Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

miércoles, 24 de enero de 2018

Sentida despedida de mi amigo y mentor Gaspar Peral Baeza.

Despedida sentida de mi amigo y mentor Gaspar Peral Baeza

Martes 23 de enero de 2018 LETRALIA de VenezuelaCompartir14


Gaspar Peral Baeza y Ramón Fernández Palmeral
Gaspar Peral Baeza y Ramón Fernández Palmeral.
La mañana del 23 de diciembre de 2017 hemos despedido a una buena persona con serenidad y reflexión, y con pena contenida, como era Gaspar Peral Baeza, un amigo y también mi mentor en temas hernandianos. A las 11:15 horas se inició la homilía en la capilla que tiene el tanatorio La Siempreviva, en el Vial de los Cipreses, situado a un kilómetro al sur del Cementerio de Nuestra Señora del Remedio. Un camino por donde pasó hace 75 años, un domingo del 29 de marzo de 1942, el paupérrimo féretro de Miguel Hernández sobre un coche fúnebre tirado por caballos negros, tal vez, sin la típica cresta de plumas de cuervos.
La homilía la ofició un sacerdote de color, lo hago tonar por ser la única persona de este color que había entre los cientos de files asistentes. El sacerdote, tranquilo, pausado y sabio ofició una misa en la versión larga de 45 minutos, en la que antes de terminar llamó al atril del altar para dar un responso a Aitor L. Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela que a título personal dijo que conoció a Gaspar en los años noventa para poder hacer su tesis de licenciatura sobre el poeta de El rayo que no cesa, y a continuación leyó unos versos del Cancionero y romancero de ausencias: “Sigo en la sombra, lleno de luz ¿existe el día?”, en tono emocionado y casi con lágrimas en los ojos (una copia de los versos va metida dentro del ataúd). A continuación José Antonio Charques, y en nombre del Grupo Poético Miguel Hernández de Alicante, recitó de memoria —una memoria excepcional que posee— un poema propio, que sin apartar los ojos de ataúd nos emocionó a todos por su contenido elegiaco.
Luego el sacerdote roció con el hisopo el agua bendita sobre el ataúd con toda solemnidad y dio la mano a los hijos: Paco, Gaspar y Adela Peral Ribelles, presentes en primera fila, junto a sus nietos (y recuerdos de flores por sus bisnietos).
Se abrió el ala lateral de la capilla y pasó muy cerca del mí, casi rozándome, el féretro, hasta meterlo en el coche fúnebre, sin poder resistirme a dar, sobre el pino barnizado en caoba, un par de sordos golpes como una adiós definitivo y para siempre. No quise ir hasta al camposanto donde lo iban a enterrar en el panteón familiar, porque dejó dicho antes de morir que no quería que lo incineraran.
Allí mismo me despedí dolorido de algunas caras conocidas como Paco Esteve, Rosa Monzó Seva, José Luis Ferris, Joaquín Santo Matas y esposa, del pintor Carrasco, que había venido desde Játiva, de Charques y de los hijos de Gaspar, que en cuerpo de cadera rota tomó el camino del tétrico cementerio, detrás de su alma ya huida.
De regreso a mi casa, en mi coche, yo solo, recordé que a Gaspar lo conocí en la Senda del Poeta del año 2002 a la entrada del cementerio; me lo presentó Manuel Parra Pozuelo, también amigo y escritor hernandiano, con el que me unía y me une una gran amistad relacionada con la poesía. Desde aquel año, Gaspar al enterarse de que yo estaba preparando mi primer libro sobre Hernández, me invitó a consultar notas en su “oceánico archivo”, que así lo llamaba desde que lo bautizara, años atrás, el famoso hernandiano Eutimio Martín, autor de El oficio de poeta, 2010.
No solamente consulté su archivo en su casa de la Torre de las Águilas, en la mítica calle Virgilio 5 de la Albufereta, sino que cultivé su amistad muchas tardes, y además le serví de conductor para llevarlo a Orihuela muchas veces como en 2006, cuando le dieron la Medalla al Mérito Hernandiano de la Fundación Miguel Hernández; otras veces para el III Congreso de Miguel Hernández inaugurado en la Lonja de Orihuela en 2010, o para el curso de verano sobre Ramón Sijé, en Orihuela en 2013, donde compartimos mesa de oradores. Así podría seguir contando viajes y anécdotas, y horas de impagable magisterio.
Solamente me queda resaltar que Gaspar Peral Baeza había nacido el 21 de diciembre de 1924, el día de santo Tomás (Apóstol, el Incrédulo), y falleció a los 93 años, el mismo día que los cumplía, y empieza para nosotros el invierno. Gaspar me decía algunas veces: “Soy por naturaleza incrédulo como el apóstol santo Tomás, santoral de mi nacimiento”.
Cuando ibas a la casa de Gaspar en Torre de las Águilas de Alicante, en la Albufereta te podías encontrar a cualquiera de los famosos estudiosos hernandianos, rebuscando entre sus miles de libros, y no sólo hernandianos, sino de otros autores como Carlos Arniches o la colección completa de Estudios Alicantinos de la primera época. En medio de la casa hay una torre de defensa de la huerta de San Juan (siglos XVI y XVII), donde siempre contaba que cuando su padre compró la casa encontraron enrollado en una alfombra el esqueleto sin cabeza de un moro.



