Miguel Hernández murió solo
(2 fotografías del Reformatorio de Adultos de Alicante) |
El investigador Santos Escarabajal halla documentos que desmontan el testimonio de Joaquín Ramón Rocamora, que aseguraba que cuidó y estuvo junto al poeta cuando falleció en Alicante
cristina martínez 05.05.2012 | 03:38
Arriba, documento en el
que aparece a la izquierda el 30 de abril de 42 como fecha de ingreso en
la prisión de Alicante y el 26 de mayo de 47 como fecha de indulto.
Abajo, telegrama que autoriza el traslado de Rocamora a Alicante desde
Elche, "debiendo reingresar" cuando pase el posoperatorio.
Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo por Santos Escarabajal, ganador del Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández este año, han dado luz a nuevos documentos que recogen que el 28 de marzo de 1942 Joaquín Ramón Rocamora no se encontraba en el Reformatorio de Adultos y Prisión Provincial de Alicante. Así consta en un expediente localizado en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, en el que aparece que Rocamora ingresa de nuevo en la prisión alicantina el 30 de abril de 1942, "es decir un mes después de fallecer el poeta", apunta el investigador.
Escarabajal ha seguido los pasos de este recluso, desde su detención en Dolores en 5 de julio de 1939 hasta su indulto el 26 de mayo de 1947, tal como aparece en ese mismo expediente. "Cuando lo detuvieron fue puesto a disposición del Juez Militar de Dolores, ese mismo día es trasladado a la prisión del Seminario de San Miguel de Orihuela donde pasara 25 meses preso, hasta el día 25 de junio de 1941 que es conducido hasta la Prisión Habilitada Fabrica número 2 de Elche".
El camino que lleva hasta Alicante a Rocamora pasa por un percance que tuvo con otro preso en agosto de 1941 por el que quedó herido de un ojo. Según aparece en el certificado médico del 9 de agosto de ese año, "padece un absceso de párpado superior izquierdo en complicación con periostio del hueso frontal, por lo que se recomienda urgente su traslado al Hospital de Alicante". Sin embargo, el día 14, se recibe un telegrama en la Prisión de Elche, en el que se rectifica y se autoriza su traslado a la enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante, "debiendo reingresar esa prisión tan pronto haya pasado periodo agudo post operatorio", tal como aparece en ese documento.
Así, el 25 de agosto, según los papeles, ingresa en la prisión de Alicante, donde Escarabajal considera que pudo estar 35 días hasta su recuperación. "No existe documento alguno que diga que después del posoperatorio lo trasladaran a Elche. Yo creo que sí, a finales de septiembre o principios de octubre, en base a que el día 15 de octubre del mismo año hace una declaración indagatoria ante el Juez Militar del Juzgado de Dolores. El regreso de Alicante a Elche no queda registrado en vicisitudes porque existe ya un documento oficial de Instituciones Penitenciarias donde dice que cuando cure su herida lo regresen a Elche. En Elche se encontraban los presos preventivos y Rocamora era preventivo".
Lo prueba además el hecho del expediente en el que aparece su ingreso de nuevo en Alicante el 30 de abril de 1942, tras haber fallecido ya el poeta. "Ramón Rocamora era una persona muy reconocible en la enfermería porque tenía un parche de pirata en su ojo izquierdo. Si Rocamora se encontraba en la enfermería como dice, cuidando al poeta, ¿por qué no fue reconocido por Vicente Hernández, hermano del poeta, en su visita a la enfermería que hizo el día 3 de febrero de 1942? Tampoco fue reconocido en la visita que hizo Elvira Hernández".
Sin embargo, Josefina Manresa dice que las veces que estuvo en la enfermería, el 25 y el 27 de marzo de 1942, vio a un hombre con una venda en un ojo. "Fue después de conocer a Rocamora en la visita que hace a su casa acompañada de Guerrero Zamora en 1949 -cuando le entrevista para escribir la biografía del poeta-, cuando hace declaraciones sobre Rocamora, anteriormente nunca dijo nada de él". Escarabajal apunta que "tampoco Rocamora nunca dijo que conociera a Josefina de verla en la enfermería de la prisión cuando visitaba a su marido gravemente enfermo. A Josefina le contaron cuentos de hadas y la pobre mujer se lo creyó todo".
Precisamente, Guerrero Zamora pregunta en una carta fechada en 1990 a Ramón Pérez Álvarez, coetáneo y amigo del poeta, sobre Rocamora y su relación con Miguel. Este le contesta: "Tengo sobre la muerte mi propio criterio y creo que hizo mucha literatura entre los que, según ellos, le acompañaron en su muerte. Miguel, creo yo, murió solo. Antes le harían aire, le consolarían, le limpiarían, pero esa madrugada, y en ese terrible momento, estaba solo".