0.- Dedicatoria a Pablo Neruda. (El Hombre acecha)
La dedicatoria de El hombre
acecha, escrita en prosa poética, se lo dedicó Hernández al
poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973), intelectual de grandes influencias puesto que
fue cónsul adjunto en la embajada de Chile en Madrid donde le conoció. Autor de
Residencia en la tierra que causó gran impacto en Miguel, Cerda tendencia
de la llamada “poesía sin pureza”. Aunque en 1935 ya le había dedicado su
poema "Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda” de 134 versos, se puede
relacionar con el poema nerudiano “Estatuto del vino”. Sobre esta amistad
recomiendo leer mi artículo en la Red “Pablo Neruda y Miguel Hernández: un
idilio poético”. Pablo le había publicado en la revista Caballo Verde
para la Poesía, el poema “Vecino de la muerte”, el 18 de octubre de
1935.
En la dedicatoria recuerda con añoranza los años que pasó en
Madrid cuando se reunían con Federico García Loca, con Vicente
Aleixandre, con Delia Carril, amiga intima de Pablo Neruda, en la
casa que éste tenía en el barrio de Argüelles, la “Casa de la Flores”, cerca de
la ciudad universitaria. Estaba casado con la holandesa Maruca estaban
separados de hecho. «Tú preguntas por el corazón y yo también. Mira cuántas
bocas cenicientas de rencor, hambre y muerte, pálidas de no cantar...» Añora
los viejos tiempos de tabernas en las que, parece ser, les llegaba el amanecer,
como auténtico bohemos felices de un pasado que añoraba.
En el segundo párrafo le hace partícipe
del profundo dolor que le aqueja por la enfermedad de su primogénito Manuel
Ramón. «Pablo: un rosal sombrío viene y se cierne sobre mí, sobre una cuna
familiar que se desfonda poco a poco, hasta entrever centro de ella, además de
un niño sufrimiento, el fondo de la tierra». Pues Pablo no era ajeno a este
dolor filial por la enfermedad de su hija Malva Marina Trinidad por
hidrofefalia. Miguel visitarla con su sobrina, la hija de Elvira, para jugar
con su hija que estaba enferma, hija de Pablo y Maruca, su primera mujer. Y además
Miguel intentó que Neruda y su familia pasaran unos días de descanso en
la isla de Tabarca (Alicante) para que descansara unos días, pero no
llegó a venir a la isla.
En el tercer párrafo le habla sobre la
amargura que hay en el pueblo «florido de tristeza», que con resignación espera
el futuro esplendo del vino y la poesía. Lo que evidencia el sabor de la
derrota, aunque, su obligación, es disimularla y levantar la morar que sin duda
estaba tocando fondo.
Si comparamos los prólogos de Viento del pueblo y El hombre
acecha, el primero dedicado a Vicente Aleixandre, observamos que los prólogos se inician con el nombre del
destinatario del prólogo y dos puntos, a los que se dirige a modo de carta. A
Vicente Aleixandre le quiere hacer ver la misión que tienen los poetas, y a
Pablo Neruda le recuerda sus paseos y vivencia en Madrid.
En
octubre de 1937 fue destituido como Cónsul por su compromiso con la
República y viajó a París y a Chile. En 1939 fue nombrado por la presidente
Aguirre Cónsul especial para la inmigración española en París preparando el
barco “Winnipeg”. En París se enteró del encarcelamiento de Miguel, por una
carta que le había escrito desde Madrid de fecha 26 de junio 1939 (dirigida a
la Embajada de Chile). Neruda se lo comentó
a María Teresa León, ésta se lo comentó a la poeta francesa católica Marie-Anne
Comnène, que a su vez lo puso en conocimiento del cardenal Baudrillart, y éste
una nota al embajador de España en París señor José Félix Lequerica, quien a su
le envió una carta al Ministro de Asuntos Exteriores Francisco Gómez Jordana
(carta descubierta por Eutimio Martín), y aquí quedaron todas la gestiones de
Neruda por su pupilo Miguel. La carta no llegó a Franco.
Por la fecha del fallecimiento del Premio
Nobel de Literatura el 23 de septiembre de 1973, es poco probable que Neruda
leyera la dedicatoria.
Ramón Fernández Palmeral