Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

martes, 13 de noviembre de 2018

La Ruta de Miguel Hernández en Alicante (leer de PDF)



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https://drive.google.com/file/d/0B3yYSsAL0SnuUktOSk1Yb2dMUUk/view?usp=sharing

Escrita por Ramón Fernández Palmeral
Se cuentra publicada en el libro Miguel Hernández, poeta del pueblo, Amazon 2015

Libro: Miguel Hernández ¡Dejadme la esperanza! de Fernando González Lucini

Miguel Hernández. ¡Dejadme La Esperanza!

Miguel Hernández. ¡Dejadme La Esperanza!

Colección: 
Canción Y Literatura
Año publicación: 
«La colección de libros monográficos "Canción y Literatura", publicada por Ediciones Autor, recoge y da testimonio de la "poesía cantada" de los grandes poetas, músicos e intérpretes españoles y latinoamericanos.
El primer libro de la colección está dedicado al gran poeta Miguel Hernández, y ki publicamos para unirnos, con gozo, a los actos de celebración del centenario de su nacimiento que tendrá lugar a lo largo de 2010.
En el caso de Miguel Hernandez, la vinculación entre la música y la literatura, o la canción y su obra poética, ha sido de una singular riqueza, no sólo por el gran número de composiciones y de intérpretes que han musicalizado sus poemas, sino también por la variedad de estilos, o de géneros musicales, en que han sido –y siguen siendo– interpretados.
Como podrá constatarse en este libro, a Miguel Hernández le han cantado más de cien solistas o grupos musicales, y más de noventa de sus poemas han sido musicalizados. Una obra musical y poética extensa. comprometida y, sobre todo, solidaria y esperanzadora. De ahí el subtítulo de este volumen: "¡Dejadme la esperanza!", verso con el que Miguel concluye su poema "Canción última", de libro "El hombre acecha" (1937-1938).» (Texto que aparece impreso en la contracubierta del libro).
• Lamentablemente la colección "Canción y Literatura" se inició y se cerró con este libro dado que la SGAE decidió no seguir editándola. Una auténtica torpeza más de las que se protagonizan en aquella institución.
Indice: 
• Presentación.
• "Para la libertad". De la poesía social al canto solidario.
• "Daré tu corazón como alimento. Cantándole a Miguel Hernández-
• Apéndices:
– Discografía: Canciones compuestas sobre poemas de Miguel Hernández.
– Poemas musicalizados y cantados.

Libro biografía: "Miguel Hernández, el poeta del pueblo" en 40 artículos

 Biografia esencia de Miguel Hernández y coetáneos en 40 artículos.
Autor Ramón Fernández Palmeral






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Principales personajes citados

María Zambrano
Federico García Lorca
Pablo de la Torriente Brau
Pablo Neruda
Enrique Azcoaga
Ramón Sijé
Carlos Fenoll
Manuel Molina
José María de Cosío
Josefina Manresa
Manuel Manresa Pamies
Gabriel Miró
Maruja Mayo
Juan Gil-Abert
María Cegarra





"Miguel Hernández, el poeta de la tres heridas". Etapa carcelaria del poeta

 Un libro fundamental para conocer el periodo carcelario y los últimos años de Miguel Hernández.
Contiene completo "Cancionerao y Romancero de Ausencias"

Libro de Ramón Fernández Palmeral



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Referencias:
Cátedra Miguel Hernández de Elche
Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela
Biblioteca Virtual Miguel de Cervante Universidad de Alicante
Bibliotega Gabriel Miró de Alicante
Archivo Histórico Provincial de Alicante

jueves, 13 de septiembre de 2018

EL MUCHACHO DRAMATURGO -VIRGILIO SOLER, por Gaspar Peral Baeza



EL MUCHACHO DRAMATURGO -VIRGILIO  SOLER- QUE COMPARTIÓ PÁGINA CON EL CABRERO POETA -MIGUEL HERNÁNDEZ-.

