Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com
Ramón Fernández Palmeral 28 de diciembre en Información
Falleció Gaspar Peral Baeza, estudioso de Miguel Hernández
El 21 de diciembre 2017 falleció el bibliófilo hernandiano Gaspar Peral
Baeza, el mismo día en que cumplía noventa y tres años (93), por el
propio peso de los años. El mes pasado estuvimos hablando por teléfono,
me contó sus achaques porque a pesar de sus años mantenía una excelente
memoria. Gaspar se había convertido en mi mentor necesario en los
estudios hernandianos. Yo sabía que este momento fatal tenía que llegar
debido a su avanzada edad, su muerte no nos ha cogido por sorpresa ni a
familiares ni a amigos. Era una buena persona, siempre servicial,
educado y dispuesto a ayudar a quienes llamaran a su casa de la Torre de
las Águilas, donde se encontraba su oceánico archivo hernandiano, y su
biblioteca especializada en temas alicantinos. Nació en Alicante el
21 de diciembre de 1924, de profesión empresario del ramo
agro-alimentario. Licenciado en Derecho. En los años cincuenta fundó
Teatro de Cámara del Instituto de Estudios Alicantinos, y escribió
varias obras dramáticas. Desempeñó la tenencia de Alcaldía de Cultura
del Ayuntamiento de Alicante durante los años 1962 a 1967. Nos dejó su
gran índice: Archivo Miguel Hernández de Gaspar Peral Baeza (2013), una
obra imprescindible para los estudiosos del autor de El rayo que no
cesa.
El monumento a Miguel Hernández en los Juzgados de
Benalúa, del que hablas al final de tu artículo se inauguró el 28 de marzo de
1998, y es obra en hierro del escultor Agar Blasco, que es hijos de Arcadi
Blasco, también escultor ceramista. Se levantó por iniciativa de la Asociación
de Amigo de Miguel de Alicante que presidía el ya fallecido Julián Antonio Ramírez, al
que conocí en Orihuela cuando le dieron
la Medalla al Mérito Hernandiano en 2006.
Ya no pudo acudir al «IV Congreso Internacional Miguel Hernández,
poeta en el mundo» celebrado entre el 15 y el 18 del pasado noviembre.
Le fallaban las fuerzas aunque no su espíritu y lucidísima cabeza a
pesar de los 93 años. Cuando concluía ese mes, una caída con rotura de
cadera lo postró definitivamente. Y ahora, tres semanas después, con el
comienzo del invierno, se nos ha ido para siempre uno de los mayores
hernandianos que ha dado esta tierra.
Desde que tengo uso de razón lo conozco pues mis padres eran íntimos amigos suyos y de Adela Ribelles, su mujer. Yo lo soy de su hijo Paco y fui condiscípulo de su hija María Adela con la que compartí estudios de Filosofía y Letras.
El fondo bibliográfico que poseía Gaspar Peral sobre Miguel Hernández
resulta en verdad impresionante, sin duda el más completo de carácter
privado que se conoce. Desde que comprara en una librería de València
hacia 1950 un ejemplar de El rayo que no cesa, publicado en
Buenos Aires dentro de la Colección Austral de Espasa-Calpe el año 1949,
ha llevado casi siete décadas recopilando mucho de lo que sobre el
poeta se ha escrito, dibujado, organizado o cantado amén de las obras
del propio autor en diferentes ediciones, bien en castellano, bien
traducidas a otros idiomas, todo ello perfectamente catalogado.
En 2012 lo editó bajo el título de Archivo Miguel Hernández de Gaspar Peral Baeza
el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, heredero directo de
aquel Instituto de Estudios Alicantinos del que fue director de la
sección de Publicaciones y fundador del Teatro de Cámara del mismo
cuando se creara en 1953 así como subdirector de la revista del IDEA.
Gaspar fue también un hombre de teatro, lector empedernido del mismo que escribiera las piezas Cartas en voz alta. en colaboración con Lorenzo Peral, y Un rincón donde dormir así como textos en prosa sobre Carlos Arniches y Pérez Pizarro, entre otros.
La revista Anthropos dedicó su número monográfico 220 del año 2008 a Miguel Hernández bajo el título de Una nueva visión de su creación poética y la pluralidad de sus contextos. Allí, con la participación inestimable de Aitor Larrabide,
actual director de la Fundación Miguel Hernández, se dio a conocer la
bibliografía de y sobre el poeta oriolano que conservaba Peral.
Investigadores
y doctorandos fueron acudiendo a su vieja torre de la huerta alicantina
para escudriñar en el inmenso archivo documental, pedirle consejo o un
dato preciso. Porque Gaspar no sólo ha sido una enciclopedia hernandiana
viviente sino poseedor de una memoria prodigiosa. Ambas circunstancias
le hicieron ejercer funciones de corrector preciso ante los habituales
errores cometidos por quienes del oriolano universal vienen escribiendo,
tanto sobre aspectos biográficos como referentes al entorno histórico,
geográfico, político o social.
