacio convierten en un género con identidad propia), mostrando de paso cuál es la tonalidad de la voz con que se apresta a tañer. Así lo hace Miguel Hernández. Su propósito es épico (como épicas son las obras de los cultivadores de la octava rima en el quattrocento, Boiardo, Ariosto, y quincuecento, Tasso), mas comparte aspiraciones místicas. En los versos de Perito en lunas contemplamos al poeta en formación, barro viscoso que aún debe ser modelado, alma que emprende la más hercúlea hazaña: ser capaz de alzarse sobre sí misma y triunfar de su pobre condición (y no hablamos ya de materia, sino de espíritu, de nuestra limitada condición mortal). En este primer Miguel Hernández la intuición poética es elevación, afán de levedad, vía iluminativa, limpieza de las máculas que la tierra surca en las manos del labrador, de la marca que la privación imprime a fuego en el alma del pobre. Deseo de “ser leves/ libres de los lodos”. Huida de aquel “paisaje sin mantel/ de casa gris …/ los pastos pobres …/ la colina escasa”. Con claridad lo expresa una de nuestras críticas más lúcidas, Concha Zardoya: “Desde este momento, toda la vida de Miguel será un constante esfuerzo por elevar hasta su dignidad interior y hasta ese plano de hermosura superior todas las cosas feas y tristes que cercaron su existencia.”
 
      Pero, igual que el alma que abandona el cuerpo durante la experiencia mística no desdeña la prisión que antes la contuvo y a la que inevitablemente ha de volver, el poeta habla de esas cosas feas y tristes con alegre melancolía, pues en ellas va su íntimo ser y a ellas han de retornar sus pasos. En esa pobre mesa campesina hay “colores agradables a los dientes”. La vendimia se resuelve en animado baile. La granada es revolución de los huertos. El azahar, “en el principal mundo de tu aliento/ en un mundo resume un mediodía”. La lavandera agachada sobre la ropa, en la ribera, se convierte para el niño que la observa oculto tras de un árbol en deseo puro, suprema tentación infantil. El gallo, “arcángel tornasol, … dentado de amaranto, anuncia el día”. Las ubres de la cabra mudan en sutiles “manantiales de luna”. El surco, resumen y símbolo del ciclo vital, “brío, era, masas, horno”. Experiencias todas ellas que nos hablan de una infancia paleolítica en pleno siglo XX, inmutable, esencia permanente de la especie en su comunión iniciática con la naturaleza. Si amplia y bien documentada es la influencia de Neruda sobre la poesía de Miguel Hernández, no hay que olvidar que en este surco abierto por la yunta de Miguel y que eleva el artefacto cotidiano (rural aquí, y no bucólico) a artefacto poético, han de florecer, llegada la sazón, las Odas elementales del chileno.
     En otros momentos, la barroca perífrasis amenaza con anegar ciertos versos de honda inspiración popular. Tamizada, claro, a través de la lente de Lorca. Tal el caso de los que dedica a los gitanos en la octava XVI, “Serpiente”: “Dame, aunque se horroricen los gitanos,/ veneno activo el más, de los manzanos.” O los de la octava XXIX, una de las más logradas, dedicada a las gitanas, con claros resabios del Romancero gitano: “¡Lunas!, Como gobiernas, como bronces,/ siempre en mudanza, siempre dando vueltas./ Cuando me voy a la vereda, entonces/ las veo desfilar, libres, esbeltas.” En ese retablo lorquiano no pueden faltar dos siervos de la luna, el toro y el torero, a quien grita el poeta con castizo acento: “¡Ya te lunaste!”
     Perito en lunas es extraño y exuberante. Por momentos, la idea parece a punto de perderse en el laberíntico hipérbaton, en la frondosidad de la metáfora culterana. Mas las raíces de donde tales versos se nutren son tan profundas que impiden que la planta joven se destierre. Nos referimos, por un lado, a esa genialmente extraña unión que representa la doble herencia de nuestro Siglo de Oro: poesía excelsa y suprema pobreza. Del mismo modo que el estiércol nutre la más bella flor, la más postrada condición del hombre alienta versos soberbios. El de Orihuela no fue el primero ni será el último en la legión de poetas pobres que en el mundo ha sido (“he oído decir que [la poesía] es pobrísima y tiene algo de mendiga” espeta la gitana de la novela ejemplar de Cervantes al paje aspirante a poeta), pero quizás sí el primero entre nosotros que hace de la pobreza su patria poética, desbrozando el camino que luego seguirán la poesía social de la postguerra o la poesía pobre del Blues castellano. Por otro, al estoicismo nihilista impreso en las entrañas y la memoria de cada español y que Jorge Manrique convierte en adagio: “Cómo se viene la muerte/ tan callando.” Como hierba todavía fresca, en la poesía de Perito en lunas apunta ya el suicida en cierne, el Miguel nihilista que presiente la lluvia de cuchillos –muerte callada–, que los augura por doquier, también clavados en su pecho.
      Como en todo buen primer libro, múltiples son las influencias. La falta de oficio la suplen con creces las lecturas (si no incontables, sí exprimidas al máximo), los infinitos ensayos, la intuición febril. Perito en lunas bebe de Garcilaso y Góngora, de Aleixandre y Ramón Gómez de la Serna, de Valéry. Aun en la visualidad de ciertas imágenes, atisbamos un cuasi caligrama: “Anda, columna, ten un desenlace de surtidor”, escribe en la octava V, “Palmera.” En lo profundo, Hernández no desdeña el impulso romántico, que llega a su venero por afluentes modernistas más que becquerianos (el raro epíteto opimos, que leemos en la octava II, aparece al menos en tres ocasiones en las Lascas diazmironianas). Como buen primer libro, Perito en lunas pasó prácticamente desapercibido para los lectores y la crítica de su tiempo. Federico García Lorca trata de consolar al oriolano: “Tu libro está en el silencio, como todos los primeros libros, como mi primer libro, que tanto encanto y tanta fuerza tenía.” Cómo saber si esta palabra de aliento del colega igualmente joven pero ya consagrado fue determinante para que Miguel Hernández siguiera haciendo versos, componiendo libros quizás mejores, más sinfónicos, más completos. En todo caso, ya en este primer ensayo su voz poética se afirma sólida, con la brillantez propia del poeta primerizo, impaciente, preñado de intuiciones. Con Perito en lunas y sus cuatro libros posteriores, señala Luis Felipe Vivanco –compañero de la generación de ’36, llamada “promoción de la República”, pero inevitablemente asociada ya para siempre a la guerra del millón de muertos–, Miguel acabará, pese a su muerte, “quedándose, y quedándose como poeta español, poeta de la verdad humana siempre”