 Por Gaspar Peral Baeza


   En la revista semanal madrileña ESTAMPA, año V, nº 215,  del sábado 20 de febrero de 1932, se publicó un reportaje titulado “Dos jóvenes escritores levantinos: el cabrero poeta y el muchacho dramaturgo”. Su autor lo firmaba con las iniciales F.M.C.,  que pertenecían al redactor de dicho semanario F. Martínez  Corbalán. 
   El cabrero poeta entrevistado era Miguel Hernández. El muchacho dramaturgo del que se hacía una semblanza era Virgilio Soler Pérez.
   El renombre universal que con posterioridad  alcanzó el poeta orcelitano  provocó que tal reportaje  -que ocupaba toda una página- haya venido apareciendo, regularmente, en gran parte de los trabajos que se han dedicado a estudiar su vida y su obra, siendo  sólo citado, trascrito en parte o reproduciéndose, incluso, la página entera. Y, por tanto, acompañando al nombre de Miguel Hernández se cita, a menudo, también,  el nombre del otro joven escritor, el muchacho dramaturgo, Virgilio Soler, del que apenas se conoce  el desenlace de su precoz empeño teatral ni cualquier otra vicisitud literaria o personal.
   En la revista madrileña, su redactor entrevista al pastor poeta, quien responde a sus preguntas, y figura la conocida y extraña fotografía, firmada por Llompart, de Miguel con gabán, chaqueta, corbata mal ajustada y zapatos, sosteniendo en su mano izquierda la carpeta de sus poemas, además de otra del poeta en la huerta oriholana [sic] rodeado de su rebaño, sin firma. Pero del muchacho dramaturgo sólo aporta datos de su personalidad y del estreno de dos de sus obras (aunque sin dar los títulos de las mismas ni otros detalles) y sin que  le formule cuestión alguna, por lo que parece que el redactor se limita a transmitir una información que le ha sido facilitada y a reproducir la foto, sin firma, del joven autor teatral que le han proporcionado (cabeza, cuello, hombros, y jersey oscuro sobre el que se destaca el amplio cuello blanco de la camisa).
   Los datos que se ofrecen de Virgilio Soler Pérez  en ESTAMPA son los siguientes: autor de comedias más o menos astracanescas y en verso; que tiene quince años; que ha estrenado dos comedias, con éxito, en su tierra natal, que es Alicante, y que tiene escritas cuatro más; que le premiaron un cuento en un concurso de un diario madrileño, siendo, pues, su primer éxito literario; que, desgraciadamente, padece de paraplejia, lo que le impide salir con la frecuencia deseada de su cuarto de estudio y trabajo, por lo que sólo ha podido presenciar cinco o seis representaciones teatrales, y, con esta experiencia, nada profunda, le ha bastado para escribir, con soltura y gracia, dos comedias en verso, que han sido calurosamente aplaudidas por el público.
   Nada más se refleja en esta nota informativa sobre la vida y obra de Virgilio Soler Pérez.
   En los biógrafos de Miguel Hernández solamente he encontrado en uno de ellos, con referencia a Virgilio Soler, algo más que una simple cita. Concretamente: en el libro Yo, Miguel, de Francisco Martínez Marín (Editorial Félix, Orihuela, 1972, p. 67) se insinúa, a propósito del primer viaje de Miguel a Madrid, que “En el andén, una gran multitud espera. Miguel, solo o con un amigo de viaje -tal vez, Virgilio Soler Pérez- su compañero de la entrevista de “Estampa” del 20 de febrero, 1932, de Alicante- coge su maleta y se adentra...”.No resulta verosímil esa amistad de viaje entre ambos jóvenes: por las circunstancias personales de uno (paraplejia) y  por el silencio del otro sobre tan peculiar acompañante en las cartas que remitía a sus amigos de Orihuela tras su llegada a Madrid ni, tampoco,  en las de dos meses después, cuando apareció el reportaje.
   En otros estudios distintos a los relacionados con Miguel Hernández solamente encontré, hace ya algún tiempo,  referencias a Virgilio Soler en el libro Alicante, 1931, de Fernando Gil, Francisco Aldeguer, Raúl Álvarez y Miguel Martínez-Mena (Alicante, 1981), donde en la parte que firma este último se dice que estrenó “En el Salón España, el 9 de diciembre, Virgilio Soler (hijo), en valenciano, No es aixó lo que vull yo”, que, como se verá, es una cita incorrecta en la fecha y en el título de la obra.                       Más recientemente he vuelto a encontrarme con noticias sobre el joven autor en tres libros dedicados al arte escénico en Alicante, escritos por Jaume Lloret i Esquerdo, El teatre a Alacant. 1833-1936 (Valencia, Consell Valencia de Cultura, 1997, pp. 266-267), Cent anys de teatre valencià a Alacant (1854-1962) (Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1999, p. 243) y  Personajes de la escena alicantina (Alicante, Patronato Municipal de Cultura, Ayuntamiento de Alicante, 2002, p. 184), en los que, sin mencionar el segundo apellido del joven, que “sembla ser alacantí”, y sin hacer referencia alguna al reportaje de la revista madrileña ESTAMPA y a Miguel Hernández, se  da cuenta que con catorce años el 8 de marzo de 1931 estrenó su primera comedia, en valenciano, en el “Salón España”, S’ha perdut el foraster y que el 20 de diciembre de ese mismo año, 1931, puso en escena también en el “Salón España”, otro sainete, No es aixó lo que yo vullc, y que se publicaron en la revista  de Ediciones Carceller, Valencia, “Nostre Teatro” nº 49 y nº 81, en 1931 y 1932, respectivamente, donde explica su deseo de contribuir al progreso de la región y del teatro valenciano, siendo el argumento de estas obras muy sencillo, que sólo persigue poder intercalar situaciones cómicas y diálogos plagados de chistes, muchas veces cogidos por los pelos. En nota, añade Lloret i Esquerdo en Cent anys..., que  sabe que escribió una poesía a la “Bellesa del Foc” publicada en el diario EL LUCHADOR el 24 de abril de 1934.
