Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

miércoles, 30 de marzo de 2022

Cipriano Rivas Cherif

 

 


Cipriano Rivas Cherif, director de la delegación del V Festival de Teatro Sovietico. Coincidió con Miguel Hernández en Rusia. Ciprino eue director de propaganda (comunicación) durante la temporada de 1924-1925 de la compañía italiana de Vittorio Podrecca, Teatro dei Piccoli, que visitó Madrid. Fue una compañía de títeres y teatro de Vanguardia, en la que Rivas Cherif observó un reflejo de los postulados de Gordon Craig. ​ Después del éxito obtenido por la compañía italiana, en 1925 trabajó de director de propaganda para la compañía dramática de Mimi Aguglia pero también como asesor literario. Su arriesgada puesta en escena de La cabeza del Bautista de Valle-Inclán​ recibió críticas muy buenas, entre ellas la de Adrià Gual.

Era cuñado del político Manuel Azaña, casado con su hermana Dolores Rivas Cherif. Durante la guerra civil ocupó el consulado en Ginebra, donde fue víctima del episodio de los cuadernos robados. Parte de los diarios privados que le habían sido confiados por el presidente de la república, Azaña, fueron robados y entregados al bando franquista, desde donde se usaron como propaganda contra políticos de la II República.

Tras la Guerra Civil acompañó a su cuñado en el exilio. Fue detenido por la Gestapo cuando este cuerpo represivo intentó detener a Azaña a instancias del embajador franquista en Francia José Félix de Lequerica; fue trasladado a España y un tribunal franquista lo condena a muerte por "adhesión a la rebelión", pena que será conmutada por treinta años de prisión. Rivas Cherif recorrerá tres penales y doce cárceles hasta ir a parar a la colonia penitenciaria del Dueso, más conocida como "La isla del diablo", en septiembre de 1942. Salió en libertad en 1946 para exiliarse a México a las pocas semanas.

Rivas Cherif sale en libertad en 1946 y un año después marcha al exilio a México donde revive la experiencia del Teatro de la Escuela Nueva. En 1955 forma su última compañía con Margarita Xirgu. En 1961 publica Retrato de una desconocida, un drama sobre la vida de Azaña, escrito en el penal del Dueso. Falleció en México en diciembre de 1967.

 

donde murió en 1967.

martes, 29 de marzo de 2022

Los procesos militares contra el poeta Miguel Hernández, por Lucas Marcos

 

Los procesos militares contra el poeta Miguel Hernández: irregularidades, avales desaparecidos y un protagonista 'anonimizado'

Firma del poeta Miguel Hernández en uno de los documentos del sumario.

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El poeta comunista Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante, 1942) permaneció encarcelado por el franquismo en la posguerra hasta que falleció por las duras condiciones carcelarias. A pesar de la abundante bibliografía sobre el poeta —han pasado exactamente ocho décadas desde su trágica muerte— aún quedaban flecos por cubrir sobre el final de su vida y la condena por parte de la dictadura. El Ministerio de Defensa y la Universidad de Alicante han editado al alimón Los consejos de guerra de Miguel Hernández, el estudio más actualizado sobre los procesos contra el escritor que incluye un facsímil con los dos sumarios militares y que reseña las irregularidades de la justicia franquista.

Se trata de dos sumarios paralelos, en Orihuela (el 4487) y en el Juzgado de Prensa de Madrid (el 21001). “Incluso en el marco jurídico de la posguerra era ilegal a la luz del Código de Justicia Militar de 1890 aplicado entonces”, explica elDiario.es el catedrático de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá, autor de un extenso estudio introductorio.

En el sumario 21001, depositado en el Archivo General Histórico de Defensa de Madrid, el investigador ha detectado una “sorprendente” y “sospechosa” ausencia de los testimonio de personajes próximos al régimen, como el abogado Juan Bellod Salmerón (secretario de la Jefatura Provincial de la Milicia de Falange Española y de las JONS de Valencia), el clérigo Luis Almarcha o los escritores José María de Cossío, Ernesto Giménez Caballero o Rafael Sánchez Mazas. Ninguno de ellos fue citado a declarar ante el juez Manuel Martínez Gargallo.

La actuación del grupo de poetas e intelectuales falangistas, que defendió tras la muerte del poeta la tesis de haber trabajado para conseguir su liberación, queda cuestionada en el estudio histórico que revela algunas atribuciones falsas, silencios sorprendentes acerca de los vínculos con los represores y datos que relativizan el alcance real de esas gestiones.

Con el precedente del asesinato del poeta Federico García Lorca, el régimen intentó evitar la repercusión internacional a la espera del “arrepentimiento por fuera desesperación”. “Estoy convencido”, asegura Juan Antonio Ríos Carratalá, “de que nunca pensaron ejecutarle; prefirieron condenarlo a muerte y luego dejar pasar meses y meses a la espera de que se retractara”. 

  

Los sumarios incluyen errores (como fechas equivocadas, datos incompletos, ausencia de informes preceptivos, variaciones no justificadas en la evaluación de las pruebas o falta de comunicación entre distintos organismos judiciales) que son fruto de la precipitación y de la evidente ausencia de garantías jurídicas en el marco de la naciente dictadura franquista, desbordada en la posguerra por la interminable tarea represiva.

