Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com
Cipriano Rivas Cherif, director de la delegación del V Festival de Teatro Sovietico. Coincidió con Miguel Hernández en Rusia. Ciprino eue director de propaganda (comunicación) durante la temporada de 1924-1925 de la compañía italiana de Vittorio Podrecca, Teatro dei Piccoli,
que visitó Madrid. Fue una compañía de títeres y teatro de Vanguardia,
en la que Rivas Cherif observó un reflejo de los postulados de Gordon Craig.
Después del éxito obtenido por la compañía italiana, en 1925 trabajó de director de propaganda para la compañía dramática de Mimi Aguglia pero también como asesor literario. Su arriesgada puesta en escena de La cabeza del Bautista de Valle-Inclán recibió críticas muy buenas, entre ellas la de Adrià Gual.
Era cuñado del político Manuel Azaña, casado con su hermana Dolores Rivas Cherif. Durante la guerra civil ocupó el consulado en Ginebra, donde fue víctima del episodio de los cuadernos robados.
Parte de los diarios privados que le habían sido confiados por el
presidente de la república, Azaña, fueron robados y entregados al bando
franquista, desde donde se usaron como propaganda contra políticos de la
II República.
Tras la Guerra Civil acompañó a su cuñado en el exilio. Fue detenido por la Gestapo cuando este cuerpo represivo intentó detener a Azaña a instancias del embajador franquista en Francia José Félix de Lequerica;
fue trasladado a España y un tribunal franquista lo condena a muerte
por "adhesión a la rebelión", pena que será conmutada por treinta años
de prisión. Rivas Cherif recorrerá tres penales y doce cárceles hasta ir
a parar a la colonia penitenciaria del Dueso, más conocida como "La isla del diablo", en septiembre de 1942. Salió en libertad en 1946 para exiliarse a México a las pocas semanas.
Rivas Cherif sale en libertad en 1946 y un año después marcha al exilio a
México donde revive la experiencia del Teatro de la Escuela Nueva. En
1955 forma su última compañía con Margarita Xirgu. En 1961 publica Retrato de una desconocida, un drama sobre la vida de Azaña, escrito en el penal del Dueso. Falleció en México en diciembre de 1967.
Los procesos militares contra el poeta
Miguel Hernández: irregularidades, avales desaparecidos y un
protagonista 'anonimizado'
El Ministerio de Defensa y la Universidad de
Alicante publican un facsímil de los sumarios contra el escritor con un
estudio del catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá
El poeta comunista Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante,
1942) permaneció encarcelado por el franquismo en la posguerra hasta que
falleció por las duras condiciones carcelarias. A pesar de la abundante
bibliografía sobre el poeta —han pasado exactamente ocho décadas desde
su trágica muerte— aún quedaban flecos por cubrir sobre el final de su
vida y la condena por parte de la dictadura. El Ministerio de Defensa y
la Universidad de Alicante han editado al alimón Los consejos de guerra de Miguel Hernández,
el estudio más actualizado sobre los procesos contra el escritor que
incluye un facsímil con los dos sumarios militares y que reseña las
irregularidades de la justicia franquista.
Se trata de dos sumarios paralelos, en Orihuela (el 4487) y en
el Juzgado de Prensa de Madrid (el 21001). “Incluso en el marco jurídico
de la posguerra era ilegal a la luz del Código de Justicia Militar de
1890 aplicado entonces”, explica elDiario.es el catedrático de la
Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá, autor de un extenso
estudio introductorio.
En el sumario 21001, depositado en el Archivo General Histórico
de Defensa de Madrid, el investigador ha detectado una “sorprendente” y
“sospechosa” ausencia de los testimonio de personajes próximos al
régimen, como el abogado Juan Bellod Salmerón (secretario de la Jefatura
Provincial de la Milicia de Falange Española y de las JONS de
Valencia), el clérigo Luis Almarcha o los escritores José María de
Cossío, Ernesto Giménez Caballero o Rafael Sánchez Mazas. Ninguno de
ellos fue citado a declarar ante el juez Manuel Martínez Gargallo.
La actuación del grupo de poetas e intelectuales falangistas,
que defendió tras la muerte del poeta la tesis de haber trabajado para
conseguir su liberación, queda cuestionada en el estudio histórico que
revela algunas atribuciones falsas, silencios sorprendentes acerca de
los vínculos con los represores y datos que relativizan el alcance real
de esas gestiones.
Con el precedente del asesinato del poeta Federico García Lorca,
el régimen intentó evitar la repercusión internacional a la espera del
“arrepentimiento por fuera desesperación”. “Estoy convencido”, asegura
Juan Antonio Ríos Carratalá, “de que nunca pensaron ejecutarle;
prefirieron condenarlo a muerte y luego dejar pasar meses y meses a la
espera de que se retractara”.