   Por mi parte, he de señalar que en la portada de los dos números de “Nostre Teatro” aparece idéntica fotografía de Virgilio Soler, la misma que salió en ESTAMPA, pero recortada, ya que sólo figura la cabeza del joven autor. Aclaro que el título correcto de su primera comedia lleva signos de admiración (¡S´ha perdut el foraster!), escrita en valenciano, en un acto y en verso, estando firmada por Virgilio Soler (Hijo). Fue estrenada en el lugar y fecha arriba citados por la Compañía de Paco Hernández y Ángel Mas con la primera actriz Lolita Millá. En las páginas iniciales de su texto editado se hace constar lo siguiente, una vez traducido: “La presente comedia que publica “NOSTRE TEATRO” es la primera que escribe el joven autor novel, Virgilio Soler, natural de Alicante, nuestra provincia hermana. Virgilio Soler cuenta 14 años de edad y eso es  suficiente para apreciar sus notables condiciones de autor que esperamos sabrá aprovechar para hacer una labor teatral progresiva dando sin tardanza una obra definitiva que le consagre”. Asimismo, en ellas,  se le hace una pregunta acerca de cuál sea su propósito al escribir esta obra y responde  que  “...em proposi seguir l’eixemple d’alguns autors moderns, posantli una pinsellá de superrealisme, per a vore d’introduir este nou chénero en lo teatro valensiá, en el meu desix de contribuir al progrés de la regió”. La dedicatoria dice así: “A mon pare vollgut, en un apretat abrás, per ser ma primera comedia, en proba del entrañable cariño de son fill. VIRGILIN”. En la crítica del estreno aparecida en el diario EL LUCHADOR de 9 de marzo  de 1931, sin firma, leemos que el joven autor “Airoso ha salido en esta primera prueba, y, siguiendo esa afición, lo que le aconsejamos, le afianzará en esa noble modalidad de teatro regional, porque ello sirve para ensalzar la patria chica. El diálogo bien llevado y vivo demuestra que Virgilio Soler puede conseguir éxitos más destacados”.
   En cuanto a su segunda pieza teatral (No es aixó lo que yo vullc) he de aclarar que la denomina comedia – y no sainete-, en un acto y escrita en prosa –y no en verso-. Firmada por Virgili Soler (fill). Estrenada, con gran éxito, en la fecha y escenario antes mencionados, por la Compañía de Ángel Mas y Manolo Álvarez. También se le hace por el editor una pregunta al autor sobre su propósito al escribir esta obra  y éste responde que  “...fou escríurela-que ya es prou ferla un poquet millor que l’anterior, per lo manco sense tantes faltes; y, per últim, que fora del agrado del públic, per a que este, al vórela representar pase el rato lo millor posible. A asó se reduixen les meues aspirasións; sols me falta saber si hu he conseguit. El públic dirá...”. La obra está dedicada  así: “A mon chermá idolatrat.Yas, ahí tens esta comedia. Poc val, pero es una obreta de ton gust y perqué no dedicártela? Prenla, qu’en ella va tot l’inmens cariño de VIRGILI”. En la crítica del diario EL LUCHADOR, 21 diciembre 1931, además de decir que la comedia “agradó algo al público que la aplaudió en varios pasajes de la misma” y que “todas las partes que integran la compañía, se lucieron en sus papeles” se reseña la anécdota luctuosa de que “El conocido actor Antulio Sanjuán no pudo trabajar debido al fallecimiento de su madre acaecido en este día, habiéndose notado su falta”.
   Agradezco a don César Moreno, Director de la Biblioteca Pública Fernando de Loazes, de Orihuela, sus indicaciones acerca de Virgilio Soler y los  fondos que sobre el mismo se conservan en dicha Biblioteca, a los que he tenido acceso: los dos textos teatrales editados y unos folios mecanoescritos, sin numerar, donde se recogen un conjunto de poesías, tanto en valenciano como en castellano, fechadas unas en Alicante (o Alacant), otras en Litero (topónimo que supongo se trata del barranco del pueblo alicantino de Benigembla), y las dos últimas sin fecha ni lugar, en los años que van de 1932 a 1935, y sin firma, aunque no cabe duda alguna acerca de su autoría, ya que  en una  de ellas (la titulada “Nit sanjuanera”, fechada el 17 maig 1932) se hace constar que fue “Publicada en  EL TIO CUC d’Alacant, el 18 de Juny de 1932”, y otra (la que lleva por título  “La Bellea del Fòc”, en dos partes ,‘Preludi’ y ‘A la Bellea del Fòc’, fechada el 22 abril 1934), se publicó, firmada por VIRGILI SOLER (fill), en el diario EL LUCHADOR dos días después.
   Estos folios, apaisados, llaman la atención por el  exquisito cuidado, la destreza y el gusto que tuvo el mecanógrafo que pasó a limpio los poemas. Con las letras y demás signos de la máquina de escribir realizó una serie de dibujos, cenefas y otros alardes,   que son un verdadero primor. Es de suponer que el mecanógrafo-artista fue, asimismo, el adolescente autor teatral y poeta.
   Las composiciones poéticas incluidas en los sesenta y tres folios mecanoescritos son inéditas, que se sepa, salvo las dos citadas antes. Llevan los siguientes títulos: “Pregaria a la Verge de la Soletat”, “Nit sanjuanera”, “Amad a los niños”, “Poesía”, “Al Hércules”, “Fogueres...”, “La Bellea del Fòc”, “La rialla”, “Fòc y carn”, “¿¡Felicidades!?”, “A...” y “Pasodoble”. La dedicada al equipo de fútbol alicantino, un soneto, fechada en Alicante el 28 de enero de 1933, creo que la compuso con motivo de que el  “Hércules F.C.” quedó campeón del Sexto Grupo de la Tercera División.
   He respetado la ortografía de los originales de Virgilio Soler. La normalización del valenciano todavía no había comenzado.
   Confío en que alguien se interese por seguir investigando sobre aquel joven, casi un niño, dramaturgo y poeta, que sigue siendo un desconocido, Virgilio Soler Pérez,  y que en febrero de 1932 apareció ante los lectores españoles compartiendo toda una página del semanario madrileño ESTAMPA con otro joven poeta, Miguel Hernández,  pastor de cabras, que  sí alcanzó, al correr del tiempo, proyección universal  con su obra poética y dramatúrgica, de desgraciada vida  y  muerte temprana y trágica.
    
