Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

sábado, 20 de septiembre de 2014

Delia del Carril, esposa que fue de Pablo Neruda.

Delia del Carril
la de los ojos boquiabiertos
Por Jorge Carrol
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Una invitación de Pablo Neruda, para despedir el año viejo y recibir el nuevo, en Isla Negra.

   A comienzos de los años 50, en mi primer y ya tan lejano viaje a Santiago de Chile, conocí a Delia del Carril en su santuario-atelier de Los Guindos, rodeada de bellos y extraños grabados, y del cariño de sus muchos amigos, algunos de los cuales como lo recuerda Volodia Teitelboim, tomaron partido cuando después de su divorcio con Pablo Neruda (de la que fue su segunda esposa), el cual dividió de alguna manera en dos, la vida del poeta.

   Delia, La Hormiga como cariñosamente la llamaban sus amigos de toda su centenaria vida, era hermana de la bella Adelina, viuda de Ricardo Güiraldes, el inolvidable autor de Don Segundo Sombra, y reinó durante los difíciles años 30 y 40, en el corazón y en los poemas del chileno.

Apoyada en una mesa me recibió quizá porque sabía que era portador de una carta que le enviaba Oliverio Girondo, y de un fraternal saludo de Raúl González Tuñón. No fue una conversación fácil y acaso tampoco fue lo cordial que yo esperaba. Sin embargo, las defensas cayeron cuando le comenté que formaba parte de un grupo de jóvenes poetas que editábamos Poesía Buenos Aires y le obsequié un ejemplar, creo del Nº 3, donde reproducíamos el Prólogo de Temblor de Cielo, de Vicente Huidobro.

Vicente era un sol. Grandísimo poeta y buen amigo, en las buenas y en las malas.

Y sin más, me invitó a una reunión a la que asistirían Margarita Aguirre biógrafa de Neruda- y su esposo, Rodolfo Aráoz Alfaro, con quienes precisamente en esa reunión recordamos a Oliverio y a Norah Lange, a Alfredo Varela y fundamentalmente me hablaron largo y tendido de Louis Aragon, Paul Éluard y Elsa Triolet.

Elsa es una compañera, excepcional.
recuerdo que dijo en algún momento Delia y agregó algo así:

Nos ayudó mucho en París durante los años difíciles.
(Delia del Carril Iraeta, La Hormiguita)
             Libro en e-book:  "Homiga pinta caballos. Delia del Carril" de VirginiaVidal. Biografía, donde cuenta que la casa de Isla Negra la compró ella en 1939, a un español en nombre de Neruda.

Supuse entonces que Delia del Carril tenía por lo menos unos quince años más que Neruda y que no le perdonaba a éste, su miserable engaño con Matilde Urrutia. Y esta situación flotaba como un gran cisma literario-amoroso en Santiago de Chile, conocedor de que ella durante las dos largas décadas que vivió con el poeta de Residencia en la tierra, había abandonado la pintura para sostener y lanzar al mundo al Pablo Neruda que todos creemos conocer. Cuando tuve la dicha de conocer a Delia, ya había vuelto a sus bellos e inmensos caballos descoyunturados.

Recuerdo y no sé por qué, la luz de su taller instalado en lo que alguna vez fue el comedor del matrimonio entonces inexistente. Por las amplias vidrieras entraba esa luz y también se veía el parque.

Recuerdo su delicada y encantadora conversación, y cómo estaba al tanto de todo, especialmente en política, donde sin la menor duda, fue más consecuente que Neruda.

Recuerdo sus nostálgicos y divertidos recuerdos de Huidobro:

Era un tipo de clase, che. Elegante. Culto. Un huevón encantador.

También y por qué no, la recuerdo como la última vez que la vi en el jardín de Los Guindos, navegando en su silla de ruedas, las mismas nieblas de la arteriosclerosis de mi madre, creyendo que en cualquier momento Pablo regresaría. Ella tenía quizá cien años y hacía veinte que el poeta había marchado para siempre. Por esos días se conmemoraban en Chile los ochenta años del natalicio de Pablo Neruda.

Y de igual manera que el poeta vivirá mientras dure su poesía: la fundamental, la que escribió viviendo y compartiendo las alegrías y las tristezas de la vida junto a Delia del Carril; La hormiga vivirá entre muchísimas imágenes del mejor e inolvidable Neruda, y a caballo de sus animales gigantes y desorbitados.

Delia del Carril se hizo toda ausencia olvidando inclusive su infancia en San Juan, de la que ya había olvidado ex profeso, la inscripción del escudo de armas de la aristocrática familia del Carril: Surco de mi arado. Oro cosechado.

Delia del Carril no se esfumará de mi memoriabierta, quizá porque siempre la recordaré como la definió el pastor-poeta de Orihuela, Miguel Hernández:

La de los ojos boquiabiertos.

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Homenaje a Federico García Lorca en el P.E.N. Club, en Buenos Aires. Sentados al centro: Federico, Juan Pablo Echagüe y Neruda. Detrás de Echagüe, Alfonsina Storni. Escondida al fondo, Delia del Carril.


.............Relación con Miguel Hernández.............
     En 1936 Nuruda se separa de su esposa Maria Antonieta Hanagaar (honadesa no hababla castellano, se comunicaban en inglés), tuvieron una hija Malva Marina
, a la que Lorca le dedió un poema. Delia del Carril brillaba con luz propia en el Madrid legendario de 1935. En su casa se reunían Rafael Alberti, María Teresa León, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y un poeta a quien ella recordaba después, perdida ya entre las brumas de la edad: "Ese joven cabrero que silba tan bonito". Quería a Miguel Hernández como a un hijo. Dice Neruda en “Confieso que he vivido” al hablar del poeta cabrero: “Otras veces me hablaba del canto de los ruiseñores. El Levante español, de donde provenía, estaba cargado de naranjos en flor y de ruiseñores. Como en Chile no existe ese pájaro, ese sublime cantor, el loco de Miguel quería darme la más viva expresión plástica de su poderío. Se encaramaba a un árbol de la calle y, desde las más altas ramas, silbaba o trinaba como sus amados pájaros natales”. Miguel Hernández escribió en la “Relación que dedico a mi amiga Delia”:
"Todo debe ser demasiado, los blancos más blancos, los negros más negros, las actitudes humanas más definidas" Delia del Carril

RELACION QUE DEDICO A MI AMIGA DELIA


Qué suavidad de lirio acariciado
con tu delicadeza de lavanderas de objetos de cristal,
Delia, con tu cintura hecha para el anillo
con los tallos de hinojo más opuestos,
Delia, la de la pierna edificada con las liebres perseguidas,
Delia, la de los ojos boquiabiertos
del mismo gesto y garbo de las erales cabras.


En tu ternura hallan su origen los cogollos,
tu ternura es capaz de abrazar a los cardos
y en ella veo un agua que pasa y no se altera
entre orillas ariscas de zarza y tauromaquia.
Tu cabeza de espiga se vence hacia los lados
con un desmayo de oro cansado de abundar
y se yergue relampagueando trigo por todas partes.
Tienes por lengua arropes agrupados,
por labios nivelados terciopelos,
tu voz pasa a través de un mineral racimo
y una vez cada año de una iracunda pero dulce colmena.


No encontraréis a Delia sino muy repartida
como el pan de los pobres
detrás de una ventana besable: su sonrisa,
queriendo apaciguar la cólera del fuego,
domar el alma rústica de la herradura y el pedernal.
Ahí estás respirando plumas como los nidos
y ofreciendo unos dedos de afectuosa lana.

Miguel Hernandez