El rigor en la consulta, la constatación del dato, el contrastarlo e incluso el simple repaso para evitar algún lapsus calami
o simples despistes, no suelen ser normas de obligado cumplimiento
entre determinados autores, alguno de los cuales ha llegado a citarlo
como «Isaac Peral» a la hora de dedicarle su obra. Respecto a esos
gazapos, existe una Antología donde en el lomo figura «Miguel Hernández
Sánchez» que era como se llamaba su padre.
Hombre de vastísimos conocimientos, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante entre 1961 y 1967 en que lo sustituyó otra persona preparada y cabal como José Vicente Beviá, supo insuflar de aire fresco el páramo lucentino desde una cordialidad que no escondía un carácter irónico y mordaz.
El vínculo de Miguel Hernández con la capital alicantina siempre existió desde aquel 1930 en que Juan Sansano,
igualmente poeta de Orihuela, le comenzó a publicar en su periódico El
Día aquellos novedosos versos, hasta su prisión, muerte y reposo eterno
en el cementerio de La Florida.
Han sido frecuentemente
obviados aquellos testimonios surgidos a partir de 1952 cuando Aguilar
da a a conocer una selección de obras escogidas de poesía y teatro que
constatan de qué manera Miguel Hernández estaba presente en las
publicaciones literarias del franquismo más estricto aunque está claro
que el régimen no colaboró de manera oficial lo más mínimo en la
divulgación o recuerdo de escritores tildados de «rojos». Lamento que
pruebas irrefutables de ello puedan enojar a quienes manifiestan el
olvido, desprecio o simple ignorancia en los que cayera la figura de
Miguel Hernández durante la pasada dictadura; pero resultan veritas veritatis.
Pionero en el recuerdo escrito fue Enrique Azcoaga, compañero de las Misiones Pedagógicas que ya el año 1943 le dedica el soneto En la muerte de Miguel, el último que aparece en su obra El canto cotidiano, editada en la Colección Adonais.
Por
lo que respecta a las revistas, fue la malagueña Caracola quien
dedicara un número monográfico a Miguel Hernández en octubre-noviembre
de 1960 al igual, por las mismas fechas, que Ínsula y Cuadernos de Ágora
de Madrid.
El propio Gaspar me contaba cómo siendo el pregonero de las Hogueras de San Juan
el 21 de junio de 1966, delante de las autoridades civiles y militares
del momento, nombró en su alocución al pueblo desde el balcón del
Ayuntamiento a Miguel por dos veces; en concreto, al citar la palmera y
la hoguera, recordó la definición que le dio el poeta, «alineación de
bronce y geometría» y «Pentecostés de lenguas» respectivamente. Y no
pasó nada en un tiempo donde en los libros de texto escolares era citado
aunque escuetamente bajo la apostilla de «poeta malogrado por la
guerra».
Habiendo yo indagado con amistosa libertad en su
archivo y realizando una selección para la exposición que le organicé
bajo los auspicios del Patronato Municipal de Cultura en la Lonja del
Pescado con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández y
se frustró a última hora por no sé qué desgraciada circunstancia,
recuerdo obras que poseía de y sobre nuestro poeta oriolano en francés,
holandés, italiano y checo así como en otras lenguas menos conocidas
como el nahuatl mexicano o las indígenas habladas en Filipinas.
Guardaba también diversas carátulas de discos y cd´s desde 1966 de la mano, entre otros, de Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez, Inés Fonseca, la oriolana Esmeralda Grao, y el ilicitano Fraskito, recordando cómo las famosísimas Nanas de la cebolla fueron musicadas en su apartamento de la playa de San Juan por el cantautor argentino Alberto Cortez,
que me lo contó personalmente, un invierno en el que paseaba de
madrugada por el puerto pesquero en compañía de su mujer viendo preparar
las barcas para salir a faenar y quedarse con el silbo tarareado de un
pescador que encontró armónico, fue memorizando y encajó perfectamente
con «la cebolla es escarcha cerrada y pobre...» que luego ha
universalizado Serrat.
He llevado años luchando para que el
Ayuntamiento de Alicante acogiera todo ese inmenso archivo hernandiano
que Gaspar quiso donar e increíblemente no logró en vida. A cambio solo
quería que el lugar de exhibición llevara su nombre o una modesta placa
recordara su altruista gesto. Miguel Valor, otros más y muy recientemente Paco Sanguino saben del tema. Espero que una vez muerto lo consiga.
Hace
un lustro llamé a Gaspar Peral en un artículo ·»faro y guía de
presencias hernandianas·; su mejor homenaje postrero sería ese, que su
Alicante donde muriera el poeta guardara tan inmenso fondo
bibliográfico. Yo no le voy a escribir a la tierra pero en la suya
yacente debe haber un hueco de gratitud lucentina y hernandiana a su
figura.
Comisarios:
Martía del Olmo Ibáñez
Severiano Hernández Vicente
Pablo Rosser Limiñana
Textos:
María del Olmo Ibáñez
Severiano Hernández Vicente
Emma de Ramón Acevedo
Silvestre Lacerda Almeida
Inciativa del
MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTES
y DE LA GENERALITAt VALENCIANA, EDUCACIÓN Y DEPORTE
....................Comentario catálogo.....................................
