Voces.
José Luis Rico
Maite Puerto
José Luis Ferris
Guitarra:
Juan I. González
Alto soy de mirar a las palmeras
El pasado sábado, 7 de septiembre de 2024, dejaba de existir, en Cádiz, Antonio Hernández Ramírez (Arcos de la Frontera, 1943 - Cádiz, 2024). Poeta, narrador y ensayista, todos sus libros -casi cuarenta-, así como las innumerables reediciones y antologías, las distinciones literarias más prestigiosas y el gran respeto de la crítica y, especialmente, de los lectores, convirtió a Antonio Hernández, desde el momento en que ganara el accésit del premio Adonais, en 1964, con 21 años y el libro El mar es una tarde con campanas (1965), en uno de los jóvenes poetas con más futuro del momento. Un futuro que se consolidó en presente con la llegada de un nuevo libro: Oveja negra (1969) y un nuevo premio. Con el tiempo, la narrativa y el ensayo irían completando el espectro literario del ingenio de Hernández, que ocupó un puesto de honor en el difícil ámbito de los escritores sobre fútbol al publicar el varias veces reeditado El Betis, la marcha verde, que transmite lealtad a los colores por los cuatro costados y es una biblia para los seguidores del equipo sevillano. Cuando su prestigio ya rebasaba fronteras (ha sido traducido a más de veinte lenguas), en 1983 ganó el premio de poesía "Miguel Hernández", con el libro tan sugerente Con tres heridas yo. Y el paso del tiempo presenta similitudes entre el poeta de Orihuela (1910-1942) y el poeta de Arcos (1943-2024). Como si Miguel pasara el testigo a Antonio, aquel muere en 1942 y este nace en 1943, un alineamiento feliz en la tragedia primera, pues el poeta de Arcos de la Frontera heredó no pocas capas vitales y poéticas del de Orihuela. |
Su adscripción a un llamado "Grupo del 60", que fue eclipsado por la llamarada publicitaria de los llamados "Novísimos", aunque individualmente sus componentes construyeron una obra de mucha más raigambre poética y social que los de la "juerga barcelonesa".
Antonio Hernández desarrolló una labor colaborativa muy importante con nuestra Asociación desde su nacimiento en 1980, por ello fue nombrado el primer "Socio de Honor", en 2019.
Siempre agradecida, nuestra Asociación ha trasladado a la familia las condolencias en nombre de la Junta Directiva y, estamos seguros, compartida por nuestros asociados.
PABLO G. MANCHA
Ayer se celebró el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, uno de los poetas más decisivos de la literatura en lengua española y uno de los autores que con más fuerza ha tratado el símbolo del toro en su obra artística. Y es que como escribió Ramón Fernández Palmeral, el toro y el cuchillo son los dos símbolos más empleados por Miguel Hernández para expresar el destino trágico del amor, de la propia vida, de la existencia. Y esto no es nada extraño si buscamos en la propia biografía del poeta su relación con la tauromaquia, ya que su abuelo materno, Antonio Gilabert Berna, era tratante de caballos y abastecía de equinos para la suerte de varas las corridas de toros de Orihuela. A Miguel le encantaba el toreo y en sus años mozo, los toros para las corridas en su ciudad natal iban sueltos por las calles a modo de encierro hasta llegar al coso. Cuenta el mismo autor que Miguel se colgó un cencerro al cuello y mientras sus amigos iban gritando delante, él iba detrás asustando a sus vecinos. Un amigo suyo, Carlos Fenol, cuenta que era tan aficionado a la tauromaquia que una vez llegó a tirarse al ruedo como espontáneo, llegando a se detenido y encarcelado.
Pero lo que mucha gente no sabe es que el poeta fue uno de los redactores de la principal enciclopedia taurina, el 'Cossío'. Cuenta Javier Villán que su tranajo fue decisivo para su permanencia en Madrid: «En carta a Juan Guerrero Ruiz, de junio de 1935, escribe que estoy trabajando en una enciclopedia taurina que va a editar Espasa Calpe, dirige Ortega y Gasset y ordena José María de Cossío» y que le pagan 'cuarenta duros' al mes. Ortega no dirigía la Enciclopedia aunque se consideraba el padre de la idea. A Miguel Hernández se le atribuyen algunas biografías del III Tomo, cuya autoría José María de Cossío nunca confirmó, pero que podrían ser las de Lagartijo, Antonio Reverte, el Espartero y Tragabuches. Hay en ellas buen pulso narrativo y un manejo de los datos muy profesional, lo que pudiera delatar la mano correctora de Cossío. La labor de Hernández en la Enciclopedia era recopilar información, organizar fichas y, sin duda, la de redactor. Pero ese material debía pasar por las manos de José María de Cossío que era no sólo un escritor de muchos registros, sino un entendido en toros».
Palmeral señala que iba a la Biblioteca Nacional a copiar información de toreros. Este trabajo coincide con el periodo de creación de 'El rayo que no cesa'. Los toreros que investigó se encuentran recogidos en la p. 214, del libro de José Luis Ferris: «...podemos distinguir en la espesura de esta enciclopedia monumental la prosa original de Miguel tras la vida y la crónica del torero Esparteo, el matador Ulloa, más conocido como Tragabuches, Antonio Reverte y Lagartijo.»
En la edición del tomo III de la enciclopedia Los toros, Madrid, (1945) veremos las refrencias: José Ulloa, Tragabuches (p. 962-964); Antonio Reverte Jiménez (p. 770-774); Manuel García y Cuesta, Espartero (p. 337-343); Rafael Molina Sánchez, Lagartijo (p. 610-619).
(Cartel del V Encuentro, dedicado al poeta Manuel Molina)
Bases…V Encuentro Internacional Valle del Vinalopó “Algueña”
Asociaciones Rincón poético y Cultural Valle del Vinalopó Poetas y escritores.
El encuentro estará acompañado de una Antología poética, dedicada la antología y este V Encuentro del 22, 23 y 24 de noviembre del 2024 al Poeta Manuel Molina Rodríguez de Orihuela-Alicante, conocido como Manuel Molina; su poesía prima la sinceridad y la sencillez en sus versos, destacando las sensaciones personales, recordando sus fiestas y devociones, el paisaje, sus sueños e ilusiones, reflejando la sencillez, la bondad y la humildad son las notas características, que no hace distinción entre el mundo poético y el real.
El viernes 22 después de una recepción de bienvenida por las autoridades y asociaciones organizadoras en el Teatro Auditorio Municipal de Algueña, tendremos un recital al mismo que serán presentados los poetas participantes y la Antología Poética del V Encuentro Internacional dedicada al Poeta Manuel Molina, donde se recitará poesía de autor.
El sábado 23 tendremos una visita guiada de interés turístico y cultural, donde tendremos la ocasión de recitar poemas de autor de la antología. En el recital del sábado, se presentará la antología y se recitará poesía del poeta homenajeado y dedicada por los autores en la misma con poetas ya concretados con antelación.
