García Montero: «Hernández fue pastor porque su padre desdeñaba la cultura»
A la poesía de Hernández, Luis García Montero sumo la parte teórica con un retrato que dejó al descubierto la personalidad del poeta de Orihuela, «el pastor católico que se convierte en proletario comunista». Para Montero, Miguel Hernández sigue ocupando un lugar significativo en la poesía y la sociedad españolas, lo que se debe a su juicio, a la calidad poética pero también a lo que él representa: una parte compleja de la historia de España.
Aunque se suele hacer un retrato simplificador y presentarlo como militante pobre y pastor, su figura no es simple. «Fue pastor porque su padre representaba esa España cavernícola que despreciaba la cultura. Se educó en una ciudad clerical y reaccionaria donde la Iglesia tenía mucha fuerza, donde la cultura y la educación eran tan peligrosas que trastornaban la personalidad». Luis García Montero afirma que ese germen va a estar muy presente en sus primeros poemas, en los que ve un poso de cultura rural, como sucede en «Perito en lunas», donde combina ese apego a los orígenes con el deseo de conocer lo que está pasando, con el deseo de evolucionar para llegar a la modernidad.
Su conocimiento de los clásicos está en «El rayo que no cesa», un libro con toda la sensualidad levantina pero no exento de contradicciones. No le gustan las mujeres de la capital, a las que ve demasiado liberadas, por eso la de su libro es una campesina que «se muere de casta y de sencilla». «Es el libro de alguien muy excitado sexualmente, enamorado de una mujer no dispuesta a hacer concesiones».
En 1937 se publicó «Viento del pueblo», se casó y se sintió padre. Fue el año más feliz de su vida; pero el mejor Hernández es el de «Cancionero y romancero de ausencias», escrito en la cárcel. Es un ejercicio de conciencia, y nace su poesía más intensa, renunciando a las consignas políticas y a la retórica.
Francisco Brines habló del enfrentamiento con Lorca, aunque reconoció que se tenían que admirar, porque si Hernández escribió teatro fue por el ejemplo de Lorca. Brines y García Martín cerraron el acto leyendo algunos poemas.
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