Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

martes, 11 de julio de 2017

Miguel Hernández y el franquismo, al final de su vida entró en silencio.

Miguel Hernández, el santo laico al que despreció la Generación del 27


El poeta Miguel Hernández con su esposa Josefina Manresa, en Jaén en el verano de 1937. EL MUNDO

Su biógrafo destripa, en el 75 aniversario de su muerte, la pugna que mantuvo con otros poetas al llegar a Madrid y con el franquismo al final de su vida
Miguel Hernández nada más morir entró en un perpetuo silencio. Muchos creyeron, incluso gente cercana, que no iba a pasar a la historia y que su obra se olvidaría poco tiempo después. Casi sin querer, se convirtió en un símbolo de poeta oculto que había muerto en una cárcel franquista. Sin embargo, nunca terminó de desaparecer por la constante pugna de la derecha y la izquierda española por convertirlo en un mártir político.

"De alguna manera", explicó José Luis Ferris, biógrafo, en el curso de verano de la Universidad Complutense dedicado al autor y dirigido por el periodista José Manuel Carcasés, "los franquistas intentaron salvar su recuerdo diciendo que, a pesar de haber militado en las filas del comunismo y luchado en la guerra, fue un hombre católico y murió católico". Mientras que desde la izquierda sólo se escogió una parte de su obra para mostrar la imagen de un "poeta beligerante en el frente". Dos recuerdos enfrentados que le convirtieron en el mito de la contienda, en el santo laico al que despreció la Generación del 27.
Él soñaba, como buen hombre de provincia, instalarse en la capital como punto de partida en su carrera. Así que, animado por Pablo Neruda, llegó a Madrid con la imagen y el recuerdo de su Orihuela natal, pero con la mochila llena de autores como Baudelaire, Garcilaso, Góngora o Rubén Darío. Sin embargo, esa sensación por integrarse en un grupo de intelectuales, de distinta edad, se desvaneció al ver que no era tan bien recibido como esperaba, tornando su ilusión en aspereza, aunque su pasión por la poesía no se viese manchada. "Si tuviéramos que calificar a la Generación del 27 sería un grupo de burgueses, hijos de papá que se van a la corte a estudiar porque les podían pagar sus estudios y su estancia", recordó en un momento en que el Congreso de los Diputados ha declarado 2017 como el Año Miguel Hernández, por el 75 aniversario de su muerte.
El poeta, no obstante, consiguió disonar en mitad de él de manera escandalosa. "No es que fuera pobre, pero sí que venía de unos orígenes muy humildes y de un mundo que no tenía nada que ver con ellos, universitarios que conocían el mundo académico". Aun así, tuvo una formación bastante completa, a pesar de no terminar el bachillerato. En medio de ese grupo de intelectuales fue un caso aparte, en el que unos lo recibieron con las manos abiertas y otros no.
Con Federico García Lorca tuvo diferentes desencuentros motivados, quizá, por una extraña rivalidad y por vivir en mundos opuestos. "El poeta granadino conoció a Miguel en Murcia y no le entró bien", sostuvo Ferris. "En un momento determinado, se puso nervioso por haberle tenido delante, porque era como su Dios, su modelo a seguir. Tuvieron alguna correspondencia por carta, en las que no fue oportuno con algunas cosas y Lorca le pasó factura toda la vida". De hecho, cuando llega a Madrid extiende la consigna "o él o yo", diciéndoselo a amigos comunes, como Vicente Aleixandre.
A pesar de ello, el autor de El rayo que no cesa o Viento del pueblo imantó un atractivo especial por su carácter y su forma de ser. "Profesionalmente, no podía hacer sombra a Lorca porque, por aquel entonces, era el dios del teatro, el dios del momento. De hecho, lo que el autor del Romancero gitano dijo, textualmente, fue que tenía alergia a ese muchacho". Una alergia tanto por su aspecto físico como por su ruralidad.
Con Luis Cernuda tampoco mantuvo una buena relación y con Rafael Alberti se tornó extraña con el paso del tiempo. "Aquí entramos en una cuestión ideológica, de lo que significó cada uno dentro de esa ideología comunista que militaron. Miguel fue una persona coherente con ella y se convirtió en el poeta del pueblo. Una etiqueta que también quiso tener Alberti y por la que surgieron una serie de desencuentros". Así, aunque ambos autores tenían una posición asentada, se dieron cuenta de que Hernández se estaba erigiendo como una figura llana que todo el pueblo quería y que todos deseaban tener. En especial, durante la guerra, en la que tuvo un papel relevante. "Supo hablarle a los soldados, a los milicianos en su idioma, porque era el mismo que entendía".
Su obra, a pesar de haberla escrito en tan poco tiempo y haber muerto joven -a los 31 años- , transita desde la poesía gongorina de sus inicios hasta la más depurada y enraizada de Cancionero y romancero de ausencias, su último libro. Y a pesar de la infravaloración inicial, el fenómeno renació gracias tanto a su leyenda como a sus momentos más humanos. "Al conocer al Miguel íntegro lo quieres más, te acercas más".
En él encontramos a una persona que lo pasa mal y a una mujer que le dice que haga lo que le piden porque quiere verlo libre. Esa lucha interna le desgasta mucho más que su propia enfermedad, que le rebrota y aparece a finales del 41 en forma de tuberculosis. Ahora hay una visión mucho más amplia: se han caído los mitos del poeta pobre, del autodidacta que no tuvo ninguna educación, del cabrero que pasó toda su vida en el monte. Sin embargo, ¿cuándo llegará, entonces, a ser considerado como un autor asentado? "Cuando su obra pese más que su vida".

Estudio grafológico

El estado anímico que el poeta Miguel Hernández tenía en cada momento de su vida podrá conocerse gracias a un trabajo grafológico que ha iniciado la Diputación de Jaén, según anunció esta semana el director del Instituto de Estudios Giennenses, Salvador Contreras. Este estudio, explicó, se encuentra en una primera fase que acaba de iniciarse, aunque las primeras investigaciones ya han detectado que Miguel Hernández "nunca padeció abatimiento ni depresión" durante su etapa carcelaria, "pero sí padeció un cansancio" progresivo que fue intensificándose a medida que pasaba el tiempo.
Cuando a finales de 2013, la Diputación Provincial de Jaén adquirió el legado hernandiano se comprometió con los herederos del poeta a garantizar su protección y conservación y a divulgar su contenido, sin restricciones de ningún tipo para toda la sociedad con el objetivo de hacer aún más universal la obra de Miguel Hernández. Por ello, desde el primer momento y, de acuerdo con los familiares, tomaron la decisión de digitalizar su herencia como mejor manera de preservarla y difundirla.
Para ello, disponen de un repertorio institucional en el que aparecen disponibles todos aquellos proyectos de investigación, documentos y bibliografía susceptibles de figurar en abierto para toda la sociedad. "El hecho de facilitar su consulta a través de internet", afirmó Contreras, "no supone la predisposición al mal uso de esta documentación, al contrario, los usuariosde este archivo digital conocen perfectamente los límites legales que conlleva su uso".
Entre esos 5.819 registros bibliográficos y las 26.684 imágenes, figuran algunos documentos inéditos, alguna correspondencia con su viuda Josefina Manresa, monografías, grabaciones sonoras. "La digitalización y el nuevo inventario", concluyó, "ha facilitado el cotejo de lo publicado hasta ahora y su revisión, que dará como primer fruto la edición de las obras completas del poeta en las que trabaja el profesor Jesucristo Riquelme".