Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

sábado, 13 de noviembre de 2021

jueves, 11 de noviembre de 2021

CANCIÓN PROTESTA Y LOS CANTAUTORES EN MIGUEL HERNÁNDEZ

 

CANCIÓN PROTESTA Y LOS CANTAUTORES EN MIGUEL HERNÁNDEZ

 

Miguel Hernández: las voces que lo han cantado

En el 75 aniversario de la muerte del poeta, Carmen Linares ha incorporado a su repertorio flamenco una selección de sus poesías.

Manuel Román /Libertada Digital

2017-03-28

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Este 28 de marzo se cumplen tres cuartos de siglo de la muerte de Miguel Hernández en la prisión de Alicante. Tenía treinta y un años. Dos antes, en 1940, fue juzgado en un Consejo de Guerra, y condenado a muerte. Le conmutaron la última pena gracias a las gestiones cerca del general Franco de un grupo de intelectuales, entre los que se encontraban José María de Cossío, Rafael Sánchez Mazas y José María Alfaro, a cambio de treinta años privado de libertad. Su salud, a causa de las penosas circunstancias por las que atravesó en su estancia en varios centros carcelarios (Palencia, Torrijos, en Madrid) fue empeorando hasta contraer una tuberculosis, que lo llevaría a la tumba. En vísperas de su óbito pidió ver a su esposa por última vez, Josefina Manresa, pero el director se lo prohibió, alegando que no estaban casados. Accedieron ambos a la ceremonia religiosa de su boda celebrada el 4 de marzo de aquel funesto 1942. Veinticuatro días más tarde, de madrugada, Miguel Hernández expiraba. Sus últimas palabras, fueron: "¡Josefina, hija, qué desgraciada eres…!"

En Orihuela, su ciudad natal, puede visitarse la casa donde viviera sus primeros años, en cuyo patio interior se conserva la higuera que inspiró muchos de sus poemas. Algunos de sus versos, treinta años más tarde, serían llevados al disco, previamente musicados, por uno de nuestros más celebrados cantautores, Joan Manuel Serrat, al que nos referiremos más adelante, como a otros nombres relacionados con la obra del pastor-poeta alicantino.

Es ahora, setenta y cinco años de la desaparición de Miguel Hernández, cuando una selección de sus poesías sirven de argumento para que una gran cantaora, Carmen Linares las haya incorporado a su rico repertorio flamenco. Este último trabajo lleva por título Verso a verso y reúne entre otros poemas cantados "Andaluces de Jaén", con sones mineros que le eran tan afines por su cercanía geográfica al poeta; "Compañero" (que es la "Elegía a Ramón Sijé", con aquellos versos últimos "Compañero del alma, compañero"); "Llegó con tres heridas"; "El niño yuntero", por malagueñas…

Considera Carmen Linares que buena parte de la poesía hernandiana tiene aires flamencos, y que muchos de sus versos poseen una métrica fácilmente adaptable a sus cantes. Se cuenta que el propio Miguel llegó a escribir unas letras para que las cantara un flamenco de su tierra, donde tanto gustan las tarantas. Familiarizada se encuentra esta gran artista con nuestros más populares poetas, que hace tiempo recogió en algunos de sus recitales flamencos poemas de Juan Ramón, Lorca y Alberti. Y acerca de Miguel Hernández estrenó hace seis años un espectáculo basado en su obra poética: Oásis abierto. Rinde de paso también homenaje a Enrique Morente, el primer cantaor que se acercó al creador oriolano. C

Carmen Pacheco Rodríguez, que acaba de cumplir sesenta y seis años el pasado 25 de febrero, se convirtió en Carmen Linares por sugerencia de su paisano, Juanito Valderrama, en alusión a la ciudad natal de ella. Considerada una de las más grandes cantaoras, en la línea de la legendaria Niña de los Peines, está casada con el flamencólogo Miguel Espín y es madre de tres hijos, el mayor de igual nombre que el padre tiene treinta y siete años y acompaña con la guitarra a su madre; la menor, Lucía, de veintinueve años, es actriz. Estos días y hasta el 14 de mayo Carmen Linares representa en un teatro madrileño "Séneca", obra dramática que Antonio Gala escribió hace treinta años, donde incorpora el papel de Helvia. Es su debut como actriz pero también intercala varias canciones flamencas. El texto dramático es una reflexión sobre la ética, el sexo y el poder.