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Leer el ensayo ilustrado "Simbología secreta de Perito en lunas"
 por Ramón Fernández Palmeral en la Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes

lunes, 29 de septiembre de 2014

El exilio republicano hacia el norte de África

Centre Cultural La Nau. Sala Estudi General.
Fecha: Del 29 de septiembre de 2014 al 30 de noviembre de 2014.
Centro: La Nau, Centro Cultural.
Salas: La Nau. Sala Estudio General.
Horario: De martes a sábado, de 10 a 14 y de 16 a 20 horas. Domingos y festivos, de 10 a 14 horas. Entrada libre.

Hoja de mano

 




 


 




 
 
 
    Después de la batalla de Teruel (diciembre 1937-febrero 1938), las tropas franquistas también se imponen en la ofensiva del Ebro (julio-noviembre 1938), por su superioridad material, ante un ejército republicano mal provisto debido al cierre de la frontera francesa, que les impidió de abastecerse, y al cambio político internacional surgido del pacto de Munich, que dejaba la República en manos de los enemigos, quienes iniciaron la conquista de Cataluña. A pesar del éxito de los planes de retirada escalonada de Negrín y Rojo hacia los puertos mediterráneos, determinados factores (golpe de Casado, deserción de la flota de Cartagena, rendición de Menorca, caída de Madrid) deshicieron las expectativas republicanas y los frentes se hundieron . La única esperanza de fuga se encontraba en los puertos de Levante.

    Tres días después de la deserción de la flota republicana, el 5 de marzo de 1936, la armada franquista bloquea toda la zona mediterránea y el acceso de barcos a los puertos quedó prácticamente paralizado. Sin embargo, cuarenta embarcaciones de diversos tipos consiguieron esquivar el bloqueo y hacer llegar más de 10.000 personas en las costas norteafricanas.

En esta hazaña fue sin duda el Stanbrook, un barco mercante de escaso tonelaje, lo que consiguió una proeza mayor, tanto por su envergadura en el plano humano como por las dificultades superadas durante la peligrosa travesía, una auténtica odisea llena de riesgos en la que estuvo a punto de zozobrar varias veces debido a la enorme sobrecarga humana; y con la dificultad añadida de tener que evitar la flota y los bombardeos franquistas. Si la nave llega a destino se gracias a la habilidad de su capitán, el galés Archibald Dickson.

El Stanbrook, un buque de la naviera France Navegation, tenía que cargar tabaco, naranjas y azafrán al puerto de Alicante, pero su capitán, pasmado ante el drama de miles de republicanos amontonados en el puerto desesperados por salir de España huyendo de las represalias, optó por embarcar el mayor número posible de personas.

Así, zarpó rumbo a Orán el 28 de marzo de 1939, a las once de la noche y sin luz para no ser detectados por los buques franquistas, llevando a bordo 2.638 personas en un espacio previsto para una veintena de tripulantes.

