Ramón Fernández Palmeral
PREÁMBULO
Esta ponencia es una
recopilación renovada y puesta al día de mi libro El hombre acecha, como ejede la poesía de guerra, prólogo de poeta oriolano Manuel-Roberto
Leonís, Editorial Palmeral, Alicante, 2004. Voy a comentar los poemas
proyectando a la vez en la pantalla unas ilustraciones del libro, para
facilitar los comentarios en un ejercicio de nemotécnica.
El hombre acecha (1939) poemario póstumo de Miguel Hernández, que del que cumplen 75 años, no
es uno de los poemarios más conocidos de Miguel; sin embargo, es un libro
imprescindible para entender la angustia vital en que se avecinaba la derrota
republicana que nos habla de la brutalidad de la guerra, del desencanto, del
hambre, de los heridos, de los culpables, donde Miguel se convierte en un poeta
maduro, vigoroso, sencillo y asequible al lector medio con expresiones rotundas
por haber vivido el sufrimiento directamente en los frentes de batalla. Su
poesía alcanza, salvo algunas composiciones menos logradas, un momento solemne,
auténtico, revolucionaria y del proletariado, y a la vez se convierte en un
verdadero maestro de las fórmulas sencillas pero contundentes. El mensaje
estaba dirigido a levantar los ánimos de los combatientes.
El hombre acecha se le considera
como una segunda parte de Viento del pueblo, otros autores lo han
llamado el reverso o envés, al considerar que los dos poemarios forman un
“corpus épico” resultado de su experiencia y de una cosmovisión poética común:
la de denunciar los abusos y consecuencias de la guerra, y sobre todo, la
culpabilidad de no haber puesto el pueblo (del bando republicano) todo su
empeño y medios para ganarla.
Se ha considerado que la
poesía urgente o de guerra es poco reflexiva, aunque como ha escrito
recientemente Carmen Alemany en su libro Miguel Hernández. El desafío de la
escritura., Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante,
2014, nos encontramos ante un libro muy elaborado y meditado, por los bocetos
que ella ha encontrado y estudiado. La
mayoría de estos poemas, salvo «Los hombres viejos» escrito durante su viaje a
la URSS, los escribió en Cox donde vivía
con su esposa Josefina y el hijo de pocos meses. Estaba aquejado de fuertes
dolores de cabezas «anemia cerebral», se le permitió descansar durante el 1938,
además estuvo en un Hotel de Reposo para combatientes Benicasim (Castellón de la Plana). Hizo
varias escapadas a Valencia y Madrid. Desde julio se le supone adscrito a la
Escuela de Oficiales de la VI División,
ubicada en Albalat de Sorell. No pudo acudir a la llamada del comandante Carlos
Contreras a Cataluña con la 11º División
cuando se inicia la batalla del Ebro.
Valioso y
clarificador ha sido el libro de Eutimio Martín, Oficio de poeta,
Aguilar, Madrid, 2010, en su capitulo XXI, dedicado al El hombre acecha. También
en el libro Miguel Hernández, pasión, cárcel y muerte de
un poeta de José Luis Ferris, Temas de Hoy, edición ampliada y
corregida, Madrid, 2010. En 2006 escribí y publiqué en Internet el artículo «Las
huellas de Miguel Hernández en Valencia y Teruel», como resultado de un viaje
que hice por tierras de Aragón. De gran utilidad me fue el libro de Manuel Tuñón
de Lara La batalla de Teruel, publicado en Instituto de Estudios
Turolense nº. 2 de 1986, de la Diputación de Teruel.