Los sumarios incluyen errores (como fechas equivocadas, datos
incompletos, ausencia de informes preceptivos, variaciones no
justificadas en la evaluación de las pruebas o falta de comunicación
entre distintos organismos judiciales) que son fruto de la precipitación
y de la evidente ausencia de garantías jurídicas en el marco de la
naciente dictadura franquista, desbordada en la posguerra por la
interminable tarea represiva.
“Hubo una evidente ilegalidad porque ambos consejos de guerra
simultáneamente juzgaron los mismos hechos de un solo encausado”, abunda
el investigador que incide en el hecho de que los juzgados de Orihuela,
Elche y Alicante continuaron la instrucción a pesar de que el juez
Martínez Gargallo había solicitado su inhibición. “Esta actuación fue
irregular a la luz del Código de Justicia Militar y se llevó a cabo con
plena conciencia por parte de los implicados”, agrega.
“La validez legal de los avales localizados en favor de Miguel
Hernández, o de los que hay referencias acerca de su existencia, es
prácticamente nula”, precisa Ríos Carratalá. Así, los avalistas nunca
confirmaron sus testimonios prestando declaración en el Juzgado Militar
de Prensa. El juez instructor tampoco tuvo la oportunidad de incluir en
el sumario los documentos firmados por los avalistas para que pudieran
ser tenidos en cuenta en la sentencia del poeta al no haberse inhibido
los juzgados alicantinos.
“La sentencia se dictó sin ningún posible testimonio en defensa
del acusado, que careció, además, de abogado defensor [el alférez Diego
Romero Pérez] hasta pocas horas de la sesión plenaria”, recuerda el
editor de la obra.
El papel de Antonio Luis Baena Tocón
Sobre la actuación del secretario del Juzgado Militar de Prensa,
el autor indica en una curiosa nota a pie de página que se ve obligado a
preservar su anonimato en el trabajo de investigación editado por la
Universidad de Alicante y el Ministerio de Defensa. Se refiere, sin
citarlo expresamente, a Antonio Luis Baena Tocón, cuyo hijo emprendió
una batalla en los tribunales para intentar censurar los trabajos
académicos que aluden a la implicación del alférez jurídico en el
proceso contra Miguel Hernández.
Además, el descendiente del secretario del Juzgado Militar de Prensa también
ha plantado cara a Google en la Audiencia Nacional para intentar que se
retiren de la red las referencias al papel de su padre en el proceso
contra Miguel Hernández. “Las citadas circunstancias y el más
absoluto respeto a las decisiones judiciales me llevan a preservar el
anonimato del secretario a la espera de que unos nuevos fallos
favorables a mis intereses me permitan facilitar su nombre, como sucede
con el resto de los protagonistas de estos episodios históricos”, indica
el autor del estudio en la llamativa nota al pie de página (“Una
historia sin nombres es un imposible, aparte de un dislate”, apostilla a
continuación).
Pese a la prudencia, el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá
no se resiste, aun sin citarlo expresamente, a reseñar el papel del
alférez jurídico. “Siempre fue el encargado de localizar o recabar las
pruebas de cargo al margen, hasta cierto punto, de lo establecido
explícitamente por el artículo 377 del Código de Justicia Militar”,
desliza el autor.
Al margen de prevenciones jurídicas, el estudio (que se presenta
este lunes, coincidiendo con el 80 aniversario del fallecimiento de
Miguel Hernández, en el Aula Magna de la Facultad de Letras de la
Universidad de Alicante) culmina los trabajos biográficos sobre los
trágicos últimos años del poeta comunista. “Puede aparecer algún
documento más pero es complicado, no nos queda por escarbar en casi
ningún sitio”, concluye Juan Antonio Ríos Carratalá.
La mirada de Augusto Thassio en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández
(Miguel Hernández coloreado, en la guerra civil 1937)
por Augusto Tassio. Diario de Huelva.es
La mirada de Augusto Thassio en el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández
Texto y fotos: Augusto Thassio
A pesar de cumplirse el 80 aniversario de su muerte, Miguel Hernández continúa vivo en el corazón y en la memoria del pueblo.
80 años y el rayo que no cesa
sigue abriendo heridas bramando como un toro, agitando el mar de la
memoria, perfumando de rosas la rosa de unos labios sedientos siempre de
besos, que no llegaron atravesar los muros de las cárceles y los
barrotes de los sufrimientos.
Siempre, como cada año desde 1942, en la madrugada del 28 de marzo, a las 5.30, un grito amordazado por la parálisis facial rompe el cristal
de la copa en la que la rosada aurora brinda con la muerte, según el
evangelio apócrifo de un joven preso enamorado de la libertad, a la que
ni siquiera consiguió acariciar las orlas de su vestido.