    Al llegar a Orán, veinte horas más tarde, las autoridades francesas negaron la autorización para el desembarco de los viajeros no obstante las gestiones del diputado socialista Rodolfo Llopis, que sólo consiguió el permiso para que mujeres y niños abandonaron el barco. Ante las deplorables condiciones higiénicas, con el consiguiente riesgo de epidemias y demás, casi un mes después se permitía bajar al resto del pasaje.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  Después de tan penosa y larga experiencia, pocos imaginaban que su destino inmediato sería el internamiento en campos de refugiados, auténticos campos de concentración bautizados eufemísticamente por las autoridades francesas como centres d'accueil; en realidad, campos de trabajos forzados donde los exiliados sufrieron condiciones infrahumanas, maltrato y vejaciones de todo tipo, al ser considerados por los conservadores franceses como una chusma de peligrosos revolucionarios, cuando no elementos muy peligrosos -comunistas y anarquistas- que fueron a parar directamente en presidios como el de Kasserine o Fort Lyautey (hoy Kenitra).

Pero con todo, la situación aún fue a peor con la capitulación y la posterior colaboración de la Francia de Pétain, y no empieza a mejorar hasta la liberación del territorio por parte de los aliados.
 
 
 
 
 
 

Mediante una serie de objetos, documentos, mapas, fotografías, imágenes, audiovisuales e ilustraciones de Paco Roca, la exposición Stanbrook, 1939. El exilio republicano en el norte de África aspira a rememorar de forma fidedigna y didáctica del odisea de la trayectoria del Stanbrook y examinar el sórdido y doloroso destino que tuvieron que sufrir sus pasajeros: vencidos, perseguidos, huidos, exiliados, maltratados, humillados y desterrados ... tenían que poner en pie una nueva vida.
 
 
 
 

domingo, 28 de septiembre de 2014

La estancia de Miguel Hernández en Puertollano (Ciudad Real)

    Por Leopoldo de Luis

   La otra perla relativa a la estancia de Miguel Hernández en Puertollano, por mí desconocida y que ahora uno a otras capturas del viento de la memoria y de la desmemoria. Estancia no signada -pero situable entre 1934 y 1935- y conocida a través de una bella carta que Miguel, recién llegado a Puertollano, escribe a Josefina. “Estoy muy cerca de Andalucía, pero no paso a ella. Me ha impedido escribirte ayer mismo no saber si me podías escribir a un punto fijo. Hoy viernes ya lo sé y te pido me escribas a la dirección esta: M.H. Hotel Castilla. Puertollano. Ciudad Real. Voy a vivir en este hotel el tiempo que haya de estar por aquí y aunque todos los días saldré para algunos pueblos vendré a dormir a él”. Ese trabajo de va-y-ven de Miguel Hernández por la comarca de Puertollano ¿era ubicable en su cometido de las ‘Misiones Pedagógicas’ de la República, visitando pueblos menores y aldeas y volviendo a dormir a la quietud amalgamada de frío y del grisú del Hotel Castilla?, ¿estuvo solo Hernández en Puertollano, o viajaba en compañía de alguien más que no cita y por ello desconocemos? No sabemos casi nada, sólo su enorme amor por Josefina y algunas pinceladas traviesas sobre la ciudad y sobre la limpieza de los cuerpos. Incluso un retrato de ella dedicado e interrogado -“dime si se parece a tí”-, con un corazón herido de amor que sangra sobre su nombre.


     Pero sigamos con las notas de Hernández sobre Puertollano. “El pueblo este se parece mucho a Orihuela, aunque es más frío y más triste. En general casi todos los pueblos españoles se parecen un poco, y tienen poco que ver que no sea alguna iglesia vieja y valiosa. Aquí lo que hay son muchas minas  de carbón”. Y poco más. Que Miguel Hernández escribe un viernes frío, día después de su partida de Madrid a Puertollano. Pero ¿por qué Puertollano? Saber más, es lo que anhelamos, aún sabiendo que habría más, que debería haber más. Sabiendo, que la observación de Hernández no se quedaría en esas solas notas sueltas. Con toda seguridad haya un cuadernillo escolar garabateado y ya perdido, con otras notas que hablan del frío húmedo del valle del Ojailén que sube hasta la habitación, mal caldeada y húmeda, del hotel Castilla donde Miguel contempla la foto quieta de Josefina, mientras el cristal de la ventana se empaña de un vaho misterioso, que asemeja el esbozo de una lágrima contenida.
    También algunas notas rápidas sobre un minero encorvado, o sobre las aguas derretidas de la Fuente Agria, que caen y gotean sin parar dejando un rastro de óxido nítido y viejo de orín, en la noche de la memoria. Y ¿porque no?, notas de sus viajes e impresiones a Mestanza, a San Lorenzo de Calatrava (donde los ciervos y jabalíes) y a Almodóvar del Campo. Notas que hoy parecen perdidas, pero que sí fueron escritas en días de luces fugaces de la otoñada que se enfría en los cerros y trasmontes. Una soledad húmeda, incluso en la habitación del Hostal, que no se disipa con la timidez del sol pacato de mediodía y con la intuición presentida de la proximidad del Sur. Un Sur provincial donde se estabilizaría el frente de Guerra años más tarde. Un Sur provinciano que se esconde y agazapa tras las crestas crecidas  de Puerto Niefla, y los sueños puntiagudos de Puerto Pulido y Valderepisa. Para caer luego , como un sueño ebrio, ya sobre el valle del Guadalquivir en llegando a Montoro.