“Hubo una evidente ilegalidad porque ambos consejos de guerra simultáneamente juzgaron los mismos hechos de un solo encausado”, abunda el investigador que incide en el hecho de que los juzgados de Orihuela, Elche y Alicante continuaron la instrucción a pesar de que el juez Martínez Gargallo había solicitado su inhibición. “Esta actuación fue irregular a la luz del Código de Justicia Militar y se llevó a cabo con plena conciencia por parte de los implicados”, agrega.

“La validez legal de los avales localizados en favor de Miguel Hernández, o de los que hay referencias acerca de su existencia, es prácticamente nula”, precisa Ríos Carratalá. Así, los avalistas nunca confirmaron sus testimonios prestando declaración en el Juzgado Militar de Prensa. El juez instructor tampoco tuvo la oportunidad de incluir en el sumario los documentos firmados por los avalistas para que pudieran ser tenidos en cuenta en la sentencia del poeta al no haberse inhibido los juzgados alicantinos.

“La sentencia se dictó sin ningún posible testimonio en defensa del acusado, que careció, además, de abogado defensor [el alférez Diego Romero Pérez] hasta pocas horas de la sesión plenaria”, recuerda el editor de la obra.

El papel de Antonio Luis Baena Tocón

Sobre la actuación del secretario del Juzgado Militar de Prensa, el autor indica en una curiosa nota a pie de página que se ve obligado a preservar su anonimato en el trabajo de investigación editado por la Universidad de Alicante y el Ministerio de Defensa. Se refiere, sin citarlo expresamente, a Antonio Luis Baena Tocón, cuyo hijo emprendió una batalla en los tribunales para intentar censurar los trabajos académicos que aluden a la implicación del alférez jurídico en el proceso contra Miguel Hernández.

A pesar de que una sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 3 de Alicante avaló que el derecho de los investigadores académicos a aludir al papel de Antonio Luis Baena Tocón, su hijo mantiene una demanda ante el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Cádiz contra 107 personas (entre ellos el propio catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá, historiadores, periodistas e incluso instituciones académicas), en la que solicita una indemnización de 11,5 millones de euros por la presunta intromisión al honor de su padre fallecido.

Además, el descendiente del secretario del Juzgado Militar de Prensa también ha plantado cara a Google en la Audiencia Nacional para intentar que se retiren de la red las referencias al papel de su padre en el proceso contra Miguel Hernández. “Las citadas circunstancias y el más absoluto respeto a las decisiones judiciales me llevan a preservar el anonimato del secretario a la espera de que unos nuevos fallos favorables a mis intereses me permitan facilitar su nombre, como sucede con el resto de los protagonistas de estos episodios históricos”, indica el autor del estudio en la llamativa nota al pie de página (“Una historia sin nombres es un imposible, aparte de un dislate”, apostilla a continuación).

Pese a la prudencia, el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá no se resiste, aun sin citarlo expresamente, a reseñar el papel del alférez jurídico. “Siempre fue el encargado de localizar o recabar las pruebas de cargo al margen, hasta cierto punto, de lo establecido explícitamente por el artículo 377 del Código de Justicia Militar”, desliza el autor.

Al margen de prevenciones jurídicas, el estudio (que se presenta este lunes, coincidiendo con el 80 aniversario del fallecimiento de Miguel Hernández, en el Aula Magna de la Facultad de Letras de la Universidad de Alicante) culmina los trabajos biográficos sobre los trágicos últimos años del poeta comunista. “Puede aparecer algún documento más pero es complicado, no nos queda por escarbar en casi ningún sitio”, concluye Juan Antonio Ríos Carratalá.

La mirada de Augusto Thassio en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernánde

 



  1. La mirada de Augusto Thassio en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández
La mirada de Augusto Thassio en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández
                  (Miguel Hernández coloreado, en la guerra civil 1937)
 
 
por Augusto Tassio. Diario de Huelva.es

La mirada de Augusto Thassio en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández

Texto y fotos: Augusto Thassio

A pesar de cumplirse el 80 aniversario de su muerte, Miguel Hernández continúa vivo en el corazón y en la memoria del pueblo.

80 años y el rayo que no cesa sigue abriendo heridas bramando como un toro, agitando el mar de la memoria, perfumando de rosas la rosa de unos labios sedientos siempre de besos, que no llegaron atravesar los muros de las cárceles y los barrotes de los sufrimientos.

Siempre, como cada año desde 1942, en la madrugada del 28 de marzo, a las 5.30, un grito amordazado por la parálisis facial rompe el cristal de la copa en la que la rosada aurora brinda con la muerte, según el evangelio apócrifo de un joven preso enamorado de la libertad, a la que ni siquiera consiguió acariciar las orlas de su vestido.

 

 

Es Miguel Hernández Gilabert, 31 años, en la flor de su vida, fusilado cada día con balas de dolor, abandono, negligencias, premeditada crueldad de carnívoros cuchillos y trapos sucios. Poeta.

El más desgraciado de los poetas en lengua castellana, hecho a los palos y a los sufrimientos desde que, siendo niño, fue sacado a la fuerza del colegio y obligado a guardar cabras, ordeñarlas y distribuir la leche casa por casa, amenazado por su propio padre con inmisericordes palizas si lo veía con un libros entre sus manos o papel y lápiz  en el que dejara deslizarse sus primeros versos pastoriles.