Gaspar Peral Baeza en retrato de Ramón Fernández Palmeral
Gaspar Peral Baeza en retrato de Ramón Fernández Palmeral.

Breve currículum

Gaspar Peral Baeza fue empresario del ramo agroalimentario. Licenciado en derecho por la Universidad de Murcia. El 30 de marzo de 1949 se casó con Adela Ribelles, los casó el famoso jesuita padre Vendrell (quien asistiera espiritualmente en el Reformatorio de Adultos de Alicante al poeta Miguel Hernández), ceremonia oficiada en la concatedral de san Nicolás. En los años cincuenta fundó Teatro de Cámara del Instituto de Estudios Alicantinos y escribió varias obras dramáticas. También entonces comenzó a dar conferencias sobre temas o autores teatrales (Brecht, Rattigan, O’Neill, griegos, españoles de la posguerra, etc.) Publicó las obras titulada Cartas en voz alta, escrita en colaboración con su tío Lorenzo Peral Sempere, que consiguió el primer premio de teatro “Manuel Baeza”, aparecida en Revista Española, Nº 6 y último, 1955, publicación fundada por el académico de la Lengua doctor Antonio Rodríguez-Moñino. El reloj no vuelve atrás, emitido por el teatro invisible de la emisora La Voz de Alicante en 1958. La obra en tres actos Un rincón donde dormir, Nº 100 de la colección que editó la Caja de Ahorros Provincial de Alicante, 1983.
Fue fundador en 1953, con el poeta José Albi y el director de escena Antonio Ribes, del Teatro de Cámara del Instituto de Estudios Alicantinos, así como de la “Tertulia Teatral” que impulsó el crítico literario Dámaso Santos. Formé parte de otras aventuras teatrales como la Compañía La Escena, con el profesor José Ferrándiz Casares, o La Carreta Teatral, que anduvo por el Salón de la Caja de Ahorros Provincial. Participó, 1955, en los coloquios que se celebraron en la Universidad Menéndez y Pelayo, de Santander, invitado por Alfonso Sastre, sobre “Problemas actuales del teatro en España”, colaboró con el Grupo Alba y fue presidente de honor del Grupo de Teatro Independiente Alba 70, que dirigió Luis de Castro. Conoció al dramaturgo Alfonso Sastre. También dedicó tiempo a coleccionar libros sobre el comediógrafo paisano Carlos Arniches (1866-1943), colección que alcanza unos 3.000 volúmenes.
Desempeñó funciones como teniente de alcaldía de Cultura del Ayuntamiento de Alicante durante los años 1962 a 1967 y concejal de Cultura. Allí tuvo la ocasión de relacionarse con el mundo cultural alicantino de posguerra, cultivando amistad entre otros con Josefina Manresa, Vicente Ramos, Manuel Molina, Gastón Castelló, Polín Laporta, Margot, Vicente Mojica, Ángel Caffarena… En la segunda época del Instituto de Estudios Alicantinos (1968-1983) presidió la Sección de Publicaciones (1968-1973), fue secretario técnico del IEA (1973-1974) y después vocal secretario de la citada Sección de Publicaciones, donde se publicó la obra cumbre de Ramón Sijé, titulada La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, 1973, que permanecía inédita desde 1935.
Era miembro de honor del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert desde 1984. La Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela le concedió la Medalla al Mérito Hernandiano en enero del año 2006 junto a Antonio Julián Ramírez y Antonio García-Molina, que acudió en representación de Vicente Ramos (que fue a quien le concedieron la medalla).
Fue vocal del Patronato de la Fundación Cultural Miguel Hernández, de Orihuela, y vocal de la Asociación Amigos de Miguel Hernández de Madrid. Publicó en casi todos los números de la revista Perito Literario-Artístico (2005-2008) dirigida por Ramón Palmeral (autor de esta reseña). Un gran referente hernandiano es su libro, que en realidad es índice general de miles de documentos que coleccionó hasta 2012, titulado Archivo Miguel Hernández de Gaspar Peral Baeza, prologado por Aitor L. Larrabide y editado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, estando como director José Luis Ferris, de 461 páginas, y presentado en dicho instituto el 24 enero de 2013. Una obra imprescindible para los estudiosos de El rayo que no cesa.
La Universidad Miguel Hernández, de Elche, cuyo Consejo Social, a petición de su Cátedra Miguel Hernández, dirigida por el profesor Francisco Esteve, le concedió el Premio Cátedras UMH, Cátedras Institucionales, en otro mes de enero, el del año 2013. El 24 de febrero de 2015 se inauguró una exposición que llevaba por “Miguel Hernández y Alicante en el Archivo de Gaspar Peral Baeza” en la Casa Bardín del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, por la presidenta de la Diputación de Alicante Luisa Pastor, con publicación de catálogo hasta el 30 de marzo del mismo año. Concedió varias entrevistas a las revistas digitales El Eco Hernandiano y Alquiblaweb.
¡Que descanses en paz, amigo!