                        
                                                       Gaspar Peral Baeza – Alicante, marzo 2005              

miércoles, 8 de agosto de 2018

Hoy se cumple el 106 aniversario del nacimiento de poeta Carlos Fenoll



Para homenajear esta efemerides del 106 aniversario del poeta oriolano Carlos Fenoll, amigo íntimo de Miguel Hernández desde la infancia, nació el 8 de agosto de 1912.Se ha publicado una edición accesibe a LULU (cuya dirección web se adjunta).  El presente texto es una biografía reedición del libro publicado por el Ayuntamiento de Orihuela en 2012 para conmemorar el I Centenario de su nacimiento. Ramón Palmeral es un conocido estudioso de Miguel Hernández y sus coetáneos como el propio Carlos, Ramón Sijé, Jesús Poveda o Manuel Molina.



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sábado, 4 de agosto de 2018

Tiempo, envíos y Correos, Recordando a Gabriel Miró en "Años y leguas".

 Por Ramón Fernández Palmeral


  

Algunos estudios fisiológicos  se han empeñado en decir que Sigüenza no es Miró, por una parte tienen razón porque lo que escribe Miró sobre Sigüenza es imaginería lírica, y nada es verdad, no es biográfico, es como en las novelas, todo es inventado o ficción dramatizada. Escritos recordados, experiencias pasadas, que como Miró no tomaba notas a pie de obra, le salía todo poético. Las experiencias recordadas son siempre producto de otra realidad, como afirma Antonio Muñoz Molina. En este tema es interesante recordar también  los estudios de M. Carmen Díaz Bautista, Narración y comentario en Años y leguas, que fuera doctora en Filología Hispánica y catedrática de la Universidad de Murcia. Sí  Murcia, una de las universidades más  prestigiosas en Literatura castellana.
    Hay momentos en los que Miró se cree Sigüenza o piensa como él (los personajes de novelas tiene capacidad para pensar por sí solos). En un carta dirigida a su amigo Enrique Puigcerver de fecha 9 de agosto de 1921 (carta mecanografiada) en Masía del Molino, Benimantell (Alicante, 12 kilómetros al norte de Polop) cuando se despide de su amigo, y escribe los nombres de Oscar (Esplá) Bernácer (Germán) y Sigüenza. Este es el testimonio inequívoco de que, Miró usaba a Sigüenza para despedirse y tenía como moderno avatar de sus aventuras literarias de ficción  desde su novela  Del vivir de 1904, donde el joven Sigüenza iba montado es asno, jumento, o burro al pueblo alicantino de Parcent en el valle del Río Gorgos, el antiguo pueblo de los leprosos en el Sanatorio de Fontilles. Que hoy es un bellísimo pueblo. En Años y leguas, aparece en «La Llegada» (primer capítulo) el tal personaje Sigüenza montado en un jumento, recordando que había estado allí veinte años atrás. Los mironianos, se no  viene a la cabeza su novela Del vivir. Y no cuando Miró se fue a vivir a Barcelona.
   La cuestión es que ensimismado en mis pensamientos sonó el timbre de aviso y ya me tocaba a mí con  mis paquetes a la espalda, mostrador  número cuatro.  Los tres mes costaron 9.50 €.
                                                ***
    Al salir a la calle Asturias de la oficina de Correos eran las 10.05 horas, es decir que había tardado una hora completa entre llegar, esperar, enviar el paquete  y salir: tiempos muertos. Si no hubiera sido yo un jubilado, cuyo todo su tiempo, está pagado con mi  pensión, en otro caso, una persona asalariada hubiera cobrado le hubiera costado a este país, una hora de trabajo que está en 20 euros hora para un jornalero impuestos incluidos, es decir, que yo consumí una horas, que más los 9.50 de gastos de envío, supone,  o sea, 29.50 €.

    Esto es un ejemplo de tiempo que se pierde en las esperar enviado paquetes y que las empresas no tienen en cuenta los tiempos muertos; pero en mi caso valió la pena. Y pensé que Miró  en 1921 y en veranos sucesivos, hacía 8 kilómetros ida y vuelta desde su casa alquilada veraniega de Las Fons en Polop a Callosa por un camino o senda de arrieros (no por la carretera de hoy en día). Es decir que Miró para recoger el importe de algunos giros postales se pasaba más de mediodía de viaje, madrugando, seguramente más que yo, y yo, hoy me quejo por perder una hora. Los tiempos han mejorado, sin duda alguna.
     A pesar de todo, no he perdido una hora, porque  los destinatarios de mis paquetes recibirán una alegría por recibir mi novela Al este del Cabo de Gata. Pero además  he recuperado una hora de estudio recordando un tema para insertar en la preparación de mi ensayo sobre Miró y Años y Leguas que estoy preparando para el 140º aniversario del nacimiento del auto de El obispo leproso, que además haré ilustrado, por supuesto.
     A mí me gusta escribir a pie de obra, que es como hacían los pintores impresionistas, pintar del natural, porque escribir a distancias en el tiempo como hizo Miró en su libro de Años y leguas, da como resultado que en el capricho de la memoria, haga de las suyas: cometer errores. A mí particularmente no me gusta leer novelas porque sé que son mentiras, en cambio prefiero las biografías, los epistolarios y los libros testimoniales, como la obra del hispanista británico Gerald Brenan en Yegen (Las Alpujarras), que escribió Al sur de Granada. Por eso a  mí, el libro de Miró no me interesa, porque está compuesto de un 10% de testimonio y uno 90% de lirismo poético más imaginación, que es alimento, para aquellos lectores que le gusta leer poesía, pero a mí no me gusta perder el tiempo en entelequias imaginadas de otros.
     Miró no escribió el libro de Años y leguas, a pie de obra en Polop, sino dos o tres años después en su casa de Madrid situada en el barrio de Argüelles, en calle Rodríguez san Pedro, 46, 1º derecha, que escribía y enviaba a los periódicos, entre ellos a la La Nación de Buenos Aires y El Sol de Madrid, donde le debían pagar por sus trabajos. Años después cuando Biblioteca Nueva le propone reunir sus Obras Completas, es cuando decide publicar los artículos ya publicados y algunos más inéditos para componer su libro alicantino Años y leguas (1928), que no es más que una recopilación de los artículos o capítulos (17 en total), pero repito, su idea primera no era escribir un libro, sino un bucólico libros del ya famoso persona de Sigüenza. Por ello el libro de Años y Leguas, no tiene otra definición posible que libro u obra, no se escribió como gozo propio, sino como un producto mercantil folletinesco para la venta en periódicos, y no hay más. Porque cuando los filólogos tratan de estudiar este libro argumentando y haciéndonos creer lo contrario de lo que es, un libro lírico nada más, cercano a un poemario, justificando lo injustificables, son ganas de perder tiempo.
    Quien pretenda y desee saber sobre la vida real y cotidiana de  Miró y su familia en Polop debe leer el libro de Joaquin Fuster Pérez Gabriel Miró en Polop, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo-Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», 1996: el Epistolario, en la edición de los profesores Ian R. Macdonald y Frederic Barcerá publicados en 2009,  (libro del que yo tengo un ejemplar), o las biografías que escribieran Vicente Ramos, o del músico Oscar Esplá, en su conferencia Evocando a Gabriel Miró (dada en el casino de Alicante en 1961). Lo que hizo Miró en Polop fue escribir cartas a sus amigos y familiares, peón de campo y excursiones con Óscar Esplá, Germán Bernácer, su cuñado Enrique Falcó y con el médico José Amador Asín.
    Posterior a la publicación de Años y leguas en 1928, se hizo otra edición en 1949 con un seudo-prólogo del duque de Maura, (Gabriel Maura Gamazo, hijo de Antonio Maura), la edición que yo tengo es la de Salvat de 1970, con prólogo del catedrático de Literatura Mariano Baquero Goyanes, que lo fue de la Universidad de Murcia, cuya biografía la sabemos por un introito del también catedrático Francisco Javier días de Revenga. Los estudiosos de Años y leguas no deben dejar de consultar los ensayos del catedrático especialista en Miró, Miguel Ángel Lozano Marco, que se pueden ver en  Internet en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
   A las 12.28 horas dejo este artículo finalizado, porque mi mujer insiste en que yo me tome un zumo de frutas: Zanahorias, plátano y  manzana pasadas por la batidora, que no Turmix que es una marca. No tenemos tiempo, en este tiempo actual para leer: Años y leguas del indiscutible maestro de la prosa Gabriel Miró  Ferrer (1879-1930)