Es Miguel Hernández Gilabert, 31 años,
en la flor de su vida, fusilado cada día con balas de dolor, abandono,
negligencias, premeditada crueldad de carnívoros cuchillos y trapos
sucios. Poeta.
El más desgraciado de los poetas en lengua castellana, hecho a los palos y a los sufrimientos desde que, siendo niño, fue sacado a la fuerza del colegio y obligado a guardar cabras,
ordeñarlas y distribuir la leche casa por casa, amenazado por su propio
padre con inmisericordes palizas si lo veía con un libros entre sus
manos o papel y lápiz en el que dejara deslizarse sus primeros versos
pastoriles.
El mismo viento Oeste sabe de cuántas cosas se podría escribir sobre Miguel Hernández antes y después del infame recorrido por las 13 cárceles más crueles y desoladoras de España, enfermando de neumonía en Palencia, de bronquitis en Ocaña y de tuberculosis en Alicante. Pasando por la cárcel de Huelva en ese recorrido infernal que le deparó el franquismo.
En mi último libro sobre el poeta del dolor y el sufrimiento, “Miguel Hernández, su perdición encontrada”, he querido situarlo en el triángulo de nuestra geografía onubense, cruzando la raya portuguesa tras la cual esperaba encontrar la libertad y encontró su presagiada y triste perdición.
Sí,
buscó su perdición y la encontró entre signos sangrientos que fue toda
su vida: altibajos de alegrías y tristezas, de euforias y depresiones,
de esperanza ilusionada y decepciones trágicas de vida y muerte.
Miguel
presentía que su perdición, cada vez más cercana, le mordía los talones
e incluso le plantaba cara. Y la encuentra en Portugal, cumpliendo su
destino de ciclos trazados en el tiempo.
A esta, mi última obra publicada, la llamo “Miguel Hernández, su perdición encontrada” en reconocimiento al poema hernandiano “un carnívoro cuchillo”, del poemario “Viento del pueblo”: “A
dónde iré que no vaya/ mi perdición a buscar./ Tu destino es de la
playa/ y mi vocación del mar/. Descansar de esta labor/ de huracán, amor
o infierno/ no es posible, y el dolor/ me hará a mi pesar eterno.”
El
libro está ilustrado con muchas fotografías, como testimonio gráfico,
así como documentos carcelarios. He querido que fuera una edición
bilingüe, español-portugués ya que en Portugal hay mucha hambre de Miguel Hernández, por lo que ha sido un placer dar a conocer al poeta y su perdición encontrada en su propia lengua.
Y Portugal ha respondido levantando
un pequeño paseo con el nombre del poeta en Santo Aleixo, un jardín y
un monolito en Vila Verde de Ficalho, un jardín plantado de olivos en
Moura…
Y Rosal de la Frontera ha transformado su primera cárcel en centro de cultura y levantado un busto del poeta frente al edificio de la antigua aduana, hoy cuartel de la Guardia Civil.
La
traducción ha corrido a cargo de la profesora Helena Barbagelata, de la
Universidad de Lisboa, precisamente hija de mi estimada amiga Dulce Simoes, antropóloga, doctora en Ciencias Sociales, Humanas y Políticas, por la capital lisboeta. El prólogo es de Jesucristo Riquelme, catedrático de literatura, escritor e historiador, y la publicación ha corrido a cargo de la Diputación de Jaén.
La
obra comienza con el dolido silencio de Miguel, apoyado en la tapia del
corral de su casa en Cox (murciano y alicantino), esperando la
madrugada en la que cogerá el tren que ha de llevarle a Madrid, tras
dejarse convencer de Josefina, de su hermano Vicente y de su cuñado
Ismael, con un estudiado plan que le permitiera salir de España, él por
el sur de Andalucía, y Josefina con el niño por Galicia, para reencontrarse en el Consulado de Chile en Lisboa.
“Volveré al Madrid del espanto y del terror, (decía) al Madrid
abandonado por Dios y los hombres que no quisieron ser humo ni ceniza ni
fuego de metralletas y bombas…”
Así, el 20 de abril de 1939, el tren arranca de Madrid. Lleva consigo una vieja maleta de cartón,
una muda, el traje azul marino que le regalaron en Moscú, su auto
sacramental “Quién te ha visto y quién te ve, ni sombra de lo que eras”,
“La destrucción del amor” de Vicente Aleixandre, 200 pesetas que le dio
su hermano Vicente, un salvoconducto de la Compañía Militar de
Orihuela, y otro del Centro de Reclutamiento, Instrucción y Movilización
número 10 de Alcoy, que su cuñado, Ismael Terrés, marido de su hermana
Encarna, le había conseguido.
