“El pez más viejo del río”, canción 119 del Cancionero y romancero de ausencias.
Así comienza un hermoso poema de Miguel Hernández que Antonio Buero
Vallejo quiso recordar con sentimiento un día. Al parecer, cuando
ingresó en el penal de Ocaña, alguien pudo contarle que Miguel, al
contemplar triste y abatido a un compañero de cárcel y penas, le
preguntó por el motivo de su desconsuelo. Este, mostrándole la
fotografía de su hija que llevaba en sus manos, le contestó que ante el
cercano cumpleaños de la pequeña, ni sabía, ni tenía, ni podía enviarle
nada. El oriolano le pidió prestada aquella ajada cartulina y, mientras
pensaba cómo él ansiaba poder tener alguna fotografía de su Manolillo, y
de qué modo entendía aquella pena, abandonó el lugar por un instante,
retornando al poco con estos conocidos versos que regaló a su amigo,
para que él los entregara, decía Buero, como “el obsequio que aquel padre quería mandar y no sabía cómo”. Acertó Odón Betanzos al denominar a este poema como una “nana-cuento” que aliviaba del dolor, como también acertó el Camarón de la Isla cuando lo cantó con su peculiar y desgarrada voz. En 1989 lo incluyó en su disco “Soy gitano”,
acompañado por la guitarra de Vicente Amigo, y recreando con su cante
las dos variantes que a los fandangos había aplicado, así los afirman
los entendidos, el cantaor jerezano Niño Gloria. El resultado, una feliz
maravilla.
En la nota final que sobre este poema aparece incluida en las obras completas, se nos indica que Miguel Hernández lo envió, para su hijo, en una carta dirigida a su mujer desde el Penal de Ocaña, realizando además el dibujo alusivo que aquí copiamos. Se publicó, por vez primera, en el número 9 (mayo 1946) de la revista vallisoletana Halcón, aunque con el título “A la niña Rosa María” y con algunas significativas variantes. Nosotros copiamos la versión facilitada en las Obras completas de Miguel Hernández, aunque nos hemos permitido modificar el verso 7, para dotarlo de un sentido que, consideramos le falta (así, Camarón cantaba "el agua no le divierte"). La coplilla dice así:
El pez más viejo del río
En la nota final que sobre este poema aparece incluida en las obras completas, se nos indica que Miguel Hernández lo envió, para su hijo, en una carta dirigida a su mujer desde el Penal de Ocaña, realizando además el dibujo alusivo que aquí copiamos. Se publicó, por vez primera, en el número 9 (mayo 1946) de la revista vallisoletana Halcón, aunque con el título “A la niña Rosa María” y con algunas significativas variantes. Nosotros copiamos la versión facilitada en las Obras completas de Miguel Hernández, aunque nos hemos permitido modificar el verso 7, para dotarlo de un sentido que, consideramos le falta (así, Camarón cantaba "el agua no le divierte"). La coplilla dice así:
El pez más viejo del río
de tanta sabiduría
como amontonó, vivía
brillantemente sombrío.
Y el agua le sonreía.
Tan sombrío llegó a estar
(nada del agua le divierte)
que después de meditar,
tomó el camino del mar,
es decir, el de la muerte.
Reíste tú junto al río,
niño solar. Y ese día
el pez más viejo del río
se quitó el aire sombrío.
Y el agua te sonreía.