El
catálogo contiene 112 páginas, ilustrado a todo color, papel de gran
calidad. Los textos están perfectamente documentados sobre el periodo
carcelario de Miguel Hernández, con citas al pie de páginas de los
autores de libro estudiados. Es una exposición y un catálogo que los
alicantinos y estudiosos hernandianos no se deberúan perder. En la
contraportada aparecen la ficha dactiloscopica de Miguel Hernández.
............................Artículo en Mundiario de la inauguración..................................
Con esta magna e interesante exposición documentada con originales, se
conmemora el Año Hernandiano con motivo del 75º aniversario de la muerte
del poeta Miguel Hernández en el Reformatorio de Adultos de Alicante.
Exposición que estará abierta al público en general y a alumnos. Se
exhibirá en Alicante del 26 de octubre al 28 de enero de 2017 y después está programada otra en el Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca a partir del 8 de febrero. @mundiario
Miguel Hernández, en una imagen sin datar.Fondo Lagos de la BNE
Como cierre a todo un año de celebraciones por el 75 aniversario de la muerte de Miguel Hernández, se presenta El canto que no cesa, un álbum producido por Paco Ortega,
interpretado por grandes artistas del panorama musical nacional y con
la colaboración de la Diputación de Jaén, que es propietaria del legado
del poeta. El disco nace como un homenaje en el que se ha puesto música a
poemas de Hernández, se han versionado canciones que ya existían o se
han creado nuevas para recordarle. “He escogido a las voces que más me
emocionan y que representan estilos diferentes”, declara Ortega.
Concha Buika, Miguel Ríos, Aziza Brahim,
Sole Giménez y el propio Paco Ortega han preferido escoger poemas de
Hernández para componer ellos mismos la música y cantarlos. “Hay que
seguir hablando de él, le tenemos que seguir teniendo en cuenta”,
destaca Sole Giménez, la exvocal del grupo Presunto Implicados.
Giménez ha escogido Tus cartas son un vino para hacer su particular
homenaje. “Tenía una musicalidad escondida, parecía que estaba
esperándome”, confiesa la artista.
José Mercè
y jovencísima Ana Corbel han realizado dos versiones nuevas de temas
que ya se habían publicado en el pasado. En el caso del cantaor es La canción del esposo soldado, ya interpretada por Serrat. Mientras, Corbel reinterpreta Andaluces de Jaén de Paco Ibáñez. Serrat y Silvio Rodríguez entonan Elegía I y Elegía II, respectivamente, dos temas originales por licencia. Por último, Víctor Manuel y Mayte Martín cantan dos canciones nuevas y dedicadas al poeta.
“Cuando me llamo Paco (Ortega) me di cuenta de que ya tenía la canción perfecta”, declara Víctor Manuel.
En 1976 el artista había creado un tema para un homenaje a Miguel
Hernández que se celebraba en Orihuela, pero la censura prohibió el acto
y el tema nunca se llegó a publicar. Parece que Para un homenaje a
Miguel Hernández, que así se llama, estaba esperando a este momento para
salir a la luz.
El disco que ya está a la venta en tiendas (por alrededor
de 15 euros) y en internet (por unos 7 euros). Los beneficios que se
obtengan irán a parar la ONG Quesada Solidaria que gestiona ayuda para los refugiados.
Falleció a los 93 años un gran hernandiano Gaspar
Peral Baeza, generoso con todos aquellos que acudimos a consultar su
oceánico archivo sobre el poeta Miguel Hernández en su casa de Torre de
las Águilas.
Escritor especializado en ensayos de
investigación literaria. Ha publicado varios ensayos sobre Miguel
Hernández. Dirigió la revista PERITO (Literario-Artístico), y
actualmente, el blog Nuevo Impulso. También ha sido colaborador de
varios medios como Alicante Press, Diario Información, Levante-EMV.
Ramón Palmeral y Gaspar Peral Baeza. / Palmeral.
Esta mañana 23 de diciembre hemos despedido a una buena persona con serenidad y reflexión, y con pena contenida, como era Gaspar Peral Baeza,
un amigo y también mi mentor en temas hernandianos. A las 11,15 horas
se inició la homilía en la capilla que tiene el tanatorio la
Siempreviva, en el Vial de los Cipreses, situado a un kilómetro al Sur
del Cementerio de Nuestra Señora del Remedio. Un camino por donde pasó
hace 75 años, un domingo del 29 de marzo de 1942, el paupérrimo féretro
de Miguel Hernández sobre un coche fúnebre tirado por caballos negros, tal vez, sin la típica cresta de plumas de cuervos.
La homilía la oficio un sacerdote de color, lo hago tonar por ser la
única persona de este color que había entre los cientos de files
asistentes. El sacerdote, tranquilo, pausado y sabio ofició una misa en
la versión larga de 45 minutos, en la que antes de terminar llamó al
atril del altar para dar un responso a Aitor L. Larrabide,
Director de la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela que a
título personal dijo que conoció a Gaspar en los años noventa para poder
hacer su tesis de licenciatura sobre el poeta de El rayo que no cesa,y a continuación leyó unos versos delCancionero y romancero de ausencias, en tono emocionado y casi con lágrimas en los ojos (una copia de los versos van metidos dentro del ataúd). A continuación José Antonio Charques
y en nombres del Grupo Poético Miguel Hernández de Alicante, recitó de
memoria –una memoria excepcional que posee– un poema propio, que sin
apartar los ojos de ataúd nos emocionó a todos por su contenido
elegiaco.