En Madrid se entrevista con el poeta falangista Eduardo Llosent,
fundador de la revista “Mediodía”, líder del movimiento literario en
Sevilla, enterándose con pesar que el poeta Jorge Guillén no se
encuentra en Madrid desde 1938, y aunque se negaba aceptar, recibió algo
de dinero y una carta de recomendación para Joaquín Romero Murube, poeta y Alcaide de Los Reales Alcázares de Sevilla.
Pero,
llegado a la capital andaluza, tuvo que salir precipitadamente. Y
marcha al pueblo gaditano de Villaluenga del Rosario, para pedir ayuda a su amigo Pedro Pérez Clotet, director de la revista Isla y alcalde, pero todo es ausencia.
Y llega a Valverde del Camino, en Huelva, en busca de su amigo y abogado Diego Romero, pero también se encuentra ausente. Se encamina al pueblo serrano de Aroche y desde allí cruza los Montes de Aroche y llega a tierras portuguesas, concretamente a Santo Aleixo. Y desde allí a Moura, el domingo 30 de abril, donde al intentar vender su reloj, es entregado a los guardinhas, acusado de fugitivo e indocumentado, a los que se les premia la captura con cinco pesetas.
“A dónde iré que no vaya/ mi perdición a buscar” Y lo llevan a Vila Verde de Ficalho, pueblo fronterizo y entregado, el 3 de mayo, a la guardia civil de Rosal de la Frontera,
donde lo llevan directamente al depósito municipal (hoy Centro de
Interpretación Miguel Hernández) como queda reflejado en el proceso
532/39. Allí comparte celda con Francisco Guapo, un rosaleño al que su mujer, Manuela, lleva comida que comparte con el poeta.
El día 6 de mayo escribe a Josefina,
pidiéndole haga lo imposible para que lo trasladen a la prisión de
Orihuela, terminando la carta con “Pero la seguridad en mi honradez y la
fe en la justicia de Franco, me hacen estar sereno y alegre”, sabiendo
que la carta sería leída por la censura.
El día 9 es trasladado a la prisión provincial de Huelva, en la sección de transeúntes, registrado como indocumentado y sospechoso, aunque se ignora su peligrosidad.
El día 11 es trasladado a Sevilla, y el día 15 llega a Madrid, siendo encerrado en la 4ª galería, primera sala de la prisión de Torrijos.
El libro contiene los tres expedientes carcelarios de esta etapa:
Expediente
carcelario de Portugal, número 532/39, donde se recogen las huellas
dactilares del poeta (portada del libro), así como los oficios que
documentan su detención 1939, hoja 1 y su posterior traslado a Estaña.
Consta de cinco páginas (en cuatro hojas). Captura:1 de mayo de 1939,
hoja 1-3. Documento de 2 de mayo. Hoja 4. Documento de 5 de mayo.
Del
expediente carcelario de Rosal de la Frontera, se adjunta cuatro hojas
por el anverso (en una de ellas se confunde el nombre del detenido, mano
escribiéndolo Manuel en vez de Miguel,. Fecha de la documentación 3, 4,
8-9 y 9 de mayo respectivamente.
El tercer expediente es el carcelario de Huelva capital.
Se trata de una documentación publicada, en 1990, en una revista poco
accesible hoy, Con Dado de Niebla (1984-2002) dirigida por el poeta y
escritor Juan Cobos Wilkins, con el impulso de la Diputación Provincial
de Huelva, y está formado por dieciséis hojas, cuatro de ellas por ambas
caras.
Así mismo, añado la fotografía de Manuela, la señora que ayudó a Miguel en la triste prisión de Rosal.
Indiscutiblemente, Miguel Hernández es un fenómeno social.
Yo he visto llorar a obreros de la construcción leyendo la Elegía o El
Niño Yuntero, para mí el testamento ideológico de nuestro poeta.
Dicen
que el tándem Miguel Hernández- Augusto Thassio es garantía del valor
de la cultura nacida del pueblo, alimentada en las alturas y dirigidas
por el mismo pueblo, un pueblo que tiene vedado hoy convertirse en masa.
Thassio,
con su mirada clavada en los lejanos ojos del poeta, nos dice en voz
baja un ruego: “Avisad al poeta/ que la esperanza tiene los ojos
amoratado por golpes sin piedad / que los sueños son sueños que acaban
en pesadillas/ cuando matan a tiros/ el grito ¡Libertad!”.
"Manolo, aguador ahogado": la historia detrás de la elegía inédita de Miguel Hernández
A
75 años de su muerte, la sobrina nieta del notable poeta español reveló
un poema que había permanecido oculta en la familia por tres
generaciones. Por qué es importante para comprender su obra y las
similitudes con “Elegía”, que Joan Manuel Serrat supo inmortalizar
Mar Campelo Moreno, hija de Elvira Moreno Hernández , y nieta de Elvira Hernández Gilabert
4 de Diciembre de 2017
Miguel Hernández
Dice
la leyenda que siendo niño, Miguel Hernández, el gran poeta español,
aprendió a leer en la oscuridad, porque su padre lo golpeaba si lo veía
con un libro en la mano. Dice la leyenda que cuando falleció, hace ya 75
años, nunca cerró los ojos. Y hoy dice la historia que, aquel afán por
crear, por descubrir, por comprender, sigue vivo y más si se tiene en
cuenta la reciente aparición de una nueva elegía, que permaneció oculta,
atesorada por su familia a lo largo de generaciones.