Ramón Fernández Palmeral
Alicante, 4 de agosto de 2018
A 33.30 grados en el exterior de la Plaza de la Viña

Miguel Hernández gran admirador del alicantino, estuvo en la colocación del busto en homenaje a Gabriel Miró el 2 de octubre de 1932 en Orihuela, obra del escultor Seiquer Zanón.

martes, 31 de julio de 2018

La influencia estética de Gabriel Miró en Miguel Hernández



La influencia estética de Gabriel Miró en Miguel Hernández
Descripción: https://letralia.com/imagenes/marca.gifRamón Fernández Palmeral
 Pulicado en Latralia de venezuela

Introducción

Con este breve trabajo pretendo señalar y acortar la indudable influencia estética de Gabriel Miró en Miguel Hernández, tanto lírica como en prosa. Posiblemente, las lecturas mironianas se inician tras la muerte del llorado autor de Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926) el 27 de mayo de 1930, por recomendación de su mentor Ramón Sijé, que ya había pensado en hacerle un homenaje en Orihuela. Estudioso de la obra sijeniana y hernandiana como el profesor José Muñoz Garrigós,1 queda de acuerdo en señalar que aprecia una variación notable puesto que sus primeros poemas, hasta 1930, “tienen la sencillez, el primitivismo y la ingenuidad de un muchacho de unos veinte años”. Y es a partir de la lectura de Miró a mediados de 1930, tras su muerte, cuando se aprecia un cambio en su poesía, convirtiéndola en más barroca y culterana, y rica en adjetivos, y en adjetivos epítetos, que acentúan el carácter de las palabras, con enriquecimiento de sinestesias, metáforas y figuras del lenguaje, a las que también cabe añadir las de Góngora, Garcilaso... Es decir, que el rótulo de “prehistoria poética” debería quedar dividido en dos fases, la primera hasta mediados de 19302 y la segunda a partir de esta fecha hasta Viento del pueblo en 1937. Sin embargo, no me cabe duda alguna de que las influencias estéticas mironianas perduraron siempre en la sintaxis de Miguel. Además, el propio Miguel declaró en varias ocasiones la deuda contraída con Miró, que veremos más detenidamente.
El novelista y excepcional prosista Gabriel Miró es el inspirador o “maestro espiritual” de la llamada “Generación del 30 en Orihuela”;3 más adecuado sería llamarles Grupo literario de Orihuela del 30, donde se encuentra incluido el más conocido de ellos, Miguel Hernández. Un Grupo que vio en el alicantino una modernidad en el lenguaje que logró una dignidad literaria. Tanto los precursores como los integrantes del Grupo Literario escribieron, elogiaron y homenajearon al inventor y recreador de una Oleza literaria barroca y del sigüencismo (comunión mística y espiritual con la naturaleza y el medio), con quien contrajeron una deuda impagable al haberles aportado vanguardia y luz en un extraordinario ejercicio dinamizador poético y literario. Pues en Miró encontraron un lenguaje nuevo y portentoso, y, sobre todo, posibilidad de una creación renovadora, es decir, un modelo a seguir y un estímulo a imitar, con un estilo que ayudaba en suma a buscar la propia voz. No podían encontrar un entorno más propicio al neobarroquismo que la barroca ciudad de Orihuela.
Desde los años 20, Gabriel Miró ya gozaba de un merecido prestigio en Orihuela, le reconocían como paisano, puesto que había estudiado en el Colegio de Santo Domingo de la citada ciudad entre los años 1887 y 1892. En el mismo colegio estudió Miguel Hernández a partir de octubre de 1923 hasta marzo de 1925. Supongo que debió oír en dicho colegio algún comentario sobre la afamada figura de su antecesor compañero.
Para obtener una visión cronológica y ponderada de esta “influencia estética” o débito hernandiano hacia el inventor de Oleza y del Segral, esbozaré, en primer lugar, el origen oriolano de Miró, la incidencia de su obra y estilo en los seguidores o precursores del Grupo Literario del 30, el ambiente literario donde se editaban varias revistas literarias, además de la prensa local, y detenidamente las menciones y alusiones de Miguel Hernández a Miró.
Para la anotación de las reseñas de obras he seguido las Obras completas, 1992, reedición de RBA (2005).