Luego el sacerdote roció con el hisopo el agua bendita sobre el ataúd con toda solemnidad y dio la mano a los hijos: Paco, Gaspar y Adela Peral Ribelles presentes en primera fila, junto a sus nietos.
Se abrió el ala lateral de la capilla y pasó muy cerca del mí, casi
rozándome, el féretro hasta meterlo en el coche fúnebre, sin poder
resistirme a dar sobre el pino barnizado en caoba, un par sordos golpes
como una adiós definitivo y para siempre. No quise ir hasta al
camposanto donde lo iban a enterrar en el panteón familiar, porque dejó
dicho, antes de morir que no quería que lo incineraran.
Allí mismo me despedí dolorido de algunas caras conocidas como: Paco Esteve, Rosa Monzó Seva, José Luis Ferris, Joaquín Santo Matas y esposa, del pintor Carrasco que había venido desde Játiva, de Charques y de los hijos de Gaspar que en cuerpo de cadera rota tomó el camino del tétrico cementerio, detrás de su alma ya huida.
De regreso a mi casa, en mi coche, yo solo, recordé que, a Gaspar lo
conocí en la Senda del Poeta del años 2002 a la entrada del cementerio,
me lo presentó Manuel Parra Pozuelo, también amigo y
escritor hernandiano, con el que me unía y me une una gran a mistad
relacionada con la poesía. Desde aquel año, Gaspar al entesarse de que
yo estaba preparando mi primer libro sobre Hernández, me invitó a
consultar notas en su “oceánico archivo”, que así lo llamaba desde que
lo bautizara, años atrás, el famoso hernandiano Eutimio Martín, autor de El oficio de poeta, 2010.
No solamente consulté su archivo en su casa de la Torre de las
Águilas, en la mítica calle Virgilio 5 de la Albufereta, sino que
cultivé su amistad muchas tardes, y además le serví de conductor para
llevarlo a Orihuela muchas veces como en 2006 cuando le dieron la
Medalla al Mérito Hernandiano de la Fundación M.H.; otras veces para el
III Congreso de Miguel Hernández inaugurado en la Lonja de Orihuela en
2010; o para el curso de verano sobre Ramón Sijé, en Orihuela en 2013,
donde compartimos mesa de oradores. Así podría seguir contando viajes y
anécdotas, y horas de impagable magisterio.
No voy a hablar del amplio currículum literario de Gaspar porque hoy (23) el Diario Información le ha dedicado la página 74 completa en la Sección Cultural, escrita por José Luis Ferris,
donde habla de él y de su entrañable amistad cierta, porque la famosa
biografía en Tusquets de Hernández, salió del archivo de Gaspar.
Solamente me queda resaltar que Gaspar Peral Baeza había nacido el 21 de diciembre de 1924, el día de Santo Tomás, (Apóstol, el Incrédulo),
y falleció a los 93 años, el mismo día que los cumplía, y empieza para
nosotros el invierno. Gaspar me decía algunas veces: “Soy por naturaleza
incrédulo como el apóstol Santo Tomás, santoral de mi nacimiento”.
(Nota.-
Lamento mucho que este artículo no lo puedas leer ni corregírmelo)
“Para mí fue un descubrimiento,
ver que yo coincidía en él”
Nació en Alicante el 21 de diciembre de 1924. Es licenciado en
Derecho por la Universidad de Murcia. Se dedicó, en un principio, al
mundo empresarial.
Fue fundador del Teatro de Cámara del Instituto de Estudios
Alicantinos (1953). Fue teniente-alcalde y concejal de Cultura de la
ciudad de Alicante (1961-1967). Miembro del Instituto de Estudios
Alicantinos, del que fue presidente de la Sección de Publicaciones
(1968-1973) y secretario técnico (1973-1974). Aficionado y conocedor del
teatro español, ha escrito varias obras de este género: “Cartas en voz
alta”, escrita en colaboración con Lorenzo Peral, y con la que consiguió
el primer Premio de Teatro “Manuel Baeza” en 1955. En 1983 publicó “Un
rincón donde dormir”.
Durante su etapa de subdirector de la revista del Instituto de
Estudios Alicantinos, promovió la publicación de artículos, reseñas,
etc., relacionadas con Miguel Hernández. Asimismo, fue el responsable de
la edición de los “Cuentos” (1972) de Gabriel Sijé y del ensayo “La
decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas” (1973), de Ramón
Sijé. Ha ido formando una de las mejores bibliotecas y archivos
temáticos hernandianos, que han servido a otros investigadores, aparte
de colaborar generosamente con la Fundación Cultural Miguel Hernández y
con la Sección Hernandiana de la Biblioteca Pública del Estado “Fernando
de Loazes” de Orihuela. Forma también parte de la Asociación de Amigos
de Miguel Hernández.
En primer lugar, enhorabuena por el premio
que ha recibido, la Medalla al Mérito Hernandiano. ¿Qué le
ha parecido este homenaje a toda una vida dedicada al estudio del
poeta oriolano más universal?