Tres
generaciones lo acunaron y leyeron, lo mantuvieron en secretos como a
un tesoro que no se desea dejar ir, pero que la conciencia y el tiempo
obligan a compartir. Miguel, aquel pastor de cabras que llevó sus
orígenes de tierra, sol y sudor en la sangre, en su pluma y en su
humildad, le regaló el poema a su hermana Elvira, su primera lectora, su
crítica más fiel.
Y
fue ella quien le recomendó no publicarlo. Es que la elegía, dedicada a
un amigo, Manolo el aguador, contenía una crítica, un estilete que
surgía desde el dolor de la pérdida, hacia la madre de su compañero de
tardes en el monte, a quien le atribuía el última grado de
responsabilidad y acusaba de mezquina.
Así,
oculto del mundo, llegó hasta la nieta de Elvira, quien recibió la
herencia de publicarlo, el legado de regalarlo a los lectores. Elvira
conservó este poema, como así también las cartas y documentos de su
hermano, hasta la fecha de su fallecimiento (en 1996), cuando pasan a
manos de su hija mayor, Elvira Moreno Hernández, a quien años antes
había confiado su custodia.
Miguel Hernández junto a su hermana Elvira
"De
Elvira Moreno, mi madre, todo el archivo pasa a mi poder en el 2016,
con el encargo tácito de que lo haga público en el momento oportuno.
Ambas transmisiones se han realizado con el acuerdo tanto de las otras
hijas vivas de Elvira Hernández, Rosa y Concha, como del resto de sus
nietas y nietos", explicó Mar Campelo Moreno a La Vanguardia de España.
Si
bien el manuscrito no está fechado, a través de los datos obtenidos en
la hemeroteca, se podría situar en las primeras semanas de agosto de
1935. Los diarios La Verdad (7 de agosto de 1935), El Día (7 de agosto),
La Libertad (6 de agosto) y El Luchador (5 de agosto) refieren al
fallecimiento de un aguador de nombre Manuel García Ortuño, alias
Solajes, natural de Orihuela, pueblo que vio nacer al autor de Perito en lunas (1933) y El rayo que no cesa (1936).
"No
puedo asegurar que se trate de la misma persona, pero las coincidencias
tanto en el nombre, como en el oficio o en la causa de la muerte,
pueden hacer pensar con cierta seguridad que este Manuel García Ortuño,
que murió ahogado el 4 de agosto de 1935, es el destinatario de la
elegía", aseguró Campelo Moreno.
Para
la sobrina nieta, "Manolo, aguador ahogado" es "casi con toda
seguridad" uno de los amigos de la calle de Arriba, en la ciudad
alicantina de Orihuela, donde el también dramaturgo pasó su infancia
desde los cuatro años.
"El
poeta muestra su dolor por el amigo muerto y la rabia por la injusticia
de su muerte, a través de figuras y referencias utilizadas ya en sus
poemas anteriores: el agua, la tierra, el yunque, el trueno, el arado,
los dientes", escribió su familiar, quien además -toda una especialista
en la obra de su célebre familiar- agregó: "Las similitudes de esta
elegía con la dedicada a Ramón Sijé, que escribiría pocos meses después
–en enero de 1936–, tras la muerte de su amigo el 24 de diciembre de
1935, apoyan la fecha sugerida".
Junto a su mujer Josefina Manresa en 1937
Mar
Campelo Moreno explicó a La Vanguardia que "la elegía a Manolo el
aguador toma la forma más clásica –que ya había utilizado en sus elegías
previas– de laudatorio del amigo desaparecido en segunda persona, y
sólo en la última estrofa se muestra el autor en su dolor y su ofrenda
de lágrimas, de su voz (su arma más valiosa) y una vez más, la tierra,
para terminar con dos endecasílabos puramente elegíacos. Esta exposición
de sus sentimientos avanza lo que será la expresión del dolor
desgarrado en primera persona de la elegía a Ramón Sijé, que es un canto
desesperado, en el que arremete contra la muerte que llegó "temprano" y
a la que "no perdona" y que culmina con la esperanza irracional de que
el amigo vuelva, pues les ha quedado pendiente "hablar de muchas cosas".
La
excepcionalidad de esta nueva elegía va más allá de su espíritu
inédito. Hernández, quien cultivó las formas clásicas como la elegía,
realizó varias a lo largo de su corta corta carrera -falleció a los 31
años- aunque eran dedicadas en general a personajes públicos o de su
entorno, e incluso a algunos animales. Sin embargo, ésta, la de "Manolo,
aguador ahogado" es la primera en la que persona muerta tiene una
relación afectiva con él, lo toca como ninguna otra y es "en
consecuencia, la primera con un tono íntimo, que muestra el dolor
sincero y que camina hacia la culminación del género elegíaco en la
dedicada a su 'compañero del alma'".
"Manolo, aguador ahogado" (Elegía inédita) A punto de casarte te has ahogado. Y una mujer tortura sus cabellos, echa de menos un timón de olmo, llora un novio de yunques resistentes, un corazón de campanario en fiesta, derramando jornales por el suelo, que unisteis para pagar el azahar y el hijo.
Y otra mujer, tu madre, tan mezquina que te crió con hierbas y mendrugos, gime y te insulta porque ha de pagar tu entierro.
Hoy tendrán sed tinajas y gargantas, hoy huelgan por ti fuentes y aguadores, carros y surtidores, con los brazos caídos.
Tu cuerpo estaba hecho de herramientas sonoras: parecías compuesto de disparos, tu voz llevaba un trueno de las riendas y dos trillos tus pasos, tan potentes que quedaban las huellas de tus pies grabadas en las losas.
Tú y la chicharra, de la misma especie.
Cuando hacías equilibrios sobre un cuchillo en pie, cuando sobre tu carro de cántaros templando sus guitarrones de agua, relampagueando el látigo mordías al borrico, cuando te desplegabas sobre tu acordeón, caía seducida una hortelana.
Tú y Rosendo, los mozos más fornidos, Manolo.
Tu dilatado tórax ocupaba la calle, a tu sien hondamente negra de juventud acudían las venas y el amor a manojos, parecía que nunca te habías de morir, parecías verdad, y eras mentira.
Viniste al mundo derribando sillas y levantando arados con los dientes, tu mano mejoró la del león y resistió tu espalda la caída de un pino.
Gremio de relucientes puñaladas, suavemente las aguas te han matado.
Cuatro aguadores de anudados brazos te llevan con los pies para delante.
Cuenta con mi dolor, cuenta conmigo, y con mi corazón, y con mi lengua, cuenta con un puñado de lágrimas y tierra, cosechero que fuiste del estrépito, privilegio acabado de la vida.
Hace más de 25 años que te fuiste y hoy se cumplen 80 de la última
vez que viste a tu hermano Miguel con vida, pero no he olvidado las
anécdotas que me contaste una y otra vez desde que era una niña hasta
que la maldita enfermedad se llevó tus recuerdos; aunque, incluso cuando
habías perdido la capacidad de expresarte, abrías los ojos y algo se
removía dentro de ti si veías una foto de tu hermano.
Cómo te reías cuando me contabas las regañinas que le echabas cada
vez que "se le iba el santo al cielo" en sus excursiones a la sierra de
Orihuela para leer o escribir y tenías que justificarlo con cualquier
excusa, o cuando clavaste las contraventanas para que no las abriera en
las horas de calor.
También se reía él cuando leías sus poemas y le hacías que te
explicara lo que se escondía en cada juego retórico, no descansabas
hasta que lo entendías todo. Y cuando lo reprendías por sus expresiones
subidas de tono. Siempre sonreías cuando hablabas de vuestra niñez y
juventud, se te iluminaban los ojos reviviéndolo y dibujabas la imagen
de un muchacho alegre, espontáneo, cariñoso y vital, con una enorme
empatía con el sufrimiento ajeno.
Fuisteis compañeros de juegos y siempre cómplices, amigos. Te hablaba
de sus lecturas, de su pasión creadora –fuiste la primera lectora de
muchos de sus poemas-, de su deseo vehemente de ir a Madrid, pero
también de sus vivencias, de sus amigos, de las mujeres a las que amó…
Con esa atención al detalle que tenías que reprimir entre risas
pudorosas: "Miguel, no me cuentes esas cosas".
Con esa sonrisa tuya de medio lado, me contabas que tu madre y tú ordeñabais las cabras por segunda vez para sacar unas perricas que le enviabais a Miguel para que sobreviviera en Madrid.
Te casaste y te fuiste a Madrid con tu marido y tu hija (mi madre);
el tío Miguel volvió a Madrid en esa misma época y, aunque vivía en una
pensión, iba casi a diario a tu casa a comer y a que le lavaras la ropa.