Dudas de que Miguel asistiera a la tertulia de "El Ballenato" de Torrent (Valencia)

La huella de Miguel Hernández en Valencia

El escritor oriolano estuvo en Valencia en varias ocasiones entre 1937 y 1938. Esta es la reconstrucción del viaje del "muchachón de Orihuela", que diría Neruda, a la capital valenciana para asistir al II Congreso de Intelectuales Antifascistas.

 
Proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, en la plaza de Emilio Castelar, en Valencia.
Proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, en la plaza de Emilio Castelar, en Valencia.  Levante-EMV
    ÁLEX SERRANO.- Es julio del tormentoso 1937. Un tren se detiene en la Estación del Norte, tras atravesar las maltrechas y mil veces bombardeadas y reparadas vías de la entrada. Un hombre de mirada clara, ligeramente enloquecida, frente despejada y vestido con pantalones de pana y espardeñas pone pie en tierra. Nada más hacerlo añora el momento en que, en unos días, pueda volver a coger el tren, esta vez hacia el sur, su sur, esa Vega Baja que ama y añora a partes iguales y en la que le aguarda su Josefina Manresa, con quien se acaba de casar.
    Se trata de un escritor conocido, un poeta alabado por su "El rayo que no cesa" y por su excepcional "Elegía a Ramón Sijé", está en uno de sus mejores momentos. Entre viaje y viaje al frente con el Quinto Regimiento del PCE, ha sido invitado al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura que se va a celebrar en los próximos días en Valencia. Como el resto de escritores, Hernández recorre las calles de la ciudad, continuamente sacudida por bombardeos sorpresa, por el ulular de las sirenas y por el tableto de las baterías antiaéreas, como apunta José María Azkárraga, autor de "Valencia y la República. Guía Urbana 1931-1939". Subiendo por la avenida Salmerón (Marqués de Sotelo) hasta la plaza de Emilio Castelar (del Ayuntamiento), el poeta gira en la de la Región Valenciana (de la Reina) y enfila la calle de la Paz. Allí, en el número 42 se alza lo que será su alojamiento los próximos días: la Casa de la Cultura, hoy el Hotel Palace. Allí, enviados especiales, periodistas, escritores y, en definitiva, grandes figuras de la intelectualidad republicana pasan el tiempo libre o, mejor dicho, el poco tiempo que les queda cuando no están en las tertulias del Ideal Room, situado en la esquina de la calle de la Paz con Comedias. Por las salas del Ideal Room pasan escritores de la talla de Rafael Alberti o Ernest Hemingway... incluso, escucha ilusionado el joven poeta, el gran Antonio Machado se pasa por el local cuando no está en Villa Amparo, en Rocafort. Miguel Hernández también acude a las tertulias del café. Esteban Salazar Chapela, diplomático malagueño que pasó en Valencia parte de la guerra, describió entrar al Ideal como hacerlo "en en la Granja, en el Lyon o en el Regina, cafés literarios y artísticos madrileños, a la vez, pues en el Ideal Room se encontraban siempre elementos de las peñas de todos ellos". Allí pasa Hernández las tardes, entre el humo de los cigarrillos y el sonido apagado de los lápices sobre el papel.

   Miguel aprovecha su estancia en Valencia para visitar un par de sitios que ha de conocer. Acude a la avenida de Pablo Iglesias número 12, actual María Cristina, donde se ubica la redacción de "Hora de España", la revista republicana más importante de la época y con la que él colabora. Además, también callejea por el centro de la ciudad hasta llegar a la calle Trinquete de Caballeros, 9, donde tiene su sede la Alianza de Intelectuales Antifascistas en Defensa de la Cultura.

   Pero Hernández también tiene tiempo para pasear por la huerta valenciana y para ordenar en su cabeza todo lo que ha visto en esos meses en el frente. Convencido de que la guerra aún se puede ganar, pues él como nadie ha visto el valor en estado puro que encarnan los milicianos, acaba de componer "Viento del pueblo" [Lo editó Socorro Rojo, septiembre de 1937] y lo lleva a la calle Avellanas, 9, muy cerca de la sede de la Alianza, donde se localizan los Talleres de Tipografía Moderna [Lo que llevó a esta imprenta fue original El hombre acecha en el otoño de 1938], que él conoce porque son los que imprimen también "Hora de España". De natural despreocupado y alegre, Hernández aprovecha para ir a la playa de la Malvarrosa y recorrer los alrededores de la ciudad, aunque acude puntual al Congreso que se celebra unos días más tarde -bombardeo incluido la noche anterior- y en el que interviene como firmante de la ponencia general.
       Hernández volverá a Valencia en unos meses, cuando le designen para viajar a Moscú con una delegación de la República [Asistir al V Festival de Teatro Soviético con 4 personas más, de sept a oct. de 1937]. Pero ahora, sentado en el Ayuntamiento de Valencia, no sabe nada. Tampoco sabe que, en menos de un lustro, añorará como nadie ha añorado nunca la ciudad porque a unos kilómetros de ella se alza el sanatorio de Porta Coeli, donde pide el traslado cuando una grave afección respiratoria le impedía respirar. Ese traslado no llegó, y acabó muriendo una fría mañana de marzo de 1942 en Alicante.
       Valencia quedaría, para él, como algo más que un viaje anecdótico. Como para muchos republicanos, encarnó la última esperanza, sumando a ello el detalle de Porta Coeli. Nunca la olvidó, y quizá, en sus últimos momentos, recordara la época en que fue el corazón de la España por la que vivió, luchó y murió.