Ante todo, he de rectificarle, yo no he estudiado al
poeta más universal Miguel Hernández, lo he coleccionado. No
me considero capaz de investigar, porque carezco de aptitudes críticas
suficientes para hacer un estudio de tipo filológico, ni
siquiera histórico ni biográfico, me he limitado a leerlo, a
entusiasmarme con su poesía y volver a releerlo todos los
días, casi.
¿En qué momento decidió acercarse a la figura de Miguel Hernández?
Cuando años después de la muerte de Miguel, vamos a
ponernos en los mediados años cuarenta, conocí a gente que
en alguna forma se relacionó con Miguel o con su entorno,
leí algún poema suyo publicado en alguna revista local y en
alguna nacional; me entusiasmó, y cuando supe de la
publicación de “El rayo que no cesa”, en la edición del año
49, que preparó José María de Cossío, conseguí un ejemplar;
lo leí, me entusiasmó, probablemente, porque, fueron años en
que yo estaba enamorado y este libro de poesía amorosa,
pues, caló hondamente en mí.
¿Qué significa para usted este poeta?
Para mí fue un descubrimiento, ver que yo coincidía en
él, luego fui conociendo pasajes de su vida y su vida me
entusiasmó tanto como su poesía. Me refiero a su vida
dramática, trágica: desde sus primeros años de pastor, de
cabrero, hasta los últimos años en ese viajar de prisión en
prisión, hasta llegar el 28 de marzo del 42 con su muerte en
una prisión de mi tierra, de mi pueblo, de Alicante.
¿Cuál sería la mejor manera de homenajear a este poeta?
Leerlo, leerlo, no dejar de leerlo.
¿Qué le empujó a publicar la obra inédita
de Ramón Sijé, “La decadencia de la flauta y el reinado de
los fantasmas”?
Pues me llevó el sentido de la amistad entre Miguel y
Ramón, el deseo expresado por Miguel en una gran cantidad de
momentos, de situaciones y de ocasiones, porque ese libro
de su compañero del alma viera algún día la luz. Lo intentó.
No es el momento de explicar las distintas
circunstancias que impidieron que ese libro viera la luz. Se dejó
de hablar ya de ese libro.
Hubo algún intento por alguna institución local
oriolana, no fraguó aquel intento, y yo, entonces, en un
puesto que era el de presidente de la Sección de
Publicaciones del Instituto de Estudios Alicantinos, tuve la oportunidad
gracias a la colaboración de miembros de dicho instituto,
oriolanos, que me lo pidieron; vi la ocasión óptima, que no
podía dejar pasar que aquel deseo frustrado de Miguel en
relación con la obra de Ramón no se pudiera llevar a cabo, y
lo conseguí.
¿Cree que la figura de Ramón Sijé está reconocida en su ciudad natal?
No, creo que no, ni en su ciudad natal ni en otros
sitios, no. Yo pienso que a Ramón Sijé hay que estudiarlo
olvidándose un poco de Miguel, estudiar a Ramón Sijé como
Ramón Sijé.
¿Qué opina sobre la catalogación y
digitalización de los fondos de Ramón Sijé, llevado a cabo
por el III Taller de Empleo de la Fundación Cultural Miguel
Hernández?
A mí me parece una labor excelente. Todo lo que sea
recoger material, documentos de cualquier orden que esté en
relación con Ramón o con Miguel es una tarea importantísima.
A mí como investigador, no, porque no soy investigador,
pero, para otras personas que se consideren capacitadas para
estudiarlos, es fundamental cuantos más datos puedan aportarse
para el estudio de las obras de los dos.
¿Cómo conoció la Fundación Cultural Miguel Hernández?
Pues, no lo sé, no lo recuerdo, parece que la conozco
de siempre, en fin. Por establecer una fecha, yo diría que
con motivo de la organización del primer Congreso
hernandiano en el año 92, en el que tomé parte como
congresista de base, cuando la idea estaba gestándose.
Usted empezó a trabajar en el mundo empresarial, ¿qué le impulsó a dedicarse al teatro?
Pues, tampoco lo sé, debe ser una cosa de familia. No
sólo yo, otros familiares también hemos intentado hacer
pinitos en el teatro, y, sobre todo, porque desde pequeño me
acostumbré, porque me llevaba mi padre casi todos los
domingos y, claro, pues, de ahí surgió esa afición mía al
Arte Dramático. Luego, pues, intenté escribir alguna obra.
Se han publicado dos, no he estrenado ninguna. Lo tuve que
dejar porque no servía, por lo visto.
Junto con el teatro, ¿cuál es su género predilecto?
La poesía, por supuesto.
Según su punto de vista, ¿cuáles son los problemas actuales del teatro español?
Estoy completamente desconectado con el teatro. Me pasa como con Miguel Hernández.
Tuve un autor predilecto, como alicantino, que fue don
Carlos Arniches. También empecé a coleccionar, a formar una
parte de archivo arnichesco y biblioteca teatral. Tengo más
de 3.000 volúmenes. Hay quien ha dicho que es la biblioteca
teatral privada alicantina más importante. Yo lo pongo en duda.