El domingo 24 tendremos ruta guiada y visita bodega Algueña con degustación de vinos y recital de clausura en el Teatro Auditorio Municipal de Algueña; todo estará supervisado por Lucía Pastor y Luis Pascual Limiñana con la gran colaboración de los ayuntamientos de Algueña.
Todo se regirá a un itinerario concretado que se dará a conocer a los participantes; reserva de hotel, comidas, cenas, y programa del encuentro.
Bases para participar en el encuentro colaborando con la antología dedicada al Poeta Manuel Molina Rodríguez.
Para los participantes en la Antología Poética V Encuentro Internacional Valle del Vinalopó “Algueña”, pueden mandar tres poemas que no sobrepasen los treinta versos cada uno contando con los espacios, o dos cuando uno de ellos sobrepase los treinta versos, quedándose el otro con el tamaño indicado; dedicando uno o dos de ellos al Poeta Manuel Molina Rodríguez, y el resto de los poemas será de tema libre, todos los poemas dedicados a Manuel Molina deberán ser inéditos y se seleccionarán por motivos de aforo poético, una breve reseña Biográfica de 15 a 20 líneas, más una foto de perfil con calidad y peso. Podéis mandarlo al correo rinconpoeticovalledelvinalopo@gmail.com con el Asunto Antología V Encuentro Internacional. La Antología se cerrará alcanzando los 25 participantes.
La fecha límite para mandar los poemas, será hasta el 12 de octubre de 2024.
Los participantes tendrán una participación en la antología con cinco páginas, aportando una colaboración de 20€, con el compromiso de participar en el encuentro. Los participantes en ella recibirán dos antologías. Todos los participantes en el encuentro, tendrán que hacer una aportación de 5€ para gastos de organización, rigiéndose al itinerario poético a igual aquellos que no participan en la antología. Aquellos que no participen en la antología, serán aceptados según el aforo estipulado comprometiéndose a recitar poesía de la poeta homenajeada el día estipulado y suyos propios de autor los demás días.
Todos los participantes tendrán que estar concretados con antelación al encuentro.
El número de cuenta para hacer los ingresos se dará por privado a los participantes.
Los poemas entregados tanto la biografía como la foto de perfil, serán prestados por el autor sin perder su autoría a la Asociación Rincón poético Valle del Vinalopó, para llevar a cabo la realización de la Antología poética del IV Encuentro Internacional Valle del Vinalopó “Algueña- Pinoso”; siendo dueño del material prestado el autor. Aunque el Copyright de la Antología, diseño, maquetación y portada esté al nombre Luis Pascual Limiñana G. representante de la asociación, nunca es ni será dueño de los poemas, biografía y foto que el autor participante en dicha antología presta para su elaboración.
La Antología se pondrá a la venta en Amazon para quienes quieran adquirirla.
Gracias por vuestra participación.
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Biografía: Manuel Molina Rodríguez.
https://www.facebook.com/groups/856121719321078/posts/856126189320631
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......Autor: Ramón Palmeral, de Alicante
Las gestiones para conseguir el cuadro de tan destacado pintor han sido realizadas pro Consuelo Giner Tomo, presidenta de Espejo de Alicante, que participó en el I Concierto Mundial de Versos de Ontinyent (Valencia) los días 23 al 25 de julio de 2024
Mi más sincero agradecimiento al Movimiento Parnaso del Siglo XXI de Ontinyent (Valencia) por distinguirme con este diploma y reconocimiento artístico.
Óleo de 40 x 50 cm. titulada "La cebolla es escarcha" de Miguel Hernández, autor Ramón Palmeral julio de 2024.
Estando preso Miguel Hernández en la cárcel de Torrijos recibió una carta y una foto de su hijo con siete meses. En ella Josefina Manresa le decía solo comían (su hijo y ellas) pan y cebollas, entonces Hernández compuso a lápiz y papel una obra magistral titulada: "Nanas de la cebolla"
Video: .................Varias fotos.............
De vientosdelpuebloamh en 4 julio, 2024 |
El litigio seguido por los herederos del alférez jurídico del consejo de guerra que condenó a muerte a Miguel Hernández, termina en el Tribunal Supremo, que da la razón -como no podía ser de otro modo- al gran investigador sobre el tema hernandiano Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de literatura española en la Universidad de Alicante y autor del libro Los consejos de guerra de Miguel Hernández, por el que fue objeto de demanda por parte del hijo de Antonio Baena Tocón, alférez jurídico que participó en el consejo de guerra que condenó a muerte al poeta. Un veredicto que agota una vía por la que el catedrático ha debido pasar una etapa ingrata. Actualmente se difunde su libro Las armas contra las letras, un retrato de la farsa jurídica del franquismo para condenar a periodistas y escritores contrarios por democráticos.
Este 2022 recordamos el 80 aniversario de la muerte, en la cárcel, del poeta, Miguel Hernández, el 28 de marzo de 1942, cuando apenas tenía 31 años. El dibujante Carles Esquembre (Valencia, 1985), que ya dedicó un cómic a Lorca (Lorca, poeta en Nueva York) rinde homenaje al poeta de Orihuela con Las tres heridas de Miguel Hernández (Planeta Cómic), una joya en la que se combinan la poesía literaria y la visual. Y que repasa tres momentos cláve en la vida del poeta.
Preguntamos a Carles qué significa para él Miguel Hernádnez: "Los poetas y escritores siempre han estado presentes en mi vida gracias a mi madre y mi padre, grandes lectores que siempre me han inculcado el amor por la lectura y la cultura en general, así que llegar a Hernández parecía un paso lógico después de hacer un cómic sobre Federico García Lorca. Aunque conocía muy poco sobre la vida del poeta de Orihuela, ya había tenido contactos para hacer algo relacionado con su obra en formato cómic, pero no encontraba un hilo narrativo, una voz, digamos, que me diera ese impulso final para afrontar el reto de meterse de lleno en la realización de un cómic sobre la vida y obra del poeta, algo que puede llevar años cuando hablamos en términos de “novela gráfica”, entendiendo el formato como un tebeo de cientos de páginas".
"Fue leyendo una anécdota de Pablo Neruda lo que finalmente me ayudó a dar con algo -añade-. La anécdota es la siguiente: "Miguel me contaba cuentos terrestres de animales y pájaros. Era ese escritor salido de la naturaleza como una piedra intacta, con virginidad selvática y arrolladora fuerza vital. Me narraba cuan impresionante era poner los oídos sobre el vientre de las cabras dormidas. Así se escuchaba el ruido de la leche que llegaba a las ubres, el rumor secreto que nadie ha podido escuchar sino aquel poeta de cabras".
