La huelga general del 29 de septiembre en España convocada por Zapatero, Méndez y Toxo, no hay que valorarla con los parámetros de positivo ni negativo, sino como un acto de pulso a la Unión Europea, un aviso de que los asuntos de la economía española y el empleo van por mal camino si seguimos en leyes que solo perjudican a los mismos, a los trabajadores/as. Al menos, el obrero ha tenido un día de expansión, de fiesta, pero no más. Entendemos que ya nada puede ser igual que antes del 29-S, ni como los pasados años prósperos, sino que, queramos o no, hemos entrado en un nuevo ciclo de la economía mundial como es la globalización y ya no valen "corrales industriales", sino campos abiertos industriales. Porque los tiempos cambian, los sistemas de producción y venta también, un ejemplo es Internet ha hecho que el mundo se un pañuelo, yo puedo comprar hoy en Hong Kong una cámara de fotos y la tengo en España dentro de 4 días, más barata que en la tienda de mi calle. Interner acerca el cliente al prouctor y por consecuentemente puentea al intermediario.
El mundo de la economía se baraja en las Bolsas mundiales, cualquier empresa, ciudadano del mundo, con un mínimo de conocimientos de inglés, con un ordenador puede comprar un vender su valores.
Las subvenciones al carbón autóctonos se pueden prolongar, pero no indefinidamente; la inmigración se puede parar temporalmente, pero no eternamente; los gobiernos pueden hacer desesperadas inyecciones de dinero público, pero no eternamente; porque la economía mundial, ese dragón invisible, pone a cada cual en su lugar, quieras o no quieras.
Los tiempos económicos y modelos trabajo nos pasan por una criba constante que no deja de hacer lo que la condición humana le manda, bajo las constantes de ganancias, avaricia, ambición, poder, ser importantes, consumo y humanas necesidades.
Los sindicatos del mundo pueden y deben vigilar e imponerse ante los desmanes del poder empresarial y gubernamentales, por los medios que consideren convenientes, porque la lucha debe ser constante, para que los cambios sean lentos y no bruscos. pero no pueden parar la evolución casi orgánica de la economía mundial en un mundo cada vez más pequeño, en el cambio de la costumbres y poder de producción de algunos dragones asiáticos, y África que está por resucitar.
A nadie les gustan los cambios, y menos a los trabajadores, a los sindicatos y los sindicados, sin embargo, lamentablemente los tiempos imponen sus reajustes como una metamorfosis imparable. Puedes meterla una barra del hierro al engranaje, puedes parar momentáneamente la maquinaria, pero al final la locomotora eléctrica acabó con la de vapor y con la de diésel. El avión con el carro, el caballo y la calesa.
España como integrada en la yunta que tira de la Unión Europea, es una ficha más del dominó que la compone en el destino universal, y no puede hacer, actuar, gobernar, dirigir, fuera de ella, aunque el cabreo-huelga, sea un acto legítimo y desfogueo o descompresión a su impotencia y cabreo.
Ramón Fernández Palmeral