Pero he ido poco a poco olvidándome del teatro con los años.
De su colaboración con Lorenzo Peral, ¿cuál es la obra que recuerda con más afecto?
“Cartas en voz alta”; fue una de las primeras que
escribimos juntos y, además, consiguió un premio, el Premio
“Manuel Baeza” de Teatro que se convocó sólo un año, y nos
lo llevamos mi tío y yo. Otras que escribimos en
colaboración no tuvieron tanto éxito, las presentábamos. Por
avatares, circunstancias de uno y otro, se acabó la
colaboración y, luego, seguí escribiendo yo solo, pero
también sin éxito; solamente conseguí que se me publicara
“Cartas en voz alta” en una revista que se llamaba “Revista
Española”, que avalaba el famoso Rodríguez-Moñino. Luego, ya
una escrita por mí solo, “Un rincón donde dormir”, que me
la publicó la Caja de Ahorros Provincial.
Ni una ni otra se han estrenado, aunque puedo
considerar que “Cartas en voz alta” sí que se estrenó,
porque se leyó, se hicieron lecturas dramáticas o lecturas
dramatizadas en Alicante y en Elche.
¿Qué destacaría especialmente de su labor en el Instituto de Estudios Alicantinos?
Mi entrega total a cualquier valor joven alicantino que acudiera con su obra y que fuera digna de publicarse
¿Está escribiendo actualmente?
No. Escribo algún artículo que amigos que confían
demasiado en mí me piden más bien locales incluso me pidió
la Fundación un artículo, que vio la luz, me parece, en el
número 9 de “El Eco Hernandiano” en su versión impresa,
precisamente sobre la amistad de Miguel y Ramón
¿Tiene algún proyecto en mente?
No, a mis años ya no.
María Martínez Martínez
María Antonieta M. Lidón
Mayte Sánchez Gómez
Hoy, mientras en el camposanto de Alicante despedimos a Gaspar Peral Baeza
con golpes de tierra y paladas de silencio, me esfuerzo en recordar
cuándo, cómo y dónde nos conocimos; cuándo, cómo y dónde conocí a uno de
los hombre que más he admirado en esta ciudad y que ha estado presente
en cualquier manifestación cultural celebrada en los últimos 80 años en
esta tierra. Les hablo de una presencia constante, leal y entusiasta. Y
ese simple detalle de amor a la cultura dice mucho, casi todo, de un
hombre al que comencé a querer sin darme cuenta; un hombre que supuso
para mí, como para tantos otros, el apoyo más firme a la hora de
realizar mis investigaciones sobre Miguel Hernández; de
modo que, en buena medida, mis libros se deben a él y al prodigioso
archivo que logró edificar sobre el poeta durante los últimos 68 años.
Pero
Gaspar, para quienes le conozcan algo menos, no era solo un recolector
de hojas hernandianas, de palabras y objetos del poeta o sobre el poeta,
que lo fue. Gaspar Peral ha sido una parte clara, luminosa y viva de la
cultura de esta ciudad, un referente sin el que la historia de Alicante
quedaría incompleta y minusválida.
Nació en Alicante el 21 de
diciembre de 1924. Se licenció en Derecho por la Universidad de Murcia y
se dedicó al mundo empresarial, aunque pronto, en 1954, fundó el Teatro
de Cámara del Instituto de Estudios Alicantinos y de la Tertulia
Teatral de Alicante. Fue teniente alcalde y concejal de cultura de su
ciudad entre 1961-1967, y miembro del Instituto de Estudios Alicantinos,
ejerciendo de presidente de la Sección de Publicaciones (1968-1973) y
de secretario técnico (1973-1974). Lo cierto es que, desde muy temprano,
Gaspar sintió una verdadera pasión por la cultura y, en especial, por
el teatro. Él mismo confiesa que de pequeño acompañaba a su padre al Teatro Principal todos los domingos y que, probablemente, ahí nació su afición; una afición que le llevó a escribir varias obras, entre ellas, Cartas en voz alta, creada en colaboración con su tío Lorenzo Peral, y con la que consiguió el primer Premio de Teatro Manuel Baeza en 1955. Más tarde publicó Unrincóndonde dormir. La emisora La Voz de Alicante puso en antena su drama El reloj no vuelve atrás,
escrito en colaboración también con Lorenzo Peral (1958). Participó en
los coloquios que, en 1955 se celebraron en la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo, de Santander, sobre «Problemas actuales del teatro de
España» y fue el encargado de los actos conmemorativos del I Centenario
del nacimiento de Carlos Arniches en 1966.
También
es bueno recordar que durante su etapa de subdirector de la revista del
Instituto de Estudios Alicantinos, Gaspar Peral promovió la publicación
de artículos, ensayos y reseñas relacionadas con Miguel Hernández; de
hecho, la abundante correspondencia con reconocidos estudiosos
hernandianos propició que en esa revista se avanzaran importantes
estudios. Asimismo fue responsable de la edición de los Cuentos de Gabriel Sijé (1972) y, sobre todo, del ensayo La decadencia de la flauta y el reino de los fantasmas (1973), trabajo de Ramón Sijé
que permanecía inédito. «Fue como una autoimposición –confesó alguna
vez el propio Gaspar– (?). Me sentí obligado a cumplir lo que Miguel,
desgraciadamente, no pudo llevar a cabo...»