     Por las noches, a El Ballenato, en Torrent. [Dudo de que Miguel asistiera a esta tertulia]

    Por las noches, Miguel Hernández coge un coche y viaja hasta Torrent, donde según el periodista Francisco Agramunt, en la conocida como Posición Pekín, un cuartel general del ejército de Levante, tiene lugar una tertulia de intelectuales valencianos conocida como El Ballenato. En esos encuentros se recuerda la guerra y todo lo que han visto en ella, pero también se debate sobre arte y literatura. Los historiadores no confirman este hecho.
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En la carta de Miguel a Josefina desde Valencia de julio del 37, ni en las el 30 de junio de 1938, no dice nada de la tertulia de "El Ballenato", ni tampoco en la carta desde Albalá, del 15 de julio de 1938. Nada sobre estos vaijes nocturnos a Torrent.

El poeta Juan A.Urbano recitó la "Elegía a Ramón Sijé" en el Casino Mediterráneo

El poeta Urbano tuvo la gentileza de dedicarmle esta entrañable Elegía al también poeta Ramón Palmeral

sábado, 27 de septiembre de 2014

Conclusiones de Aitor L. Larrabide al Curso de Verano sobre "El hombre acecha", en la Universidad de Orihuela.

Finalizado el Curso de Verano sobre "El hombre acecha" de Miguel Hernández, Aitor Larrabide, director de la Fundación Miguel Hernández de Orihuela dirigió a los asistentes las conclusiones del mismo. Haciendo una sintesis de cada una de las ponencias de: Agustín y Ricardo Castaño Martínez, Joaquín Juan Penalva, José Manuel Torregrosa Díaz, Jose´manuel López Manresa, Ramón Fernández Palmeral, Óscar Moreno Ferrández, Luis Bagué Quíles y Francisco Esteve Ramírez que además en el director de la Cátedra Miguel Hernández de la Universidad de Elche. El curso se realizó en una de las aulas de la Universidad de Orihuela "Las Salesas" los días 25 y 16 de septiembre 2014.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Ramón Fernández Palmeral impartió su ponencia "Apuntes sobre del hombre acecha".




(Portada de mi libro, edición limitada 18 €)
Ponencia impartida el 16 se septimbre 2014 en el Curso de Verano la Universidad de Orihuela "Las Salesas", invitado por la Fundación Miguyel Hernández y la Catedra Miguel Hernández de Elche, Por Aitor L. Larrabide y Francisco Esteve, respectivamente.
Ponencia "Apunte sobre el hombre acecha" que se puede leer en Internet. Los asistentes tuvieron ocasión de ver las 19 ilustraciones de este libro y una más de Pablo Neruda, de las cuales quedaron impresionados.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Delia del Carril, esposa que fue de Pablo Neruda.

Delia del Carril
la de los ojos boquiabiertos
Por Jorge Carrol
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Una invitación de Pablo Neruda, para despedir el año viejo y recibir el nuevo, en Isla Negra.

   A comienzos de los años 50, en mi primer y ya tan lejano viaje a Santiago de Chile, conocí a Delia del Carril en su santuario-atelier de Los Guindos, rodeada de bellos y extraños grabados, y del cariño de sus muchos amigos, algunos de los cuales como lo recuerda Volodia Teitelboim, tomaron partido cuando después de su divorcio con Pablo Neruda (de la que fue su segunda esposa), el cual dividió de alguna manera en dos, la vida del poeta.

   Delia, La Hormiga como cariñosamente la llamaban sus amigos de toda su centenaria vida, era hermana de la bella Adelina, viuda de Ricardo Güiraldes, el inolvidable autor de Don Segundo Sombra, y reinó durante los difíciles años 30 y 40, en el corazón y en los poemas del chileno.

Apoyada en una mesa me recibió quizá porque sabía que era portador de una carta que le enviaba Oliverio Girondo, y de un fraternal saludo de Raúl González Tuñón. No fue una conversación fácil y acaso tampoco fue lo cordial que yo esperaba. Sin embargo, las defensas cayeron cuando le comenté que formaba parte de un grupo de jóvenes poetas que editábamos Poesía Buenos Aires y le obsequié un ejemplar, creo del Nº 3, donde reproducíamos el Prólogo de Temblor de Cielo, de Vicente Huidobro.

Vicente era un sol. Grandísimo poeta y buen amigo, en las buenas y en las malas.

