(Manuscrito de Luis Rodriguez Isern) |
Según la responsable de la Biblioteca Central, Carmen Gutiérrez, se pagó por el citado manuscrito 7.000 euros, a la que se añadió la primera edición del libro Vientos del pueblo, de 1937, y un total de quince cartas con textos de Josefina Manresa, Miguel Hernández y de Luis Rodríguez Isern.
Fue en 2004 cuando el Ayuntamiento compró a la familia Rodríguez Isern el original del poema. «Era un gran amigo del poeta después de que ambos coincidieran en la cárcel de Torrijos. Los lazos de amistad se hicieron muy fuertes y, tras finalizar su condena, Rodríguez Isern se convirtió en el enlace de Miguel con la realidad, ya que en la cárcel sólo dejaban visitas de familiares y Josefina Manresa, su mujer, no era considerada como tal al no haberse casado por la iglesia. De ahí, que esta familia tuviera éste y otros documentos del escritor de Orihuela». (Nepomuceno)
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Ahora aparece otro manuscrito de "Las nanas de la cebolla" que está en el legado de Miguel y Josefina en Quesada (Jaén).
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( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer,
en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla)
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La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
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En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
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Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
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Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
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Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
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Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
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La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
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Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
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Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni