Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

martes, 25 de mayo de 2010

Ricardo Fuente, pintor preso que conoció a Miguel

(Miguel Hernández por Ricardo Fuente)

Recordaba Ricardo Fuente en la mencionada entrevista aparecida en La Verdad en 1976 que no compartió celda con el poeta oriolano, 'pero nos pasábamos el día juntos en el patio, dando paseos de un lado para otro. Recuerdo que gran parte del día se lo pasaba regañándome porque decía que, aunque estaba todo el día dibujando, no aprovechaba los tipos pintorescos que había en la cárcel. Y era verdad. Yo dibujaba y rompía'. No obstante, aclaraba que Miguel Hernández no estaba enfermo cuando se encontraron en el Reformatorio: 'ni mucho menos. Era un hombre saludable que se pasaba el día andando y tomando el sol. Debió caer enfermo después de salir yo', pero no podía decir cuando, porque 'no he tenido en mi vida noción de las fechas'.

Añadía que en la cárcel Miguel Hernández no escribió 'ni una sola línea: guardaba los versos en la cabeza. Yo le decía que se le iban a olvidar y él decía que eso era imposible (...) Luego, cuando murió, me sorprendió mucho saber que había unos versos suyos escritos en la cárcel; yo, desde luego, lo desconocía'. Ricardo Fuente suponía que no escribía 'por temor, por temor a que le rompieran los versos'.

Recordaba muchas anécdotas de Miguel: 'cuando fui soldado hubo que hacer un himno al batallón; yo, como tenía gran amistad con poetas, se lo encargué a Garfias y éste lo escribió ... ¡Cuando se enteró Miguel ...! Rápidamente se puso él a escribir uno, y lo escribió, pero no llegó a tiempo (...) Creo que eso es algo que no me perdonó nunca. Decía que sonaba a 'chin, chin' el que había hecho Garfias'.
Ricardo Fuente, al igual que otros artistas presos en Alicante, fueron testigos excepcionales del fallecimiento de Miguel Hernández. Algunos de estos artistas le ayudaron durante su estancia en la enfermería de la prisión, así como en sus últimos momentos de vida, captando incluso en sus bocetos la imagen del poeta recién muerto. Así evoca el pintor alcoyano Miguel Abad Miró, amigo de Miguel y del propio Ricardo Fuente, aquellos pavorosos momentos: 'salimos y, a la hora establecida, estábamos ante la puerta del reformatorio. Antes, propusimos la posibilidad de velar el cadáver, pero Sanidad dijo que no. Mientras esperábamos en la puerta, escuchamos una marcha fúnebre, interpretada por una banda de presos; a las seis de la tarde salió una tartana, con un caballo, que llevaba el cajón y detrás, una jardinera, subimos las cinco personas que estábamos allí; Josefina Manresa, su hermana Elvira, Consuelo -una vecina -, Ricardo Fuente y yo. Llegamos al cementerio, donde había seis personas más (había mucho miedo), y, con Ricardo, sacamos la caja y decidimos abrirla para ver cómo lo habían amortajado. ¡Igual está desnudo!, pensamos. Resultó que no, que estaba vestido y tenía los ojos azules abiertos, completamente. Recuerdo que dijo 'ni siquiera le han cerrado los ojos'. Conseguí cerrarlos y, poco después, tras llevarlo al nicho, fue encerrado'.

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