El mismo viento Oeste sabe de cuántas cosas se podría escribir sobre Miguel Hernández antes y después del infame recorrido por las 13 cárceles más crueles y desoladoras de España, enfermando de neumonía en Palencia, de bronquitis en Ocaña y de tuberculosis en Alicante. Pasando por la cárcel de Huelva en ese recorrido infernal que le deparó el franquismo.

 

 

En mi último libro sobre el poeta del dolor y el sufrimiento, “Miguel Hernández, su perdición encontrada”, he querido situarlo en el triángulo de nuestra geografía onubense, cruzando la raya portuguesa tras la cual esperaba encontrar la libertad y encontró su presagiada y triste perdición.

Sí, buscó su perdición y la encontró entre signos sangrientos que fue toda su vida: altibajos de alegrías y tristezas, de euforias y depresiones, de esperanza ilusionada y decepciones trágicas de vida y muerte.

Miguel presentía que su perdición, cada vez más cercana, le mordía los talones e incluso le plantaba cara. Y la encuentra en Portugal, cumpliendo su destino de ciclos trazados en el tiempo.

A esta, mi última obra publicada, la llamo “Miguel Hernández, su perdición encontrada” en reconocimiento al poema hernandiano “un carnívoro cuchillo”, del poemario “Viento del pueblo”:  “A dónde iré que no vaya/ mi perdición a buscar./ Tu destino es de la playa/ y mi vocación del mar/. Descansar de esta labor/ de huracán, amor o infierno/ no es posible, y el dolor/ me hará a mi pesar eterno.”

 

 

El libro está ilustrado con muchas fotografías, como testimonio gráfico, así como documentos carcelarios. He querido que fuera una edición bilingüe, español-portugués ya que en Portugal hay mucha hambre de Miguel Hernández, por lo que ha sido un placer dar a conocer al poeta y su perdición encontrada en su propia lengua.

Y Portugal ha respondido levantando un pequeño paseo con el nombre del poeta en Santo Aleixo, un jardín y un monolito en Vila Verde de Ficalho, un jardín plantado de olivos en Moura

Y Rosal de la Frontera ha transformado su primera cárcel en centro de cultura y levantado un busto del poeta frente al edificio de la antigua aduana, hoy cuartel de la Guardia Civil.

 

 

La traducción ha corrido a cargo de la profesora Helena Barbagelata, de la Universidad de Lisboa, precisamente hija de mi estimada amiga Dulce Simoes, antropóloga, doctora en Ciencias Sociales, Humanas y Políticas, por la capital lisboeta. El prólogo es de Jesucristo Riquelme, catedrático de literatura, escritor e historiador, y la publicación ha corrido a cargo de la Diputación de Jaén.

La obra comienza con el dolido silencio de Miguel, apoyado en la tapia del corral de su casa en Cox (murciano y alicantino), esperando la madrugada en la que cogerá el tren que ha de llevarle a Madrid, tras dejarse convencer de Josefina, de su hermano Vicente y de su cuñado Ismael, con un  estudiado plan que le permitiera salir de España, él por el sur de Andalucía, y Josefina con el niño por Galicia, para reencontrarse en el Consulado de Chile en Lisboa. “Volveré al Madrid del espanto y del terror, (decía) al Madrid abandonado por Dios y los hombres que no quisieron ser humo ni ceniza ni fuego de metralletas y bombas…”

Así, el 20 de abril de 1939, el tren arranca de Madrid. Lleva consigo una vieja maleta de cartón, una muda, el traje azul marino que le regalaron en Moscú, su auto sacramental “Quién te ha visto y quién te ve, ni sombra de lo que eras”, “La destrucción del amor” de Vicente Aleixandre, 200 pesetas que le dio su hermano Vicente, un salvoconducto de la Compañía Militar de Orihuela, y otro del Centro de Reclutamiento, Instrucción y Movilización número 10 de Alcoy, que su cuñado, Ismael Terrés, marido de su hermana Encarna, le había conseguido.

En Madrid se entrevista con el poeta falangista Eduardo Llosent, fundador de la revista “Mediodía”, líder del movimiento literario en Sevilla, enterándose con  pesar que el poeta Jorge Guillén no se encuentra en Madrid desde 1938, y aunque se negaba aceptar, recibió algo de dinero y una carta de recomendación para Joaquín Romero Murube, poeta y Alcaide de Los Reales Alcázares de Sevilla.

Pero, llegado a la capital andaluza, tuvo que salir precipitadamente. Y marcha al pueblo gaditano de Villaluenga del Rosario, para pedir ayuda a su amigo Pedro Pérez Clotet, director de la revista Isla y alcalde, pero todo es ausencia.

Y llega a Valverde del Camino, en Huelva, en busca de su amigo y abogado Diego Romero, pero también se encuentra ausente. Se encamina al pueblo serrano de Aroche y desde allí cruza los Montes de Aroche y llega a tierras portuguesas, concretamente a Santo Aleixo. Y desde allí a Moura, el domingo 30 de abril, donde al intentar vender su reloj, es entregado a los guardinhas, acusado de fugitivo e indocumentado, a los que se les premia la captura con cinco pesetas.

