Un libro saca del olvido a Francisco Ros, que salvó a muchos franquistas pero sufrió torturas y palizas
Ferran Bono
El Pais/Comunidad Valenciana
16 AGO 2014 - 20:59 CEST
En el transcurso de una entrevista, un empresario empezó a contar
cosas de su padre. Pocas, porque tampoco sabía mucho de su pasado
político. Sí que había sido un hombre bueno, republicano, el único en
una acomodada familia de Orihuela, y que había sufrido mucho por ello,
incluido un consejo de guerra. El periodista y escritor José Antonio
Muñoz Grau se quedó con el nombre y se puso a investigar. Cinco años
estuvo tirando del hilo con el que se teje el olvido y el oprobio hasta
sacar a la luz la conmovedora historia de Francisco Ros Alifa, un
militante de Unión Republicana que salvó la vida a centenares de
personas, amigos y enemigos, franquistas perseguidos por milicianos
descontrolados que se tomaban la justicia por su mano.
Protegía a la gente desde su cargo de director del hospital San Juan de Dios de Orihuela, que se convirtió en un refugio. Extendía partes médicos falsos, amañaba salvoconductos, mandaba ambulancias para atender presuntas urgencias y rescatar a alguien, se encaraba con el más despiadado cabecilla. Pero no dejó de ser, para algunos “un rojo peligroso”. Acabada la Guerra Civil, fue objeto de todo tipo de humillaciones, desde torturas y palizas hasta “su muerte social”. “Echaron una losa sobre su memoria que llega hasta nuestros días y que lo ha borrado de la historia de la ciudad”, explica Muñoz Grau, que ha plasmado su lustro de indagaciones en el libro Un republicano en Orihuela del Señor, que ha editado él mismo y que ha concitado un gran interés en la población natal de Miguel Hernández.
Precisamente, un investigador de la obra del célebre poeta que escribió El rayo que no cesa, Santos Escarabajal, vio, desde México y por Internet, la entrevista al empresario Salvador Ros en el programa que dirige Muñoz Grau en un televisón local de la localidad alicantina y se dirigió a él. El investigador, que ganó en 2012 el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández, junto al periodista Miguel Ángel Nepomuceno, por Las dos muertes de Miguel Hernández, le aconsejó que buscará documentación sobre Francisco Ros en el Archivo del Ejército de Madrid. “Efectivamente, allí encontramos que había sido sometido no a uno sino a dos consejos de guerra, algo que desconocían sus hijos”, comenta Muñoz Grau.
Entre los papeles se hallan numerosas declaraciones a favor de Ros ante el servicio de Investigación e Información de Falange Tradicionalista y de las J.O.N.S, o el juez militar, que fueron fundamentales para que se le absolviera en esos consejos. Como el testimonio de Eduardo Bueno firmado el 30 de abril de 1939, casi un mes después del fin de la Guerra Civil. Allí narra cómo el director del Hospital San Juan de Dios opuso tal resistencia a entregarlo a un vecino de Benejúzar, apodado El Tremendo, que quería matarlo, que finalmente éste desistió. Francisco Ros, don Paco, como le conocían en el pueblo, era una persona muy respetada en Orihuela.
“Fue un héroe, un Oskar Schindler oriolano”, sostiene Muñoz Grau, en alusión al alemán que salvó a un grupo de judíos en la Segunda Guerra Mundial y que inmortalizó Steven Spielberg en el cine. Con la ingente documentación que había recopilado y algunos testimonios orales, el escritor y periodista decidió escribir una novela basada en hechos reales, ocurridos entre 1936 y 1946, que le sirvió también para sobrellevar el tratamiento de un cáncer.
El pasado mes de mayo presentó su obra, con prólogo de Isabelo Herreros, en Orihuela con la sala atestada de gente. “Cuando acabó el acto, los hijos de Paco Ros me abrazaron. 'Voy a conocer a mi padre a través de ti', me dijo uno", concluye.
Protegía a la gente desde su cargo de director del hospital San Juan de Dios de Orihuela, que se convirtió en un refugio. Extendía partes médicos falsos, amañaba salvoconductos, mandaba ambulancias para atender presuntas urgencias y rescatar a alguien, se encaraba con el más despiadado cabecilla. Pero no dejó de ser, para algunos “un rojo peligroso”. Acabada la Guerra Civil, fue objeto de todo tipo de humillaciones, desde torturas y palizas hasta “su muerte social”. “Echaron una losa sobre su memoria que llega hasta nuestros días y que lo ha borrado de la historia de la ciudad”, explica Muñoz Grau, que ha plasmado su lustro de indagaciones en el libro Un republicano en Orihuela del Señor, que ha editado él mismo y que ha concitado un gran interés en la población natal de Miguel Hernández.
Precisamente, un investigador de la obra del célebre poeta que escribió El rayo que no cesa, Santos Escarabajal, vio, desde México y por Internet, la entrevista al empresario Salvador Ros en el programa que dirige Muñoz Grau en un televisón local de la localidad alicantina y se dirigió a él. El investigador, que ganó en 2012 el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández, junto al periodista Miguel Ángel Nepomuceno, por Las dos muertes de Miguel Hernández, le aconsejó que buscará documentación sobre Francisco Ros en el Archivo del Ejército de Madrid. “Efectivamente, allí encontramos que había sido sometido no a uno sino a dos consejos de guerra, algo que desconocían sus hijos”, comenta Muñoz Grau.
Entre los papeles se hallan numerosas declaraciones a favor de Ros ante el servicio de Investigación e Información de Falange Tradicionalista y de las J.O.N.S, o el juez militar, que fueron fundamentales para que se le absolviera en esos consejos. Como el testimonio de Eduardo Bueno firmado el 30 de abril de 1939, casi un mes después del fin de la Guerra Civil. Allí narra cómo el director del Hospital San Juan de Dios opuso tal resistencia a entregarlo a un vecino de Benejúzar, apodado El Tremendo, que quería matarlo, que finalmente éste desistió. Francisco Ros, don Paco, como le conocían en el pueblo, era una persona muy respetada en Orihuela.
“Fue un héroe, un Oskar Schindler oriolano”, sostiene Muñoz Grau, en alusión al alemán que salvó a un grupo de judíos en la Segunda Guerra Mundial y que inmortalizó Steven Spielberg en el cine. Con la ingente documentación que había recopilado y algunos testimonios orales, el escritor y periodista decidió escribir una novela basada en hechos reales, ocurridos entre 1936 y 1946, que le sirvió también para sobrellevar el tratamiento de un cáncer.
Conocer al padre
“Desde un principio creí que la novela era la mejor forma de contar la historia de Paco Ros. Es una historia coral, llena de héroes anónimos, que no he querido dejar en las cunetas sociales o políticas de una ciudad difícil; recrea los ambientes y las costumbres de la época, y, sobre todo, refleja el poder de la Iglesia en el día a día de los ciudadanos, así como su colaboración con el poder político, decidiendo en muchos casos sobre la vida o la muerte de la gente”, señala Muñoz Grau. “Perseguir, torturar, y enterrar socialmente a quien te ha salvado la vida, simplemente porque es republicano, es un ejemplo de lo que fue la vida en Orihuela en la posguerra”, añade.El pasado mes de mayo presentó su obra, con prólogo de Isabelo Herreros, en Orihuela con la sala atestada de gente. “Cuando acabó el acto, los hijos de Paco Ros me abrazaron. 'Voy a conocer a mi padre a través de ti', me dijo uno", concluye.