Introducción a la Elegía a Ramón
Sijé, de Miguel Hernández
Por Ramón Fernández Palmeral
Cuando se va a cumplir el 70 aniversario
de la muerte de Ramón Sijé, creo que es oportuno analizar la Elegía, que le
dedicó Miguel, joya de la literatura española. (Al final de la introducción he
unido una curiosa traducción al rumano de la Elegía por Elena Liliana
Popescu).
La «Elegía a Ramón Sijé» es un poema de remordimiento y de reconciliación
espiritual donde Miguel Hernández, como bien apuntó José Muñoz Garrigós (Ínsula nº 544, pág. 3) «reconoce su
deuda, imposible de pagar». En 1935 Miguel había entrado en el círculo de la
«poesía sin pureza» de Pablo Neruda y consideraba la amistad con Ramón
Sijé un «lastres» en su proyección
poética, de aquí su ruptura.
Pero la prematura
muerte de Sijé impidió la posible reconciliación futura entre ambos amigos, de
aquí surge y siento más tu muerte que mi vida (verso 15 de la Elegía), ya que el poeta no pudo reparar
su deuda con Sijé por cuanto le debía y había ayudado en sus primeros tiempos
poéticos, y además le ayudó a buscar editor en Murcia para publicar Perito en lunas (1933), cuyo prólogo es
de Sijé. Además Ramón Sijé dio una
conferencia en el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933, titulada El sentido de la danza. Desarrollo de un
problema barroco en “Perito en lunas”, de Miguel Hernández Giner, cuyo texto
íntegro se desconoce. (Comentado por
el profesor José Muñoz Garrigós, “Los cuadernos del 27”, Murcia, 1987). Dieron
noticias de este acto Vicente Ramos-Manuel Molina en su libro Miguel Hernández en Alicante, Edición
“Ifach” 1976 (p.37). Más los poemas que Ramón le publicó a Miguel en todos los
números de la revista El Gallo Crisis. Por ello mi afirmación de la deuda que Miguel
tenía con Ramón Sijé.
Esta «Elegía» se compuso el 10 de enero de 1936 precipitadamente a la
muerte de su amigo ocurrida el 24 de
diciembre 1935, contaba 22 años, a causa de una septicemia al corazón. Miguel se hallaba en Madrid cuando se enteró
del luctuoso óbito por Vicente Aleixandre el 26 de diciembre, que lo había leído
en una noticia de El Sol y, seguidamente
escribió esta famosa elegía en tan sólo 15 días, una de las más conmovedoras de
la lengua española. No escribió a los padres de Sijé hasta el 14 de enero del
año siguiente, Miguel leyó una alocución, encaramado a una escalera, en
Orihuela el 14 de abril de 1936, al
descubrir una placa en la plaza que se le dedicó a Ramón Sijé:
«Quisiera que estas piedras y esta plaza
llevaran para siempre el nombre que les ha sido impuesto: Ramón Sijé. Bajo el sonido de este nombre se me ha ido un
compañero del alma, y Orihuela ha perdido su más hondo escritor y su más
despejado y varonil hombre…» (pág. 311. Miguel
Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. José Luis Ferris).
A raíz de su publicación en el
número de diciembre de la Revista Occidente junto a seis sonetos más a
petición de José Ortega y Gasset, antes de ser incluido en el libro definitivo
de El rayo que no cesa (24 enero
1936), llamaron la atención del dulcísimo Juan Ramón Jiménez que escribió en su
«encasillada torre» -expresión de Arturo del Hoyo- Con la inmensa mayoría del diario El
Sol, febrero del 1936:
«...En el último número de la Revista
de Occidente, publica Miguel Hernández, el extraordinario muchacho de
Orihuela, una loca elejía [g] a la muerte de su Ramón Sijé y 6 sonetos
desconcertantes. Todos los amigos de la “poesía pura” deben buscar y leer estos
poemas...»
El rayo que no cesa se encontraba en la imprenta de Manuel Altolaguirre
y Concha Méndez cuando Miguel pidió que la incluyera en el libro, y es la
antepenúltima composición, la número 29 del libro, queda antes del soneto
final, puesto que el libro salió el 24 de enero de 36. Tomando las notas de Agustín Sánchez Vidal, en estudio y prólogo del libro Perito
en lunas. El rayo que no cesa, (pág. 180). nos dice:
«Sigo la primera edición (al igual que
Losada). Cossío, sin embargo, sigue la aparecida en Revista Occidente,
agrupando, en consecuencia, los tercetos 12 y 13 en una sola estrofa, e
igualmente los tercetos 14 y 15 en otra; también, pone coma al final del verso
26, que suprimo siguiendo la primera edición».
Se dice que Miguel cabalga sobre el surrealismo.