Harto sabido es a estas alturas que Miguel Hernández estuvo prohibido por la implacable censura, lo mismo que había ocurrido con Federico García Lorca. Tendrían que pasar casi tres decenios para que su poesía pudiera leerse libremente en nuevas ediciones, y no en otras fuera de la circulación, o aquellas otras que procedentes de Argentina, de Losada, se encontraban en una especie de mercado negro literario. Y el primer cantautor que en España musicó al poeta oriolano fue un paisano suyo levantino, de Valencia: Paco Ibáñez, que se había marchado a París huyendo del franquismo y a su vuelta, en 1968, con la aureola de que en Francia había puesto música a poetas españoles del Siglo de Oro tuvo la suerte de que la censura no le dijera nada cuando ante las cámaras de Televisión Española estrenó "Andaluces de Jaén", tomando el poema Aceituneros de Miguel, al que puso una acertada música:

 

Andaluces de Jaén
aceituneros altivos
decidme en el alma ¿quién?
quién levantó los olivos.

 

No sólo Paco Ibáñez estaba por entonces interesado en cantar a nuestros poetas, clásicos o contemporáneos: también el argentino residente en España Alberto Cortez mostró por entonces su exquisita sensibilidad, ofreciendo un histórico recital en el madrileño teatro de la Zarzuela, al que tuvimos la suerte de asistir. Y en esa época fue cuando puso música a uno de los mejores poemas de Miguel Hernández: Nanas de la cebolla. Ya saben:

 

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre
escarcha de tus días y de mis noches…

 

Transcurría el mes de septiembre de 1939 cuando el poeta encarcelado, tras recibir una patética carta de Josefina, su mujer, en la que le contaba que sólo podía ofrecer pan y cebolla a su hijo para que se alimentara, le contestó con esos versos llenos de lirismo, que escondían por supuesto la impotencia:

 

En la cena del hambre
mi niño estaban,
con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre…

 

De los poemas de este autor llevados al disco posiblemente sea el más divulgado. No se olvide la espléndida versión que hizo Serrat ni tampoco la que posteriormente grabó el grupo onubense Jarcha en los años de la Transición.

Es imprescindible que indiquemos lo siguiente: ni la actuación televisiva de Paco Ibáñez y su disco ni tampoco el recital de Alberto Cortez, con ser pioneros en cantar a Miguel Hernández, mérito que ha de constar aquí, desde luego, lograron el impacto que obtuvo a partir de diciembre de 1972 el cantautor catalán con su álbum que llevaba el nombre y apellido del poeta. Joan Manuel Serrat, nada proclive a colocarse medallas, diría andando el tiempo: "'Para la libertad' se ha considerado canción protesta durante mucho tiempo".

La mayoría de españoles, que no habían leído jamás al poeta, se aprendieron con el disco estas estrofas:

 

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos…

 

Incluyó también las Nanas de la cebolla musicadas por Alberto Cortez, quien no pudo grabar su creación hasta 1975, es decir, tres años después que el Noi. Sobresalían, cómo no, "Menos tu vientre", y "El niño yuntero", con aquellos versos alusivos a la dura faena en el campo de un crío. Trasunto del propio poeta, que también se vio obligado a temprana edad a cuidar de sus cabras, en tanto se subía también a los árboles, provisto de cuaderno y lápiz donde ir alumbrando sus poesías.

Y en este repaso, desde luego superficial por falta de espacio, no hemos de olvidar a otros cantautores como el extremeño Pablo Guerrero, que tardó en grabar su disco Tierra", porque en 1971 le prohibió la censura ocuparse de M.H. Fue el año en cambio en el que Enrique Morente si vio editado su álbum, Homenaje Flamenco a M.H., a base de bulerías, granaínas, soleares y tientos. Al otro lado del Atlántico, el chileno tan perseguido por las fuerzas pinochetistas Víctor Jara hizo también su versión de "El niño yuntero" en su elepé El recado de vivir en paz. Aumentando esa lista, que seguirá desde luego incompleta, valgan otros nombres que cantaron a Miguel Hernández, a saber: Ana Belén y Víctor Manuel, Adolfo Celdrán, Luis Cilía, Elisa Serna, Amancio Prada, José Antonio Labordeta, Luis Pastor, Olga Manzano y Manuel Picón, Joan Báez, Nana Mouskuri… Y los flamencos Miguel Poveda, Arcángel, Pitingo, Camarón de la Isla… También figuras del baile mientras sonaban algunas voces de los mentados: María Pagés, Eva Yerbabuena, La Tati, el guitarrista Rafael Riqueni…

 