A dónde iré que no vaya/ mi perdición a buscar” Y lo llevan a Vila Verde de Ficalho, pueblo fronterizo y entregado, el 3 de mayo, a la guardia civil de Rosal de la Frontera, donde lo llevan directamente al depósito municipal (hoy Centro de Interpretación Miguel Hernández) como queda reflejado en el proceso 532/39. Allí comparte celda con Francisco Guapo, un rosaleño al que su mujer, Manuela, lleva comida que comparte con el poeta.

El día 6 de mayo escribe a Josefina, pidiéndole haga lo imposible para que lo trasladen a la prisión de Orihuela, terminando la carta con “Pero la seguridad en mi honradez y la fe en la justicia de Franco, me hacen estar sereno y alegre”, sabiendo que la carta sería leída por la censura.

El día 9 es trasladado a la prisión provincial de Huelva, en la sección de transeúntes, registrado como indocumentado y sospechoso, aunque se ignora su peligrosidad.

El día 11 es trasladado a Sevilla, y el día 15 llega a Madrid, siendo encerrado en la 4ª galería, primera sala de la prisión de Torrijos.

El libro contiene los tres expedientes carcelarios de esta etapa:

  • Expediente carcelario de Portugal, número 532/39, donde se recogen las huellas dactilares del poeta (portada del libro), así como los oficios que documentan su detención 1939, hoja 1 y su posterior traslado a Estaña. Consta de cinco páginas (en cuatro hojas). Captura:1 de mayo de 1939, hoja 1-3. Documento de 2 de mayo. Hoja 4. Documento de 5 de mayo.
  • Del expediente carcelario de Rosal de la Frontera, se adjunta cuatro hojas por el anverso (en una de ellas se confunde el nombre del detenido, mano escribiéndolo Manuel en vez de Miguel,. Fecha de la documentación 3, 4, 8-9 y 9 de mayo respectivamente.
  • El tercer expediente es el carcelario de Huelva capital. Se trata de una documentación publicada, en 1990, en una revista poco accesible hoy, Con Dado de Niebla (1984-2002) dirigida por el poeta y escritor Juan Cobos Wilkins, con el impulso de la Diputación Provincial de Huelva, y está formado por dieciséis hojas, cuatro de ellas por ambas caras.

Así mismo, añado la fotografía de Manuela, la señora que ayudó a Miguel en la triste prisión de Rosal.

 

 

Indiscutiblemente, Miguel Hernández es un fenómeno social. Yo he visto llorar a obreros de la construcción leyendo la Elegía o El Niño Yuntero, para mí el testamento ideológico de nuestro poeta.

Dicen que el tándem Miguel Hernández- Augusto Thassio es garantía del valor de la cultura nacida del pueblo, alimentada en las alturas y dirigidas por el mismo pueblo, un pueblo que tiene vedado hoy convertirse en masa.

Thassio, con su  mirada clavada en los lejanos ojos del poeta, nos dice en voz baja un ruego: “Avisad al poeta/ que la esperanza tiene los ojos amoratado por  golpes sin piedad / que los sueños son sueños que acaban en pesadillas/ cuando matan a tiros/ el grito ¡Libertad!”.

infobae "Manolo, aguador ahogado". Mar Campelo Moreno, nieta de Elvira

 


"Manolo, aguador ahogado": la historia detrás de la elegía inédita de Miguel Hernández

A 75 años de su muerte, la sobrina nieta del notable poeta español reveló un poema que había permanecido oculta en la familia por tres generaciones. Por qué es importante para comprender su obra y las similitudes con “Elegía”, que Joan Manuel Serrat supo inmortalizar

Miguel Hernández
Miguel Hernández

Dice la leyenda que siendo niño, Miguel Hernández, el gran poeta español, aprendió a leer en la oscuridad, porque su padre lo golpeaba si lo veía con un libro en la mano. Dice la leyenda que cuando falleció, hace ya 75 años, nunca cerró los ojos. Y hoy dice la historia que, aquel afán por crear, por descubrir, por comprender, sigue vivo y más si se tiene en cuenta la reciente aparición de una nueva elegía, que permaneció oculta, atesorada por su familia a lo largo de generaciones.  

Tres generaciones lo acunaron y leyeron, lo mantuvieron en secretos como a un tesoro que no se desea dejar ir, pero que la conciencia y el tiempo obligan a compartir. Miguel, aquel pastor de cabras que llevó sus orígenes de tierra, sol y sudor en la sangre, en su pluma y en su humildad, le regaló el poema a su hermana Elvira, su primera lectora, su crítica más fiel.

Y fue ella quien le recomendó no publicarlo. Es que la elegía, dedicada a un amigo, Manolo el aguador, contenía una crítica, un estilete que surgía desde el dolor de la pérdida, hacia la madre de su compañero de tardes en el monte, a quien le atribuía el última grado de responsabilidad y acusaba de mezquina.

Así, oculto del mundo, llegó hasta la nieta de Elvira, quien recibió la herencia de publicarlo, el legado de regalarlo a los lectores. Elvira conservó este poema, como así también las cartas y documentos de su hermano, hasta la fecha de su fallecimiento (en 1996), cuando pasan a manos de su hija mayor, Elvira Moreno Hernández, a quien años antes había confiado su custodia.

Miguel Hernández junto a su hermana Elvira
Miguel Hernández junto a su hermana Elvira

"De Elvira Moreno, mi madre, todo el archivo pasa a mi poder en el 2016, con el encargo tácito de que lo haga público en el momento oportuno. Ambas transmisiones se han realizado con el acuerdo tanto de las otras hijas vivas de Elvira Hernández, Rosa y Concha, como del resto de sus nietas y nietos", explicó Mar Campelo Moreno a La Vanguardia de España.