Y sin más, me invitó a una reunión a la que asistirían Margarita Aguirre biógrafa de Neruda- y su esposo, Rodolfo Aráoz Alfaro, con quienes precisamente en esa reunión recordamos a Oliverio y a Norah Lange, a Alfredo Varela y fundamentalmente me hablaron largo y tendido de Louis Aragon, Paul Éluard y Elsa Triolet.

Elsa es una compañera, excepcional.
recuerdo que dijo en algún momento Delia y agregó algo así:

Nos ayudó mucho en París durante los años difíciles.
(Delia del Carril Iraeta, La Hormiguita)
             Libro en e-book:  "Homiga pinta caballos. Delia del Carril" de VirginiaVidal. Biografía, donde cuenta que la casa de Isla Negra la compró ella en 1939, a un español en nombre de Neruda.

Supuse entonces que Delia del Carril tenía por lo menos unos quince años más que Neruda y que no le perdonaba a éste, su miserable engaño con Matilde Urrutia. Y esta situación flotaba como un gran cisma literario-amoroso en Santiago de Chile, conocedor de que ella durante las dos largas décadas que vivió con el poeta de Residencia en la tierra, había abandonado la pintura para sostener y lanzar al mundo al Pablo Neruda que todos creemos conocer. Cuando tuve la dicha de conocer a Delia, ya había vuelto a sus bellos e inmensos caballos descoyunturados.

Recuerdo y no sé por qué, la luz de su taller instalado en lo que alguna vez fue el comedor del matrimonio entonces inexistente. Por las amplias vidrieras entraba esa luz y también se veía el parque.

Recuerdo su delicada y encantadora conversación, y cómo estaba al tanto de todo, especialmente en política, donde sin la menor duda, fue más consecuente que Neruda.

Recuerdo sus nostálgicos y divertidos recuerdos de Huidobro:

Era un tipo de clase, che. Elegante. Culto. Un huevón encantador.

También y por qué no, la recuerdo como la última vez que la vi en el jardín de Los Guindos, navegando en su silla de ruedas, las mismas nieblas de la arteriosclerosis de mi madre, creyendo que en cualquier momento Pablo regresaría. Ella tenía quizá cien años y hacía veinte que el poeta había marchado para siempre. Por esos días se conmemoraban en Chile los ochenta años del natalicio de Pablo Neruda.

Y de igual manera que el poeta vivirá mientras dure su poesía: la fundamental, la que escribió viviendo y compartiendo las alegrías y las tristezas de la vida junto a Delia del Carril; La hormiga vivirá entre muchísimas imágenes del mejor e inolvidable Neruda, y a caballo de sus animales gigantes y desorbitados.

Delia del Carril se hizo toda ausencia olvidando inclusive su infancia en San Juan, de la que ya había olvidado ex profeso, la inscripción del escudo de armas de la aristocrática familia del Carril: Surco de mi arado. Oro cosechado.

Delia del Carril no se esfumará de mi memoriabierta, quizá porque siempre la recordaré como la definió el pastor-poeta de Orihuela, Miguel Hernández:

La de los ojos boquiabiertos.

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Homenaje a Federico García Lorca en el P.E.N. Club, en Buenos Aires. Sentados al centro: Federico, Juan Pablo Echagüe y Neruda. Detrás de Echagüe, Alfonsina Storni. Escondida al fondo, Delia del Carril.


.............Relación con Miguel Hernández.............
     En 1936 Nuruda se separa de su esposa Maria Antonieta Hanagaar (honadesa no hababla castellano, se comunicaban en inglés), tuvieron una hija Malva Marina
, a la que Lorca le dedió un poema. Delia del Carril brillaba con luz propia en el Madrid legendario de 1935. En su casa se reunían Rafael Alberti, María Teresa León, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y un poeta a quien ella recordaba después, perdida ya entre las brumas de la edad: "Ese joven cabrero que silba tan bonito". Quería a Miguel Hernández como a un hijo. Dice Neruda en “Confieso que he vivido” al hablar del poeta cabrero: “Otras veces me hablaba del canto de los ruiseñores. El Levante español, de donde provenía, estaba cargado de naranjos en flor y de ruiseñores. Como en Chile no existe ese pájaro, ese sublime cantor, el loco de Miguel quería darme la más viva expresión plástica de su poderío. Se encaramaba a un árbol de la calle y, desde las más altas ramas, silbaba o trinaba como sus amados pájaros natales”. Miguel Hernández escribió en la “Relación que dedico a mi amiga Delia”:
"Todo debe ser demasiado, los blancos más blancos, los negros más negros, las actitudes humanas más definidas" Delia del Carril

RELACION QUE DEDICO A MI AMIGA DELIA


Qué suavidad de lirio acariciado
con tu delicadeza de lavanderas de objetos de cristal,
Delia, con tu cintura hecha para el anillo
con los tallos de hinojo más opuestos,
Delia, la de la pierna edificada con las liebres perseguidas,
Delia, la de los ojos boquiabiertos
del mismo gesto y garbo de las erales cabras.