1. La huella oriolana en Gabriel Miró
Partiendo de este titular, hemos de remontarnos en el tiempo para analizar la influencia de Gabriel Miró en los escritores, novelistas y poetas oriolanos de los años 30. Hemos de recordar que Gabriel Miró Ferrer (1879-1930) tenía sangre oriolana, ya que su madre, Encarnación Ferrer Ons, era natural de Orihuela. Los hijos, Juan y Gabriel, estudiaron en el Colegio Santo Domingo de los jesuitas de Orihuela, Gabriel los cursos de 1887 a 1892. De estas vivencias dejará testimonio en El libro de Sigüenza, y en las novelas Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso, que constituyen dos partes de una misma novela.
Para mejor atender a sus hijos, el señor ingeniero (don Juan Miró) tenía casa abierta en Orihuela, cuyos caseros eran Francisco Lidón y Manuela, su mujer, padres de Encarnación, Manolica y Marianico, con quienes los hermanos Juan y Gabriel jugaban a remedar actos de Semana Santa o de otras festividades religiosas (Gabriel Miró, Vicente Ramos, 1979, p. 30).
Su estancia en el colegio, cárcel para Gabriel, se tradujo en una profunda melancolía en su ánimo y en un inexplicable reuma de su rodilla izquierda. Uno de los episodios que más influyeron de forma decisiva en la prosa de Gabriel fue su estancia en la enfermería del colegio a causa de una enfermedad. Desde allí pudo contemplar el paisaje de la huerta oriolana, y sus costumbres y detalles, que posteriormente quedarían recogidas en su obra.
Debido al delicado estado de salud de Gabriel sus padres decidieron sacarle del colegio, contando él con doce años. Se traslada con su familia a Alicante, donde continúa sus estudios de bachillerato. La verdad estética se resume:
Es obvio que para un escritor la realidad estética reside en las palabras, y de ellas depende. Entre las fichas en las que Miró anotaba ideas que luego desarrollaría, encontré una con una escueta frase: “La palabra no ha de decirlo todo, sino contenerlo todo”. Es el germen de la que figura en el comienzo de El humo dormido (1919) a partir de la cual podemos contemplar un empeño literario fundamentado en la búsqueda de “la palabra creada para cada hervor de conceptos y emociones, la palabra que no lo dice todo, sino que lo contiene todo” (“Gabriel Miró”, Miguel Ángel Lozano, revista de creación Adamar, 1992).
Los recuerdos del ambiente oriolano en sus años infantiles son los que acudirán a su cabeza para recrear una Oleza barroca y lúgubre de finales del XIX, pero a la vez llena de poesía, olores, colores en pinceladas impresionistas, todo un placer leerlas.

2. Homenaje a Miró en Oleza
Tanto Vicente Ramos y Eutimio Martín como Manuel Roberto Leonís, son autores de trabajos sobre el homenaje a Miró en Orihuela en el 32. Vicente Ramos escribe:
“Los primeros pasos de aquel homenaje [a Gabriel Miró] se dieron en julio de 1931, al constituirse el primer comité, integrado por José María Olmedo, José María Pina Brotóns, José María Ballesteros y José Marín Gutiérrez (Ramón Sijé), a quien no tardaron en sumarse Augusto Pescador, Miguel Hernández y otros. Sus reuniones tenían lugar en el Palace Hotel oriolano” (pág. 29, 1976, Miguel Hernández en Alicante).
En septiembre se reparten invitaciones. Se invita a Azorín, que no responde; en ausencia de éste se invita a Marcelino Domingo.
En la Glorieta de Orihuela se inauguró el busto a Gabriel Miró, obra del escultor José Seiquer Zanón, el 2 de octubre de 1932. Ante la ausencia de Marcelino Domingo, lo inaugura Ernesto Giménez Caballero, director de La Gaceta Literaria de Madrid y uno de los teóricos del falangismo.
Al acto, llamado en su día “Romería lírica a Oleza”, acudieron, entre otras personalidades de la cultura, María Cegarra, Raimundo de los Reyes, Carmen Conde y su esposo Antonio Oliver, quien tuvo un enfrentamiento dialéctico con Ernesto Giménez Caballero, que además se presentó con camisa de falangista, otros aseguran que era un jersey azul, que no fue de lo más acertado; se armó tal algarabía que tuvo que presentarse la policía y terminaron en la Comisaría.
Para dejar constancia escrita de este homenaje, se publicó “El Clamor de la Verdad. Cuaderno de Oleza consagrado al poeta Gabriel Miró”, donde se recogen trabajos de los escritores y poetas oriolanos, además, más de Antonio Oliver y Carmen Conde, entre otros, así como de Miguel el poema “Limón” y en prosa “Yo. La madre mía”.

