TU CUERPO ENCARCELADO
A
Miguel Hernández en 75º aniversario de su muerte
Tu cuerpo anillado como el
de un cimbel –palomo- cual señuelo a una vara, canta la canción del soldado
miliciano:
en las trincheras
que ocultan los racimos de la enfadadas balas calientes,
o caso
eres un joven que la atrajo con su urgente mirada tu perito en
lunas.
Eres clamor de un lamento
en la ausencia de un grito
que es como un derecho entre las puertas apretadas
de cerrojos de oro, la uñas apretadas entre las manos que no pueden escribir cartas a
Josefina, tu musa en el paraíso de la miseria contenidas de Cox.
Estás en el frío de la otra orilla
de la Nada, con una
sentencia a muerte injusta como injusto es el grito de los mulos cuando
los capan: sangre
convertida en la sombra salían de un destino: poeta de la vida.
Y como un fuego radioactivo del cosmos:
la luz del día atormentado
entra por el tragaluz como si fuera la matriz brillante de una ceniza caliente:
furia. Pides agua cuando la sed se ha convertido ya en la estéril majestad de
una derrota extensa.
Y tú Miguel, una vez más convertido
en inagotable rayo que
construye una alegría de la pena blanco
-insoportable
llanto–
convierte las duras piedras de los patios encarcelado, en una senda
donde habita la esperanza de nuestra liberación.
Y el cielo se va cegando, cegando, cegando,
“lunipoeta” de Orihuela, bajo el palmeral
y los conejos blancos empieza a volar
entre los mirtos amarillo del desenlace.
Desde la enfermería
desde la herida
Barbero
sangrador
muerto.
Ramón Palmeral
28 de marzo de 2017