En tu ternura hallan su origen los cogollos,
tu ternura es capaz de abrazar a los cardos
y en ella veo un agua que pasa y no se altera
entre orillas ariscas de zarza y tauromaquia.
Tu cabeza de espiga se vence hacia los lados
con un desmayo de oro cansado de abundar
y se yergue relampagueando trigo por todas partes.
Tienes por lengua arropes agrupados,
por labios nivelados terciopelos,
tu voz pasa a través de un mineral racimo
y una vez cada año de una iracunda pero dulce colmena.


No encontraréis a Delia sino muy repartida
como el pan de los pobres
detrás de una ventana besable: su sonrisa,
queriendo apaciguar la cólera del fuego,
domar el alma rústica de la herradura y el pedernal.
Ahí estás respirando plumas como los nidos
y ofreciendo unos dedos de afectuosa lana.

Miguel Hernandez

viernes, 19 de septiembre de 2014

Prólogo o dedicatoria de "El hombre acecha" de Miguel Hernández, a Pablo Neruda

                           (Retrato, dibujo de Pablo Neruda, por Ramón Palmeral, 2014)

       0.- Dedicatoria a Pablo Neruda. (El Hombre acecha)
 
    

La dedicatoria de El hombre acecha, escrita en prosa poética,  se  lo dedicó Hernández al poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973),  intelectual de grandes influencias puesto que fue cónsul adjunto en la embajada de Chile en Madrid donde le conoció. Autor de Residencia en la tierra que causó gran impacto en Miguel, Cerda  tendencia de la llamada “poesía sin pureza”. Aunque  en 1935 ya le había dedicado su poema "Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda” de 134 versos, se puede relacionar con el poema nerudiano “Estatuto del vino”. Sobre esta amistad recomiendo leer mi artículo en la Red “Pablo Neruda y Miguel Hernández: un idilio poético”.  Pablo le había publicado en la revista Caballo Verde para la Poesía, el  poema “Vecino de la muerte”, el 18 de octubre de 1935.
        En la dedicatoria recuerda con añoranza los años que pasó en Madrid  cuando se reunían con  Federico García Loca, con Vicente Aleixandre, con  Delia Carril, amiga intima de Pablo Neruda, en  la casa que éste tenía en el barrio de Argüelles, la “Casa de la Flores”, cerca de la ciudad universitaria. Estaba casado con la holandesa Maruca estaban separados de hecho. «Tú preguntas por el corazón y yo también. Mira cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre y muerte, pálidas de no cantar...» Añora los viejos tiempos de tabernas en las que, parece ser, les llegaba el amanecer, como auténtico bohemos felices de un pasado que añoraba.
      En el segundo párrafo le hace partícipe del profundo dolor que le aqueja por la enfermedad de su primogénito Manuel Ramón. «Pablo: un rosal sombrío viene y se cierne sobre mí, sobre una cuna familiar que se desfonda poco a poco, hasta entrever centro de ella, además de un niño sufrimiento, el fondo de la tierra». Pues Pablo no era ajeno a este dolor filial por la enfermedad de su hija Malva Marina Trinidad por hidrofefalia. Miguel visitarla con su sobrina, la hija de Elvira, para jugar con su hija que estaba enferma, hija de Pablo y Maruca, su primera mujer. Y además Miguel intentó que Neruda y su familia pasaran unos días de descanso en  la isla de Tabarca (Alicante) para que descansara unos días, pero  no llegó a venir a la isla.
     En el tercer párrafo le habla sobre la amargura que hay en el pueblo «florido de tristeza», que con resignación espera el futuro esplendo del vino y la poesía. Lo que evidencia el sabor de la derrota, aunque, su obligación, es disimularla y levantar la morar que sin duda estaba tocando fondo.
     Si comparamos los prólogos de Viento del pueblo y El hombre acecha, el primero dedicado a Vicente Aleixandre, observamos que  los prólogos se inician con el nombre del destinatario del prólogo y dos puntos, a los que se dirige a modo de carta. A Vicente Aleixandre le quiere hacer ver la misión que tienen los poetas, y a Pablo Neruda le recuerda sus paseos y vivencia en Madrid.
      En octubre de 1937 fue destituido como Cónsul por su compromiso con la República y viajó a París y a Chile. En 1939 fue nombrado por la presidente Aguirre Cónsul especial para la inmigración española en París preparando el barco “Winnipeg”. En París se enteró del encarcelamiento de Miguel, por una carta que le había escrito desde Madrid de fecha 26 de junio 1939 (dirigida a la Embajada de Chile).  Neruda se lo comentó a María Teresa León, ésta se lo comentó a la poeta francesa católica Marie-Anne Comnène, que a su vez lo puso en conocimiento del cardenal Baudrillart, y éste una nota al embajador de España en París señor José Félix Lequerica, quien a su le envió una carta al Ministro de Asuntos Exteriores Francisco Gómez Jordana (carta descubierta por Eutimio Martín), y aquí quedaron todas la gestiones de Neruda por su pupilo Miguel. La carta no llegó a Franco.
     Por la fecha del fallecimiento del Premio Nobel de Literatura el 23 de septiembre de 1973, es poco probable que Neruda leyera la dedicatoria.

