Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

jueves, 17 de agosto de 2017

Antonio Machado y Cataluña. "El desprecio por la cultura nacional"

Machado y Cataluña

El poeta, lejos de ser anticatalanista, apreciaba su cultura. “Madrid es una capital y Barcelona es una ciudad de veras”, dijo






Última foto de Antonio Machado, tomada en su exilio francés de Colliure.
Última foto de Antonio Machado, tomada en su exilio francés de Colliure.

Me entero por EL PAÍS de que en Sabadell ejerce actualmente un "historiador local" independista y perdonavidas, Josep Abad, a quien el Ayuntamiento de dicha ciudad pidió hace poco un informe. Un informe que propone la exclusión del callejero sabadellense de los nombres de determinadas personas sospechosas de haber albergado sentimientos hostiles hacia Cataluña. Entre ellos, aunque parezca mentira, Antonio Machado, y, ¡cielos!, Goya, Quevedo, Larra, Góngora y Lope de Vega, acusados, estos, de poseer un perfil "franquista" (qué torpeza la mía, siempre creí que nos dejaron bastante antes de 1936 y la sublevación de los generales traidores).

Abad ha descubierto que en Machado, "bajo la aureola republicana y progresista con que se ha revestido [SIC]su figura, hay una trayectoria españolista y anticatalanista" y que él y el ya mencionado Quevedo son "hostiles a la lengua, cultura y nación catalanas." Uno se queda boquiabierto... y dolorido. Ante el ruido mediático provocado, el alcalde de Sabadell, Maties Serracant, de la CUP, ha negado que se vaya a retirar el nombre de Machado de la plaza que hoy lo ostenta. ¡Si solo se trata de propuestas, de un informe externo no vinculante! "Machado queda -ha dicho a este diario-. Lo que es necesario eliminar del nomenclátor son los nombres de fascistas."
Machado queda... pero también quedan las palabras del historiador local encargado del informe, persona, hay que suponerlo, muy grata a quienes dirigen el cabildo de la localidad.
Incumbe insistir en que Antonio Machado, lejos de ser enemigo de Cataluña, apreciaba grandemente su cultura. En 1928, poco después de la publicación de la segunda edición de sus Poesías completas, estuvo en Barcelona con su hermano Manuel para el estreno de su obra conjunta Las adelfas (protagonizada por Lola Membrives). Era la primera visita de Antonio a la capital catalana. Entrevistado por Jose Maria Planas en La noche, se expresó encantado. "Es una ciudad magnífica -contestó-, la primera de España, sin ningún género de dudas." Y añadió: "He notado también una cosa curiosa: que Barcelona se parece mucho más a Paris o a Sevilla que no a Madrid". "Puede decirse que Madrid -concluyó- es una capital, mientras Barcelona es una ciudad de veras." Planas quería saber qué conocimiento tenía de los poetas catalanes. No negó su ignorancia de los actuales pero le aseguró que leía con fruición a Jacint Verdaguer, Joan Maragall, Joan Alcover, Josep Carner y Josep Maria López Picó. Cosa curiosa, al reproducir Abc parte de estas declaraciones, prescindió de los elogios de Barcelona prodigados por el poeta, quizás considerando que constituían una falta de respeto hacia La Villa y Corte.
Ocho años después, no muy lejos ya el final de la Guerra Civil, Machado es instalado por las autoridades republicanas con su madre y otros miembros de la familia en la Torre Castañer, casi en las afueras de Barcelona al pie del Tibidabo (paseo de Sant Gervasi, hoy números 9-11). Allí pasarán ocho meses antes de salir hacia la raya francesa. El poeta recibe algunas visitas, pocas. Se siente viejo, enfermo, está muy desmejorado. En la torre prepara sus artículos para La Vanguardia -escritos enérgicos en los cuales arremete contra la abyección del Pacto de No Intervención y el cobarde y fatal intento de "apaciguamiento" de Hitler por Gran Bretaña y Francia-, colabora con la revista Hora de España (que, como él, se ha trasladado a la Ciudad Condal desde Valencia) y relee, entre otros, a Rubén Darío, Shakespeare, Maragall y Verdaguer sin olvidar, esta vez, a los poetas catalanes nuevos. Hay también un recuerdo para el "gigantesco" mallorquín Ramon Llull y otro para Ausias March. ¿No conoce en profundidad el catalán? No, pero ello no empaña el disfrute que le proporcionan estas lecturas. Ha heredado el don de idiomas de su gente -sobre todo del abuelo gaditano- y además es catedrático de francés. "Como a través de un cristal, coloreado y no del todo transparente para mí -escribe-, la lengua catalana, donde yo creo sentir la montaña, la campiña y el mar, me deja ver algo de estas mentes iluminadas, de estos corazones ardientes de nuestra Iberia." Hermoso tributo, me parece, al idioma que odian a muerte los franquistas.
El seis de enero de 1939 Machado publica en La Vanguardia el que va a ser su último artículo. Es la misma indignación de siempre, el desdén que le produce "la política filofascista de Inglaterra y Francia."
Todo se va acabando. La caravana sale hacia Masnou en las primeras horas del 23 de enero. Desde allí sigue hasta alcanzar Malgrat de Mar y luego torcer hacia el interior. Tras muchas demoras llegan a Girona al amanecer. Está atestada de gente, de vehículos de todo tipo. Es la desbandada. Acompaña al poeta, entre otros, el filósofo figuerense Joaquim Xirau. Duermen, y luego se quedan cuatro días, en Can Santamaria, una masía de Raset. Allí se juntan con ellos, entre otros, el escritor Carles Riba, que admira profundamente a Machado, Josep Pous i Pagés -presidente del Institut Català de Literatura- y el doctor Joaquim Trias i Pujol. Según Xirau, la contemplación del campo catalán era "el mayor placer" del poeta en aquellos momentos, "lo acariciaba con la mirada". Una fotografía milagrosamente conservada recoge una de aquellas postreras conversaciones.
El 26 reciben, desconsolados, la noticia de la caída de Barcelona. La caravana se vuelve a poner en marcha. Pasan la última noche en otra masía, Mas Faixat, ubicada un poco más adelante. Allí, según el médico Enrique Rioja, catalanes y castellanos "comulgaban en el mismo y común dolor."
Unos días después, tras el horror en la frontera, es el exilio en Collioure. Y, el 22 de febrero, la muerte del poeta. Nadie ha cantado aquella penosa y última odisea como el barcelonés Joan Manuel Serrat.

