Miguel Hernández, “hambre y cebolla, hielo negro y escarcha, grande y redonda; en la cuna del hambre mi niño estaba”
No puede ser más lóbrego y tenebroso el gobierno municipal de Orihuela, la ciudad donde naciera, el 30 de octubre de 1910, pronto hará cien años, Miguel Hernández. Murió a los 31 años, enfermo de bronquitis, tifus y tuberculosis, el 28 de marzo de 1942, en la cárcel o Reformatorio de Adultos de Alicante, condenado por el general Franco a treinta años de prisión y tras haberle sido conmutada la pena de muerte. Cuando intentaba pasar a Portugal, la policía del dictador Oliveira Salazar lo detuvo y lo entregó a la Guardia Civil.
Dejó escrito sobre él Pablo Neruda: “¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”. Era Hernández un autodidacta, un poeta joven, conocido y prestigioso, discípulo entusiasta de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Garcilaso y Góngora. Amaba y admiraba a los clásicos del Siglo de Oro.
Joan Manuel Serrat
Y soñaba con un futuro de paz, de libertad y de igualdad social en el marco de la II República. El golpe militar y la guerra le hicieron afiliarse al PCE. Ése fue su delito. Plantar cara al fascismo en versión española le costó la vida. Muchos años más tarde, Joan Manuel Serrat lo rescató del silencio y lo potenció al máximo, como hiciera con don Antonio Machado, otro escritor y poeta de pensamiento progresista, cuyos restos reposan en el cementerio del pueblecito francés Colliure, a poco más de 70 kilómetros de España. Todos nos hemos emocionado oyendo al noi del Poble Nou cantar Para la libertad o la entrañable Nanas de la cebolla.
Miserables descerebrados
¿Pero quiénes son estos miserables descerebrados, regidores de Orihuela, que han manchado “la memoria de Miguel Hernández homenajeándolo con un poemario que insulta a la izquierda”, según hemos titulado la información en El Plural? ¿Cómo es posible que la alcaldesa de la localidad, Mónica Llorente, no haya sido todavía recriminada ni rectificada públicamente por el presidente del PP valenciano, Francisco Camps?
“Que tú bordaste en rojo ayer”
¿Qué vestido –en este caso de falangista con “la camisa vieja que tú bordaste en rojo ayer”- tiene ahora distraído al presidente de la Generalitat valenciana, que no ha abierto la boca para decir que un partido como el PP, que se autoproclama democrático, no debe consentir episodios tan rastreros como los montados en torno a un falso poeta, un facha en toda regla, un tal Miguel Barcala, que ha escrito verdaderas atrocidades y dice el muy bruto que en honor a Hernández?
“Líos, problemas y divisiones”
Por su parte, el mutismo de Mariano Rajoy no resulta sorprendente. Probablemente a estas horas ni siquiera se ha enterado del suceso. Y si lo conoce ya, se habrá encogido de hombros, habrá dicho algún que otro chascarrillo y se habrá tranquilamente fumado un puro. A él la memoria histórica le parece, como ha reiterado desde que fue aprobada, que sólo conduce a generar “líos, problemas y divisiones.” “Abrir heridas del pasado no conduce a nada”, añade el líder de la derecha que, a menudo, se pregunta con impertinente y despectiva ironía: “¿A quién le importa eso de la memoria histórica?”
Impúdico Barcala
El PP –que es heredero y, al mismo tiempo, rehén del franquismo sociológico- considera a lo sumo chistoso el episodio de Orihuela. No hay para tanto. ¿A quién le importa en el siglo XXI cómo y por qué falleció Hernández, un poeta comunista? Acerca de Santiago Carrillo, Barcala, impúdico poeta, dice: “Quisiera borrar su nombre/creando el odio a la patria,/ desgarrando la bandera,/ destruyendo monumentos,/ en honor de ese felón de Carrillo,/ que a más de asesino es pillo”.
No es una anécdota
Borrar los nombres que ya se cuidó de borrar la dictadura durante cuarenta años es exactamente lo que pretende, con otras formas y maneras, el Partido Popular. Lo de Orihuela no es una anécdota. Es la confirmación, una vez más, de lo que en realidad significa la derecha española. No quiere “darle luz” a “golpes de recuerdo” a un poeta comprometido con la libertad y la igualdad. Prefiere la oscuridad de la caverna. No conseguirán, sin embargo, que muchos, miles, millones de ciudadanos, evoquemos a Miguel Hernández: “La cebolla es escarcha/cerrada y pobre./Escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla/, hielo negro y escarcha/grande y redonda/. En la cuna del hambre/ mi niño estaba”.
Enric Sopena es director de El Plural