Si bien el manuscrito no está fechado, a través de los datos obtenidos en la hemeroteca, se  podría situar en las primeras semanas de agosto de 1935. Los diarios La Verdad (7 de agosto de 1935), El Día (7 de agosto), La Libertad (6 de agosto) y El Luchador (5 de agosto) refieren al fallecimiento de un aguador de nombre Manuel García Ortuño, alias Solajes, natural de Orihuela, pueblo que vio nacer al autor de Perito en lunas (1933) y El rayo que no cesa (1936).

"No puedo asegurar que se trate de la misma persona, pero las coincidencias tanto en el nombre, como en el oficio o en la causa de la muerte, pueden hacer pensar con cierta seguridad que este Manuel García Ortuño, que murió ahogado el 4 de agosto de 1935, es el destinatario de la elegía", aseguró Campelo Moreno.

Para la sobrina nieta, "Manolo, aguador ahogado"  es "casi con toda seguridad" uno de los amigos  de la calle de Arriba, en la ciudad alicantina de Orihuela, donde el también dramaturgo pasó su infancia desde los cuatro años.

"El poeta muestra su dolor por el amigo muerto y la rabia por la injusticia de su muerte, a través de figuras y referencias utilizadas ya en sus poemas anteriores: el agua, la tierra, el yunque, el trueno, el arado, los dientes", escribió su familiar, quien además -toda una especialista en la obra de su célebre familiar- agregó: "Las similitudes de esta elegía con la dedicada a Ramón Sijé, que escribiría pocos meses después –en enero de 1936–, tras la muerte de su amigo el 24 de diciembre de 1935, apoyan la fecha sugerida".

Junto a su mujer Josefina Manresa en 1937
Junto a su mujer Josefina Manresa en 1937

Mar Campelo Moreno explicó a La Vanguardia que "la elegía a Manolo el aguador toma la forma más clásica –que ya había utilizado en sus elegías previas– de laudatorio del amigo desaparecido en segunda persona, y sólo en la última estrofa se muestra el autor en su dolor y su ofrenda de lágrimas, de su voz (su arma más valiosa) y una vez más, la tierra, para terminar con dos endecasílabos puramente elegíacos. Esta exposición de sus sentimientos avanza lo que será la expresión del dolor desgarrado en primera persona de la elegía a Ramón Sijé, que es un canto desesperado, en el que arremete contra la muerte que llegó "temprano" y a la que "no perdona" y que culmina con la esperanza irracional de que el amigo vuelva, pues les ha quedado pendiente "hablar de muchas cosas".

La excepcionalidad de esta nueva elegía va más allá de su espíritu inédito. Hernández, quien cultivó las formas clásicas como la elegía, realizó varias a  lo largo de su corta corta carrera -falleció a los 31 años- aunque eran dedicadas en general a personajes públicos o de su entorno, e incluso a algunos animales. Sin embargo, ésta, la de "Manolo, aguador ahogado" es la primera en la que persona muerta tiene una relación afectiva con él, lo toca como ninguna otra y es "en consecuencia, la primera con un tono íntimo, que muestra el dolor sincero y que camina hacia la culminación del género elegíaco en la dedicada a su 'compañero del alma'".

"Manolo, aguador ahogado" (Elegía inédita)

A punto de casarte te has ahogado.
Y una mujer tortura sus cabellos,
echa de menos un timón de olmo,
llora un novio de yunques resistentes,
un corazón de campanario en fiesta,
derramando jornales por el suelo, que unisteis
para pagar el azahar y el hijo.

Y otra mujer, tu madre, tan mezquina
que te crió con hierbas y mendrugos,
gime y te insulta porque ha de pagar tu entierro.

Hoy tendrán sed tinajas y gargantas,
hoy huelgan por ti fuentes y aguadores,
carros y surtidores, con los brazos caídos.

Tu cuerpo estaba hecho de herramientas sonoras:
parecías compuesto de disparos,
tu voz llevaba un trueno de las riendas
y dos trillos tus pasos, tan potentes
que quedaban las huellas de tus pies
grabadas en las losas.

Tú y la chicharra, de la misma especie.

Cuando hacías equilibrios sobre un cuchillo en pie,
cuando sobre tu carro
de cántaros templando sus guitarrones de agua,
relampagueando el látigo mordías al borrico,
cuando te desplegabas sobre tu acordeón,
caía seducida una hortelana.

Tú y Rosendo, los mozos más fornidos, Manolo.

Tu dilatado tórax ocupaba la calle,
a tu sien hondamente negra de juventud
acudían las venas y el amor a manojos,
parecía que nunca te habías de morir,
parecías verdad, y eras mentira.

Viniste al mundo derribando sillas
y levantando arados con los dientes,
tu mano mejoró la del león
y resistió tu espalda la caída de un pino.

Gremio de relucientes puñaladas,
suavemente las aguas te han matado.

Cuatro aguadores de anudados brazos
te llevan con los pies para delante.

Cuenta con mi dolor, cuenta conmigo,
y con mi corazón, y con mi lengua,
cuenta con un puñado de lágrimas y tierra,
cosechero que fuiste del estrépito,
privilegio acabado de la vida.