Hemos de detenernos en la dedicatoria. En la edición de Losada con
prólogo de José María Ballcels, escribe: ...a quien tanto quería. En la
de Agustín Sánchez Vidal y otras sucesivas aparece “con quien tanto quería”.
Que en el original aparece con la preposición “con”, y el significado, a pesar
de que lo han explicado otros autores, que no son imprescindibles citar, por
ser obvio, que cuando el poeta escribe “con quien tanto quería”, nos
hace una bisemia o juego de dos significados entre: “con quien tanto
compartía” y “tanto quería”. Recursos estilísticos o juegos que ya había
empleado Miguel en la octava real III, o acertijo del toro, de Perito en
lunas, con “luna y cuarto de la tarde”. Entre cuarto de hora y cuarto de luna.
Simbología.- La cosmovisión poética
de Miguel, es la de un mundo rural, donde se había criado y educado, un pueblo
en la huerta del río Segura, un pueblo de luz mediterránea y católico. Influido
por el mundo literario de Gabriel Miró a quien organizaron un homenaje.
La «Elegía» se compone de 15 tercetos en
endecasílabos y un serventesio final, en los que se aprecian diferentes estados
de ánimo del poeta que evoluciona hacia una locura o éxtasis místico
momentáneo, o una catarsis, para anunciar el deseo de que el amigo vuelva para
encontrarse de nuevo en su huerto y en su higuera, en las «aladas almas de las
rosas del almendro», ese es el lugar las flores que han tomado forma humanas
con alma como la idea tomista de que el hombre se compone de cuerpo y de alma.
Por ello empieza: Yo quiero ser llorando el hortelano... El poeta
quiere ser el eterno hortelano de la parcela o sepultura donde está enterrado
su amigo. Y no quiere ser el hortelano por unas horas, sino eterno, ya que dice
y estercolas, evidentemente, hasta que su cuerpo se descomponga como el
estiércol, elementos de los corrales de las cabras, sometido a cambios de
temperatura y estados, porque el estiércol es un órgano vivo, que alimenta a
las plastas a través de su riqueza mineral y temperaturas.
La segunda estrofa: Alimentando lluvias, caracolas / y órganos mi
dolor sin instrumento... Se refiere
a que el cadáver de su amigo sepultado será objeto de las tormentas que caigan
sobre su tierra-tumba, la caracola es una concha marina que de antaño se usaba
para llamar a los peones del campo a la comida, de hecho García Lorca usa este
nombre muy frecuente. «ni nardos ni
caracolas tienen el cutis tan fino», en
una estrofa de “La casada infiel”. En órganos mi dolor sin
instrumento, se refiere, creo, a instrumentos musicales de una iglesia,
como música religiosa que nos elevan a un estado celestial. Quiere decir que ya
no habrá órganos celestiales, de iglesias que le resuciten. Invito a averiguar, si Ramón Sijé tocaba el
órgano en alguna iglesia.
A las desalentadas amapolas, en evidente que las flores
silvestres de los cementerios son las amapolas que se comerán a través de la
savia el corazón de su amigo: daré tu corazón por alimento. Aquí
encontramos cómo el corazón del amigo servirá de alimento-estiércol para las
raíces de las amapolas del cementerio.
Significaciones.- Son
numerosos los estudios dedicados a la «Elegía», sin embargo, uno de los que más
se acerca y he podido leer es el de Noelia Bueno Gómez, en las Actas del II
Congreso Internacional «Presencia y futuro de Miguel Hernández (pág.567-582). Aquí,
Noelia, estudiante de Filosofía de la Universidad de Oviedo, acierta en sus
múltiples conclusiones, sobre las reflexiones hernandianas en relación a la
muerte, «el dolor que se vuelve incontrolable, la lucha interna para aceptarlo,
la inmortalidad en la naturaleza, y el bellísimo canto a la amistad». Va más
allá al darse cuenta la autora que es una convocación para un reencuentro en el
paraíso que era le huerto y la higuera en casa de los padres del poeta en
Orihuela.
La «Elegía» se compone de 15 tercetos encadenados y un serventesio
final. Los seis primeros de turbación personal que aparecen en primera persona
demostrados un gran dolor por la pérdida tan temprana del amigo, «muerte
violeta por no ser rapidez, por no ser esperada y menos tratándose de una
muerte en plena juventud».
