lunes 26 de abril de 2010
MIGUEL HERNÁNDEZ EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO
José Mª García de Tuñón
Aunque aún no se han cumplido los cien años del nacimiento del poeta de Orihuela, será el 30 de octubre próximo, en toda España, también en algunas naciones de América, incluso de Asia y África, se recuerda al autor de El rayo que no cesa, conmemorando su centenario. Hasta donde he leído, he visto que más que su calidad como poeta recuerdan su afiliación comunista, pero nadie dijo que Rafael Alberti «no soportó le robara la etiqueta de poeta de la revolución». En uno de esos homenajes que se están celebrando me ha llamado la atención el que protagonizó el escritor y ex secretario del Partido Comunista de Andalucía, Felipe Alcaraz Massats, quien aprovechó la ocasión para hablar de política en vez de referirse más a la obra del poeta Miguel Hernández, porque dijo: «Estamos viviendo la democracia de los vencedores». Es decir, quería que estuviéramos viviendo la de los vencidos, o sea, la de Largo Caballero, la de Pasionaria, la de «¡Viva Rusia!», en definitiva, la democracia estalinista que provocó millones de muertos y convirtió a media Europa en una gran prisión.
Por otro lado, Alcaraz recordó a García Lorca, pero nada dijo que éste poeta odiaba al de Orihuela, detalle que Saramago jamás olvidó: «El talento del genio no le da derecho a menospreciar a los demás y eso no se lo perdono a Lorca». El ex secretario comunista olvidó contar también cuando Miguel Hernández irrumpió en el edificio de la Alianza en Madrid y al ver el festín que estaban preparando mientras otros morían en el campo de batalla, dirigiéndose a Alberti, le dice: «Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta». Al escuchar María Teresa León estas palabras le pegó una bofetada, según ella misma ha dejado escrito. En fin, que con tantos olvidos, el comunista olvidó que los falangistas quisieron esconder a Miguel Hernández para que no fuera detenido. Al no conseguirlo, por una serie de errores del propio poeta, fue juzgado y condenado a muerte por lo que uno de los primeros afiliados a Falange, Rafael Sánchez Mazas, se entrevistó con Franco y obtuvo que le fuera conmutada esa pena por la inferior en grado que serían treinta años.
Sobre la intervención de éste y otros falangistas en favor de Miguel Hernández casi todos lo han obviado: no lo han tocado de pasada, ni tan siquiera de soslayo; solamente se han referido a ellos las asociaciones culturales Ademán y Fernando III, de Sevilla, en un acto celebrado recientemente en la capital hispalense donde intervinieron Javier Compás, vicepresidente de Ademán, el jefe de la sección de Edición de Abc de Sevilla, Romualdo Maestre, y el escritor Aquilino Duque –con quien tuve la suerte de formar cartel en un par de ocasiones–, que glosó la figura de Miguel Hernández a través de la lectura de varios de sus poemas, recordando también lo que le contó el poeta sevillano Romero Murube el día que el autor de Andaluces de Jaén llegó al Alcázar en el momento en que en él se alojaba el mismo Franco que había llegado a Sevilla para celebrar el desfile de la Victoria.