Es muy posible que a García Lorca lo hayan llevado al disco, a la música en general en otros formatos de cámara o de ballet, mayor número de veces que otros poetas populares españoles. Pero, después que él, y en mayor medida que otro de los más grandes, Antonio Machado, creemos por la investigación que hemos realizado, que Miguel Hernández le sigue en cantidad de grabaciones registradas. Lo que lo convierte en un poeta del pueblo en pleno siglo XXI, cuando ya lo era en sus comienzos. Bien sentado que entonces no le hacían mucho caso entre la cátedra intelectual instalada en Madrid, si hacemos excepción de algunos pocos nombres que le brindaron su amistad y apoyo, representados si sólo damos uno por Vicente Aleixandre, que lo acogió benévolamente en su casa de Velintonia, donde parece se cruzó un día con Lorca, quien le dio de lado. Digamos que, lo escuchen más en disco que lectores tenga, Miguel Hernández sigue vivo y recordado. En particular estos días, a los setenta y cinco años de su desdichada muerte.

- Seguir leyendo:

https://www.libertaddigital.com/cultura/musica/2017-03-28/carmen-linares-pone-voz-a-los-versos-de-miguel-hernandez-1276595769/

 

 

Y la poesía se hizo música

Desde 1967, más de un centenar de artistas han puesto música a las estrofas de Miguel Hernández

Cristina Martínez

29·03·17 | 12:54

 

 

Año 1967. Paco Ibáñez graba su disco España de hoy y de siempre. Dentro suena Andaluces de Jaén. La voz bronca y quebrada del cantautor valenciano, ya afincado en París, fue la primera que cantó a Miguel Hernández. A partir de ahí, más de un centenar de voces han subido a los escenarios los poemas del oriolano. Dicen que porque Miguel imprimió de gran musicalidad sus versos. También porque sus textos son universales y se han convertido en auténticos himnos de libertad que fueron y siguen estando vigentes.

El caso es que son más de 90 de sus poemas a los que se ha puesto música entre 1967 y la actualidad, según recoge Fernando González Lucini en su libro 'Miguel Hernández ¡Dejadme la esperanza!' Canción protesta, cantautores, flamenco y hasta rap. La música como un vehículo para acercar la poesía del oriolano a la gente. Aunque no todos identificarán que lo que canta Serrat está sacado de los versos del poeta.

El cantautor catalán es sin duda el mayor «culpable» de que sus poemas suenen, en todos los sentidos. 'Para la libertad', 'Tres herida's o 'Nanas de la cebolla', entre otros muchos, tuvieron música por primera vez gracias a Joan Manuel Serrat.

Ya antes de que el catalán se lanzase en los brazos del poeta, Enrique Morente le puso flamenco. Fue en 1971 y elevó al cante, por seguiriyas y por bulerías, sus versos. Igual que Camarón de la Isla, que cantó 'El pez más viejo del río' en su disco 'Soy gitano' en 1989.

Y mientras Morente traducía al poeta al flamenco, el mismo año, Víctor Jara lo metía de lleno en la canción protesta. El niño yuntero pasaba a formar parte de su álbum El derecho de vivir en paz. Volvió a Hernández con Vientos del pueblo, convertida, sin él saberlo, en una de las últimas canciones del chileno. También al otro lado del Atlántico, la cantante de folk norteamericana Joan Báez versionó con su particular estilo Llegó con tres heridas de Serrat.

En 1991, vuelve a la canción protesta con Jarcha que realizó otra versión del poema Andaluces de Jaén que incluyó en su disco 'Libertad sin ira'. En 2010, el grupo volvió a rendir homenaje al poeta con el disco 'El rayo que no cesa', dedicado al poeta.

En 2003, la Fundación Autor edita el disco Cantando a Miguel Hernández, que reúne las voces de artistas como Luis Pastor, Amancio Prada, Los Lobos, Paco Curto y, por su puesto, Serrat, Víctor Jara, Paco Ibañez o Morente.

En 2010 hay un punto de inflexión. El poeta llega al rap. El alicantino Nach lleva al hip hop sus versos en 'Hoy con Verso con Miguel', canción homenaje al centenario del nacimiento del poeta. Todo un reto, con el objetivo de acercar su poesía a los más jóvenes. Y lo consiguió.

La cantaora Carmen Linares miró al oriolano en 2011 con Oasis abierto y repitió en 2016 con Verso a verso, en el que recoge nuevos poemas, a los que pone música junto a Luis Pastor y en el que cuenta con voces jóvenes como Arcángel o Silvia Pérez Cruz. Precisamente la cantante catalana grabó en 2015 Granada, con Raül Fernández, y en él incluyó su particular versión de 'Compañero', basada en la Elegía a Ramón Sijé.