       
Ramón Fernández Palmeral


  

martes, 16 de septiembre de 2014

Canciones escritas por Miguel Hernández y sus interpretes

Al soldado internacional caído en España o [Uno de aquellos] (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Andaluces de Jaén (Miguel Hernández - Paco Ibáñez)
Antes del odio (Miguel Hernández - Adolfo Celdrán)
Bocas de ira (Miguel Hernández - Carmina Álvarez - Adolfo Celdrán)
Canción de Pablo o [Elegía segunda] (Miguel Hernández - Silvio Rodríguez)
Canción del esposo soldado (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Canción del esposo soldado (Miguel Hernández - Luis Cilia - Adolfo Celdrán)
Canción última (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Cerca del agua (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Como el toro he nacido para el luto (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Dale que dale (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Del ay al ay por el ay (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
El hambre (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
El mundo de los demás (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
El niño yuntero (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
El niño yuntero (Miguel Hernández - Víctor Jara)
Elegía (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Elegía segunda o [Canción de Pablo] (Miguel Hernández - Silvio Rodríguez)
Fue una alegría de una sola vez (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Hijo de la luz y de la sombra (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Juramento de la Alegría (Miguel Hernández - Adolfo Celdrán)
La boca (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
La palmera levantina (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Las abarcas desiertas (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Llegó con tres heridas (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Menos tu vientre (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Nanas de la cebolla (Miguel Hernández - Alberto Cortez)
Para cuando me ves tengo compuesto (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Para la libertad (Miguel Hernández - Juan Gómez "Chicuelo")
Para la libertad (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Romancillo de Mayo (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Sentados sobre los muertos (Miguel Hernández - José Luis Guerra)
Si me matan, bueno (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Sólo quien ama vuela (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Tristes guerras (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Tus cartas son un vino (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Tus ojos se me van (Miguel Hernández - Paco Damas)
Umbrío por la pena (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)
Uno de aquellos o [Al soldado internacional caído en España] (Miguel Hernández - Joan Manuel Serrat)

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Remodelación y limpieza solares calle Miguel Hernández de Orihuela.

  
Los concejales de Obras y Fomento Víctor Ruiz y Manuel Gallud, han presentado esta mañana las obras de remodelación y limpieza de solares en el entorno de la calle Miguel Hernández, así como el proyecto de taller de empleo que desde ambas concejalías se ha elevado al gobierno de la Generalitat, que recuperará la zona del cinturón de la sierra sobre la popular calle oriolana.
Ruiz fue el encargado de presentar la adecuación de dos solares en la calles, Poeta y Talenque, ambos en la ladera de la sierra y propiedad municipal. Ambos han permanecido llenos de basuras y escombros en los últimos veinte años. Con un presupuesto de 4000 euros, la empresa oriolana COGOA, tras la contratación de dos peones, será la encarda de la limpieza que está previsto se concluya en los próximo quince días.
Víctor Ruiz también ha presentado la remodelación de un solar en la calle Adolfo Clavarana, (del Colegio), que será adaptado para aparcamiento público tras la firma de un convenio, en los próximos días, con la entidad bancaria propietaria de dicho solar. Esta obra supondrá la adecuación de un espacio con una evidente peligrosidad de insalubridad e incendios, que se reconvierte en un aparcamiento para, entre quince y veinte vehículos.
Cinturón de la Sierra
Por otra parte el concejal de fomento Manuel Gallud , anunció la solicitud de un taller de empleo, que procurará, más de treinta puestos de trabajos , entre alumnos y profesores, con un coste de 350.000 euros, de los cuales la Consellería del ramo debería aporta 250.000 y 100.000 el ayuntamiento de Orihuela. El taller tendría una duración de seis meses. Se impartirían clases de; albañilería , pintura y jardinería. Con el propósito último de recuperar la zona del cinturón de la sierra, desde la Casa Museo Miguel Hernández hasta a zona de Barrio Nuevo.
Gallud se mostró optimista respecto a la concesión del taller, del que advirtió comenzará en enero y concluiría en el mes de junio. Destacando tanto la aportación que este supondría al fomento del empleo, “como el fin último que es la obra de recuperación de una zona turística e histórica deprimida”, dijo.
Por su parte el edil de obras, Víctor Ruiz ha hecho una pormenorizada explicación del proyecto, que contempla, zonas ajardinadas, pasarelas metálicas en zonas de difícil acceso, construcción de muros, barandillas de madera, miradores, y remodelación de fachadas. Así como la mejora de los accesos entre la Calle Miguel Hernández y el mencionado Barrio Nuevo.
El concejala de obras insistió en que: “este un proyecto necesario, tanto por su vertiente turística como para la recuperación de una zona deprimida, con un alto grado de deterioro y de marginalidad, en un lugar de proyección turística y cultural importante. Espero que consigamos el taller, por el bien de la oferta turística, de la cultura, pero sobre todo del barrio de la Calle de Arriba, sería un importante paso adelante”, concluyó.