Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com
Todavía
no se han estudiado, objetivamente, las causas y los motivos que dieron
lugar al inicio del llamado el Alzamiento Nacional en julio de 1936 por
los militares africanistas convertidos en salva patrias. No un golpe de
Estado como pudieron ser el del general Pavía en el Congreso el 3 de
enero de 1874 o el que dio Segismundo Casada el 5 de marzo de 1939, sino
una sublevación militar que causó tres años de guerra. Me pregunto por
qué razón los generales republicanos africanistas se sublevaron contra
el gobierno de la Segunda República, es decir contra sus superiores. Tal
vez por estas razones convenga recordar algunos aspectos o causas sobre
la Guerra Civil Española (GCE), que comenzó el 17 de julio de un lejano
1936 en Melilla; es decir, hace ochenta y cinco años, y que, aún
mantiene divididos a los españoles.
MIGUEL HERNÁNDEZ Un juzgado de Alicante desestima el borrado del nombre del secretario del juicio a Miguel Hernández en un artículo de investigación
La
resolución considera que eliminar el nombre de Baena Tocón supondría
revivir la censura preconstitucional y refrenda la decisión de la
Universidad de Alicante de no aceptar la demanda del dijo de Tocón. Rafa Burgos/ El país
El
magistrado del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de
Alicante ha dado la razón este jueves a la Universidad de Alicante (UA) y
permitirá que el nombre de Antonio Luis Baena Tocón, secretario que
participó en el juicio que condenó a muerte a Miguel Hernández,
continúe en el repositorio de la entidad académica a disposición de
cualquiera que desee buscarlo en internet. De esta forma, el juez
desestima el recurso presentado por el hijo de Baena contra la
resolución tomada por el exrector de la UA, Manuel Palomar. “No podemos
pedir a una universidad pública que ejerza una suerte de censura previa
sobre la producción científica de su profesorado, porque ello supondría
la reviviscencia de las formas de censura anteriores a la probación de
la propia Constitución”, falla el juez en su resolución, contra la que
cabe recurso de apelación.
Tal como adelantó EL PAÍS en 2019,
la gerencia del campus alicantino accedió a retirar del repositorio de
la UA (RUA) el nombre del secretario judicial franquista, que aparecía
en un artículo del catedrático Juan Antonio Ríos titulado El caso Diego San José y el Juez Humorista.
El descendiente de Baena apelaba a la ley de protección de datos
personales y al derecho al olvido digital para que desapareciera
cualquier referencia a su padre. Esta decisión generó una fuerte polémica en el ámbito académico, ya que suponía ejercer la censura en el ámbito de la investigación histórica.
Ríos
solicitó que se retirara eventualmente su texto y presentó un recurso
de alzada para que la UA investigara el asunto. El Vicerrectorado de
Investigación y Transferencia de Conocimiento de la entidad académica
alicantina resolvió que las funciones desempeñadas por Baena Tocón, al
ser públicas, “son de interés público”, por lo que “la publicación de su
nombre no es contraria a la normativa de protección de datos de
carácter personal”. Finalmente, Palomar acordó anular la decisión de su
gerencia y permitió que el nombre del secretario judicial apareciera
completo. Un informe solicitado a la Agencia Española de Protección de
Datos avalaba esa decisión.
El
hijo de Baena Tocón recurrió este dictamen. Y ahora, un juez ha
desestimado su demanda. Según la sentencia, a la que ha tenido acceso
este periódico, los hechos recogidos en el texto de Ríos “responden a
una construcción historiográfica que permite una participación subjetiva
del autor a la hora de plasmar e interpretar las fuentes en su relato”.
Y se basa en “datos ciertos”, ya que Baena Tocón “intervino como
secretario judicial en el Juzgado Especial de Prensa que instruyó el
caso de los procesados Miguel Hernández y Diego San José, levantando
diligencias de todo tipo, entre ellas de instrucción o indagación, y
dando fe de las actuaciones practicadas”.
Añade el
magistrado que “debe prevalecer la libertad científica del investigador
en un trabajo de investigación histórica, frente a la protección de los
datos personales, cuando la información que contiene tiene relevancia o
interés público”. Y dado que el secretario judicial ejercía una función
pública, su intervención en el juicio de Miguel Hernández tiene “interés
público”. “Debemos señalar”, continúa el juez, “que esta función lo fue
en ejercicio de la legalidad entonces aplicable”.
La
sentencia indica también que “la jurisprudencia” ha establecido “la
mayor protección de la que goza la libertad científica respecto a la
libertad de expresión e información, y la innecesariedad de que la
veracidad responda a datos exactos, menos cuando se trata de un trabajo
de investigación histórica, admitiéndose inexactitudes que respondan a
errores circunstanciales que no afecten a la esencia de lo informado”.
Por tanto, desestima la demanda interpuesta por el descendiente de Baena
Tocón.
Según las investigaciones históricas
contrastadas, la firma de Antonio Luis Baena Tocón aparece al menos en
10 documentos del expediente del consejo de guerra que se desarrolló en
Madrid en 1940 contra Miguel Hernández. La sentencia lo condenó a pena
de muerte por adhesión a la rebelión, si bien la condena fue conmutada
por Franco en octubre de 1940 por 30 años de prisión mayor. El poeta
murió en 1942, en el Reformatorio para Adultos de Alicante, por una
tuberculosis que empeoró su salud ya muy precaria.