En 2013 el mundo del flamenco se unió en 'Para la libertad'. Miguel Poveda puso voz a la canción que da título al disco, en el que también cantan Carmen Linares, Arcángel, Pitingo, Duquende, Karmona y la nuera del poeta, Lucía Izquierdo. Dos años más tare, Poveda se rodeó de nuevo poesía y publicó el disco Sonetos y poemas para la libertad. No hace falta decir qué tema del poeta oriolano daba título al disco.

Un nuevo y contundente cambio de tercio en 2013. Otro registro, otro estilo, otro público. Niño de Elche, Francisco Contreras, se lanza en picado y planta cara. Graba 'Sí, a Miguel Hernández', como un grito de reivindicación, para poner el énfasis en el lenguaje de la musicalidad flamenca. Una versión fiel pero transgresora.

Por la poesía de Miguel Hernández han pasado muchas otras voces. Silvio Rodríguez, Alberto Cortez, José Antonio Labordeta, Pablo Milanés, Lole y Manuel o Nana Mouskouri. Hasta Extremoduro. Solo hay que escuchar 'Prometeo'.

 

Por Luis Suñén

«Para muchos, Miguel Hernández o Antonio Machado […] son sólo la letra de una canción. Tras ella está, sin embargo, un poema…»

 

Miguel Hernández ha sido uno de los poetas puestos en música por eso que se ha dado en llamar cantautores como suavizando —dice Wikipedia— el significado de lo que se llamaba «canción protesta». Los tales cantautores encontraron un filón en la poesía de épocas diversas con resultados bien distintos y que, a la hora del juicio, suelen verse atemperados por los recuerdos íntimos que provocan en quienes se enfrentan a su análisis. Joan Manuel Serrat ya había musicado, antes de dedicarse a Miguel Hernández, versos de Antonio Machado con diferente suerte aunque una de las mejores canciones de su disco dedicado al autor de Campos de Castilla —«Las moscas»— pertenezca al estro de Alberto Cortez, de mucha peor fama entre los asiduos al género. Hilario Camacho —imprescindible en los recitales de los colegios mayores durante el franquismo— trató muy bien la poesía de Machado en «El agua en tus cabellos», título que le da a «Desgarrada la nube» y canción en la que se ve superado por el texto al sustituir «los mágicos cristales de» por un simple «ya». Pero el resultado es hermoso. Antes que todos, Paco Ibáñez hizo lo propio con clásicos del barroco como don Luis de Góngora y Argote y más modernos como Rafael Alberti o José Agustín Goytisolo —su poema «Palabras para Julia», que alcanzó así una fama inesperada—. A veces la relación entre música y letra fracasa gloriosamente. Por ejemplo en «Mañana de ayer, de hoy», de Jaime Gil de Biedma, cantado por Rosa León, donde la excelente música de Luis Eduardo Aute escande los versos un poco a la pata la llana, como ese «de la noche desnudo» en que los acentos se anulan. El gallego Luis Emilio Batallán cumple con absoluta solvencia a la hora de enfrentarse a la poesía de Celso Emilio Ferreiro y Álvaro Cunqueiro y se atreve nada menos que con Fenollosa. Lo propio hace María Dolores Pradera con un gran poema de Pedro Salinas, «Fe mía» —«No me fío de la rosa de papel…»—, al que pone música muy dignamente Antoni Parera Fons. Dos de los cantantes más socialmente comprometidos —es difícil encontrar una definición adecuada— como Adolfo Cedrán y Luis Pastor muestran los extremos de hasta dónde se ha llegado en el género: el primero con poemas de Jesús López Pacheco —«Canción de la novia del pescador»— y el segundo nada menos que con «Piedra de Sol» de Octavio Paz y en versión no carente de emoción canora.

Hoy, por una u otra razón, todo eso se ve como el fruto de una época por la que ha pasado el tiempo y las músicas aparecen, ante quien ha ido más allá, como vicarias de los versos de que se sirven. El entonces adolescente, si verdaderamente ha prosperado como lector, no olvidará el momento evocado por esas canciones pero acudirá sin duda a los versos ya libre de esa andadera que inevitablemente desvirtúa su contenido, lo hace más ligero en el fondo, lo transforma en otra cosa quizá sentimentalmente amable pero inevitablemente distinta. En el arte no basta con las buenas intenciones. El problema es que la música engrandece —Schubert al mismísimo Goethe— pero también trivializa sin piedad —ese «Himno a la alegría» de Miguel Ríos, que sobrevuela, implacable, cualquier escucha de la Novena de Beethoven. Los cantautores intentaron dar fe de lo que vivía por su cuenta y la cosa estaría en saber cuánta gente leyó a Miguel Hernández —ésta es su página— gracias a Serrat. Y ahí las dudas, probablemente, se diluirían en el mar de la ignorancia bienintencionada. Para muchos, Miguel Hernández o Antonio Machado o Jaime Gil de Biedma son sólo la letra de una canción. Tras ella está, sin embargo, un poema que aspira a eso que Paul Éluard llamara «el duro deseo de durar».