Por otra parte nos
hallamos ante una joya bibliográfica, un poemario histórico en el panorama de
la poesía castellana, una obra rarísima, una fortuna de que viera la luz,
puesto que en la primavera 1939 fue destruida a la entrada de los Nacionales
(posiblemente como cuenta Eutimio Martín, por el equipo inquisitorial del
censor Joaquín Entrambasagaus) en la imprenta
Tipografía Moderna de
Valencia (intervenida por la Subsecretaria
de Propaganda de la República), se piensa que eran 50.000 ejemplares preparados
para salir a la calle (según Leopoldo de Luis eran las tiradas usuales);
excepto tres «capillas» que milagrosamente se salvaron del censor franquista:
una se hallada en la biblioteca del bibliófilo y académico extremeño
Antonio Rodríguez Moñino, que durante la guerra fue técnico de la Junta de
Incautación y Protección del tesoro Artístico, no es hasta 1979 cuando es
descubierta la «capilla» por el profesor Víctor Ynfantes de Miguel, es la
primera vez que se puede leer «Los hombres viejos», y este se lo comunicó a
Leopoldo de Luis; y otra un libro encuadernado de una «capilla» en la colección
de José María de Cossío, hoy Biblioteca-Museo de la Casona de Tudanca
(Santander), la tercera «capilla» estuvo en poder de Enrique Azcoaga, que
pensaba editarla en Melilla, pero al fin no se editó. Hacer suposiciones de
cómo llegaron las «capillas» en poder de Moñino, Cossío o Azcoaga, solo son
especulaciones que no tienen valor documental. No obste otra posibilidad
apuntada por Oscar Moreno Ferrández en su ponencia «La suerte editorial de El
hombre acecha», es la de que, el propietario de la imprenta Vicente Soler
se las enviara a Moñino, y éste a su vez le diera una a Cossío. Como apunta
Francisco Esteve, director de la Cátedra Miguel Hernández de la Universidad de
Elche, la «capilla» de Rodríguez Moñino se encuentra actualmente en la Real
Academia de la Lengua de Madrid, metida en una cartera del Banco Hispano, y él
sacó una fotografía de la portada del libro que estaba en papel fino corriente,
lo que da a entender que era una prueba de imprenta.
Hasta 1979 no se conoció completo El hombre
acecha, por falta del poema «Los hombres viejos» (poema clave de este
libro) un poema lleno de «violencia verbal de tipo escatológico» (comentarios de Leopoldo de Luis y Jorge
Urrutia en la edición de Cátedra de 1981 y 1998) agresividad verbal, de
denuncia ante las viejas tradiciones, burlas al poder, denuncia de la usura,
recomendaciones de los que eluden la lucha. La hispanista Marie Chevallier
descubrió en 1973 un manuscrito fragmentado que consideró versión de «El
hambre».
Anteriormente, una selección de este poemario los
publicó la Editorial Aguilar en 1952. También en la Editorial Losada en 1960.
En Obra
poética completa, Editorial ZYZ, 1976, Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia y
un años más tarde como Poemas sociales de guerra y de muerte, en Alianza
Editorial, 1977, excepto «Los hombres viejos». Estos autores también publicaron
El hombre acecha. Cancionero y romancero de ausencias. En CUPSA, Madrid.
Pero no es hasta 1979 cuando aparece publicado «Los hombres viejos» en
ZARO-ZYX. Y en Poesía completa de
Agustín Sánchez Vidal, Aguilar 1979. Las ediciones anteriores de Obras
escogidas, de Aguilar de 1952, con prólogo de Arturo del Hoy, así como las
Obras completas de Elvio Romero, Losada, Buenos Aires de 1960, no está el
poema «Los hombres viejos». Losada tenía una copia mecanografiada desde 1948,
sin este poema. En 1981 se publica por
primera vez la edición facsímil de 1939, una edición del bibliotecario y poeta
Rafael Gómez de la Casona de Tudanca, Instituto Cultural de Cantabria,
Diputación de Santander, de una capilla encuadernada que tenía José María de Cossío, en su biblioteca que había sido donada en 1975 a la Diputación
Provincial de Santander. La edición de 1981 contiene un amplio estudio previo
de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia. Cubierta del pintor cántabro Eduardo Sanz.