No voy a insistir
aquí en que Gaspar Peral llevaba muy adentro, desde su juventud, allá
por 1949, la pasión por la obra y la vida del poeta de Orihuela. Ese
mismo año se casó con Adela Ribelles en la concatedral
de San Nicolás. Era un 30 de octubre (día en el que nació Miguel
Hernández) y la ceremonia fue oficiada por el padre Vendrell
(sacerdote que vigiló con celo los últimos días del poeta en la
enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante). Ironías del
destino. Desde esa fecha, su casa se fue convirtiendo en un santuario
hernandiano donde era difícil no encontrar el más extraño libro o
artículo sobre Hernández. Él, todo humildad, siempre se adelantaba a
aclarar que su archivo era el producto de un enamorado de la obra del
poeta, pero nada más: «Yo no he estudiado al poeta más universal Miguel
Hernández, lo he coleccionado (?), me he limitado a leerlo, a
entusiasmarme con su poesía y volver a releerlo todos los días, casi».
Gaspar
Peral Baeza ha sido uno de los hombres más generosos que he podido
conocer. Allí, en su casa, en La Torre de las Águilas, entre el asfalto y
la leyenda, desde la muerte de su esposa en 1988, hizo de la soledad
una de sus mejores compañeras de viaje. Además de sus tres hijos
biológicos, Francisco, Gaspar y Adela,
la vivienda de Gaspar ha sido hasta hace poco un punto de peregrinaje
para esos otros hijos que con el pretexto de consultar algún documento
hernandiano, nos alimentamos de su bondad, de su sabiduría, de su
descomunal corazón.
Hace apenas cuatro años, la Universidad
Miguel Hernández de Elche, a petición de su Cátedra Miguel Hernández,
concedió a Gaspar el Premio Cátedra Institucionales del Consejo Social,
convirtiéndose así en el primer especialista en el poeta en recibir este
reconocimiento. También en 2013, el Instituto Alicantino de Cultura
Juan Gil-Albert publicó un libro ya imprescindible para cualquier
investigador hernandiano, El Archivo Miguel Hernández de Gaspar Peral Baeza,
volumen de 400 páginas que detalla los miles de documentos que
contienen sus fondos. El 24 de febrero de 2015, este mismo organismo, en
colaboración con la Fundación Cultural Miguel Hernández, inauguraba una
merecidísima exposición dedicada a él y a su vida: «Miguel Hernández y
Alicante en el Archivo de Gaspar Peral Baeza»; una muestra que pudo
disfrutar como un niño feliz.
Cuando el pasado 15 de noviembre
inauguramos en Orihuela el IV Congreso Internacional Miguel Hernández,
muchos sabíamos que algo no sería igual. Gaspar no había faltado nunca a
esa cita, pero esta vez, la enfermedad y una fractura de cadera fatal e
inesperada, impidió su presencia.
El pasado jueves 21 de
diciembre, al tiempo que cumplía 93 años y a la hora exacta en que
entraba el invierno, Gaspar Peral apagó definitivamente los ojos. Hoy
(por ayer) le hemos dicho adiós (o hasta siempre) en el cementerio
alicantino donde reposan también los restos del poeta de su devoción.
Hemos escuchado el silencio; un silencio de respeto profundo. Y al
final, los versos de Miguel han caído lentos, sedosos, leves (como un
sudario) sobre la frente calla de Gaspar en la voz de Aitor Larrabide, con el susurro amigo de Francisco Esteve Ramírez, con el alma y el aliento de quienes tuvimos la suerte de tenerlo cerca, de sentir su abrazo:
Sigo en la sombra, lleno de luz; ¿existe el día? ¿Esto es mi tumba o es mi bóveda materna? Pasa el latido contra mi piel como una fría losa que germinara caliente, roja, tierna. Es posible que no haya nacido todavía, o que haya muerto siempre. La sombra me gobierna. Si esto es vivir, morir no sé yo qué sería, ni sé lo que persigo con ansia tan eterna.
(Retrato de Gaspar Peral Baeza, por Ramón Palmeral, realizado al óleo en 2006)
Ayer 21 de diciembre 2017 falleció mi amigo y hernandiano Gaspar Peral Baeza el día que cumplía exactamente noventa y tres
años (93), por el propio peso de los años, porque la vida llega un momento que se
acaba. El mes pasado estuvo hablando por teléfono con él, me contó sus achaques
porque a pesar de sus años mantenía una excelente memoria. Gaspar se había
convertido para mi es un archivo viviente sobre los estudios hernandiano, y no
solamente para mí, sino ante con otros muchos hernandianos que no puedo nombrar
aquí, en esta esquela dolorosa. Yo sabía que este momento tenía que llegar
debido a su avanzadedad, su muerte no
nos ha cogido de sorpresa, pero es siempre doloroso perder a un buen amigo, y
buena persona, siempre atento, educado y dispuesto a ayudar a quienes llamaran
a su casa de la Torre de las Águilas, donde se encontraba su oceánico archivo
hernandiano, y su biblioteca especializada en teman alicantinos.