 


 

lunes, 8 de noviembre de 2021

Miguel Hernández lejos del cliché del poeta-pastor, por Alejandro Duque Amusco

 

Miguel Hernández lejos del cliché del poeta-pastor

Tal día como hoy hace 76 años, el poeta moría en una cárcel de Alicante castigado por la represión, enfermedad y la desnutrición

Miguel Hernández, en una imagen sin datar.Miguel Hernández, en una imagen sin datar.Fondo Lagos de la BNE

Un día como hoy moría Miguel Hernández en la prisión de Alicante. La enfermedad, la desnutrición y las represivas condiciones carcelarias de la inmediata postguerra acabaron con él, a la edad de 31 años. No se cumple hoy una cifra redonda ni de su muerte ni de su nacimiento, y quizás por ello tenga más valor y sentido el recordarlo aquí y ahora, pues dudosa memoria es aquella que solo responde al capricho aritmético de las conmemoraciones.

La corta vida de Miguel Hernández se vio marcada por dos grandes pasiones: por su amor a la naturaleza y, en el plano literario, desde muy joven, por su atracción por la palabra poética. Y conste que no decimos por la poesía, sino, en términos más amplios, la palabra poética, ya que la primera vocación suya fue la de ser autor teatral, no poeta. Con el teatro pensaba que podría ganarse la vida. Lo primero que Miguel Hernández escribió fue precisamente una pieza teatral, Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, en la línea de los autos sacramentales de nuestra Edad de Oro.

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Volviendo sobre su pasión por la naturaleza, Miguel fue como una criatura surgida de ella –“elemental naturaleza desnuda”, lo llamó Juan Ramón Jiménez–, todo vitalidad, todo entusiasmo, y en el secreto íntimo de lo que es la tierra: sus floraciones, sus frutos, el nombre de cada árbol, el canto de los innumerables pájaros, que él sabía imitar como nadie. El muchacho de Orihuela se sentía hijo de la naturaleza, con clara conciencia de lo que eso suponía. Un don terrenal, una forma elemental de sabiduría que se tiene pero que no se aprende. Sentía fascinación por el agua y, a poco que pudiera, se iba al río a bañarse o, si llovía, se exponía gozosamente al caer de las gotas hasta empaparse de aquel maná purificador y sagrado. Aleixandre lo recuerda echándose de bruces al agua de los arroyos para beber. Y le gustaba trepar a los árboles y lo solía hacer, para sorpresa de los amigos que iban con él, en plena ciudad. “¿Dónde está Miguel?”, se preguntaban. Y Miguel se había encaramado a la copa de un árbol y desde allí imitaba el canto de un jilguero.

Estereotipos

De Miguel Hernández circuló durante muchos años un estereotipo que poco tenía que ver con su realidad biográfica. Se le vio como de familia pobre y poco cultivado, porque –se decía– apenas había podido ir al colegio de niño. Lejos de la verdad, como su biógrafo José Luis Ferris pone de manifiesto en su excelente libro Pasiones, cárcel y muerte de un poeta, ese cliché del poeta-pastor, al que el propio Hernández contribuyó en buena medida, ha enturbiado la clara imagen de su persona y lastrado el reconocimiento de su poderosa y siempre emocionante poesía. Para empezar a desmontar esa falsa imagen hemos de decir que no fue un niño pobre, sino un niño de familia modesta, pero con recursos para salir adelante en la España deprimida de comienzos del XX. Y no casa tampoco con la verdad que fuera un joven sin formación. Fue a la escuela hasta los 14 años, lo que pocos niños del medio rural podían permitirse entonces. Pasó por tres colegios distintos, y el último, el de Santo Domingo, un colegio privado de los jesuitas. En él Miguel estudió gracias a la “generosidad interesada” de los profesores, conscientes de su talento, y con la expectativa de poderlo orientar hacia su seminario. La imagen de un poeta algo “asilvestrado” no se corresponde por tanto con la realidad.