Ramón Fernández Palmeral

Ramón Fernández Palmeral

Escritor español (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947). Realizó estudios universitarios de geografía e historia en Castellón de la Plana e inició estudios de derecho en Granada. Colabora en medios de comunicación y revistas especializadas con monográficos sobre Cervantes, Azorín, Miguel Hernández, Carlos Fenoll, Ramón Sijé y Manuel Molina. Fundó en Alicante las revistas ilustradas Palmeral (Poético-Artístico) y Perito (Literario-Artístico), las revistas digitales Nuevo Impulso y Miguel Hernández Multimedia-Centenario. Colabora actualmente con artículos culturales en Mundiario. Ha colaborado esporádicamente en prensa en Levante EMV, Diario Información, Alicante Press y Diario de Almería. Es autor de ensayos sobre Cervantes y el Quijote, poetas como Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández y Manuel Molina, o escritores como Azorín. Es historiador sobre temas malagueños: Frigiliana, Torrox y Nerja. Es autor de novelas históricas como El rey de los moriscos y El héroe de Nador, otras biográficas como El cazador del arco iris, novela negra como La mujer del Amadorio. Tiene 35 libro autopublicados en Amazon y Lulu, cuatro de ellos de poesía como Lágrimas ebrias de melancolía o La cólera de Aquiles (2017).

Sus textos publicados antes de 2015
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viernes, 5 de enero de 2018

Ha fallecido Elvira Moreno Hernández, sobrina de Miguel Hernández

Fallece Elvira Moreno Hernández, sobrina del poeta Miguel Hernández

Este miércoles 3 de enero ha fallecido Elvira Moreno Hernández, sobrina del poeta oriolano Miguel Hernández e hija de su hermana Elvira Hernández Gilabert.
Los herederos de Elvira, su hija y sus nietas, donaron al Ayuntamiento el pasado mes de marzo la cama del poeta para ser conservada en la que fuera un día su casa, en la calle Arriba, y contara así con un elemento personal del poeta tan importante como este.
Miguel Hernández tenía siete hermandos de lo que vivian tres hermanos: Elvira, Vicente y Encarnación. La mayor, Elvira, se trasladó a Madrid donde instaló su domicilio familiar y donde ahora residen sus herederos, entre ellos su hija mayor y sobrina del poeta, Elvira Moreno Hernández, quien ha conservado la cama de su tío “como el tesoro que es” para cederla de forma totalmente desinteresada al municipio de Orihuela y “devolverla a su lugar original”, según manifestó entonces.


activa orihuela miguel hernandez ¿Descanse en paz!