El título del cómic surge del poema Las tres heridas, que Miguel Hernández escribió en la cárcel y que se publicó, de manera póstuma, en 1958. Y que Joan Manuel Serrat convirtió en una famosa canción. Pero... ¿Cuáles son esas tres heridas de Miguel en torno a las que se articula el cómic de Carles Esquembre? "Escogí el título para dividir el cómic en tres partes -nos comenta-.. Las tres heridas son la de la vida, la del amor y la de la muerte. Cada “herida” corresponde a un periodo concreto de la vida de Miguel, sin empezar necesariamente por su propio nacimiento ni acabando en su muerte, sino tratando algunos momentos concretos con cierto orden cronológico pero con la posibilidad de ir dando saltos en el tiempo, en referencia al poema original, donde las heridas se van intercambiando en cada estrofa".
"Cada herida -añade el artista- viene acompañada en cada índice de capítulo con un dibujo simbólico relacionado con el sufrimiento del toro, animal con el que Hernández se identifica y cuya sangre será la suya y la del propio país, España, que se ve abocada a la destrucción y la muerte con una guerra civil que se avecina.
Lo más sorprendente de Miguel Hernández es que consiguiera convertirse en uno de nuestros poetas más importantes siendo un simple cabrero. "No quisiera hablar de Miguel Hernández en términos absolutos, pues no soy un experto en su obra y vida -nos comenta Carles-. Los datos, documentos y biografía que he podido abarcar no son nada en comparación con los estudios e investigaciones que han realizado importantes figuras del mundo académico como Carmen Alemany Bay, que realmente es “la jefa” de todo esto (ha escrito el maravilloso prólogo del cómic y ha estado ahí en todo momento para ayudarme con su sabiduría e infinitos conocimientos hernandianos) José Carlos Rovira o José Luis Ferris, cuya biografía novelada resulta una lectura apasionante y una referencia imprescindible en algunas de las escenas que he interpretado en mi cómic".
"Así que cualquier cosa que yo tenga que decir respecto a Hernández responde más a una asimilación/reflexión de información que se vuelca en el cómic en forma de ficción, llevando el “soy mentira” honestamente grabado en la cara. Pero bueno, ya atreviéndome un poco más a responder la pregunta (risas) la influencia de su amigo Sijé y en general de la Orihuela católica/telúrica de principios de siglo se puede apreciar sobre todo en los primeros trabajos del poeta".
Preguntamos a Carles ¿Qué relación tiene este cómic con el que dedicó a Lorca? "¡La relación es total! Digamos que el cómic de Lorca y el de Hernández coexisten en un mismo universo hasta el punto de compartir algunas localizaciones y personajes, porque evidentemente todos interactuaron unos con otros en la vida real. Por ejemplo, el despacho de José Bergamín, director de la revista Cruz y Raya, es el mismo en el cómic de Lorca que en el de Hernández, incluyendo a la secretaria Pilar".
"La relación de Lorca con Hernández también se muestra en una escena del cómic -continúa-, solo que en lugar de situar la escena en el teatro de Romea en Murcia (donde Lorca se encontraba representando una versión de La vida es sueño de Calderón y donde conoció a Hernández) he hecho que la escena en concreto se desarrolle en un lugar indeterminado de Murcia. En parte como homenaje a La Barraca y a las Misiones Pedagógicas que llevaban la cultura y el teatro a los pueblos perdidos de España. Por eso insisto tanto en el tema de la ficción".
Curiosamente, Lorca y Miguel Hernández empezaron admirándose mutuamente pero acabaron teniendo una relación pésima: "Respecto a la relación Lorca/Hernández -nos cuenta el autor-, tenemos de testigo las cartas que Hernández escribió a Lorca en actitud un tanto a la defensiva que imagino debieron importunar bastante al granadino, sumado a la personalidad ruda de Hernández, que chocaba con el ambiente intelectual de corbata que Lorca acostumbraba a frecuentar en su círculo de amistades en Madrid".
Sobre cómo está presente la poesía de Hernández en el cómic, Carles asegura que: "Como he comentado antes, la idea del cómic me vino con la anécdota de Neruda sobre Hernández. Me imaginé dibujando todos esos elementos y secretos de la naturaleza que sólo él parecía conocer desde dentro. Y “desde dentro” es desde donde he dibujado muchas de las escenas, haciendo referencia también a una frase suya que dice “mi sangre cae a diario hacia dentro, derramándose hacia donde nadie la ve” bien, lo que “nadie ve” es lo que me interesaba dibujar, de ahí todas esas escenas que tienen mucho que ver con la biología y la naturaleza, tan presente en la vida del poeta desde niño, siempre rodeado de fecundaciones y muertes, que son algunos de los temas que más destacan en su obra, la idea de la prolongación de la sangre, la idea del hijo y el deseo de “desnacer”, de volver al útero".
"Las metáforas visuales funcionan muy bien para ilustrar un cómic -añade Carles-, lo difícil ha sido, sobretodo, intentar reproducir elementos viscosos/acuosos con un blanco y negro con iluminaciones tan contrastadas. La influencia de la historieta Hydrogenesis de Caza ha sido imprescindible en ese sentido".
En el cómic también es muy importante la presencia de Josefina, el gran amor de Miguel Hernández. "Muchos de los poemas que escribe están basados en ella, así que su influencia e importancia es vital, aunque es cierto que en Madrid conoce a otras mujeres y tiene otro tipo de relaciones -nos comenta Carles-. Desde la perspectiva actual (y esto es una apreciación totalmente personal) da la sensación de que mujeres como Maruja Mallo, de fuerte independencia y arrolladora personalidad no toleraban ciertas actitudes de macho dominante, y no tenían nada que ver con la “casta y buena” Josefina, a la que se ha tratado muchas veces de inculta, faltando al respeto a una mujer que ha custodiado, honrado y guardado la memoria y obra del poeta durante años. Ves, ya estoy hablando de cosas que no me corresponden".
Uno de los momentos más emocionantes del cómic fue cuando Miguel decidió quedarse a luchar por la república, cuando podía haber huído con algunos de sus amigos. "Hablamos de uno de los periodos históricos más convulsos y violentos del siglo XX, donde todos los intentos de estados democráticos sucumbieron a las dictaduras y los fascismos. Y concretamente en la historia reciente de España ha habido un claro escamoteo y falsificación impuesto por el canon franquista, presentando incluso a día de hoy a algunos de estos poetas como “escritores franquistas”. El férreo compromiso ideológico de Hernández, que cumplió hasta la muerte, responde a una creencia real en caminos a seguir para solucionar problemas de una sociedad que estaba mutando drásticamente".