El cliché del poeta-pastor, al que el propio Hernández contribuyó en buena medida, ha lastrado el reconocimiento de su poderosa y siempre emocionante poesía

En lo físico era un joven fibroso, delgado, de estatura media; su rostro, siguiendo la descripción de Neruda, tenía algo de patata en su hechura, con pómulos marcados, ojos verdes claros, y coronada la cabeza por escaso pelo, que él además se empeñaba en llevar muy corto. Le atraía el esfuerzo y el ejercicio al aire libre. Y si lo hacía en compañía de amigos, la delicia era para él completa. Jugar a la pelota era su deporte favorito. En su equipo del pueblo se le conocía, según cuenta Ferris, por “el Barbacha”, que quiere decir “caracol”, porque, aunque buen jugador, era algo lento en sus movimientos. Algún poema temprano escribió sobre el fútbol.

Cuando llegó a Madrid a finales de 1931 pocos poetas de su edad tenían una formación literaria más sólida y completa que él. Conocía bien a Virgilio, fray Luis de León y San Juan de la Cruz, a Góngora y Quevedo. El teatro de Lope y de Calderón le eran familiares. También Verlaine y Gabriel Miró vendrían a conformar su gusto. Pero Miguel se da cuenta de que sus tentativas poéticas resultaban algo trasnochadas si se comparaban con lo que estaban escribiendo por entonces los poetas del 27, generación a la que él por estricta cronología pertenece.

A la zaga

Cuando vuelve a Orihuela decide cambiar y ponerse al día, y lo hace subiéndose al tren del neogongorismo, sin darse cuenta de que ese tren era ya cosa del pasado. El problema de Miguel Hernández es que va siempre a la zaga de los movimientos estéticos dominantes: desemboca en el gongorismo (Perito en lunas,1933) cuando había dejado de ser un acto reivindicativo y se había convertido en reliquia; luego se dedica al soneto y al arte medido (El rayo que no cesa, 1936) cuando lo que imperaba era el verso libre, y pasará por el surrealismo en sus odas a Neruda y Aleixandre, lo menos personal de su poesía, cuando la avanzadilla del 27 empezaba a dejar atrás ese estilo.

Hernández es quizás de los poetas que con mayor vigor ha exaltado la sexualidad desde la poesía

Durante la guerra escribirá dos libros en los que empieza a percibirse una gradual depuración expresiva: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939), pero no será hasta Cancionero y romancero de ausencias, editado póstumamente en 1958 –para la crítica, hoy, su mejor y más auténtica obra–, cuando la voz del poeta se afine, se adelgace y pierda todo el formidable artificio retórico que la había caracterizado. Llega Miguel entonces a la máxima desnudez y a la mayor eficacia expresiva. Son poemas muchos de ellos compuestos en la cárcel, en condiciones lamentables. Abatido y vuelto de muchas cosas (al enterarse de que Stalin había firmado un pacto con Hitler se encoleriza), se repliega en lo más hondo de su intimidad: su esposa, su nuevo hijo, el recuerdo de su tierra natal, de sus antepasados, que parecen convocarle desde el más allá a perpetuar su sangre.

Porque Hernández es quizás de los poetas que con mayor vigor ha exaltado la sexualidad desde la poesía, y no por el placer erótico, sino por su fatalidad instintiva, su necesaria obligación y obediencia al mandato bíblico de “creced y multiplicaos”. Del sexo tiene un sentido primordial, genesíaco, como si fuera un regalo más de la naturaleza que él tanto amó, y de la que saltará, como una simiente, la viva chispa del hijo. El beso en la noche de los esposos tiene su perfecta encarnación en el hijo.

De ahí, de ese amor primario por la vida, nace el Cancionero y romancero. Bellísimas canciones que no recuerdan en absoluto ni a las de Lorca ni a las de Alberti, escollo que supo evitar admirablemente, y en las que Miguel Hernández ha sabido convertir su dolor y su desaliento en la mejor y más perdurable poesía.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Miguel Hernández. El poeta del pueblo (Biografia en 40 artículos) Ramón Fernández Palmeral, ECU, 2019

 

MIGUEL HERNÁNDEZ. EL POETA DEL PUEBLO

MIGUEL HERNÁNDEZ. EL POETA DEL PUEBLO

BIOGRAFÍA EN 40 ARTÍCULOS

RAMÓN FERNÁNDEZ PALMERAL

Venta en Libreria Codez de Ohihuela ECU y Amazon

Editorial:
ECU EDITORIAL CLUB UNIVERSITARIO
Año de edición:
2019
Materia
Arte
ISBN:
978-84-17577-87-2
Encuadernación:
Rústica
Colección:
SIN COLECCION
21,90 €
IVA incluido
En stock

En 109.º aniversario del nacimiento del universal poeta Miguel Hernández, el escritor Ramón Fernández Palmeral presenta, a lo lago de 40 artículos monográficos, un estudio biográfico de la vida y obra del poeta oriolano. El presente libro incluye las últimas investigaciones publicadas sobre Hernández, siguiendo un planteamiento cronológico, y pretende exponer los aspectos biográficos de modo objetivo, eludiendo los mitos y tópicos creados en torno al llamado «poeta del pueblo».