Del séptimo al undécimo de un «dolor insoportable, una increpación a la
muerte que ha volado demasiado pronto». Donde el poeta no perdona a la muerte
que se ha enamorado del joven, que no ha atendido a una vida larga, y no
perdona a la tierra ni a la nada, en una idea de la tierra como madre y a la
nada como el cosmos. Tanta rabia tiene que puede levantar «tormentas/ de
piedras, rayos y hachas estridente» con sus manos, puede levanta pirámides si
cabe por la tremenda fuerza que le da el dolor. Luego quiere desenterrar al
amigo, con ese «…escarbar la tierra con los dientes» , socavar la tierra como
sea, y aparta la tierra, y encontrar el cadáver, y besar la noble clavera como
Hamlet con el cráneo de Yago, y se preguntó serenamente con flema anglosajona
sobre «el ser o no». Pero el poeta aquí no tiene tiempo para la reflexiones
filosóficas, sino que quiere actuar para cumplir la promesa que se habían hecho,
años atrás, de que cada uno cavaría la sepultura del otro, según Jesús Poveda,
de aquí ese «desamordazarte y regresarte» ya estudiado por Agustín Sánchez
Vidal.
Los tercetos doce al quince, idealiza un regreso, un regreso espiritual,
convertido en ángel o como abejas que liban las flores del cementerio. Un
regreso al huerto convertido en paraíso idílico en el recuerdo del pasado. Las
abejas liban las flores que están en contacto con la tierra y esa tierra forma
parte del cuerpo de su amigo. «Pajareará tu alma colmenera», no es más que
volará tu alma ya de abeja, tu sangre está ya en las abejas. Porque la muerte
no es el final, sino un camino a la inmortalidad, si no ha nacido jamás podrás
ser inmortal y Sijé, que tenía miedo a la muerte deseaba ser inmortal.
Cuando regreses y yo te vea, se alegrarán mis ojos, situados
precisamente «en la sombra de mis
cejas». Sabida de la religiosidad de Sijé, Miguel usa palabras religiosas como
aladas, angélicas, alma. En el
serventesio, Noelia Bueno, ve en las «almas de las rosas», una visión «panteísta:
vive el alma del amigo en las almas de las flores». Libre son las
interpretaciones, sin embargo, se puede apuntar que las rosas son ángeles
alados con formas de rosas, quizás fantasma, y estas rosas son las flores
blancas del almendro de nata, y este es el lugar de la cita, te requiero en las
almas de las rosas, nos veremos en el otro mundo como almas hermanas, que es lo
que significa compañero del alma: hermanos del alma, más que compañeros, porque
lo de compañero más la dedicatoria «con quien tanto quería», ha dado mucho que
hablar entre tirios y troyanos.
Mis interpretaciones y consideraciones.- Esta «Elegía» es una de las que yo llevo en
mi repertorio como rapsoda, a veces, y la experiencia me ha demostrado que
ciertos ritmos, para ser recitados necesitan de algunas puntualizaciones y
arreglos técnicos.
Para recitarla la hemos agrupados por contenidos, es decir, no divida
necesariamente en tercetos. Como
sucede en el segundo terceto, al cual le
he unido el verso 7, y por lo tanto se convierte en un cuarteto abab. Y
el siguiente terceto queda como un pareado, que es en realidad lo que es.
Miguel estaba muy preocupado por el metro en sus poemas, quería la perfección y
prefirió sacrificar el contenido ante lo estético, muy discutido hoy por los poetas actuales,
que hemos abandonado la rima y los metros a favor del contenido.
Alimentando
lluvias...
En el terceto quinto, he agregado una coma tras la “y” del último verso,
y nos queda [y, siento más tu muerte que mi vida].
Con el terceto 12 y 13 he hecho lo mismo que con el anterior convertido
en un cuarteto y en un pareado... queda así:
Volverás a mi huerto...
El terceto 11, que acaba con el verso y desamordazarte y regresarte,
ha dado origen a comentarios sobre la locura de Miguel, puesto que está
decidido a desenterrar el cuerpo del amigo fallecido para besarle la noble
calavera.
Más adelante hay una ensoñación o un recuerdo de cuando ambos meditaban
en su huerto bajo la famosa higuera que todavía se puede ver en la casa de la
calle de Arriba. El terceto 15 lo resumo como que el recuerdo alegrará sus ojos
y tu sangre dulce será disputada entre él (el poeta) contra su novia que habrán
acudido sobre tu tumba a llorar y las abejas a libar el néctar de las amapolas a las que, ya el poeta dio su
corazón por alimento.
El serventesio final, creo entender que
cita o requiere al alma de su amigo en
las flores-rosas del almendro de nata-florecido, para hablar de muchas cosas de
las que debieron hablar y no hablaron. Firma con la fecha 10 de enero de 1936,
fecha en que debió darlo por acabado.
La ilustración representa a unas grandes amapolas alimentándose del
corazón de Ramón Sijé, y las raíces de estas abrazan la cruz iluminada de su
tumba, que siempre estará encendida en la inmortalidad de esta incomparable
elegía, hija de la inspiración y no del trabajo ni de la arquitectura poética…