En estos momentos son dos las exposiciones que se exhiben: En temps de guerra. Premsa i informació en la sala capitular y Miguel Hernández, 75 anys

La Biblioteca Valenciana digitaliza sus exposiciones a través del portal Bivaldi


3/01/2018 - 
VALÈNCIA (VP/EP). La Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu ha digitalizado las exposiciones que muestra en las salas del Monasterio de San Miguel de los Reyes para que puedan visitarse sin salir de casa a través del portal digital Bivaldi, según ha informado la Generalitat en un comunicado.
En estos momentos son dos las exposiciones que se exhiben: En temps de guerra. Premsa i informació en la sala capitular y Miguel Hernández, 75 anys en la sala de exposiciones permanente, que también se pueden visitar en Bivaldi.
En temps de guerra. Premsa i informació muestra la prensa periódica que se publica en València o en su entorno durante la guerra civil española. En la exposición de Miguel Hernández se exhiben la producción del poeta de Orihuela y otras publicaciones relacionadas con su época.
Las exposiciones virtuales recogen fielmente los materiales que se muestran en las salas: paneles con esquemas, cronologías, mapas, el libreto de mano, el libro-catálogo de la exposición, fotografías y carteles, audiovisuales sobre la exposición: su presentación y sobre los actos relacionados con ellas, como lecturas, coloquios y conferencias.
Asimismo, se ofrecen archivos sonoros con la voz de los protagonistas. Es el caso de José Martínez Ruiz, Azorín, cuya voz se escucha leyendo un pasaje sobre su obra. La Biblioteca Valenciana, con motivo del 50 aniversario de su muerte, homenajeó el año pasado al escritor de Novelda (Alicante) con una exposición sobre sus documentos y su relación con el grupo de la Generación del 98.
En total, hay 34 exposiciones virtuales que han sido expuestas en la sede de la Biblioteca desde 2006 hasta la fecha y que tienen su reflejo en el portal Bivaldi con el objetivo de amplificar por internet la difusión del trabajo de recopilación y conservación del patrimonio bibliográfico que se realiza en la Biblioteca Valenciana.

lunes, 1 de enero de 2018

Carmen Franco y los diarios de Manuel Azaña







Esperanza Aguirre Gil de Biedma

Carmen Franco y los diarios de Manuel Azaña

Esperanza Aguirre Gil de BiedmaActualizado:
El lunes 23 de diciembre de 1996 a mediodía, en el salón Goya del Ministerio de Educación, estábamos todos los altos cargos del departamento felicitándonos la Navidad, cuando una secretaria me abordó para decirme que tenía una llamada urgente e importante. Fui a mi despacho -entonces no se había extendido aún el uso de los móviles- y me puse al teléfono: era Carmen Franco. Me sorprendió mucho esa llamada porque no la había tratado nunca y no tenía ni idea de qué podría querer decirme. Quería verme cuanto antes para entregarme a mí, que entonces, como ministra de Educación y Cultura, era la máxima responsable del patrimonio histórico y artístico español, unos papeles de su padre -«de enorme interés», añadió-. Me pidió que pasara cuanto antes por su casa para dármelos sin dilación. No me dijo exactamente de qué se trataba pero, eso sí, insistió en el interés que los papeles encerraban y me rogó que fuera muy discreta.
Así que esa misma tarde, sin decírselo a nadie, me fui a su casa de la calle Hermanos Bécquer y allí, sin el menor preámbulo, me mostró los tres cuadernos que contenían los diarios de Manuel Azaña, escritos de su puño y letra con pluma estilográfica y una cuidada caligrafía. Estaban bien encuadernados y al hojearlos podían verse líneas subrayadas con lápiz rojo que, según me dijo, eran obra de su padre. Me explicó que esos cuadernos los había encontrado unos días antes por verdadera casualidad cuando ordenaba estanterías de libros. Me los entregaba para que esos importantísimos documentos, que tanto podían ayudar a comprender mejor la personalidad del que fue presidente de la República y de su Gobierno, y para entender también mejor muchos de los episodios de la época republicana, fueran del Estado Español y estuvieran al alcance de todos los españoles.

Aznar y los diarios

De manera que salí de la casa de Carmen Franco con los diarios de Azaña en mis manos. Y me fui directamente a La Moncloa, donde el presidente Aznar nos daba a los miembros de su Gobierno una cena de Navidad. Allí, en un aparte, le dije a Aznar lo que acababa de pasarme y le expresé mi propósito de, cuanto antes, depositar los diarios de forma oficial en el Archivo Histórico Nacional. Estaba completamente de acuerdo conmigo pero, como estábamos en la víspera de Nochebuena y Navidad, decidimos que el anuncio oficial de la recuperación de esos cuadernos -que los historiadores habían buscado muchos años- y su entrega en el Archivo se harían el jueves 26. Eso sí, el presidente Aznar, que ya había manifestado en múltiples ocasiones su interés por la personalidad de Azaña, me pidió que, durante esos dos días de festejos navideños, dejara en sus manos los tres cuadernos porque quería hojearlos a fondo. Así lo hice.