3. Generación olecense del 30 en Orihuela
3.1. Los precursores
De los intermediarios o precursores entre Gabriel Miró y el Grupo Literario olecense del 30, encontramos a tres oriolanos: Justo García Soriano (1884-1949), Juan Sansano Benisa (1887-1955) y José María Ballesteros Meseguer (1897-1939). Justo García contribuye a exaltar la figura de Gabriel Miró con su anti-mironianismo; a Juan Sansano se le considera incitador y Ballesteros, el más mironiano de los tres, mentor.
Justo García escribió un artículo destructor contra Miró, quizás por cuestiones personales “durísimo, injusto y destemplado. Ni siquiera el apasionado ‘cauvismo’ del señor García Soriano puede justificarlo...”,4 publicado en El Pueblo de Orihuela (21-09-27) con el seudónimo de Juan Oriol, donde comenta:
“Es, sin embargo, el estilo de El obispo leproso una taracea abigarrada y anacrónica de arcaísmos y neologismos modernistas, de voces culteranas y de vocablos vulgares y dialectales [...]. El fuerte, y aun el conato de originalidad del estilo barroco del Sr. Miró, es el abuso de las sinestesias o metáforas comprimidas, digámoslo así, cosa tan vieja, no obstante, como el padre Homero [...]. No tiene propiamente argumento la novela. Constituye una serie de descripciones y escenas incongruentes que quieren representar en cuadros caricaturescos la Orihuela de hace cuarenta años... (“El obispo leproso, sandeces, injurias y otros excesos”. El Pueblo de Orihuela, 21-09-27).
De alguna forma mezquina, toda fama de un escritor también se eleva con la crítica feroz y adversa de sus no-seguidores, ya que es la crítica destructiva la que tiene los pies más veloces en el boca a oreja; sin embargo, su animadversión no contagió a los jóvenes oriolanos, sino que por el contrario germinó y se consolidó en lo que sería la generación del 30 oriolana. Parece como si García Soriano se hubiera contagiado de la crítica de José Ortega y Gasset, que a comienzos del 27 comentó sobre El obispo leproso una “perfección estática, paralítica” que ha de ser asimilada “a sorbos”, y así quedó mermada en adelante.
Juan Sansano, periodista, autor de abundante bibliografía y poesía, entre ellas Canciones de amor (1931). Sansano reservó al final de su libro lo que llamaba “ofrendas” de otros poetas al estilo de los poetas áureos. A Miguel le corresponderá el honor de cerrar el libro al haberle reservado las tres páginas finales para que publicase tres sonetos. Además, Sansano le dedicó un artículo a Miguel; leemos la nota siguiente:
El olfato periodístico y la capacidad de anticipación de Sansano [director de El Día de Alicante], que ya en el primer texto en el que presenta a Miguel, y que publicó en el día 15 de octubre de 1930, en una sección titulada “Por las rutas humildes” y subtitulada “Miguel Hernández, el pastor poeta orcelitano”, le permiten utilizar la expresión que, acuñada por el periodista, fue la que designó a Miguel a lo largo de su vida. En el mismo recuadro se incluye un poema de Miguel titulado “La bendita tierra”, en el que el joven poeta corresponde al aprecio y la estimación que le muestra Juan Sansano, con la dedicatoria del poema en la que le llama “eminentísimo poeta”... (Manuel Parra, Información, 7-12-2007).
Tal como recogen Vicente Ramos y Manuel Molina en la página 17 de su libro Miguel Hernández en Alicante, 1976, Juan Sansano es el primero en hablar sobre Hernández en la ciudad de Alicante, el 13 de julio de 1930, en ocasión de alocución en homenaje al poeta alicantino Salvador Sellés Gozálbez, luego publicado el 14 de julio en El Día, periódico de su propiedad:
...Hermano y maestro: con su túnica de resplandores, ha hecho su aparición un nuevo poeta. Se llama Miguel. Tiene nombre de arcángel. Saludémosle con alborozo: tú, con tu prestigio de cantor inmortal: yo, con la humilde ofrenda de mi cariño...
Miguel, que lo agradece, le envía a Sansano un poema “La bendita tierra” con la cita “A don Juan Sansano, eminentísimo poeta de Orihuela...”, que lo publicará en El Día, 15 de octubre de 1930.
Los tres sonetos a don Juan Sansano, director del periódico El Día, de Alicante, son: primero, “Juan Sansano”; segundo, “A don Juan Sansano”, El Día, 24 abril de 1931, y tercero, “A Sansano por su libro Canciones de amor”, en El Día, 19 de junio de 1931.
En marzo de 1933 le escribió Miguel una carta pidiéndole sus libros, hemos de suponer que se trata de varios ejemplares de Perito en lunas, a vuelta de correo, para enviarlos a la Universidad Popular de Cartagena.
José María Ballesteros, novelista oriolano, es autor de Oriolanas (Cuadro de costumbres de mi tierra) (1930), novela que fue acogida favorablemente por la crítica. Manuel Ruiz-Funes Fernández5 considera “la sombra de Miró, a quien tanto admiraba”. Indudablemente Ballesteros es el precursor más mironiano de la generación del 30:
“Ballesteros quedó a mitad de camino entre la eficacia de los maestros realistas y naturalistas y la prosa exquisita de Miró, que no se atrevió a imitar abiertamente” (Antología de escritores oriolanos, pág. 104).
Miguel Hernández admiraba a Ballesteros y su estilo cuasi-mironiano, y le dedicó un poema titulado “Ofrenda”, escrito el 28 de mayo de 1930, publicado en Actualidad el 5 de junio de 1930, por “un libro magnífico: Oriolanas...” (O.C. 178-179). Diez días más tarde saldría en Voluntad (15-06-30) el artículo de José María, “Pastores poetas”, que luego aparecería otra vez en el tomo I de Mis crónicas, Murcia, 1932.