"Lo que ocurre es que a día es muy difícil entender eso desde la perspectiva actual sin verlo con cierto idealismo cuando sabemos lo que significaron el fascismo y el comunismo. El contexto histórico me parecía muy importante en el cómic y por eso he acudido a libros de historiadores importantes y respetados como el profesor Ángel Viñas y su trilogía sobre la guerra civil. -añade Carles-
En cuanto a la documentación, Carles confiesa que: "Me he documentado leyendo toda la obra de Hernández (que por desgracia solo abarca un periodo de 10 años, debido a su prematura y terrible muerte por abandono) más ensayos y documentos de todo tipo. Me resulta imposible hacer una lista de todo aquí mismo. Pero sobretodo después de toda esa asimilación de información era casi más importante la discriminación de información, es decir, qué no contar".
Destacar los fabulosos dibujos de Carles y sus metáforas visuales en un espectacular blanco y negro. "Desde el principio tuve claro que este iba a ser un trabajo en blanco y negro -asegura-. A nivel simbólico, el blanco y negro representa muy bien parte de la ideología de Hernández. Puede parecer muy dicotómico, pero básicamente se trata de una única lucha: la luz frente a la oscuridad. Ya lo dice el propio poeta en uno de sus poemas “pero siempre hay un rayo de sol en la lucha, que deja a la sombra vencida”.
"El blanco y negro también remite inevitablemente a los conceptos antitéticos/opuestos como son la vida y la muerte -continúa el autor-. Entendiendo el blanco como la luz que da vida y el negro tanto la muerte como el momento previo a la existencia. Hay una oscuridad “neutral” total previa a la creación, de aspecto casi sideral. De hecho, no es casualidad que el inicio del cómic luzca como una formación galáctica. En el negro también podemos ver la representación gráfica de la sangre, otro elemento presente en los textos del poeta. Ya sea necesaria para la fecundación y la prolongación de la misma (Hernández cree firmemente en la descendencia como legado y una forma de eternidad) pero también presente en el sufrimiento y la muerte, la enfermedad y la guerra".
"Luego, en lo que se refiere a cuestiones técnicas -nos explica-, venía de hacer dos largos trabajos donde, además de la tinta, trabajé mucho con escala de grises para definir volúmenes e iluminaciones, por lo que estaba muy interesado en hacer un dibujo más sintético. En este cómic iba a meterme de lleno en representaciones biológicas relacionadas con la naturaleza como puedan ser el interior de los cuerpos humanos y animales, el inicio microscópico de la vida acuática, ¡incluso la representación gráfica del acto sexual desde el interior de los cuerpos! Todo esto sabiendo que iba a ser en blanco y negro, de manera que el reto en parte también residía en cómo dibujar “viscosidades” y elementos acuosos/carnosos con solo el blanco y negro y sin mucho espacio para las texturas".
"Lo mismo ocurre a la hora de querer representar el “color” en el cómic -añade Carles-. Hay muchas estampas de naturalezas muertas y vivas, de la representación gráfica de la paleta de colores y olores de Orihuela. Puedes ver una página entera dedicada a estas imágenes y, a pesar de estar hechas en blanco y negro, puede uno hacer una especie de ejercicio sinestético y ver y oler los naranjos, nardos, pimientos y ñoras. La respuesta corta de porqué hacerlo en blanco y negro sería simplemente la posibilidad de aligerar un poco el tiempo de trabajo, je, je, je. Aún así, como siempre, en muchos momentos me perdí en un mar de detalles gráficos solo visibles mediante el zoom digital".
En cuanto asus proyectos, Carles nos avanca: "Actualmente intento compaginar este tipo de obras de autor completo en el mercado español junto con trabajos más relacionados con la industria de prensa norteamericana. Antes de la publicación de este Miguel Hernández he trabajado en dos libros más. He sido colorista y concept artist junto a José María Beroy (todo mi trabajo como colorista se lo debo a él, que confió en mí para ayudarle) en la adaptación musical en cómic de El fantasma de la ópera de Andrew Lloyd Webber, y acabo de terminar el color de una novela gráfica sobre el grupo de rock Motley Crue, junto con un gran equipo creativo detrás con Beroy a la cabeza supervisando todo y a los lápices David Cabeza, Leo Grassi a la tinta y Jose Expósito como colorista también, con guiones de Leah Moore.
(Dibujo de Ramón Palmera 2002)
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA REPRESIÓN
EN ESPAÑA, EL PROCESO CONTRA MIGUEL HERNÁNDEZ
Por GLICERIO SÁNCHEZ RECIO
Universidad de Alicante/BVMC
Esta comunicación puede probablemente parecer un contrapunto en este Congreso
dedicado a la obra y persona de Miguel Hernández, porque aquí pretendo tratar primera
mente del intenso proceso represivo que se dio en España en los años treinta y cuarenta
de este siglo y situar después en él el sufrido por el poeta oriolano. Así pues, Miguel
Hernández en este trabajo no aparecerá como una figura estelar ni su proceso presentará rasgos singulares sino que será uno más de los muchos que alimentaron la implacable máquina represora en aquellos años.
La represión en los años treinta
Las convulsiones políticas que tuvieron lugar después de la I Guerra Mundial propiciaron la aparición de regímenes políticos antiliberales y de tipo autoritario, principalmente, en los países del Este y Sur de Europa. Paradigma de todos ellos puede considerarse el fascismo que llegó al poder en Italia por métodos extraparlamentarios en 1922. Las dificultades económicas y sociales que se presentaron a finales de los años veinte y la inestabilidad política que existió en Europa a lo largo de aquella década, impulsaron el acceso al poder en Alemania del nacional-socialismo, el partido nazi; con lo que los regímenes antiliberales y fascistas ya establecidos recibieron un refuerzo importante.
Pero la implantación en el poder de aquellos regímenes antiliberales subvertía la
tendencia seguida por el liberalismo hacia el reconocimiento cada vez más amplio de
los derechos individuales, políticos y sociales, durante las décadas anteriores. Frente a la
evolución del liberalismo hacia la democracia política y social, los regímenes autorita
rios y de partido único se retrotrayeron hacia situaciones próximas al absolutismo del
Antiguo Régimen. Considerando que el Estado y la sociedad se hallaban en peligro
-concepto tradicional y retrógrado de la Patria- por la desagregación que, a juicio de
ellos, implicaban el liberalismo y la democracia, arremetieron no sólo contra el régimen
liberal, aboliéndolo y anulando sus instituciones más representativas, sino también con
tra las organizaciones -partidos políticos y asociaciones de todo tipo- y personas que
pretendían mantenerlo y defenderlo. Así pues, los Estados en manos de gobiernos de
partidos antiliberales se convierten en una especie de gigantes que se alimentan a costa
de los derechos de los que privan a los ciudadanos. Es precisamente en esta coyuntura
política en la que hay que situar el amplio proceso y las prácticas represivas que se
difundieron con gran magnitud en la década de los años treinta.