Miguel Hernández en la memoria. Mar Campelo Moreno/ Publico

 


Miguel Hernández en la memoria

Mar Campelo Moreno/ Publico

A Elvira Hernández Gilabert, mi abuela

Querida abuela:

Hace más de 25 años que te fuiste y hoy se cumplen 80 de la última vez que viste a tu hermano Miguel con vida, pero no he olvidado las anécdotas que me contaste una y otra vez desde que era una niña hasta que la maldita enfermedad se llevó tus recuerdos; aunque, incluso cuando habías perdido la capacidad de expresarte, abrías los ojos y algo se removía dentro de ti si veías una foto de tu hermano.

Cómo te reías cuando me contabas las regañinas que le echabas cada vez que "se le iba el santo al cielo" en sus excursiones a la sierra de Orihuela para leer o escribir y tenías que justificarlo con cualquier excusa, o cuando clavaste las contraventanas para que no las abriera en las horas de calor.

También se reía él cuando leías sus poemas y le hacías que te explicara lo que se escondía en cada juego retórico, no descansabas hasta que lo entendías todo. Y cuando lo reprendías por sus expresiones subidas de tono. Siempre sonreías cuando hablabas de vuestra niñez y juventud, se te iluminaban los ojos reviviéndolo y dibujabas la imagen de un muchacho alegre, espontáneo, cariñoso y vital, con una enorme empatía con el sufrimiento ajeno.

Fuisteis compañeros de juegos y siempre cómplices, amigos. Te hablaba de sus lecturas, de su pasión creadora –fuiste la primera lectora de muchos de sus poemas-, de su deseo vehemente de ir a Madrid, pero también de sus vivencias, de sus amigos, de las mujeres a las que amó… Con esa atención al detalle que tenías que reprimir entre risas pudorosas: "Miguel, no me cuentes esas cosas".

Con esa sonrisa tuya de medio lado, me contabas que tu madre y tú ordeñabais las cabras por segunda vez para sacar unas perricas que le enviabais a Miguel para que sobreviviera en Madrid.

Te casaste y te fuiste a Madrid con tu marido y tu hija (mi madre); el tío Miguel volvió a Madrid en esa misma época y, aunque vivía en una pensión, iba casi a diario a tu casa a comer y a que le lavaras la ropa.

Miguel Hernández en la Gran Vía de Madrid con su hermana Elvira y su sobrina.
Miguel Hernández en la Gran Vía de Madrid con su hermana Elvira y su sobrina.

Cuando leíste la elegía que le escribió a su amigo Manolo, que había muerto ahogado, le pediste que no la publicara porque causaría más dolor y te la regaló para que hicieras con ella lo que quisieras. Tú la guardaste en tu carpeta de los tesoros, la que contenía todos los recortes de prensa en los que se hablaba de él; esa carpeta que fue creciendo durante el resto de tu vida con cada carta suya, cada foto, cada publicación, cada referencia a tu hermano por mínima que fuera.

 

¿Por qué tuvo que volver a Orihuela cuando acabó la guerra? ¿Por qué no escuchó a vuestro padre cuando le dijo "vete, Miguel, que ahora viene el exterminio"? Porque quería abrazar a su familia y se sabía inocente. Y lo encarcelaron en el Seminario, en esa sierra en la que le gustaba perderse para escribir, para leer, para empaparse de naturaleza.

Sus cartas desde la cárcel trataban de transmitir esperanza, incluso se permitía alguna broma; os ocultó que lo habían condenado a muerte hasta que le conmutaron la pena por cadena perpetua. Esas cartas que llegaban censuradas o escondidas en el borde de las lecheras, escritas en papel higiénico. Y tú escribías o visitabas a cualquiera que pudiera interceder para su excarcelación.

Ya vivías en Alicante cuando lo trasladaron al Reformatorio de Adultos, la que sería su última cárcel. Caminabas hasta allí cada vez que se permitía una "comunicación" y le llevabas los alimentos que enviaban tus padres desde Orihuela y los que podías conseguir a través del estraperlo; esas lecheras que tanto costaba llenar y que los carceleros dejaban caer.

El día de las Mercedes los niños podían visitar a los presos y entraban su hijo y los tres tuyos. Mi madre, con siete años, era la mayor y le hacías memorizar los mensajes que querías transmitirle. Cuando salían, la interpelabas para que repitiera cada palabra de tu hermano.

Me hablabas de aquel día que fuiste a verlo con Josefina: no tenía fuerzas para caminar y se apoyaba en dos compañeros. Cuando os vio, se irguió, hinchó el pecho y sonrió:

- Miguel, qué bien te veo, ¿estás mejor?

- Han venido a ofrecerme dinero y la libertad si me retracto de todo lo que he escrito y pongo mi pluma al servicio del régimen.

- ¡Habrás dicho que sí!

- He dicho que no.

"Ese era mi hermano", concluías.

Su salud empeoraba. Recorrías Alicante de punta a punta sin descanso buscando una recomendación que traspasara el bloqueo para que lo visitara un médico, hasta que lo conseguiste. Lo ayudó a respirar mejor aunque, sin los medios suficientes, no podía hacer más. Lo ideal era trasladarlo al sanatorio para tuberculosos de Porta Coeli, donde, fuera de la insalubridad de la prisión, se recuperaría. Pero mientras tu hermano no accediera a volver al seno de la iglesia, era imposible.