Cuando leíste la elegía que le escribió a su amigo Manolo, que había
muerto ahogado, le pediste que no la publicara porque causaría más dolor
y te la regaló para que hicieras con ella lo que quisieras. Tú la
guardaste en tu carpeta de los tesoros, la que contenía todos los
recortes de prensa en los que se hablaba de él; esa carpeta que fue
creciendo durante el resto de tu vida con cada carta suya, cada foto,
cada publicación, cada referencia a tu hermano por mínima que fuera.
¿Por qué tuvo que volver a Orihuela cuando acabó la guerra? ¿Por qué
no escuchó a vuestro padre cuando le dijo "vete, Miguel, que ahora viene
el exterminio"? Porque quería abrazar a su familia y se sabía inocente.
Y lo encarcelaron en el Seminario, en esa sierra en la que le gustaba
perderse para escribir, para leer, para empaparse de naturaleza.
Sus cartas desde la cárcel trataban de transmitir esperanza, incluso
se permitía alguna broma; os ocultó que lo habían condenado a muerte
hasta que le conmutaron la pena por cadena perpetua. Esas cartas que
llegaban censuradas o escondidas en el borde de las lecheras, escritas
en papel higiénico. Y tú escribías o visitabas a cualquiera que pudiera
interceder para su excarcelación.
Ya vivías en Alicante cuando lo trasladaron al Reformatorio de
Adultos, la que sería su última cárcel. Caminabas hasta allí cada vez
que se permitía una "comunicación" y le llevabas los alimentos que
enviaban tus padres desde Orihuela y los que podías conseguir a través
del estraperlo; esas lecheras que tanto costaba llenar y que los
carceleros dejaban caer.
El día de las
Mercedes los niños podían visitar a los presos y entraban su hijo y los
tres tuyos. Mi madre, con siete años, era la mayor y le hacías memorizar
los mensajes que querías transmitirle. Cuando salían, la interpelabas
para que repitiera cada palabra de tu hermano.
Me hablabas de aquel día que fuiste a verlo con Josefina: no tenía
fuerzas para caminar y se apoyaba en dos compañeros. Cuando os vio, se
irguió, hinchó el pecho y sonrió:
- Miguel, qué bien te veo, ¿estás mejor?
- Han venido a ofrecerme dinero y la libertad si me retracto de todo lo que he escrito y pongo mi pluma al servicio del régimen.
- ¡Habrás dicho que sí!
- He dicho que no.
"Ese era mi hermano", concluías.
Su salud empeoraba. Recorrías Alicante de punta a punta sin descanso
buscando una recomendación que traspasara el bloqueo para que lo
visitara un médico, hasta que lo conseguiste. Lo ayudó a respirar mejor
aunque, sin los medios suficientes, no podía hacer más. Lo ideal era
trasladarlo al sanatorio para tuberculosos de Porta Coeli, donde, fuera
de la insalubridad de la prisión, se recuperaría. Pero mientras tu
hermano no accediera a volver al seno de la iglesia, era imposible.
Se te rompía el corazón cuando entrabas a visitarlo a la enfermería y
lo encontrabas ahogándose entre suciedad. Lo lavabas, lo vestías con
ropa limpia y le extraías el líquido de los pulmones como te había
enseñado el médico.
Consciente de que se acercaba el final, accedió a casarse por la
iglesia, postrado en la cama, para proteger a su familia (los
matrimonios civiles habían quedado invalidados). Pocos días después se
aprobó el traslado a Porta Coeli, pero ya era tarde.
La noche del 27 de marzo fuiste a visitarlo con Josefina, se te
quebraba la voz cuando me contabas que lo aseaste y lo ayudaste a
respirar por última vez. Murió esa madrugada.
Y llegaron los años del silencio, del miedo a pronunciar su nombre,
de la hipocresía, de los libros de Losada llegados misteriosamente desde
Argentina, de las conversaciones a media voz. Te indignaba la
injusticia, el odio y las mentiras, siempre las mentiras. Me hablabas
del tío Miguel entre murmullos y me pedías que bajara la voz cuando te
pedía detalles: "No cuentes nada", "no te signifiques". Pues ahora lo
estoy contando, abuela, mi memoria es tu memoria.
Ya en democracia, ibas a todos los actos y accedías a casi cualquier
entrevista. Te quedabas exhausta, pero era tu "deber" homenajear y
propagar el nombre y la obra de tu hermano. Esa fue la labor de toda tu
vida.
Te habría encantado saber que 2017 fue el "Año de Miguel Hernández", a
ti que te preocupaba tanto que lo hicieran desaparecer. Que de vez en
cuando doy una charla sobre ese legado de recuerdos que me regalaste.
Que publiqué la elegía a Manolo, como tú querías. Que la cama de tu
hermano (que te acompañó a todos los lugares donde viviste) está ahora
en su cuarto, en la casa de la calle de Arriba, que ahora se llama de
Miguel Hernández, y que es su casa-museo. No lo han olvidado, abuela,
hasta la estación de tren lleva su nombre, y un aeropuerto, y una
universidad, y colegios, y centros culturales.
