Ilustración de Ramón Palmeral para iluistrar el soneto de Miguel Hernández en el poemario "El rayo que no cesa" 1936
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Fatiga tanto andar sobre la arena
descorazonadora de un desierto,
tanto vivir en la ciudad de un puerto
si el corazón de barcos no se llena.
Angustia tanto el son de la sirena
oído siempre en un anclado huerto,
tanto la campanada por el muerto
que en el otoño y en la sangre suena,
que un dulce tiburón, que una manada
de inofensivos cuernos recentales,
habitándome días, meses y años,
ilustran mi garganta y mi mirada
de sollozos de todos los metales
y de fieras de todos los tamaños.
..............NOTA SOBRE EL DIBUJO.....
La mujer, después de haber realizado el acto del amor, acaricia el peligroso lomo del tiburón que pasa cerca de la balsa donde los dos amante navegan a la deriva, sometidos a la esclavitud de un destino, como si el mundo se redujera al paso de los peligros. Ella es amiga de la fiera a la que tranquiliza con sus caricias seductoras. Quizas la intención era presentar la perfidia de esta mujer poemada en concreto, manipuladora y quizás algo traidora, porque el tiburón que pasa se convertiraé en un próximo amante, porque al poeta le rondan los "cuernos recentales". Hermoso poema erótico y lírico a la vez.
