ENTREVISTA A EUTIMIO MARTÍN. HISPANISTA E INVESTIGADOR
"Miguel Hernández no recibía la visita de su mujer en la cárcel".
Diario Información, 15 de diciembre 2008
El profesor emérito de la Universidad de Aix-en-Provence, Eutimio Martín, prepara la publicación de una nueva investigación sobre la vida de Miguel Hernández que publicará a finales del 2009, ante el próximo centenario del nacimiento del poeta en 2010. La obra, según el autor, incluye una carta inédita de Miguel Hernández que refleja su angustia en la cárcel antes de morir.
¿Qué aporta esta nueva obra en la vida de Miguel Hernández?
Se trata de un relato exhaustivo del recorrido vital de Miguel Hernández. No tendrá un carácter totalizador que permita satisfacer toda consulta sobre cualquier suceso de orden personal o literario. No se trata de una biografía a la inglesa, como en el caso de Lorca tratado por Ian Gibson, donde el biógrafo irlandés ha incorporado a su investigación personal el resultado de los precedentes especialistas. Yo he seguido el tipo de biografía a la francesa, que consiste en sacar a la luz el resorte que pone en acción la biografía de Miguel Hernández y mostrar cómo determina su vida y obra. Me parece que este objetivo va implícito en el titulo: "Miguel Hernández. El oficio de poeta".
¿Qué encontraremos en el libro entonces?
En "El oficio de poeta" me propongo contribuir al desarrollo y aclaración de puntos insuficientemente tratados. Y no faltan: ¿Por qué se ensañó con Miguel Hernández la represión franquista hasta el punto de privarle del acceso a lo que pudo serle favorable en la misma legislación carcelaria? No sólo hubo intervenciones en su favor de la plana mayor de la intelectualidad falangista. El Duque de Alba, embajador en Londres, tuvo que atender las solicitudes en este sentido de escritores británicos de primera fila. Parecido interés por el poeta tuvo que afrontar el embajador en París: José Felix de Lequerica. En estas gestiones de auxilio al poeta, unos se llevaron la fama (Neruda, por ejemplo con su cacareada intervención ante el cardenal francés Baudrillart) y otros cardaron la lana (no sólo José María de Cossío). Al menos una evidencia se impone: el autor de "Viento del pueblo" era en vida un escritor ya célebre. Pero el campanazo del asesinato de García Lorca apagó la proyección internacional tanto de Hernández como de Machado. Fue quizá Lorca el único escritor que se libró de quedar aplastado bajo la losa de plomo que el Régimen franquista dejó caer sobre todo escritor republicano. Y cuyos efectos nocivos sobrepasaron obviamente la frontera.
¿Qué papel tuvo Josefina Manresa, esposa del poeta, en la vida de Miguel Hernández?
Como toda esposa de preso: prestándole el máximo de atención y cariño, para hacerle más llevadera su situación. Y, sobre todo, procurando no aumentar su ya de por sí angustioso estado con nuevos motivos de preocupación. Pero Josefina es una mujer pusilánime. Por lo que Miguel le escribe (Josefina ha destruido sus propias cartas) sabemos que no le ahorró a su esposo accidente alguno que la afectara a ella misma y al hijo. Ni siquiera olvidó ponerle al corriente de las peleas domésticas. Las constantes quejas de todo tipo sacaban a veces de quicio al poeta que llegó a decirle algo así como: "Oye, Josefina, que el que está en la cárcel soy yo". Es evidente que el asesinato del padre y la detención en tan siniestras condiciones del marido no le facilitaban la existencia a la atribulada esposa. Es posible incluso que le acarreara una depresión crónica. Pero Miguel encajaba difícilmente que, a diferencia de sus compañeros de prisión, él no recibiera nunca la visita de su esposa. Y así fue durante todo el cautiverio mientras no ocupó la prisión de Orihuela o Alicante.
¿Tuvo oportunidad, realmente, de escapar de la muerte Miguel Hernández?
Si la Iglesia Católica, a través de su funcionario, el canónigo Almarcha, consideró que Miguel Hernández había traicionado la confianza y ayuda que se le había dispensado, pasando de "viento de Dios" a "viento del pueblo", el tribunal del Santo Oficio no podía por menos de dictar una sentencia de muerte que, por definición, tenía que ser ejecutada por vía directa o indirecta.
¿A qué se debía el odio de Lorca y otros intelectuales hacia Miguel Hernández?
La correspondencia de Miguel Hernández no se caracteriza por un sentido elevado de la diplomacia. Su estilo abrupto manifiesta a veces más exigencia que ruego. Con Lorca cometió en su última carta una doble metedura de pata: le trató de gitano, calificativo que Lorca tanto detestaba, y se vanaglorió de haber dejado embarazadas a varias conquistas femeninas. Para colmo le echó en cara el que no le hubiera dado publicidad ninguna a "Perito en lunas". Lorca no estaba acostumbrado a servir sino a ser servido.