Gracias al formato de artículos monográficos es posible profundizar con más detalle y rigor en los temas que más interesan: su infancia y adolescencia, amistades madrileñas, época de miliciano, amores...

Miguel Hernández y los poetas hispanoamericanos, Jose María Balcells Doménech, FCMH de Orihuea, 2021

 MIGUEL HERNÁNDEZ Y LOS POETAS HISPANOAMERICANOS Y OTRAS PÁGINAS HERNANDISTAS

MIGUEL HERNÁNDEZ Y LOS POETAS HISPANOAMERICANOS Y OTRAS PÁGINAS HERNANDISTAS

BALCELLS DOMÉNECH, JOSÉ MARÍA

Editorial:
FUNDACION CULTURAL MIGUEL HERNANDEZ
Año de edición:
2021
Materia
Arte
ISBN:
978-84-948164-4-4
Páginas:
312
Encuadernación:
Rústica
Colección:
BIBLIOTECA HERNANDIANA
15,00 €
IVA incluido
En stock

José Mª Balcells, barcelonés de nacimiento, vivió en Orihuela durante su primera juventud, y conoció y trató a personas como el hermano del universal poeta, Vicente, a Josefina Manresa, al abogado José Martínez Arenas o al poeta-panadero Carlos Fenoll.
Su primer artículo sobre el oriolano es de 1968, y su autor contaba entonces con 25 años de edad. Dos años después preparó su tesis de licenciatura sobre Hernández.
En septiembre de 2019 recibió, por parte de la Fundación Cultural Miguel Hernández, la Medalla al Mérito Hernandiano.
En el libro de Balcells, de 312 páginas y dieciseis capítulos, se incluyen sus trabajos más significativos publicados en los más de cincuenta años de trayectoria como estudioso hernandista. También se incluyen cinco estudios inéditos.

Ramón Sijñe. Del peridosimo al ensayo, por José Antonio Sáez Fernández, FCMH de Orihuela, 2021

 

RAMÓN SIJÉ, DEL PERIODISMO AL ENSAYO

RAMÓN SIJÉ, DEL PERIODISMO AL ENSAYO

SÁEZ FERNÁNDEZ, JOSÉ ANTONIO

Editorial:
FUNDACION CULTURAL MIGUEL HERNANDEZ
Año de edición:
2021
Materia
Arte
ISBN:
978-84-948164-7-5
Páginas:
474
Encuadernación:
Rústica
20,00 €
IVA incluido
En stock

el libro Ramón Sijé, del periodismo al ensayo, del profesor y poeta almeriense José Antonio Sáez Fernández. Editado por la Fundación Cultural Miguel Hernández con la colaboración del Ayuntamiento de Orihuela, reúne en sus 472 páginas no sólo una extensa introducción del profesor Sáez Fernández sobre Sijé, sino también un prólogo de Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Murcia, además de los principales trabajos periodísticos y ensayos de Ramón Sijé publicados entre 1926 y 1936.

La huella de Miguel Hernández. En Cartagena, la Unión y Palos, por María Victoria Martín González. Malbec ediciones, 2020

 

LA HUELLA DE MIGUEL HERNÁNEZ EN CARTAGENA, LA UNIÓN Y CABO DE PALOS

LA HUELLA DE MIGUEL HERNÁNEZ EN CARTAGENA, LA UNIÓN Y CABO DE PALOS

MARIA VICTORIA MARTIN GONZALEZ

Editorial:
MALBEC EDICIONES
Año de edición:
2020
Materia
Arte
ISBN:
978-84-122175-6-8
Encuadernación:
Rústica
22,00 €
IVA incluido
En stock