Este fenómeno en España presenta algunos rasgos particulares, aunque se ajusta al
movimiento general que se dio en el Sur de Europa en los años veinte, ya que el gobier
no del General Primo de Rivera suspendió la constitución y persiguió las organizaciones
políticas y sociales que personificaban el régimen parlamentario1. En concreto, la dicta
dura de Primo de Rivera no tuvo continuidad en los años treinta, sino que a la caída del
dictador se instauró en España un nuevo régimen de carácter democrático -la II
República-; y, por tanto, si durante la dictadura se había perseguido a los liberales y
demócratas desde el Estado, después fueron éste y las personas que lo representaban y
apoyaban quienes recibieron los ataques de aquéllos que se oponían a las reformas
democráticas desde dos frentes distintos, el de los que las rechazaban totalmente y el de
quienes las consideraban insuficientes. De ahí que la República tuviera que dotarse pri
mero, en 1931, de una ley de defensa y después, en 1933, de otra de orden público en la
que se regulaban los estados de prevención, alarma y guerra2.
Así pues, el fenómeno de la represión en aquellas décadas, tanto en España como
en el resto de Europa, hay que situarlo dentro del proceso dialéctico que enfrentó a las
instituciones y fuerzas que instauraban y apoyaban la democratización -reconocimien
to y ampliación de los derechos fundamentales- con aquéllas que se oponían o preten
dían debilitarla. Dicho proceso dialéctico no se orientó hacia la superación de las posi
ciones contrarias -búsqueda de la síntesis o de la armonía-, sino que se enquistó
dando lugar a la aparición de un antagonismo del que sólo se saldría con la imposición
de una fuerza sobre otra. Mientras ambas fuerzas estuvieron enfrentadas sus plantea
mientos tendieron al maximalismo, llegando a situarse una y otra fuera del marco legal
establecido por la mayoría. Algo de esto sucedió en la llamada «revolución de octu
bre» de 1934, durante la que las organizaciones de la izquierda, principalmente en
Asturias y Cataluña, se colocaron al margen de la constitución de 1931, y las de la
derecha, usando y abusando de los poderes del Estado, no sólo intentaron someter a
los rebeldes sino que reprimieron también a los auténticos reformistas, los republica
nos de izquierda3.
Pero fue durante la guerra civil española cuando el antagonismo y la represión
alcanzaron su más alto grado. Si el antagonismo de ambas fuerzas llevó, primero, a la
rebelión militar y a la guerra civil, después, la lógica de la guerra impondría en una y
otra zona la necesidad de asegurar sus propias retaguardias, siendo aquí donde la repre
sión se ejerció con mayor amplitud e intensidad. Esta se llevó a cabo bajo dos formas
distintas: una indiscriminada y al margen de la ley -los paseos- efectuada por las orga
nizaciones políticas o sindicales y grupos de incontrolados que en muchos casos confun
dían sus propios intereses con los de las causas que decían defender; la otra, de acuerdo
con la ley -el Código de Justicia Militar principalmente- pero con procedimientos muy
diversos en una zona y otra. En la que se mantuvo leal a la República los tribunales
populares aplicaron sobre los rebeldes y desafectos una justicia política en la que las
intenciones y las preferencias de los acusados eran tan determinantes de las sentencias
como los actos de rebelión en los que podían haber participado4; en la zona sublevada,
los tribunales militares, los únicos que actuaron, aplicaron también una justicia política,
pero tergiversando previamente un concepto tan importante en este caso como el de
rebelión5.
Algunos especialistas distinguen entre la juricidad de los tribunales populares, que
actuaron en nombre de un Estado legítimamente constituido, y la falta de fundamento
jurídico de los tribunales militares, y entre la debilidad e indefensión de las instituciones
republicanas y la prepotencia de los militares rebeldes, como si tales situaciones pudie
ran aumentar o disminuir la legitimidad jurídica6; sin embargo, ya en 1938, un observa
dor tan próximo y tan atento a los acontecimientos como N. Alcalá-Zamora y Castillo,
refiriéndose a la justicia que se aplicaba en España durante la guerra en una y otra zona,
enfrentaba a los tribunales militares con los populares pero también ponía a ambos al
margen del principio de juricidad definido por la constitución de 1931. Escribía el autor
en un conocido artículo:
Dos concepciones muy distintas en apariencia se han enfrentado: una justicia revo
lucionaria y de clase y una justicia reaccionaria y de casta; tribunales populares
contra consejos de guerra. Pero por encima de esas diferencias, ¡cuántas coinciden
cias esenciales!... y como balance final de las dos... injusticias, millares de víctimas
inocentes...7.
Ahora bien, en la zona leal a la República, debido a que el horizonte político y
social de las organizaciones revolucionarias era más ampio, la justicia popular se exten
dió a todos los campos de la administración judicial, de manera que desde febrero de
1937 los delitos comunes cayeron también bajo la competencia de los tribunales popula
res, éstos se integraron poco después en las Audiencias Provinciales y, más tarde, se
crearon otros tribunales específicos -los de Guardia- para determinados tipos de delitos:
derrotismo, subsistencia, espionaje...; de ahí que, a mi juicio, pueda hablarse de la
implantación en la zona republicana de un nuevo modelo de administración de justicia
para sustituir a la vieja justicia ordinaria8.
Acerca de la opinión que se estaba formando la población sobre el funcionamiento
de este tipo de justicia, o al menos la que deseaban propalar las autoridades republica
nas, puede ser representativo un texto que apareció en el diario Pueblo de Valencia, el 5
de febrero de 1937:
Es digna de elogio la forma tan ecuánime como actúan los tribunales populares, que
después del anterior juicio se hacían favorables y cálidos elogios, por esta justicia
popular, que va ganando a pasos agigantados la confianza del pueblo que se ve asis
tido y garantido por una justicia pulcra y honesta, dando un mentís a quienes hablan
de represiones y durezas incompatibles con la verdadera justicia y que tan sólo pue
den tener justificación en la línea de fuego o los campos de batalla. Asimismo
queda desmentido que se persigan las ideas religiosas (el motivo del comentario era
la absolución de un sacerdote ante el tribunal Jurado de Urgencia).
Esperamos que esto sea un gran sedante que pondrá en evidencia las campañas ten
denciosas que se fraguan dentro y fuera de España y se apreciará en el extranjero la
alteza de miras y rectitud con que proceden los tribunales de la República democrá
tica9.
Así pues, en la retaguardia de cada una de las zonas durante la guerra civil se llevó
a cabo una intensa represión; pero, una vez terminado el conflicto, los vencedores no se
conformaron con la victoria ni intentaron volver a la normalidad política y social de la
preguerra sino que se empeñaron en un profundo proceso de represión para implantar su
modelo político, retrasando cuatro décadas más la necesaria reconciliación de todos los
españoles.
La represión política de postguerra tuvo, si cabe, efectos mucho más perniciosos
que la anterior porque se programó desde las más altas instancias del poder, se efectuó
de forma minuciosa y contó con una tupida red de colaboradores, extendida por todo el
país y formada por las autoridades municipales, judiciales, eclesiásticas, fuerzas de
seguridad y servicios de información del partido único. Las actuaciones represivas se
centraron preferentemente en los territorios que se mantuvieron leales al gobierno de la
República hasta los últimos días de la guerra, y los instrumentos de los que se valieron
fueron el Código de Justicia Militar -celebración de los Consejos de Guerra-, la ley de
Responsabilidades Políticas, del 9 de febrero de 1939, la de Represión de la masonería y
el comunismo, del 1 de marzo de 1940, y los sucesivos procesos de depuración que se
llevaron a cabo en los distintos organismos oficiales; pero la aplicación de cada uno de
esos instrumentos no suponía la exclusión de los otros, sino que una persona podía ser
sometida a varios de ellos.
En principio, todos aquéllos que habían pertenecido al ejército republicano, partici
pado en la rebelión de 1934, ejercido cargos públicos desde febrero de 1936, manifesta
do su lealtad a la República o hecho propaganda a favor de la causa de ésta, quedaban
automáticamente sometidos a la jurisdicción militar; pero todos ellos, asimismo, pasa
ban después al tribunal de responsabilidades políticas, pudiendo extenderse aún más el
proceso si en sus expedientes figuraban acusaciones de masonería o comunismo o eran
funcionarios de las administraciones públicas.
De todos esos tribunales, dejando aparte los Consejos de Guerra que eran los pri
meros en actuar y administraban la justicia penal, los de responsabilidades políticas
-remedo del republicano de responsabilidades civiles- fueron los que causaron el
impacto social más fuerte por la generalidad con que se aplicó la ley y porque en ellos
intervinieron las autoridades locales, municipales, políticas, gubernativas y eclesiásticas
mediante las denuncias, informes y avales que cursaron. Estos tribunales que sólo impo
nían sanciones económicas y administrativas extendieron su competencia sobre todos
los encausados por los tribunales militares, tanto a los sentenciados a penas de privación
de la libertad como a los condenados a muerte y ejecutados y a los absueltos, por lo que
contribuyeron a intensificar y prolongar el clima de terror y de inseguridad que existía
entre los perdedores de la guerra. Esta situación de acendrada represión se dio en
España hasta mediados de la década de los cuarenta, aunque la máxima actividad de los
tribunales duró sólo hasta 194210.
Evidentemente, es dentro de ese estado de represión generalizada impuesto des
pués de la guerra civil en España en los territorios que se mantuvieron leales a la
República, en donde hay que situar el proceso que se siguió contra Miguel Hernández;
pero en el marco descrito este caso es uno más entre los muchos que se incoaron y lle
garon a su resolución final. Por último, este Congreso nos brinda además la oportunidad
de observar el comportamiento de Miguel Hernández durante el proceso y analizar la
aplicación de la legislación represiva al poeta oriolano.
El proceso contra Miguel Hernández
Para escapar de la grave represión que se cernía sobre los perdedores de la guerra
civil, y particularmente sobre los que se habían destacado en alguna actividad política,
militar o cultural, los únicos medios disponibles eran la huida hacia el exterior y la ocul
tación temporal en el interior. La caída de Cataluña en enero de 1939 y la ocupación de
las provincias del Norte entre el verano y otoño de 1937 constituían un claro anticipo de
la solución final11, cuya dirección no iba a alterarse a pesar de la rendición militar que
patrocinó la Junta Nacional de Defensa.
Sin embargo, Miguel Hernández en las postrimerías de la guerra civil tomaba una
actitud totalmente contraria a la que aconsejaban las experiencias anteriores. Así, prime
ro se dirigió hacia Orihuela, a finales de marzo, y después, a mediados de abril, a
Sevilla, más preocupado por la subsistencia que por la seguridad, y sólo al encontrarse
con serias dificultades en esa última ciudad se decidió a cruzar la frontera portuguesa
con el ánimo de embarcarse hacia Chile; pero, en el estado de indigencia en que se
hallaba el poeta, Portugal era un país que, dadas sus circunstancias políticas, no podía
resultarle acogedor. De ahí que se produjera su inmediata detención.
Pienso que no es necesario recorrer cada uno de los pasos del proceso judicial
seguido contra Miguel Hernández, cuyos textos, por lo demás, son ya sobradamente
conocidos12; sin embargo, es conveniente insistir en algunos elementos fundamentales
en los que se apoyó después la acusación que condujo a la sentencia de pena de muerte.
La acusación se concretó a partir de tres declaraciones que el escritor prestó ante la poli
cía de aduanas en Rosal de la Frontera (Huelva), el 4 de mayo, y ante el juez militar de
la prensa en Madrid, el 6 de julio y el 6 de septiembre. De todas ellas se desprende que:
NOTAS
1) Miguel Hernández no había manifestado especial interés por las cuestiones políticas antes de julio de 1936.
2) Cambia su actitud en septiembre de ese mismo año, al ser movilizada su quinta,
y lleva luego a cabo una intensa actividad literaria y cultural, primero en su
batallón y después, en la Escuela de Oficiales de la Sexta División, situada en
Albalat del Sorell (Valencia).
3) Durante su trayectoria militar estuvo presente en destacados hechos de armas,
como el del Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar (Jaén), cuyos
defensores se rindieron a las tropas republicanas el 1 de mayo de 1937, en donde
actuó como «agente de propaganda» junto al comandante Carlos Contreras
(Vittorio Vidali).
4) Siente una gran admiración por García Lorca, de quien afirmó que «era uno de
los hombres de gran espiritualidad de España, y que después del Teatro Clásico,
él ha sido una de sus mejores figuras». Él mismo había intentado reorganizar La
Barraca, y cuando fue detenido temió que se repitiera con su persona el mismo
drama del granadino, de lo que advirtió a los agentes que lo interrogaron.
5) Respecto a su disposición hacia la causa rebelde (nacional), pasó del desconoci
miento y desinterés al rechazo profundo, llegando a identificarse con la causa
antifascista y popular.
La justicia franquista, de hecho, no necesitaba más razones -actos delictivos- para
condenar a muerte a una persona en aquellos meses inmediatos al final de la guerra
civil. En la valoración que hicieron los agentes sobre las declaraciones obtenidas en el
primer interrogatorio, para remitirla al Secretario de orden público e Inspector de
Fronteras de la provincia de Huelva, hay un párrafo en el que ya se apunta en la dirección que los organismos judiciales tomaron después:
Por tanto, es de suponer que este individuo haya sido en la que fue zona roja, por lo
menos, uno de los muchos intelectualoides que exaltadamente ha llevado a las
masas a cometer toda clase de desafueros si es que él mismo no se ha entregado a
ellos.
Algunos comentaristas del proceso han distinguido entre la primera declaración,
más discreta y precavida, y la segunda, de mayor contenido político y, consiguiente
mente, efectuada con mayor temeridad13, lo que puede deberse efectivamente a factores
ambientales y condicionantes psicológicos; pero no hay que dejar de lado tampoco las
atrevidas declaraciones efectuadas en Rosal de la Frontera sobre sus actividades litera
rias y culturales durante la guerra y acerca de sus amigos escritores, que asimismo se
convertirían en un fundamento importante de la acusación, tal como lo sugirieron los
agentes que lo habían interrogado.
