España pierde uno de los grandes archivos históricos del siglo XX
La Fundación Castañé dona a la universidad de Harvard una parte de su legado. Su presidente lo ofreció a Cultura pero no hubo acuerdo para que se quedara en Madrid
Guardar
Madrid
Más de 2.700 documentos sobre los conflictos del siglo XX han sido donados por la Fundación José María Castañé a la Universidad de Harvard. Cartas, telegramas, informes, fotografías de Hitler, Stalin, Churchill, Franco, De Gaulle… Papeles que desvelan aspectos cruciales de la Rusia de los zares y la posterior revolución, las dos guerras mundiales, el Holocausto, la bomba atómica, el desembarco de Normandía, el plan Marshall… Uno de los legados privados más importantes de Europa que será custodiado por la Haughton Library de Boston, tras formalizarsedo su entrega el año pasado sin ninguna contraprestación económica.
Todo se podía haber quedado perfectamente en España. Pero los contactos entre la fundación y el Gobierno del PP para darle un asilo y un cuidado públicos no prosperaron. Las conversaciones a primer nivel con el ministerio de Educación, Cultura y Deporte en tiempos de José Ignacio Wert, que visitó personalmente el archivo, quedaron en nada.
La Segunda Guerra Mundial en documentos
Más de 7.000 documentos sobre todo tipo de conflictos vividos en el
pasado siglo han formado parte del archivo de la Fundación Castañé. Lo
legado a Harvard tiene que ver sobre todo con aspectos de la Segunda
Guerra Mundial en todos sus frentes. Pero aspectos de la historia
precedentes, como la Primera Guerra Mundial, la Rusia de los zares o la
revolución soviética y un gran apartado sobre el contexto español,
conforman una colección que ha levantado un creciente interés entre
investigadores de todo el mundo.
Desde las actas de reuniones conflictivas de los soviets a la correspondencia entre la familia de los zares, pasando por diarios, agendas o telegramas cruzados entre dirigentes encomiables como Churchill y sátrapas como Hitler, Stalin o Mussolini y Franco, el valor testimonial del archivo Castañé ha llevado a los responsables de Harvard a hacerse con su custodia.
Desde las actas de reuniones conflictivas de los soviets a la correspondencia entre la familia de los zares, pasando por diarios, agendas o telegramas cruzados entre dirigentes encomiables como Churchill y sátrapas como Hitler, Stalin o Mussolini y Franco, el valor testimonial del archivo Castañé ha llevado a los responsables de Harvard a hacerse con su custodia.
Para Leslie A. Morris, encargada de la Haughton Library de Harvard, “el legado tendrá un impacto significativo en el desarrollo de nuestras colecciones y en la comunidad investigadora internacional, que dispondrán de un acceso fácil a estos importantes documentos”. Harvard mostró un interés inmediato por el contenido de la Fundación Castañé: “Por su gran fortaleza en los conflictos del siglo y muy particularmente la segunda guerra mundial”, añade Morris, encargada de firmar el acuerdo en Madrid.
Una catarsis global
En sus 20 años de funcionamiento, la Fundación ha recopilado todo tipo de materiales referentes a ese periodo de catarsis global. Inició su andadura con la donación personal que depositó su fundador, José María Castañé, empresario aficionado a la historia contemporánea, que a lo largo de su vida ha reunido una impagable colección con manuscritos de Franco, Hitler, Stalin, Mussolini, Churchill o De Gaulle, y con documentos que arrojan luz sobre el funcionamiento de los campos de concentración, diversas matanzas orquestadas por regímenes totalitarios, operaciones como el desembarco de Normandía o el proceso de Núremberg.
Aparte de la donación, Harvard y la Fundación Castañé han alcanzado un acuerdo de colaboración. La sede madrileña retiene una importante cantidad de su fondo. “Pero entre ambas instituciones nos aliaremos para promover el uso de estos materiales a un público global”.
Las conversaciones encaminadas a suscitar el interés por parte del Gobierno español tuvieron lugar en la etapa de José Ignacio Wert como ministro de Educación, Cultura y Deporte. Fue él quien, según fuentes del Ministerio, quiso buscar un lugar adecuado para los documentos. Tras algunos informes de la abogacía del Estado que encontraron trabas administrativas, los contactos se enfriaron. A eso se sumó la propuesta de Castañé de que el conjunto documental fuera a parar al archivo del Museo Nacional Reina Sofía. Al parecer, el Gobierno prefería que formara parte del depósito que existe en Salamanca, muy volcado en la historia del pasado siglo. A partir de entonces, la negociación decayó, aunque desde el Ministerio de Cultura aseguran que en ningún momento hubo ruptura por su parte.