Miguel
Hernández Gilabert fue condenado a la pena de muerte el 18 de enero
de 1940, por el Consejo de Guerra Permanente nº 5 de Madrid, por el delito de "adhesión a la rebelión militar", lo que llama Miguel Gutiérrez Carbonell «rebelión invertida
(...) la calificación de estos casos como delito de rebelión militar es
aberrante; además se aplicó retroactivamente». Entre lo hechos probados se le
acusó de excitación contra las personas de orden y contra el Movimiento
Nacional, haciéndose pasar por el «Poeta de la revolución». La Ley que se le
aplicó a Miguel estaba recogida en el artículo 237 y 238-2, del Código de
Justicia Militar de 1898, y en un Decreto modificación del 2 mayo de 1931, de
la propia II República. Es decir, le aplicaron una ley anterior a
la guerra civil. Increíble pero cierto.
Sentencia de muerte a Miguel Hernández. Firmada por el comandante Pablo Alfaro Alfaro, y los capitanes vocales Francisco Pérez Muñoz, Ignacio Diaz Aguilar, Miguel Caballero y Celiz y Vidal Morales |
Su muerte
ocurrió el sábado Santo 28 de marzo de 1942, a la 5.30 de la mañana, en la
enfermería a causa de un cuadro de tuberculosis aguda y tifus –fimia
pulmonar- (murió con los ojos abierto). Los versos «Adiós hermanos,
camaradas, amigos / despedidme del sol y de los trigos», atribuidos a
Miguel son apócrifos, según Ramón Pérez Álvarez (suplemento Artes y Letras
del diario Información, de 4 de junio1992). Ramón
Pérez estaba en la cárcel con Miguel, es un testigo excepcional, a la muerte de
éste recogió dos bolsas y se las entregó al oficial Antonio Illán los
objetos personales. El informe médico de su fallecimiento se extendió el 31 de
marzo.
Los restos
mortales del universal poeta descansan actualmente en el cementerio de Nuestra
Señora de los Remedios de Alicante. Primero en el nicho número 1009, cuyo
epitafio decía sólo: POETA. En 1952 cuando se cumplía el plazo para
comprar el nicho, de lo contrario los restos mortales hubieran ido a la fosa
común, una suscripción entre amigos reunió las 2.042 pesetas que costaba
comprarlo en propiedad, entre los amigos promotores se encontraba el
poeta Gabriel Celaya, María de Gracia Ifach, Vicente Ramos y Manuel Molina,
suscripción que enfadó a Josefina. Actualmente sepultura en tierra con lápida
de mármol blanco, donde también están enterrados: su hijo Manuel Miguel
fallecido en 1984 y Josefina Manresa en 1987.
Por Ramón Fernández Palmeral
Por Ramón Fernández Palmeral
(Certificado de defunción de Miguel Hernández, sumario 4.487) |