Después del éxito de Viento del
pueblo, 1937, le piden otro poemario. Miguel se encuentra en la cúspide de
su fama, ha estado en Jaén y Castuera (Extremadura), en el II Congreso
Internacional de escritores en Defensa de la Cultura en Valencia, había estado
en Rusia comisionado para el V Festival de Teatro ruso, en diciembre de 1937 se
encuentra en el frente de Teruel donde son compuestos algunos poemas que
veremos más detalladamente. El 19 de diciembre nació
en Cox su primer hijo Manuel Ramón, se encontraba en el Frente de Teruel y vino
a Cox el 24 de eses mismo mes, le trajeron en coche, lo que evidencia su
estatus en el frente. Trajo a casa 25 ejemplares de Viento del pueblo, y
3.000 pesetas que le habían pagado por haber ganado el Concurso Nacional de
Literatura, por su drama Pastor de la
muerte. Nos lo cuenta Josefina Manresa, en la página 67 de su libro Recuerdos
de la viuda de Miguel Hernández, Ediciones de la Torre, Madrid, 1980; aunque
ella dice que ese dinero se lo había pagado por Viento del pueblo. Uno de estos ejemplares se lo dedicó a Asunción,
la mujer de su amigo el poeta panadero Carlos Fenoll que en ese tiempo estaba
en el frente.
Los poemas de Viento del pueblo
y El hombre acecha están llenos de denuncia y de realismo social,
con experiencias traumatizadoras desde sus inicios de la guerra en el 1936
hasta finales de 1938, poesía auténtica y comprensible donde no habitan
falsedades ni higuera fosca (del poema «El hambre»). Poeta nacido
de las raíces del pueblo con un marcado destino trágico, amigo de sus amigos,
un alma pura, que supo llevar y comunicar su angustia vital hasta las últimas
consecuencias y mantener la dignidad y fidelidad a las propias creencias e
ideas políticas.
Para ser un poeta verdadero, comprometido con su tiempo y, a la vez, con
su obra es necesario tener «casta», haber sufrido «¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás
se siente / herido por la vida...!», escribió en su poema «El Herido». Puesto que ser
sincero, y sobre todo, poseer la iluminación del genio es «carecer de los límites corporales»,
de los que nos habló el sevillano Vicente Aleixandre, o fluir de atávica
sangre, sobre lecho de sedientos ríos sin márgenes ni riberas que den límite al
líquido sediento, es una de la cualidades más sobresalientes que no podemos
olvidar en Miguel: «ruiseñor que cantó
encima de los fusiles». En este grupo de poema de combate se encuentras
«El soldado y la nieve», «El hambre» y «El tren de los heridos»
El 19 de octubre de 1938 muere su hijo Manuel Ramón cuando contaba diez
meses, Miguel estaba en Cox, compuso «Canción última» y «Canción Primera».
Miguel es un hombre dolorido y enrabietado contra el destino, que se extrapola
a las injusticias y tropelías cometidas contra el pueblo llano y contra él
mismo. Por todo ello, considero que El hombre acecha, auténtico poemario
de guerra, merece un análisis detenido y una atención más exhaustiva, de la que
hasta le han dedicado los investigadores hernandianos.
Además de poeta Miguel fue dramaturgo,
escribió teatro, un teatro social prácticamente desconocido, que no por
desconocido es menos importante, si leemos
los estudios de los indiscutible especialista en este tema como es
Jesucristo Riquelme, Mariano de Paco y Francisco Javier Díez de Revenga, lo
comprenderemos mejor su obra dramática y se puede leer en Obras Completas, Espasa Calpe, 1992. Tomo II.
Estos dos libros de poesía de guerra merecerían un estudio global, por contener
numerosa poesía urgente o de guerra, objeto de este artículo, además son poemas
sociales y de muerte, (la muerte-amor de la que hablara Ramón Sijé), tal vez la
más valiente que se escribiera, por su compromiso y evidentes peligros
tangibles, y, sobre todo, por esa descarga de rabia, desolación
ante la impunidad y la injusticia, que llevaron a muchos poetas a tomar la
pluma y las armas, empujados por un turbio río bélico de una época trágica para
las dos Españas. «España: piedra estoica
que se abrió en dos pedazos».