3.2. El Grupo Literario olecense del 30
El nombre de Generación Olecense del 30 lo acuña por primera vez Vicente Ramos,6 al exponer las características literarias de “La Escuela de Orihuela”, cap. VII, de su libro Literatura alicantina (1839-1939), donde nombra a los precursores: Juan Sansano y José María Ballesteros Meseguer, aunque opino que debería incluirse entre los precursores a otro oriolano, Justo García Soriano, como ya he comentado antes. El grupo lo forman Ramón Sijé, Miguel Hernández, Carlos Fenoll, Justino Marín (Gabriel Sijé), Jesús Poveda y Manuel Molina (p. 266) —el benjamín y último testigo, según carta de Carlos Fenoll. Ramos escribe que los factores olecenses de la oriolanidad son: “El barroquismo..., su clima litúrgico, el olor vegetal, su extraño sonido de bronce, su vivir en morado silencio de oración...” (pp. 248, 1966).
Hablar de Escuela o Generación Olecense parece excesivo, pienso que hablar de grupo literario sería más atinado. El despertar, el origen de este grupo literario del 30 oriolano, como apunta Miguel Ángel Lozano, “lo constituye la aparición de la novela de Gabriel Miró centrada sobre esa Oleza literaria en la que se reconoce el modelo de Orihuela. El impacto de El obispo leproso fue decisivo” (Ínsula, 544, 1992, p. 2).
Las lecturas iniciales de este grupo literario son, según Reig Sempere (p. 13, 1981):
“Casi todos leen a Gabriel y Galán, Villaespesa, Bécquer, Salvador Rueda, Campoamor, Vicente Mediana, Juan Ramón Jiménez, Juan Sansano, Rubén Darío, Gabriel Miró, Antonio Machado y algunos otros”.
Vemos cómo se transmite esta “miromanía” literaria al Grupo Orcelitano del 30, el trabajo de Ana M. Reig Sempere, autora de La Generación del 30 en Orihuela (1981), siguiendo al pie de la letra las exposiciones de Vicente Ramos, divide el grupo en dos: uno en torno a la revista El Gallo Crisis (mayo de 1934 a primavera de 1935), encabezado por el capuchino Fray Buenaventura de Puzol, Ramón Sijé, Tomás López Galindo, Juan Bellod Salmerón y José María Quilez y Sanz, más los profesores Juan Coloma y Jesús Alda Tesán.
El otro grupo, más humilde, es el de la tahona de la calle de Arriba, entre 1930 y 1936. Aunque el mito de la tertulia de la tahona de los Fenoll fue echada abajo por Ramón Pérez Álvarez (1918-1998), quien asegura que nunca existió dicha tertulia,7 a cuya aseveración se unieron Jesús Poveda, y esposa Josefina Fenoll. Por ello la idea de una tertulia formal queda desbaratada, la única posibilidad es una reunión informal y esporádica. Oigamos el argumento de Pérez Álvarez:
“...Esa tertulia es una elucubración mental, generada por la mente calenturienta de Molina [Manuel],8 Efrén [Fenoll hermano de Carlos], al alimón, y a su mayor gloria. No existió esa tertulia, Jesús [Poveda] estaba por Barcelona, una vez cumplido el servicio militar [que hizo en Submarino de Cartagena]... (Hacia Miguel Hernández, p. 43).
En Orihuela en los años treinta se publicaban varios periódicos y revistas, que servían como eje dinamizador del ambiente literario: El Pueblo de Orihuela, Actualidad, Destellos, Renacer, La Lectura Popular, Destellos, Voluntad, El Gallo Crisis (1934-35), Silbo (1936). En Alicante, El Día. En Murcia, La Verdad de Murcia, donde publican oriolanos.
Lo cierto es que, entre acuñaciones, especulaciones, mitos y verdad, el llamado Grupo Olecense del 30 es como un espejismo, a la espera de un riguroso análisis y diagnóstico.

3.3. Lecturas mironianas de Miguel Hernández
No hay duda de que Miguel, tras sus estudios de asignaturas en el Colegio de Santo Domingo con los jesuitas, en el periodo de su autoeducación literaria (1925-1931), frecuenta las bibliotecas públicas oriolanas y entabla relación con el canónigo Luis Almarcha, quien le pone en contacto con los clásicos Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega y, sobre todo, Luis de Góngora, Virgilio y, de la poesía mística, San Juan de la Cruz.
Posteriormente conocerá a su segundo mentor, Ramón Sijé; es a partir del 15 de abril de 1930 cuando aparece publicado el soneto “Nazareno” en Voluntad, revista que dirigen Sijé y Jesús Poveda, quien seguramente le guía hacia lecturas de las novelas de Gabriel Miró. Además, es posible, que la lectura de Oriolanas (1930) de Ballesteros, de influencia mironiana, le afianzara o indujera hacia esta tendencia como según se muestra en el cuento largo o novela breve La tragedia de Calisto (1932).
Ramón Sijé, estudiante de derecho y el más intelectual del grupo, ejercerá labores de mentor y mecenazgo con Miguel Hernández; su adicción mironiana, posiblemente, se debe a su maestro Ballesteros, el primero de los mironianos orcelitanos, quien conocerá a los poetas del quincenal Voluntad, y además participará en la organización al homenaje a Miró. Es Ballesteros el primero en preocuparse por Hernández.
Parece muy probable que, tras el fallecimiento de Miró el 27 de mayo de 1930, es Ramón Sijé quien enaltece y recomienda la obra mironiana a sus amigos-poetas y colaboradores, y de quien parte la iniciativa del homenaje en Orihuela que culminaría en el 2-10-32, y es, creo, quien echa “la levadura estética” a Miguel del rico estilo prosístico del autor de El obispo leproso como maná vital e imprescindible, para alimento y noviciado hacia un estilo poético propio, ya que habían descubierto a uno de los prosistas más originales y renovadores de la lengua española.
Y como Ramón Sijé es conocedor eficaz de que la semilla mironiana había prendido en el novel Miguel, es por ello que adelantará esta influencia estética al publicarlo en Diario de Alicante el 9 de diciembre de 1931, en su artículo de despedida “Valores levantinos. Miguel Hernández”, y escribe: “Radioscopia de la poesía de Miguel Hernández: [...] Gabriel Miró 100, poetas españoles (Juan Ramón Jiménez y Jorge Guillén) 60 y de Rubén Darío 40...”.