Nació en Alicante el 21 de diciembre de 1924 de profesional como
empresario del ramo agro-alimentario. Licenciado en Derecho. En los años cincuenta
fundó Teatro de Cámara del Instituto de Estudios Alicantinos, y escribió varias
obras dramáticas. Desempeñó la tenencia
de alcaldía de Cultura del Ayuntamiento de Alicante durante los años 1962 a
1967. En la segunda época del Instituto de Estudios Alicantinos (1968-1983)
presidí la Sección de Publicaciones (1968-1973), Secretario Técnico del I.E.A.
(1973-1974) y después Vocal Secretario de la citada Sección de Publicaciones.
Era Miembro de Honor del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert desde
1984. La Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela, me concedió la
Medalla al Mérito Hernandiano en enero
del año 2006. Fue vocal del Patronato de la Fundación Cultural Miguel Hernández,
de Orihuela, y miembro de la Asociación Amigos de Miguel Hernández. Su
referente hernandiano titulado Archivo
Miguel Hernández de Gaspar Peral Baeza, editado por el Instituto Alicantino
de Cultura Juan Gil-Albert se presentó. En enero de 2013 se presentó la
exposición del Archivo Hernandiano de Gaspar. La Universidad Miguel Hernández,
de Elche, cuyo Consejo Social, a petición de su Cátedra Miguel Hernández,
dirigida por el profesor Francisco Esteve, le concedió el Premio Cátedras UMH,
Cátedras Institucionales, en otro mes de enero, el del año 2013.El 24 de febrero de 2015 se hizo una
exposición Miguel Hernández y Alicante en el Archivo de Gaspar Peral Baeza.
¡Descansa en paz, amigo!
Ramón Fernández Palmeral
(Entierro sábado día 23 de diciembre a las 11 horas en la Siempreviva)
13 pintores socios de AGAEC inauguran en el
centro cultural de Oroso una exposición-homenaje a Maruja Mallo, pintora
a quien la Real Academia Gallega de Bellas Artes dedica este año.
Ha expuesto en diversos países, donde
también ha sido objeto de distintos reconocimientos. Pintora natural de
Lalín (Pontevedra), afincada en A Coruña, tiene su propio taller desde
1981. Colabora en MUNDIARIO.
Grupo de pintores que acudieron al acto de inauguración. / Mundiario.
Un total de 13 pintores gallegos socios
de AGAEC inauguran una exposición con lo más granado de su quehacer
artístico en el centro cultural de Oroso, el motivo de la muestra no es
otro que rendir homenaje a la gran Maruja Mallo, pintora Gallega a quien la Real Academia Gallega de B.B.A.A. dedica este año. Hizo la introducción el pintor Constantino Cuesta que cedió la palabra a la también pintora Beatriz Barcia, autora, a su vez, del cartel de la muestra. Nos introdujo esta sutilmente en el mundo que le tocó vivir a la homenajeada.
Nace Maruja en Viveiro, hija de un funcionario de Aduanas, muy joven
se traslada con su familia a Madrid, donde comienza su formación
artística en San Fernando, tomando contacto con los hombres y mujeres
que constituyeron la famosa generación del 27, continuó su formación en
París. Al cabo de unos años regresa a España y comienza a participar en
exposiciones y en ilustraciones periodísticas. En el año 36 se va a la
Argentina y continúa con sus exposiciones adquiriendo gran
reconocimiento, exponiendo en Buenos Aires, Montevideo, Chile, Río de
Janeiro, Nueva York, etc... no así cuando regresa a España, aquí, ni se
la reconoció ni se le otorgó el reconocimiento merecido. Esto no sucedió
solamente con Maruja Mallo, sus compañeras de la llamada generación del
27, ni se las estudia ni se las tiene en cuenta en los libros de
texto.
Son muchas las anécdotas que a lo largo de su vida jalonan la
existencia de la Mallo. A estas mujeres se las denomina con el apelativo
de, “Las sin sombrero”. ello es debido a que tanto ella como Margarita Manso acompañadas
por Dalí y Lorca se atrevieron a pasear por la puerta del Sol en Madrid
sin sombrero –signo de distinción, fue tal el impacto causado, que las
insultaron y apedrearon.
Hoy es necesario dar voz y visibilidad no solo a Maruja Mallo sino a
las Zambrano, Manso, Chacel, Santos, León y así un largo etc que nos
precedieron desbrozando el camino y,que nunca obtuvieron el merecido
reconocimiento a su valía, por el mero hecho de ser mujer. Hoy AGAEC y sus pintores lo hacen con Maruja Mallo, así podemos contemplar los trabajos de Ana
F. Potel, Beatriz Barcia, Carmen Torres, Constantino Cuesta, Esther
Molinero, Isabel Andrés, Lola Sanz, Mary Carmen Sampedro, Marina Cocós,
Mary Carmen Calviño Iglesias, Mary Olivares, Pepa Mariño y Suly. Todos
ellos con lo más granado de su trabajo, quieren rendir tributo y dar la
visibilidad que merecen. Como asevera Beatriz, ”No habrá verdadera
igualdad si no se reescribe la hisyoria con nuestros referentes
femeninos". @mundiario