El paseo apacible por el recuerdo de Miguel Hernández, entre las calles modernistas y
el plácido puerto de una ciudad del sureste mediterráneo, entre los atardeceres
minerales de su sierra y el solemne faro de Palos, cimbreado de levante, de historias y
de versos del mar es una nueva ruta hernandiana que transcurre por las tierras de
Cartagena, La Unión y Cabo de Palos, inspirado en la prosa lírica, dedicada a Carmen
Conde, Ciudad de mar ligero y campo rápido que escribe el poeta de Orihuela tras su
primera visita a Cartagena. Pero en el origen de todo está Gabriel Miró y en el camino
no faltan las historias de vida de Andrés Cegarra y su hermana María, de Antonio
Oliver y de Carmen Conde.
La huella de Miguel Hernández en Cartagena, La Unión y Cabo de Palos es una
invitación a un viaje cultural por la ciudad que acogió desde 1933 al joven poeta
oriolano, recién estrenado su Perito en lunas, aportándole un indiscutible impulso en
sus inicios literarios. Pero también es el viaje por un intervalo de la vida de ese Miguel
Hernández que llegó y se quedó para siempre en el alma de estos parajes costeros del
sureste español. Porque los amigos que conoció aquel 2 de octubre de 1932 en
Orihuela y le invitaron a Cartagena, le fueron fieles desde el principio y mucho más allá
de su final en esta vida.

Miguel Hernández. Piedra Vica de Román López Cabrera, Cscaborra ediciones 2021

 

MIGUEL HERNÁNDEZ. PIEDRA VIVA

MIGUEL HERNÁNDEZ. PIEDRA VIVA

LÓPEZ CABRERA, ROMÁN

Editorial:
CASCABORRA EDICIONES
Año de edición:
2021
Materia
Arte
ISBN:
978-84-09-30182-9
Páginas:
120
Encuadernación:
Cartoné
18,00 €
IVA incluido
En stock

En 1910 nacía en Orihuela Miguel Hernández Gilabert; tras unos años de
estudios en el colegio jesuita de Santo Domingo, su padre decidió que sería más
útil cuidando el rebaño de cabras de la familia. Pero Miguel entendió muy pronto
que su destino era escribir versos y teatro. Con esa determinación empezó una
larga lucha por hacerse un hueco en el panorama literario del Madrid de los años
treinta, hasta lograr codearse con nombres de la talla de Pablo Neruda, Vicente
Aleixandre, Maruja Mallo, Rafael Alberti o Federico García Lorca. Por el camino
descubrió el amor y, tras varios desengaños amorosos, sería con Josefina
Manresa con quien acabaría casándose.
Miguel, que había sido criado en el entorno cultural-eclesiástico de la Orihuela
de la época, fue descubriendo otras formas de pensar tras su integración en el
ambiente madrileño y, al comenzar la Guerra Civil, tomó partido y compromiso
con la República y con el Partido Comunista, convirtiéndose en uno de los
principales poetas del período bélico y llegándose a ganar los apelativos de
Poeta de la Revolución o Poeta del Pueblo.
En 1939, acabada la guerra, fue detenido y allí empezó un cruel periplo
carcelario por diez prisiones hasta su muerte tres años después, sin renunciar
jamás ni bajo ninguna circunstancia a sus ideales de libertad.

El taller liteario de Miguel Hernández, Jose Carlos Rovira, Universidad de Jañen 2020

 

EL TALLER LITERARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

EL TALLER LITERARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

ENTRE LOS CLÁSICOS Y LA VANGUARDIA

ROVIRA SOLER, JOSÉ CARLOS

Editorial:
UNIVERSIDAD DE JAEN
Año de edición:
2020
Materia
Arte
ISBN:
978-84-9159-362-1
Páginas:
232
Encuadernación:
Rústica
22,00 €
IVA incluido
En stock

Este libro es un recorrido nuevo por los estímulos culturales y literarios que fueron determinando a Miguel Hernández desde sus comienzos. Aparte del neogongorismo explícito, nombres como Rubén Darío, Gabriel Miró, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Valéry, Apollinaire o el Rilke de los poemas franceses; los apuntes poéticos de Herrera y Reissig; o el lenguaje conmemorativo en los centenarios de Lope de Vega, Garcilaso de la Vega y Gustavo Adolfo Bécquer, nos llevan al tiempo de la guerra y la cárcel, donde el último taller será una conjunción entre los clásicos y la vanguardia, entre la poesía popular y la cultura literaria extensa en la que, con autodidactismo, un hombre de treinta años se había forjado a lo largo de poco más de una década de escritura.


The present book is a new tour through the cultural and literary stimuli that determined the work of Miguel Hernández since his beginning. Besides the explicit neo-gongorism, names like Rubén Darío, Gabriel Miró, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Apollinaire or the French poems by Rilke; the poetic notes of Herrera and Reissing; or the commemoratrive language used in the centenaries of Lope de Vega, Garcilaso de la Vega and Gustavo Adolfo Béquer take us into a time of war and prision, where the last workshop will be a conjuction between the Classic and the avant-garde, between the popular poetry and the extensive literary culture in which, being self- instructed, a thirty-year-old man had shaped himself over little more than a decade of writting.