Por último, Miguel Hernández acude en sus declaraciones a tres argumentos que
podrían contrarrestar la formulación posterior de las acusaciones concretas: su parentes
co con un guardia civil que había sido asesinado por milicianos republicanos en Elda
(Alicante)14 y el haberse hecho cargo de los hijos menores de aquél; el no haber intenta
do huir a un país extranjero aunque se le ofreció la oportunidad; y la relación de avalis
tas que presentó, algunos de los cuales eran escritores e intelectuales de reconocido
prestigio entre los nacionalistas.
A la vista de las declaraciones anteriores y después de la remisión al juzgado mili
tar de los informes de los avalistas y de otros organismos, y de algunos de los trabajos
literarios de Miguel Hernández, el juez militar de instrucción ordenó el procesamiento
del encausado, el 18 de septiembre, apoyándose en la activa labor propagandística que
había realizado en contra del Movimiento Nacional, en su intervención en el asalto y
toma del Santuario de la Virgen de la Cabeza y en la existencia de «indicios muy racio
nales» de haber sido comisario político de una brigada de choque. Diez días más tarde,
el fiscal militar por las mismas acusaciones, que «constituyen un delito de adhesión a la
rebelión militar», de acuerdo con los artículos 238, 2 y 137 del Código de Justicia
Militar'5, solicitaba la pena de muerte para el procesado.
En tomo a las aportaciones de los avalistas, cabe insistir en la discreción con que se
expresaron la Editorial Espasa-Calpe y D. José María Cossío, que informaron benévola
mente sobre la conducta moral y cívica de Miguel Hernández y su alejamiento de los
problemas políticos y sociales, y en la extremada dureza de la enviada por el alcalde de
Orihuela:
Su actuación en esta ciudad desde la proclamación de la República ha sido franca
mente izquierdista, más aún marxista, incapaz por temperamento de acción directa
en ningún aspecto, pero sí de activísima propaganda comunistoide. Se sabe que
durante la revolución ha publicado numerosos trabajos... y que estuvo agregado al
Estado Mayor de la Brigada del Campesino...
Ahora bien, tres días antes de dictarse el procesamiento, el 15 de septiembre,
Miguel Hernández fue puesto en libertad por orden de la Dirección General de
Seguridad a causa de la falta de coordinación entre las autoridades judiciales militares y
las gubernativas; de ahí que cuando se reunió el Consejo de Guerra que había de juzgar
lo, el 7 de octubre, se encontró con la sorpresa de que no disponían del acusado. El
Director General de Seguridad, por su parte, explicaría la puesta en libertad diciendo:
...en su expediente no había nada desfavorable concretamente como no fuera el
haber sido escritor de izquierdas, que quedaba en parte desvirtuada la mala impre
sión que pudiera producir su ideología política con el informe favorable emitido por
el Sr. Cossío...
La salida de la cárcel brindaba otra vez a Miguel Hernández la oportunidad de huir
o de ocultarse, que él no tomó en consideración, y se dirigió de nuevo hacia Orihuela,
en donde las autoridades locales, y se supone que otras muchas personas, estaban en su
contra. Y allí fue detenido, el 9 de octubre, por mandato de la autoridad judicial, perma
neciendo en la prisión de aquella ciudad hasta el 3 de diciembre en que se le trasladó a
Madrid.
A partir de esa fecha los acontecimientos se sucedieron con gran rapidez -no se
olvide que el procedimiento del Consejo de Guerra era sumarísimo-, celebrándose la
vista el 18 de enero de 1940, en la que se impuso al acusado la pena de muerte.
Después, algunos de sus amigos que estaban bien relacionados con las autoridades fran
quistas realizaron gestiones para conseguir la conmutación de la pena, lo que ocurrió el
25 de junio. A continuación, Miguel Hernández efectuó el peregrinaje por la sordidez de
las cárceles españolas de la postguerra -Palencia, Ocaña, Alicante- desarrollando al
mismo tiempo una enfermedad pulmonar de la que moriría el 28 de marzo de 1942. La
inercia administrativa y la falta de coordinación entre los organismos oficiales le otorga
ron, el 10 de diciembre de 1943, la reducción de la pena anterior a 20 años y un día de
reclusión mayor.
A pesar de todo esto, la historia procesal de Miguel Hernández no había terminado,
sino que, después, de acuerdo con la ley del 9 de febrero de 1939, se le abrió el expe
diente de responsabilidades políticas, que aún no ha sido localizado16, en el que se le
fijarían la sanción económica y las penas administrativas que se le imponían por los
daños causados a la Patria. A pesar de ello, fueron las leyes de Responsabilidades
Políticas, particularmente la del 19 de febrero de 194217, las que se convirtieron en el
portillo a través del cual la población reclusa de postguerra pudo ir abandonando las cár
celes. Con ello, evidentemente, no terminaba la represión pero pasaba de unas prácticas
más primarias a otras que estarían mediatizadas por el control gubernativo, administrati
vo y social.
Pero volviendo a la idea inicial, el proceso seguido contra Miguel Hernández no
constituye una historia singular; sin duda, es una parte fundamental de su historia perso
nal y, como tal, puede convertirse en fuente de importantes obras literarias. El proceso
se ajustó a lo establecido en las leyes y se aplicó al poeta de la misma forma que a otros
muchos, con las mismas deficiencias judiciales e idéntico grado de indefensión e inse
guridad, y más aún teniendo en cuenta que se llevó a cabo pocos meses después del
final de la guerra.
A Miguel Hernández se le acusó de un delito de adhesión a la rebelión militar, con
la circunstancia agravante de ser una persona culta y haberse dedicado muy activamente
a difundir la causa antifascista y revolucionaria, y con la atenuante de no haber partici
pado en actos contra la vida y la seguridad de las personas. A través del análisis de más
de trescientas sentencias del mismo tipo se ha podido precisar que18:
1) Se condenaba por un delito de adhesión a la rebelión a quienes, durante la gue
rra civil, habían desempeñado cargos en la política nacional nombrados por el
Gobierno de la República, habían estado al frente de la política municipal, ejer
cido cargos políticos en el ejército, participado en asesinatos, ejecuciones o
malos tratos a personas de derechas, y a quienes habían sido testigos de cargo
ante los tribunales populares. Las penas que se les imponían iban desde la de
pena de muerte a la de 20 años y un día de reclusión mayor, según las circuns
tancias. Se conmutaba la pena de muerte y condenaba a reclusión mayor a los
jefes de los partidos y sindicatos, miembros del Frente Popular, comisarios polí
ticos y militares profesionales que no estuvieran implicados en delitos de sangre.