........................

Antonio Machado

Un imbécil no puede ostentar ningún cargo público, ni siquiera el de historiador de guardia de un ayuntamiento

A día de hoy, Antonio Machado sigue recibiendo cartas en su tumba en Collioure.
A día de hoy, Antonio Machado sigue recibiendo cartas en su tumba en Collioure. AFP/Getty Images
El artículo 155 de la Constitución Española es Machado. Cuando alguien se atreve a decir que Machado, el exilado de todas las patrias que yace en Collioure, donde falleció, arropado por la bandera francesa, era españolista (y anticatalán de paso) es cuando el Gobierno español debe intervenir e inhabilitar al que lo ha afirmado no porque sea independentista sino por imbécil. Porque un imbécil no puede ostentar ningún cargo público, ni siquiera el de historiador de guardia de un Ayuntamiento.

Se empieza asesinando a ancianos y se termina por no ir a los oficios religiosos, proclamó el inglés Thomas de Quincey refiriéndose a la estupidez humana, y uno piensa en cuánta razón tenía viendo las consecuencias de una política de demonización de lo opuesto que ya había comprobado hace unos años cuando en San Sebastián se propuso quitarle a Cervantes la plaza que tiene en la ciudad por lo mismo por lo que ahora se sugiere que se le quite su calle a Machado en Sabadell: por españolista. Y aún es peor lo de Goya o de Quevedo, a los que, además de españoles, se les tacha de “franquistas”. Puestos a descalificar, se les podría acusar de participar en el fusilamiento del presidente Companys, puesto que al parecer vale todo ya.

En el verano de 2015 recorrí parte de Cataluña siguiendo los pasos en la ficción de Don Quijote camino de Barcelona, inspirados en los del propio Cervantes, que en varias ocasiones visitó la Ciudad Condal en sus viajes al Mediterráneo. Aparte de un total desconocimiento de ello por parte de los catalanes con los que hablé, percibí en muchos de ellos cierta reticencia hacia el escritor y su personaje, tenidos por españoles, no sé si también por españolistas (supongo que como yo). Una persona llegó a decirme: “Aquí somos más de Tirant lo Blanc”, mostrándome así su distanciamiento de un escritor que curiosamente fue el principal difusor de un libro cuyo protagonista, por cierto, nunca pisó Cataluña. Que Cervantes dedicara a Barcelona los mayores elogios a una ciudad que se le conocen (“Flor de las bellas ciudades del mundo, albergue de los extranjeros, patria de los valientes…”) no le salva de ser español y anticatalanista y quién sabe si franquista también.

 Lo del pobre Machado, no obstante, supera todas las expectativas. Que alguien sugiera solo quitarle la calle que tiene en Sabadell solo se justificaría si, a cambio, se sustituye por otra a Thomas de Quincey con sus palabras llenas de sabiduría: “Una vez que uno comienza a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron importancia en su momento”.

.....................
....................
Por este camino de estupideces de los CUP, va a resultar que Cervantes también era franquista y catalanofobo, por hacer El Quijote un viaje a Cataluña.