TRIBUNA LIBRE
El nicho número 1009
Ana Isabel Espinosa /Andalucíainformacion.es
11/11/2010 11:23
11/11/2010 11:23
Hay historias, palabras y versos, que no se los puede llevar el
viento, lo más , los recoge y los envuelve en su aliento, llevándolos de
un lugar a otro , protegiéndolos ,como vientre materno, de todo, lo que
les pueda hacer daño.
Hay hombres, mujeres y niños, que yacen muertos en una tumba, de un cementerio, pero que son parte de todos y de uno mismo, porque por más que intenten cerrarnos los ojos y sellarnos la boca, que –sólo- anhelaban cielos y besos, los ojos permanecen abiertos , y la boca, esculpiendo versos. Miguel , ha vivido -siempre-entre nosotros, agazapado y quieto, pero refluyendo, como río prolífico, sacando cabeza y pecho, perviviendo, para la libertad , que tanto gozaba , con ir sufriendo. Sangraba por los ojos y las manos, versos impíos, el soldadito del quinto regimiento, el novio enamorado, el padre quebrado, el hombre callado , el amigo, eterno. No yace quieto, en profunda tumba , acordándose de aciagos momentos, porque su luz , tan infinitamente válida y certera, las palabras , las ideas que nos legó, gracias a sus buenos haceres y unos pocos de amigos, su mujer, viuda, y unos deudos, nos llegan cercanas, amenas, reveladoras , como estrellas de Shuriken, que se nos clavan por dentro.
¿Qué tendrá este Miguel Hernández, que se niega a morir, cuando hace tanto que le mataron, a plazos lentos?, ¿Qué tendría ese pueblo , Orihuela, tan suyo, tan mío , tan nuestro, por el que murió, a créditos fijos , deseándolo tanto, queriéndolo tanto, que lo llevó a los altares de folios estudiantiles, de críticos universales y de pena de muerte , aplazada y sentida , porque lo que no se puede maniatar , ni tergiversar, debe quedar-para muchos- en el silencio y el olvido?. No está en Orihuela, no está aposentado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante, su olor impreso, ni sus trazos, ni sus andares cotidianos, ni su estela, porque todo él y toda ella, dibujan soledades de otros, enamoramientos ufanos y quereres de muchos , y universalizando sus pasos, haciéndonoslos cotidianos, hemos aprendido todos, a sentirle, muy nuestro. Para la libertad , vendemos caro nuestro sufrimiento, arrastramos un legado valioso, una senda que sabemos, difícil y suicida. Sangramos, luchamos y pervivimos, en su nombre, rompemos la tierra con los dientes, con nuestra furia y nuestra impotencia, tantas veces sentida, tantas veces, ignorada por tantos, para intentar apartarla , de parte a parte, a dentelladas secas y calientes.
Nos sabemos – hendido en la memoria colectiva-su voz y su llanto, oídos y crespones negros, en nuestro velatorio, sin muerto, porque nos arroparon sus nanas , a los miles de hijos, gestados al calor de sus versos, en páginas prohibidas , en impresiones , robadas a la intransigencia y la dictadura, pasadas de mano en mano, como la falsa moneda, y ajadas , por el deseo, de esa libertad, que nos arrebató a un amigo y nos dio a un profeta laico, sin Dios , sino vocación social y manos llenas de versos. No se le levantará una cruz, para hacerle pagar su desacato , de ir con el viento por los campos, en las voces de los perdidos, sino que se le encerrará como pájaro herido en celda ruin y oscura, sin conseguir -por más que lo intenten- que su muerte calle su canto, ni que una generación, ni dos , ni ninguna, aleccionadas y vencidas, por la dictadura, sean las que ignoren su legado. No serán las botas de los intransigentes, tan rotas y sangrientas, las que pisen lo que fue y lo que será por siempre, porque la libertad que pregonaba, la llevó por bandera, desperdigándola por campos de pastoreo, por ciudades guerreras, por folios enlutados en tinta y por bibliotecas , por senderos y vericuetos, que hermanan a los hombres y mujeres, de buena voluntad. El nicho 1009, permanece vacío, porque el poeta que lo habitó por dentro, es etéreo y cabalga el viento y se posa en las manos, en los corazones y en la espuma blanca del mar, cuando azota el frío del invierno.