Se te rompía el corazón cuando entrabas a visitarlo a la enfermería y lo encontrabas ahogándose entre suciedad. Lo lavabas, lo vestías con ropa limpia y le extraías el líquido de los pulmones como te había enseñado el médico.

Consciente de que se acercaba el final, accedió a casarse por la iglesia, postrado en la cama, para proteger a su familia (los matrimonios civiles habían quedado invalidados). Pocos días después se aprobó el traslado a Porta Coeli, pero ya era tarde.

La noche del 27 de marzo fuiste a visitarlo con Josefina, se te quebraba la voz cuando me contabas que lo aseaste y lo ayudaste a respirar por última vez. Murió esa madrugada.

Y llegaron los años del silencio, del miedo a pronunciar su nombre, de la hipocresía, de los libros de Losada llegados misteriosamente desde Argentina, de las conversaciones a media voz. Te indignaba la injusticia, el odio y las mentiras, siempre las mentiras. Me hablabas del tío Miguel entre murmullos y me pedías que bajara la voz cuando te pedía detalles: "No cuentes nada", "no te signifiques". Pues ahora lo estoy contando, abuela, mi memoria es tu memoria.

Ya en democracia, ibas a todos los actos y accedías a casi cualquier entrevista. Te quedabas exhausta, pero era tu "deber" homenajear y propagar el nombre y la obra de tu hermano. Esa fue la labor de toda tu vida.

Te habría encantado saber que 2017 fue el "Año de Miguel Hernández", a ti que te preocupaba tanto que lo hicieran desaparecer. Que de vez en cuando doy una charla sobre ese legado de recuerdos que me regalaste. Que publiqué la elegía a Manolo, como tú querías. Que la cama de tu hermano (que te acompañó a todos los lugares donde viviste) está ahora en su cuarto, en la casa de la calle de Arriba, que ahora se llama de Miguel Hernández, y que es su casa-museo. No lo han olvidado, abuela, hasta la estación de tren lleva su nombre, y un aeropuerto, y una universidad, y colegios, y centros culturales.

Descansa en paz, abuela, la poesía de tu hermano resuena en todo el mundo; su nombre está marcado a fuego; y yo seguiré compartiendo este legado que me transmitiste hasta dejarlo grabado en mi memoria. Miguel Hernández es, indiscutiblemente, un gran poeta; pero para mí siempre será el tío Miguel.

 

......................

 

"Manolo, aguador ahogado" (Elegía inédita)

A punto de casarte te has ahogado.
Y una mujer tortura sus cabellos,
echa de menos un timón de olmo,
llora un novio de yunques resistentes,
un corazón de campanario en fiesta,
derramando jornales por el suelo, que unisteis
para pagar el azahar y el hijo.

Y otra mujer, tu madre, tan mezquina
que te crió con hierbas y mendrugos,
gime y te insulta porque ha de pagar tu entierro.

Hoy tendrán sed tinajas y gargantas,
hoy huelgan por ti fuentes y aguadores,
carros y surtidores, con los brazos caídos.

Tu cuerpo estaba hecho de herramientas sonoras:
parecías compuesto de disparos,
tu voz llevaba un trueno de las riendas
y dos trillos tus pasos, tan potentes
que quedaban las huellas de tus pies
grabadas en las losas.

Tú y la chicharra, de la misma especie.

Cuando hacías equilibrios sobre un cuchillo en pie,
cuando sobre tu carro
de cántaros templando sus guitarrones de agua,
relampagueando el látigo mordías al borrico,
cuando te desplegabas sobre tu acordeón,
caía seducida una hortelana.

Tú y Rosendo, los mozos más fornidos, Manolo.

Tu dilatado tórax ocupaba la calle,
a tu sien hondamente negra de juventud
acudían las venas y el amor a manojos,
parecía que nunca te habías de morir,
parecías verdad, y eras mentira.

Viniste al mundo derribando sillas
y levantando arados con los dientes,
tu mano mejoró la del león
y resistió tu espalda la caída de un pino.

Gremio de relucientes puñaladas,
suavemente las aguas te han matado.

Cuatro aguadores de anudados brazos
te llevan con los pies para delante.

Cuenta con mi dolor, cuenta conmigo,
y con mi corazón, y con mi lengua,
cuenta con un puñado de lágrimas y tierra,
cosechero que fuiste del estrépito,
privilegio acabado de la vida.

 

lunes, 28 de marzo de 2022

No le pudieron cerrar los ojos a Miguel Hernández

 

No le pudieron cerrar los ojos a Miguel Hernández

El poeta Miguel Hernández

El poeta Miguel Hernández

El poeta del pueblo falleció un sábado, víspera del Domingo de Ramos, a las 5.30 hora de la mañana del 28 de marzo de 1942 por fimia pulmonar (hace ahora 80 años). Nadie junto a su cama. Su compañero Joaquín Ramón Rocamora estaba durmiendo. No le pudieron cerrar los ojos. Lo pasaron al sótano del reformatorio...

