Descripción
La última etapa de la vida de Miguel Hernandez fue un cúmulo de despropósitos que convirtió su existencia en un auténtico calvario. Al desánimo personal (su primer hijo, Manuel Ramón, había muerto en otoño de 1938) se unía el desánimo colectivo (la guerra estaba prácticamente perdida, y el miedo a la muerte y a la represión era más que patente). Es una época de amargura, tan sólo aliviada por la noticia del nacimiento de su segundo hijo Manuel Miguel. Su via crucis personal comienza cuando, finalizada la guerra, intenta escapar a pie por la frontera portuguesa.Como Miguel Hernández no encuentra refugio seguro ni trabajo en Sevilla, se marcha a Cádiz y Jerez, buscando a Pedro Pérez Clotet (natural de Villaluenga del Rosario y director de la revista Isla, se conocieron en el 33 con motivo de la publicación de Perito en lunas) pero no lo encontró, por lo que decidió seguir su camino hacia Huelva para buscar al abogado Diego Romero Pérez en Valverde del Camino (Huelva) según su libro M.H. en mi recuerdo (Camas, 1992), quien era el contacto pensado por Miguel para pasar a Portugal. Un camión le lleva de Huelva a Aroche, allí cruza el río Rivera de Chanza, llega a Santo Aleixo, vende un traje y el reloj que le regaló Vicente Aleixandre para su boda, le dan unos escudos, este mismo comprador lo debió denunciar a la policía. Se interna hacia Moura y aquí es donde comienza la historia común del Rosal de la Frontera y Miguel Hernández, cuando el 4 de mayo de 1939 tras ser detenido en esta localidad portuguesa por la policía salazarista, fue trasladado al calabozo del puesto fronterizo de Rosal de la Frontera (Huelva).
Antonio Márquez Bueno, agente de segunda clase del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, y a la sazón jefe del puesto de Rosal de la Frontera (Huelva), supo desde un principio que iba a prestar un valioso servicio a la patria y ordenó a Rafael Córdoba, agente auxiliar interino, que se pusiera a la máquina de escribir. Tenía ante sí a un joven asustado que acababa de entregarle la policía portuguesa por haber cruzado la frontera de manera clandestina. Llevaba poco consigo: un billete de veinte escudos, una moneda de cinco centavos y cuatro más de diez; el libro “La destrucción o el amor” con una carta de su autor, Vicente Aleixandre, y un auto sacramental titulado “Quién te ha visto y quién te ve, y sombra de lo que eras” del que él mismo era autor.
Rafael Córdoba comenzó a teclear: “En la villa de Rosal de la Frontera, siendo las doce horas del día 4 de mayo de 1939, Año de la Victoria, comparece el que dice ser y llamarse Miguel Hernández Gilabert, de 28 años de edad, casado en la que fue zona roja, de profesión escritor, e hijo de Miguel y de Concepción, natural de Orihuela (Alicante) y con domicilio en Cox (Alicante)”.
Llevaba Miguel en su poder 20 escudos y unos centavos, dos salvoconductos, el libro de poesía de Aleixandre La destrucción o el amor y una carta del propio Vicente, más un ejemplar de el Auto Sacramental “Quien te ha visto y quien te ve, y sombra de lo que eras”. El día 6 de mayo escribe a Josefina notificándole su detención, quitando hierro al asunto ya que fue maltratado por sus guardianes.
El 9 de mayo está en la prisión Provincial de Huelva y le conducen a Madrid, según el documento del Gobernador Civil de Huelva.
En Rosal de la Frontera estuvo cinco días, le pegan y le torturan hasta orinar sangre. Según Enrique Cerdán Tato, hubo un testigo Francisco Guapo que comparte celda con Miguel, preso por contrabando, y gracias a la mujer de éste, Miguel recibió comida y le lavó la ropa, Miguel le dedicó un poema "Hombre encarcelado" en un papel de estraza con un dibujo del barco que pensaba coger en Lisboa, actualmente éste se encuentra inédito y en paradero desconocido.De allí es trasladado a la Prisión de Huelva, de Huelva a la prisión de Sevilla como transeúnte, unos días, y de Sevilla a la cárcel de Torrijos, a la que llegó el 18 de mayo de 1939.
Por una serie de descoordinación gubernamental y judicial lo ponen en libertad de 15 de septiembre 1939, no se ha demostrado documentalmente lo que María Teresa León y Pablo Neruda contaron sobre la mediación del cardenal Baudrellat con Franco. Puesto que de haber sido cierto, la segunda detención, una semana después no se hubiera llevado a efecto.
En aquellos años, acabada la guerra, la Fuerzas del Orden actuaban como verdaderos Fiscales, y con suma dureza interrogaban a los detenidos, amparados por la leyes franquistas, y estaba bien visto ante los jueces que el detenido fuera interrogado a conciencia y sin presencia de abogados, ya que la presencia del abogado en la primeras diligencias, aparece ya en España a partir de la Constitución de 1978. Sin abogados presentes, las declaración de los detenidos eran “durísimas” y los jueces las iban a tomar como verdaderos testimonios sin lugar a dudas.
La prisión en la que estuvo el poeta es ahora la Casa de la Cultura "Miguel Hernández", donde está recreada la celda y también se ha instalado un centro de interpretación de su vida y obra.
El 12 de junio de 2010, la nuera del poeta, Lucía Izquierdo y la Presidenta del Parlamento Andaluz, Fuensanta Coves y el alcalde de Rosal de la Frontera, Ramón Márquez, descubrieron un monolito en granito gris custodiado por dos olivos. Y en segundo lugar una escultura con el busto del poeta realizado y donado al pueblo de Rosal por el joven escultor aracenense Alberto Germán Franco, con la presencia de dos alas rotas como símbolo de la libertad.
Tomado de Huelvapedia