Hay hombres, mujeres y niños, que yacen muertos en una tumba, de un cementerio, pero que son parte de todos y de uno mismo, porque por más que intenten cerrarnos los ojos y sellarnos la boca, que –sólo- anhelaban cielos y besos, los ojos permanecen abiertos , y la boca, esculpiendo versos. Miguel , ha vivido -siempre-entre nosotros, agazapado y quieto, pero refluyendo, como río prolífico, sacando cabeza y pecho, perviviendo, para la libertad , que tanto gozaba , con ir sufriendo. Sangraba por los ojos y las manos, versos impíos, el soldadito del quinto regimiento, el novio enamorado, el padre quebrado, el hombre callado , el amigo, eterno. No yace quieto, en profunda tumba , acordándose de aciagos momentos, porque su luz , tan infinitamente válida y certera, las palabras , las ideas que nos legó, gracias a sus buenos haceres y unos pocos de amigos, su mujer, viuda, y unos deudos, nos llegan cercanas, amenas, reveladoras , como estrellas de Shuriken, que se nos clavan por dentro.
¿Qué tendrá este Miguel Hernández, que se niega a morir, cuando hace tanto que le mataron, a plazos lentos?, ¿Qué tendría ese pueblo , Orihuela, tan suyo, tan mío , tan nuestro, por el que murió, a créditos fijos , deseándolo tanto, queriéndolo tanto, que lo llevó a los altares de folios estudiantiles, de críticos universales y de pena de muerte , aplazada y sentida , porque lo que no se puede maniatar , ni tergiversar, debe quedar-para muchos- en el silencio y el olvido?. No está en Orihuela, no está aposentado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante, su olor impreso, ni sus trazos, ni sus andares cotidianos, ni su estela, porque todo él y toda ella, dibujan soledades de otros, enamoramientos ufanos y quereres de muchos , y universalizando sus pasos, haciéndonoslos cotidianos, hemos aprendido todos, a sentirle, muy nuestro. Para la libertad , vendemos caro nuestro sufrimiento, arrastramos un legado valioso, una senda que sabemos, difícil y suicida. Sangramos, luchamos y pervivimos, en su nombre, rompemos la tierra con los dientes, con nuestra furia y nuestra impotencia, tantas veces sentida, tantas veces, ignorada por tantos, para intentar apartarla , de parte a parte, a dentelladas secas y calientes.
Nos sabemos – hendido en la memoria colectiva-su voz y su llanto, oídos y crespones negros, en nuestro velatorio, sin muerto, porque nos arroparon sus nanas , a los miles de hijos, gestados al calor de sus versos, en páginas prohibidas , en impresiones , robadas a la intransigencia y la dictadura, pasadas de mano en mano, como la falsa moneda, y ajadas , por el deseo, de esa libertad, que nos arrebató a un amigo y nos dio a un profeta laico, sin Dios , sino vocación social y manos llenas de versos. No se le levantará una cruz, para hacerle pagar su desacato , de ir con el viento por los campos, en las voces de los perdidos, sino que se le encerrará como pájaro herido en celda ruin y oscura, sin conseguir -por más que lo intenten- que su muerte calle su canto, ni que una generación, ni dos , ni ninguna, aleccionadas y vencidas, por la dictadura, sean las que ignoren su legado. No serán las botas de los intransigentes, tan rotas y sangrientas, las que pisen lo que fue y lo que será por siempre, porque la libertad que pregonaba, la llevó por bandera, desperdigándola por campos de pastoreo, por ciudades guerreras, por folios enlutados en tinta y por bibliotecas , por senderos y vericuetos, que hermanan a los hombres y mujeres, de buena voluntad. El nicho 1009, permanece vacío, porque el poeta que lo habitó por dentro, es etéreo y cabalga el viento y se posa en las manos, en los corazones y en la espuma blanca del mar, cuando azota el frío del invierno.