Descansa en paz, abuela, la poesía de tu hermano resuena en todo el
mundo; su nombre está marcado a fuego; y yo seguiré compartiendo este
legado que me transmitiste hasta dejarlo grabado en mi memoria. Miguel
Hernández es, indiscutiblemente, un gran poeta; pero para mí siempre
será el tío Miguel.
......................
"Manolo, aguador ahogado" (Elegía inédita) A punto de casarte te has ahogado. Y una mujer tortura sus cabellos, echa de menos un timón de olmo, llora un novio de yunques resistentes, un corazón de campanario en fiesta, derramando jornales por el suelo, que unisteis para pagar el azahar y el hijo.
Y otra mujer, tu madre, tan mezquina que te crió con hierbas y mendrugos, gime y te insulta porque ha de pagar tu entierro.
Hoy tendrán sed tinajas y gargantas, hoy huelgan por ti fuentes y aguadores, carros y surtidores, con los brazos caídos.
Tu cuerpo estaba hecho de herramientas sonoras: parecías compuesto de disparos, tu voz llevaba un trueno de las riendas y dos trillos tus pasos, tan potentes que quedaban las huellas de tus pies grabadas en las losas.
Tú y la chicharra, de la misma especie.
Cuando hacías equilibrios sobre un cuchillo en pie, cuando sobre tu carro de cántaros templando sus guitarrones de agua, relampagueando el látigo mordías al borrico, cuando te desplegabas sobre tu acordeón, caía seducida una hortelana.
Tú y Rosendo, los mozos más fornidos, Manolo.
Tu dilatado tórax ocupaba la calle, a tu sien hondamente negra de juventud acudían las venas y el amor a manojos, parecía que nunca te habías de morir, parecías verdad, y eras mentira.
Viniste al mundo derribando sillas y levantando arados con los dientes, tu mano mejoró la del león y resistió tu espalda la caída de un pino.
Gremio de relucientes puñaladas, suavemente las aguas te han matado.
Cuatro aguadores de anudados brazos te llevan con los pies para delante.
Cuenta con mi dolor, cuenta conmigo, y con mi corazón, y con mi lengua, cuenta con un puñado de lágrimas y tierra, cosechero que fuiste del estrépito, privilegio acabado de la vida.
El poeta
del pueblo falleció un sábado, víspera del Domingo de Ramos, a las 5.30
hora de la mañana del 28 de marzo de 1942 por fimia pulmonar (hace
ahora 80 años). Nadie junto a su cama. Su compañero Joaquín Ramón Rocamora estaba durmiendo. No le pudieron cerrar los ojos. Lo pasaron al sótano del reformatorio...
09.45-10.05hJorge Urrutia (Universidad Carlos III, Madrid)(en línea) “La ética como estética del presente (De la formación ideológica de Miguel Hernández)”
10.05-10.25hPedro Ruiz Pérez (Universidad de Córdoba) (enlínea) “Epistemología barroca y sentido gongorino enPerito en lunas” 10.25-10.35hDiscusión
10.35-11.05hPAUSA CAFÉ
11.05-11.25hItzíar López Guil (Universidad de Zúrich) “Iconicidad y autorreflexión implícita en la poesía de Miguel Hernández”
11.25-11.45hJosé Luis Ferris (UniversidadMiguel Hernández de Elche) “Tradición poética y variante humana en‘El rayo que no cesa’, de Miguel Hernández: metáforas de lo invisible”
11.45-11.55hDiscusión
11.55-14.00hPAUSA COMIDA
14.00-14.20hCristina Martínez Torres (Universidad de Ginebra) “Autorreferencialidady compromiso en Miguel Hernández: el discurso metaliterario de ‘El hombre acecha’”
14.20-14.40hJoséCarlos Rovira (Universidad de Alicante) “Autobiografía, autorretrato y autorreferencia en el‘Cancionero’de Miguel Hernández”
14.40-14.50hDiscusión 14.50-15.10hJuan José Lanz (Universidad del País Vasco) “‘Si Lope resucitara...’. El tricentenario de la muerte de Lope de Vega en 1935 y la‘nueva poesía’”
15.10-15.40hPAUSA CAFÉ
15.40-16.00hCarmen Alemany Bay (Universidad deAlicante) “Reflexiones metapoéticas en esbozos inéditos de Miguel Hernández” 16.00-16.10hDiscusión
16.10-16.30hAitor Luis Larrabide Achútegui (Director de la Fundación Miguel Hernández)(en línea) “La censura yMiguel Hernández”
16.30-16.50hLaura Scarano (Universidad Mar del Plata)(en línea) “El giro afectivo en las canciones de‘El hombre acecha’” 16.50-17.00hDiscu