El hombre
acecha, más otras publicaciones poéticas de otros autores contemporáneos en
revistas, Altavoz del Frente y libros de romances de la guerra civil, nos
servirán como eje principal o parámetros para ahondar en la poesía española durante
la guerra incivil: la denominada «poesía de guerra», «de urgencia», «de lucha y
combate», «de resistencia», «bélico-épica» o también llamada revolucionaria,
testimonios de una Memoria Histórica, que debe permanecer en el recuerdo, en la
que participaron excelentes escritores, poetas y algunos soldados republicanos
y que tomaron la poesía como arma de lucha ideológica y sobre todo
propagandista política en busca de la libertad y defensa de la República. En la
propuesta de conmutación de la pena treinta años por la de veinte años y
un día a Miguel, datada en Madrid el 10 de diciembre de 1943, se le calificaba
en hechos probados como «Poeta de la revolución».
No es fácil
tarea intentar comprender el dolor y el penar, el sufrimiento que siente
el poeta orcelitano, el poeta del pueblo, llamado por sus carceleros de la
revolución, en la composición de algunos de estos poemas de ira y rabia como es
El hombre acecha. También es verdad que he hallado algunas
metáforas surrealistas que no he podido descifrar, bien por su hermetismo o
quizás por estar demasiado enraizadas en su cosmovisión
poética, que son de una intimidad psicológica o espiritual que sólo
el abismo de su yo y de su subconsciente pudieron alimentar. Algunas metáforas
son de una alta factura lírica que,
únicamente le son concedidas a los tocados por los dioses, como podremos leer
en ese: «He regresado al tigre…, latido
de cartas; o ese quitar
la piel al sol; retoñarán aladas; rayo amarrado; reliquias de mi cuerpo que
pierdo a cada herida... Las armas son un signo de impotencia»… Otros
poetas podrán igualarlas pero jamás superarlas.
No debemos olvidarnos de
aquellos intelectuales y escritores que con sus primeros estudios supieron
mantener viva la obra y memoria
hernandiana como Manuel Molina, Vicente Ramos, pioneros en la publicación de
poemas en los años cincuenta durante la posguerra y el silencio franquista. Ni
tampoco de Rafael Alberti, Vicente Aleixandre junto con Arturo del Hoyo,
Guerrero Zamora, María de Gracia Ifach o Concha Zardoya. Las primeras
publicaciones después de su muerte fueron: El rayo que no cesa y otros
poemas, edición de Rafael Alberti, Colección Rama de Oro, Buenos Aires,
noviembre de 1942. Homenaje a M. Hernández. Palacio Municipal, La
Habana, 1943. Noticias sobre M. Hernández, de Juan Guerrero
Zamora en Cuadernos de política y Literatura. Madrid 1951. Obras escogidas,
Madrid Aguilar, 1952, con prólogo de Arturo del Hoy. Las Obras Completas de
Elvio Romero en 1960 en Losada. Las publicaciones tempranas de Juan Cano
Ballesta, La poesía de Miguel Hernández,
Gredos, Madrid, 1962. O de Claudio Couffon. Jacinto Guereña. Gabriele Morelli,
Darío Puccini, Jesús Poveda y las Obras
Completas de José Carlos Rovira, Agustín Sánchez Vidal y Carmen Alemany,
Espasa-Calpe, 1992. Más los tres congresos realizados hasta a fecha con la
publicación de sus correspondientes actas. Más la parte inédita del legado por investigar y que os herederos han
trasladado a Quesada (Jaén).
En aquella tragedia española quedaron
en el limbo del olvido muchos escritores y poetas de la Vega Baja,
algunos, todavía anónimos y olvidados, como los hermanos poetas Francisco y
Enrique Salinas (Jefe de Sanidad de Alicante, durante la República), ambos
presos en el Reformatorio de Adultos de Alicante. Los hermanos Ramón Sijé y
Gabriel Sijé. Nos queda también Vicente Bautista Belda, pintor y escrito de
Callosa del Segura cuyos libros de
memorias son caudal imprescindible, Carlos Fenoll, Jesús Poveda, José
Murcia Bascuñana «El Arriero», Augusto Pescador…Otro alicantinos como Pascual
Plá y Beltrán, Juan Gil-Albert.