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Congreso virtual: Un rayo que no cesa: la autorreflexión en la poesía de Miguel Hernández, Universidad de Zúrich

Sociedad Suiza de Estudios Hispánicos

https://www.sagw.ch/sseh/actividades/details/news/congreso-un-rayo-que-no-cesa-la-autorreflexion-en-la-poesia-de-miguel-hernandez-universidad-de-zurich

Un rayo que no cesa: la autorreflexión en la poesía de Miguel Hernández 

Homenaje al autor en el octogésimo aniversario de su muerte


El congreso tendrá lugar el 28 de marzo de 2022 en la Universidad de Zúrich, edificio RAA-G-01, Rämistrasse 59, 8001 Zúrich.
La sesión se transmitirá también por zoom.
Información de acceso:
https://uzh.zoom.us/j/69301773602?pwd=MXdkTVR5ZEwvbG1sSVg3L29LclNSUT09

Meeting-ID: 693 0177 3602
Kenncode: 560590

Un rayo que no cesa: la autorreflexión en la poesía de Miguel Hernández 

Homenaje al autor en el octogésimo aniversario de su muerte


El congreso tendrá lugar el 28 de marzo de 2022 en la Universidad de Zúrich, edificio RAA-G-01, Rämistrasse 59, 8001 Zúrich.
La sesión se transmitirá también por zoom.
Información de acceso:
https://uzh.zoom.us/j/69301773602?pwd=MXdkTVR5ZEwvbG1sSVg3L29LclNSUT09

Meeting-ID: 693 0177 3602
Kenncode: 560590


PROGRAMA

Congreso: Un rayo que no cesa: la autorreflexión en la poesía de Miguel Hernández, Universidad de Zúrich

Un rayo que no cesa: la autorreflexión en la poesía de Miguel Hernández 

Homenaje al autor en el octogésimo aniversario de su muerte


El congreso tendrá lugar el 28 de marzo de 2022 en la Universidad de Zúrich, edificio RAA-G-01, Rämistrasse 59, 8001 Zúrich.
La sesión se transmitirá también por zoom.
Información de acceso:
https://uzh.zoom.us/j/69301773602?pwd=MXdkTVR5ZEwvbG1sSVg3L29LclNSUT09

Meeting-ID: 693 0177 3602
Kenncode: 560590


PROGRAMA

Un rayo que no cesa: la autorreflexión en la poesía de Miguel Hernández 

Homenaje al autor en el octogésimo aniversario de su muerte


El congreso tendrá lugar el 28 de marzo de 2022 en la Universidad de Zúrich, edificio RAA-G-01, Rämistrasse 59, 8001 Zúrich.
La sesión se transmitirá también por zoom.
Información de acceso:
https://uzh.zoom.us/j/69301773602?pwd=MXdkTVR5ZEwvbG1sSVg3L29LclNSUT09

Meeting-ID: 693 0177 3602
Kenncode: 560590


PROGRAMA

 

El congreso tendrá lugar el 28 de marzo de 2022 en la Universidad de Zúrich, edificio RAA-G-01, Rämistrasse 59, 8001 Zúrich.
La sesión se transmitirá también por zoom.
Información de acceso:
https://uzh.zoom.us/j/69301773602?pwd=MXdkTVR5ZEwvbG1sSVg3L29LclNSUT09

Meeting-ID: 693 0177 3602
Kenncode: 560590

PROGRAMA: Lunes 28 de marzo de 2022


09.30-09.45h
Apertura y bienvenida (Dra. Itzíar López Guil)


09.45-10.05h
Jorge Urrutia (Universidad Carlos III, Madrid) (en línea)
“La ética como estética del presente (De la formación ideológica de
Miguel Hernández)”


10.05-10.25h
Pedro Ruiz Pérez (Universidad de Córdoba) (en línea)
Epistemología barroca y sentido gongorino en Perito en lunas

10.25-10.35h
Discusión


10.35-11.05h
PAUSA CAFÉ


11.05-11.25h
Itzíar López Guil (Universidad de Zúrich)
“Iconicidad y autorreflexión implícita en la poesía de Miguel
Hernández”


11.25-11.45h
José Luis Ferris (Universidad Miguel Hernández de Elche)
“Tradición poética y variante humana en El rayo que no cesa, de
Miguel Hernández: metáforas de lo invisible”


11.45-11.55h
Discusión


11.55-14.00h
PAUSA COMIDA


14.00-14.20h
Cristina Martínez Torres (Universidad de Ginebra)
“Autorreferencialidad y compromiso en Miguel Hernández: el
discurso metaliterario de ‘El hombre acecha’”

 
14.20-14.40h
José Carlos Rovira (Universidad de Alicante)
“Autobiografía, autorretrato y autorreferencia en el Cancionero de
Miguel Hernández”


14.40-14.50h
Discusión
14.50-15.10h
Juan José Lanz (Universidad del País Vasco)
Si Lope resucitara.... El tricentenario de la muerte de Lope de
Vega en 1935 y la nueva poesía


15.10-15.40h
PAUSA CAFÉ


15.40-16.00h
Carmen Alemany Bay (Universidad de Alicante)
“Reflexiones metapoéticas en esbozos inéditos de Miguel Hernández”

16.00-16.10h
Discusión


16.10-16.30h
Aitor Luis Larrabide Achútegui (Director de la
Fundación Miguel Hernández) (en línea)

La censura y Miguel Hernández


16.30-16.50h
Laura Scarano (Universidad Mar del Plata) (en línea)
“El giro afectivo en las canciones de El hombre acecha

16.50-17.00h
Discu