Jardin George Orwell en el recinto del Hospital Provincial de Lleida (España).
Orwell decidió combatir en España con la idea de «matar fascistas porque alguien debe hacerlo».10 Así se lo hizo saber a su amigo Henry Miller
en París en las navidades de 1936, quien le intentó convencer de que
era «una idiotez». Aun así, no consiguió hacerle cambiar de idea, ya que
su decisión estaba basada en la lucha por unos ideales.
Llegó a Barcelona el 26 de diciembre de 1936 con una carta de presentación del Partido Laborista Independiente (no se afilió al partido hasta junio de 1938,11 tras volver a Inglaterra12) y ese mismo día se alistó y fue asignado como miliciano al Partido Obrero de Unificación Marxista
(POUM), de orientación trotskista. Más tarde escribiría que de haber
comprendido mejor la situación política en España, se habría unido como
miliciano a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).13
En enero y febrero de 1937 combatió en el frente de la sierra de Alcubierre (Huesca). Más tarde, estando de permiso en Barcelona, participó en las Jornadas de mayo de 1937 y tras volver al frente, recibió un tiro en el cuello en las proximidades de Huesca, el 20 de mayo de 1937. Su experiencia le motivó para escribir Homenaje a Cataluña,
donde describe su admiración por lo que es identificado como ausencia
de estructuras de clase en algunas áreas dominadas por revolucionarios
de orientación anarquista. Pero también critica, al igual que Franz Borkenau en su El reñidero español (1937), el control estalinista del Partido Comunista de España y las mentiras que se usaban como propaganda para la manipulación informativa. En 1937, durante la represión del gobierno de Negrín contra el POUM, Orwell relató que estuvo a punto de ser asesinado en Barcelona.
Su participación en la guerra civil española
le marcó para siempre su visión del mundo. En 1946 escribió «La guerra
de España y otros acontecimientos ocurridos en 1936-1937 cambiaron las
cosas, y desde entonces supe dónde me encontraba. Cada línea en serio
que he escrito desde 1936 ha sido escrita, directa o indirectamente,
contra el totalitarismo y a favor del socialismo democrático como yo lo entiendo».10
Al volver a Inglaterra estuvo ingresado con tuberculosis en un sanatorio, tras lo cual se fue a Marruecos para recuperarse.
Orwell opinaba que si bien se necesitaba un cambio radical en las
sociedades occidentales, y por tanto en los países capitalistas, el
estalinismo representaba una amenaza a los principios que lo
sustentaban.14
La novela distopía es un subgénero de la literatura de ciencia ficción que
se ha convertido durante el último año en asunto principal de una nueva
ola de libros juveniles.
Una nueva hornada de novelas como las de las sagas Delirium o bien Despierta. Across the Universe son recibidas con gran entusiasmo por los jóvenes lectores alrededor del mundo.
El relato distópico nos presenta una hipotética sociedad futura
donde, ya sea por la deshumanización de la misma, un gobierno
totalitario o el control intrusivo que la tecnología ejerce sobre el día
al día, el individualismo se degrada en términos absolutos en favor del
pensamiento único y de una sociedad unitaria. En definitiva, un mundo de pesadilla
donde nadie debe saltarse las reglas o corre el riesgo de ser
aniquilado. Por ello se afirma que la distopía es lo opuesto a la
utopía, la sociedad ideal donde todo funciona a las mil maravillas.
Las primeras historias de este tipo aparecieron a finales del XIX;
sin embargo, son dos los títulos de referencia que han inspirado a la
mayoría de los que han venido después: Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y 1984, de George Orwell.
En realidad, las historias distópicas son una protesta contra ciertos sistemas de gobiernoo ideales sociales extremistas
que acaban resultando peligrosos (fascismo, comunismo, teocracias,
capitalismo, feminismo mal entendido, etc.). Precisamente este aspecto
negativo sirve como llamada de atención con valor didáctico al
representar lo que podría suceder con la Humanidad en el futuro si no se
tiene cuidado.
El miedo, la coacción y la falta de libertad son los elementos principales
en esta clase de narración. Otras características de este subgénero son
la presencia del dolor y de la presión psicológica; la alienación del
individuo, ya sea por adoctrinamiento o por el uso de drogas que le
privan de la capacidad de sentir o emocionarse (como sucede en Despierta);
un evidente halo de pesimismo, y la presencia de un antagonista
inflexible y malvado, así como de un protagonista que puede abrir los
ojos a la realidad y rebelarse ante su destino y el de los que le
rodean.
Las distopías del siglo XXI
Las nuevas distopías juveniles tratan algunos de estos elementos,
aunque no de la forma tan extrema como los clásicos por el tipo de
público al que va dirigido. No obstante, esto no impide que sean
historias igual de reflexivas en las que se combinan hábilmente
aventura, intriga o romance con ciencia ficción, sin eludir que el
lector se detenga a pensar sobre lo acertado o no de ciertos
comportamientos y de las consecuencias que pueden acarrear, del mismo
modo que aprende a valorar y a desestimar aspectos importantes de las
diferentes sociedades posibles.
Algunas de las distopías que han abierto las puertas del género a muchos jóvenes lectores son los Los juegos del hambre, de Suzanne Collins,
o El corredor del laberinto, de James Dashner.