1.- APUNTES SOBRE EL LIBRO EL
HOMBRE ACECHA
Como he comentado la edición fue destruida cuando se hallaba en «capilla» (hojas impresas
sin cortar) a la espera de ser encuadernado en los locales de la imprenta
Tipología Moderna de la calle Avellanas, 9 de Valencia. Destruida a la entrada
de los Nacionales en Valencia. No hubiera tenido importancia su pérdida, de
haber sido un libro anodino o sin interés, sin embargo, su contenido, sus
testimonios hacen de él una obra imprescindible en la poesía
contemporánea dentro de la llamada poesía de guerra o republicana. Una
verdadera joya bibliográfica que podemos disfrutar hoy, gracias la casualidad y
a una serie de aciertos llevados por la ruleta literaria del azar.
Miguel entregó el original en el otoño de 1938 a Rafael Pérez Contel,
responsable de ediciones y director artístico de las ediciones de la
Subsecretaría de Propaganda de la Sección de Publicaciones del Comisariado el
Cuartel General del Cuerpo de Ejército de Levante, en el otoño de 1938,
en uno sus viajes a Valencia capital, posiblemente cuando estuvo adscrito en la
Escuela de Oficiales de la VI División en Albalat dels Sorells. La sede Estado
Mayor del Ejército de Levante estaba
ubicado en Torrent, a 9 kilómetros de Valencia, cuyo nombre en clave era
«Posición Pekín». Al mando del cuartel se encontraba el Teniente Coronel Manuel
Matallana, nombrado por el general Miaja.
Estando en el frente de las congeladas tierras de Teruel escribió los
poemas como «Teruel», «El soldado y la nieve», además pensó en esa tierra
cuando compuso «El herido» y «El tren de los heridos» y «El vuelo de los
hombres», sobre el valor de los aviadores republicanos, que fueron incluidos en
su libro El hombre acecha. Como periodista escribió en Teruel «¡Firmes en nuestros puestos!», y «Un año de guerrilla en Galicia (I y II)», publicados en la revista Pasaremos
órgano del 11º División del Ejército. Del primer artículo publicado el nº. 66,
extraigo unas frases:
En las sierras de Teruel, alturas donde se
registraron las menores temperaturas de España, los soldados de la 11ª
División han observado y observan una conducta de metal inquebrantable. Una
semana victoriosa ha sido para ellos esta semana que termina. La nieve, el
frió, el viento, el enemigo, se han clavado con intensidad en estos días de
diciembre y en estas crudas sierras, dispuestos a devorar las orejas, a cuajar
el aliento, a llevarse el calor de estos soldados (…) Y han arrebatado pueblos
a los invasores, Concud, San Blas y han hecho posible el cerco de Teruel y han
rechazado y rechazan las embestidas de las numerosas fuerzas que presionan para
romper el cerco.
(Publicado por María Gómez y Patiño
Propaganda poética en Miguel Hernández: un análisis de su discurso
periodístico y político (1936-1939), Instituto Alicantino de Cultura
Juan Gil-Albert, Alicante, 1999. Y posteriormente en Crónicas de la guerra de España, Fundación Domingo Malagón, 2005, pp.124).
Este testimonio evidencia los rigores
del tiempo en aquello día de diciembre de 1937, se cuenta que Miguel quería
sufrir los rigores del frío con los soldado, sin ningún privilegio, de tiendas
de campaña u otros abrigos. Estuvo en los Altos de Celada y en el pueblo de
Concud, a norte de la capital de Teruel.
Sobre la cubierta propuesta
del libro original disponemos de dos versiones. Una la cubierta iba a ser
diseño de Rafael Pérez Contel (dibujante, luego catedrático de dibujo en un
Instituto), y la versión de Ramón de Garcíasol, seudónimo de Miguel Alonso
Calvo, que escribió que era de Eduardo Vicente (ABC, 1977). A pesar de
que Miguel advirtió a Rafael Pérez Contel (responsable de la edición) que no quería
ilustraciones, viñetas o dibujos, tanto en el interior como en el exterior, y
sugirió que en la cubierta dominara el color rojo tierra. No confundir con
Pedro Pérez Clotet, director de la revista Isla de Cádiz. María de
Gracia Ifach escribe en la página 106 de su libro Miguel Hernández, rayo que no cesa, Plaza & Janés, S.A.