2) Se acusaba de auxilio a la rebelión a quienes habían sido milicianos o se habían
incorporado al ejército de la República, pertenecían al Frente Popular, militaban
en algún otro partido de izquierdas o estaban afiliados a alguna central sindical.
Las penas que se les imponían iban desde los 20 años hasta los seis meses y un
día, dependiendo también de las circunstancias.
3) Finalmente, se acusaba de excitación a la rebelión a quienes habían realizado
propaganda revolucionaria o habían manifestado actitudes críticas o despectivas
hacia el Movimiento Nacional. Esta acusación o la de auxilio a la rebelión reca
yó sobre muchos intelectuales y maestros nacionales por el solo hecho de haber
permanecido leales a la República y por el influjo social que se les reconocía.
Así pues, a Miguel Hernández se le había incluido en la primera de las categorías
porque había realizado las actividades propagandísticas en el frente de guerra y dentro
del ejército; de ahí también el interés de los acusadores por aclarar si había pertenecido
o no al comisariado político. Pero el acusado había ejercido también una importante
influencia social no sólo a través de aquellas actividades propagandísticas sino también
con sus publicaciones, recitales y representaciones gráficas o teatrales. Por todo ello la
acusación contra el poeta oriolano traspasó los límites de la excitación a la rebelión y se
le condenó a las máximas penas.
El proceso contra Miguel Hernández, por lo tanto, no fue un caso singular sino
que, por el contrario, podría considerársele como un ejemplo paradigmático de la gran
onda represiva que había invadido a España desde mediados de los años treinta.
NOTAS
1 Ballbé, M.: Orden público y militarismo en la España constitucional (1812-1983). págs. 303-316. Madrid,
Alianza, 1985.
2 Ver las citadas leyes en Gaceta de Madrid, 22 de octubre de 1931 y 30 de julio de 1933. Ver también el tra
bajo de R. Salas Larrazábal: «El Ministerio de Justicia en la España Republicana», en Justicia en guerra.
págs. 19-45. Madrid, Ministerio de Cultura, 1990, en donde el autor hace el seguimiento temporal de la apli
cación de esas leyes.
3 Ruiz, D.: Insurrección defensiva y revolución obrera. El octubre español de 1934; págs. 145-156.
Barcelona, Labor, 1988.
4 Ver Sánchez Recio, G.: Justicia y guerra en España. Los tribunales populares (1936-1939). Alicante,
Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert, 1991.
5 Ver a este respecto Berdugo Gómez de la Torre, I.: «Derecho represivo en España durante los períodos de guerra y posguerra (1936-1945)», en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, 1980-3; págs. 97-128; y del mismo autor y otros: «El Ministerio de Justicia en la España “Nacional”», en Justicia en Guerra; págs. 249-316.
6 Ver el trabajo de F. Moreno Gómez: «La represión franquista a partir de los datos de Córdoba», en
Arostegui, J. (Coord.): Historia y Memoria de la Guerra Civil. Encuentro en Castilla y León. Vol. I; págs.
303-329.Valladolid, Junta de Castilla y León, 1988.
7 Alcalá-Zamora y Castillo, N.: «Justicia penal de guerra civil», en Ensayos de Derecho procesal, civil, penal y constitucional, págs. 253-294. Buenos Aires, 1944. El trabajo se había publicado por primera vez, en fran
cés, en 1938.
8 Ver Sánchez Recio, G.: Obra cit.; págs. 60-66.
’ El Pueblo. Diario Republicano de Valencia. 2 de febrero de 1937. Ver en la sección: Tribunal Popular el
comentario titulado: «Absuelto. Jurado de Urgencia, n.s 2» (pág. 2).
10 Ver sobre esta cuestión: Sánchez Recio, G.; Las responsabilidades políticas en la posguerra española. El
partido judicial de Monóvar. Edit. Universidad de Alicante, 1984; Frías Rubio, A.M.: «La represión en
Soria», en Tusell, J. y otros (Coord.): La oposición al régimen de Franco. T. 1, vol. II, págs. 309-340.
Madrid, UNED, 1990. Sobre la represión franquista de forma más general ver: Solé Sabate, J.M.: La repres-
sió franquista a Catalunya, págs. 263-268. .Barcelona, Edicions 62, 1985; y Ors Montenegro, M.: «La
represión de posguerra en Alicante», en Sánchez Recio y otros: Guerra civil y franquismo en Alicante, págs.
95-117. Alicante, Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», 1990.
11 Ver a este respecto el informe que difundió el gobierno vasco en 1938: Autonomous Goverment of Euzkadi:
Repport on the administraron of justice in the Basque Country during the civil war. Presented by Jesús
María de Leizaola, Minister of Justice. París, february, 1938.
12 El Sumario del proceso seguido contra Miguel Hernández se halla en el Archivo Judicial Militar de
Campamento. Tribunal Militar Territorial N. 1. Gobierno Militar de Madrid: «Procedimiento sumarísi-
mo de urgencia 21.001 (Juzgado Militar de Prensa) contra Miguel Hernández Gilabert». Recientemente
J. Guerrero Zamora ha transcrito íntegramente los textos del sumario y los ha comentado en su obra:
Proceso a Miguel Hernández. El sumario 21.001. Madrid, Dossat, 1990; y el diario Información, de
Alicante, ha contribuido también a difundir la documentación sumarial en varios reportajes, uno de
carácter informativo (30-IX-1990), y otros con finalidad polémica (7-II-1991 y 3-III-1991). Por último,
la obra de M. Gutiérrez Carbonell: Proceso y expediente contra Miguel Hernández. Alicante, Compás,
1992.
13 Ver Guerrero Zamora, J.: Obra citada; págs. 76-77.
14 Ver Valero Escandell, J.R.: «Josefina Manresa: Un dolor que se extiende por tres generaciones», en
Alborada. N. 33: La guerra civil en Elda. págs 58-61. Elda, 1986.
15 En esos artículos del Código de Justicia Militar se define el delito de rebelión militar (237) y se especifican
las penas con las que se condena el delito de adhesión a la rebelión militar (238, 2).
16 Sobre esta cuestión ver la obra ya citada del autor: Las responsabilidades políticas en la posguerra españo
la. El partido judicial de Monóvar; entre las páginas 5-10 se expone una idea general de la ley y se relacio
nan los documentos que se incluyen en un expediente por responsabilidades políticas.
17 Las aportaciones principales de esta ley consisitieron, aparte de la descentralización de los procedimientos, en que se exceptuaba de las responsabilidades políticas a todos aquéllos que habían sido condenados por los tribunales militares a menos de seis años y un día de privación de libertad, y se sobreseían las causas por insuficiencia económica de quienes tuvieran ingresos o bienes valorados en menos de 25.000 pesetas (arts. 2 y 8).
18 Ver Sánchez Recio, G.: Las responsabilidades políticas en la posguerra española...; págs. 32-33.