De manera que el viernes 26 por la tarde me fui al Archivo Histórico Nacional donde, en compañía del secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, y del director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Fernando Rodríguez Lafuente, entregué a la directora del Archivo los tres cuadernos de Azaña para que los archiveros procedieran a su análisis, emitieran un dictamen sobre su estado y determinaran las mejores condiciones de su guarda y custodia. En la misma rueda de prensa que di en el Archivo también planteé el importante y delicado asunto de la propiedad de esos cuadernos porque, insinué, podrían ser reclamados por algún legítimo heredero de don Manuel. En ese sentido declaré que, si apareciera ese heredero, el Estado estaba dispuesto a comprarle los importantísimos cuadernos. La prensa de aquellos días habló de un sobrino de Azaña, Enrique de Rivas, como posible heredero de esos cuadernos, pero este señor no los reclamó y la propiedad de los cuadernos pasó a ser, sin problemas, del Estado Español.
Por cierto, que mientras yo daba esa rueda de prensa, el jefe de mi gabinete, Javier Fernández Lasquetty, y Fernando Rodríguez Lafuente se dedicaron a hojear apasionadamente los cuadernos, en los que buscaron las anotaciones referidas al 10 de agosto de 1932, el día del fallido golpe de Estado de Sanjurjo. Pero lo que más les había impresionado, al margen del contenido, según me comentaron después, había sido la caligrafía de Azaña y el hecho de que hubiera páginas y páginas sin la menor tachadura. En eso coincidían con todos los historiadores que han estudiado esos diarios y que siempre señalan el inmenso cuidado que su autor ponía en su redacción, consciente, como era, de su indiscutible valor como testimonio, no sólo de su personalidad, sino de toda una serie de episodios trascendentales de la Historia de España.
Tengo que añadir que el mismo día 26, el primer día que volvía a haber prensa escrita después del parón del día 25, ABC daba ya la noticia de la recuperación de los cuadernos y, además, publicaba dos artículos -de Ricardo de la Cierva y de Federico Jiménez Losantos- llenos de interesantes informaciones sobre su historia y sobre las múltiples peripecias que los habían acompañado desde que salieron de las manos de su autor hasta que Carmen Franco me los entregó.

Peripecias

Unas peripecias que dan, sin duda, para escribir un libro y que nos ayudan a comprender mejor algunos de los aspectos de aquella tragedia que fue la Guerra Civil: el horror que siente Azaña cuando, en el Palacio Real -donde se ha instalado a vivir desde el comienzo de la guerra-, se entera de las matanzas en la Cárcel Modelo de agosto de 1936, con el asesinato del que había sido su jefe político, don Melquíades Álvarez. La inmediata decisión de enviar a su cuñado e íntimo amigo, Cipriano de Rivas-Cherif, como Cónsul General de España a Ginebra para alejarle de cualquier peligro y, al mismo tiempo, encomendarle la custodia de sus diarios. La posible imprudencia de Rivas al no esconder bien los cuadernos en el consulado. La actuación del diplomático Antonio Espinosa cuando decide pasarse al bando «nacional» y para evitar problemas de depuración roba esos tres cuadernos para que le sirvan de salvoconducto. El uso que los servicios de propaganda de Franco hicieron al publicar fragmentariamente esos diarios y la repercusión que esa publicación tuvo en las filas republicanas, en las «nacionales» y en la propia personalidad de su autor, don Manuel Azaña. Y la reacción personal de Franco al quedarse para su uso privado los cuadernos del que había sido su jefe directo como ministro de la Guerra, cuando sabemos que, desde las antípodas ideológicas y políticas, los dos se respetaban mutuamente.
Todavía hoy sigo sin saber cómo pudo enterarse este periódico de aquella entrega porque yo no dije nada y Carmen Franco tenía especial interés en que no se supiera hasta se hubiera llevado a cabo de forma oficial. Fue un éxito periodístico, sin duda.
De todo esto me he acordado al conocer la noticia de la muerte de Carmen Franco, a la que tenemos que agradecer que devolviera a todos los españoles un documento tan importante y tan interesante como lo son estos cuadernos.