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domingo, 23 de septiembre de 2012

Lo que no se sabe de Pablo Neruda

Neruda y las mujeres que abandonó: Maruca y su hija Malva

En 1936 el poeta vio por última vez a su primera esposa y a su única hija. La pequeña, enferma de hidrocefalia, moriría siete años después en Holanda, invadida por los nazis. Es tan largo el olvido, una novela recién publicada en ese país, rescata este episodio.

por Andrés Gómez Bravo - 07/04/2010 - 12:02 /CULTRURA
Salió de Madrid entre bombas. La Guerra Civil había estallado en España y la lucha entre republicanos y nacionales era feroz. Pablo Neruda, entonces cónsul de Chile, viajó con su esposa, la holandesa María Antonieta Hagenaar, y su hija Malva Marina, a Francia. No sólo huía de la guerra: enamorado ya de la argentina Delia del Carril, había decidido terminar con su matrimonio. El 8 de diciembre de 1936 dejó a su mujer y a su pequeña hija enferma en Mónaco. Y partió a Marsella. Nunca más volvió a verlas.

Días después, le escribía a Delia del Carril: "Yo no quiero sino que vengas, me siento solo, esta mañana me he cortado las uñas por primera vez solo, y a pesar de las dificultades qué bien estar sin Maruca: me sentía vivir de nuevo". Maruca, por su parte, tenía otras preocupaciones: sin dinero y en una Europa amenazada por la guerra, debe cuidar de su hija de dos años, enferma de hidrocefalia. Neruda se reunirá con Delia en París; Maruca y Malva Marina viajarán a Holanda, donde la niña morirá en 1943, durante la ocupación nazi.

La historia de su primer matrimonio y su única hija es uno de los episodios más amargos y menos investigados en la biografía de Neruda. María Antonieta Hagenaar, con quien se casó en 1930 en Java (Indonesia), es apenas una sombra en la historia oficial del vate. Con Malva ocurría lo mismo: omitida por el poeta en sus memorias, el destino de la niña se conoció gracias a un reportaje de Alejandra Gajardo y Antonio Reynaldos en 2004: Hagenaar confió su cuidado a una familia de Gouda, los Julsing. Una vez al mes la visitaba. Su padre (ocupado con el viaje del Winnipeg primero y nombrado luego cónsul en México) no fue nunca.

Bernardo Reyes tocó el tema en El enigma de Malva Marina. Y ahora es rescatado en una novela recién publicada en Holanda, Es tan largo el olvido. El título está tomado del Poema 20, uno de los más populares de Neruda, y su autora es Pauline Slot (1960). La novela narra la historia desde la perspectiva de María Antonieta Hagenaar y le da voz por primera vez a la mujer que Neruda llamaba "la carabinero".

DESTINOS OPUESTOS
Pablo Neruda y María Antonieta Hagenaar se concieron en 1930 en Java. Neruda oficiaba de cónsul con su nombre civil: Neftalí Reyes. Había terminado una relación destructiva con Jossie Bliss y se sentía solo y deprimido. Durante un partido de tenis conoció a Hagenaar, una "mujer alta y suave, extraña totalmente al mundo de las artes y las letras", como recordaría. Se casaron al poco tiempo y al principio las cosas anduvieron bien. Solían pasear e ir de picnic a la  playa como unos perfectos enamorados. Pero Neruda debía volver a Chile y la relación comienza a naufragar.

En Santiago Maruca descubre la otra faceta del cónsul: bohemio y mujeriego. Sin dominar el idioma y con un carácter retraído, la holandesa queda fuera del entorno nerudiano. Con la excepción de María Luisa Bombal, sus amigos no la aprecian.

La pareja viaja a Buenos Aires y luego a España. La crisis es cada vez más profunda. Cuando Neruda visita  a Rafael Alberti, le dice: "Allá abajo está mi mujer, te la voy a presentar. Es casi una giganta". Pero entonces Maruca queda embarazada y una esperanza se enciende. Dura poco: Malva Marina nace en 1934 con hidrocefalia. La alegría de Neruda se transforma en amargura. Mi hija, escribe, es "un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma".

Malva creció con su familia adoptiva mientras su madre trabajaba en La Haya. En marzo de 1943 murió. Neruda se enteró por un telegrama. No se conoce ninguna reacción del poeta ante la noticia. Holanda estaba invadida por los nazis y Hagenaar pidió a la Cancillería ser repatriada a Chile. Neruda se opuso frontalmente.

Los últimos años de Maruca son patéticos: pobre, sola y adicta al opio,  Gabriel González Videla la trae a Chile para difamar a Neruda. Al poco tiempo se olvida de ella. Maruca no tiene residencia fija. Es detenida por Investigaciones. Al parecer, por drogas. En 1957 vuelve a Holanda, con 300 mil pesos por el divorcio con el poeta. Muere en La Haya en 1965 y es enterrada en una fosa común, el mismo año en que Neruda es nombrado doctor honoris causa en Oxford. El vate se cubría de gloria. A su hija y su ex mujer, las cubría el olvido.