Ediciones, Barcelona, 1982:
«Miguel se dirige a Valencia
dispuesto a recoge El Hombre acecha,
ya compuesto aunque sin formar como libro. No hay tiempo de averiguaciones […] y
que el autor sólo recuperó el original para ponerlo en manos de Josefina
Manresa».
María de Gracia Ifach da a entender que
Miguel estuvo en marco del 1939 en Valencia y recogió de la Imprenta Moderna y
pregunta si recogió algunos ejemplares ya impreso y no encuadernado, además del
original, y se lo entregó a Josefina [su testaferro literario tal y como hizo
con el cuaderno del Cancionero...] De la misma opinión es Jacinto Luis
Guereña. Aunque Leopoldo de Luis, lo duda, además el original se ha perdido,
Josefina no lo tenía, solamente tenía algunos esbozos. Parece ser que Miguel
salió de Madrid el 9 de marzo y fue directamente a Cox, una veces andando y
otras en carro.
Por otra parte, parece ser que Miguel
comisionó a varios compañeros como Ramón Garciasol seudónimo de Miguel Alonso
Calvo, nació en Guadalajara 1913. Crítico y poeta, en Defensa del hombre,
1950. Escribe que Miguel le pidió corrigiera las galeradas porque se tenía que
ir a Extremadura, lo cual no puede ser del todo cierto, puesto que Miguel
estuvo en Castuera (Badajoz) en la primavera de 1937 donde publico en Frente Extremeño, y no volvió en 1938.
Otro compañero comisionado fue Antonio Aparicio para la revisión y corrección
de las distintas pruebas, ya que él no podía trasladarse a
Valencia.
Es
decir, en El hombre acecha, el poeta se siente desanimado,
fatigado, solo, vulnerado, afligido, dolido por la muerte de su hijo, y, los
ímpetus juveniles de una poesía primera se van apaciguando ante la dramática
realidad de los acontecimientos de la guerra civil, el lenguaje es más sobrio,
intimista y directo, menos apoyos en metáforas surrealistas, menos despliegue
de medios rurales o bucólicos, hasta perder la felicidad y la fe como si
en estos poemas presintiera que se acercaba el fin, el fin de la República, el
fin del hombre, «él mismo era la respuesta» dijo María Zambrano. El toro
que ha «he nacido para el luto y el
dolor», se convierte en el animal que puede cantar, llorar y echar
raíces, «rememoró sus garras». El hombre-tigre, son el propio poeta y los
españoles de uno y otro bando que han regresado al tigre, que se
defiende a dentelladas secas y calientes (v.30 de la elegía a Sijé). Es
la tragedia del destino de los hombres a causas de la guerra: soldados,
oficiales, jóvenes heridos,. «La prolongada guerra – según Fernando Esteve,
pág. 47 de su Antología Comentada, Ediciones de la Torre, 2002,– ha
hecho mella en el ánimo del poeta y de todos los que se ven implicados en
ella».
2.- COMENTARIOS SELECCIONADOS
La interpretación de los poemas están realizados
bajo un análisis objetivo y riguroso, a pesar de ello, no significa que sean
las más lógicos o acertadas o que deban coincidir con las opiniones del lector.
Nadie puede conocer con exactitud lo que pasó por la mente del poeta en el
momento de su génesis-creativa. Tampoco espero que el lector sea indulgente y
deba estar de acuerdo con mis apreciaciones, ni espero su beneplácito, porque
en la divergencia y el riesgo reside la sustancia de las nuevas ideas.
Leopoldo
e Luis y Jorge Urrutia los clasifica en: A) Combativos. B) Sociales. C)
Políticos y D) De aflicción. A veces, hay poemas que lleven en sí todas las
clasificaciones. El libro consta de un prólogo y 19 poemas.
El
método usado para los comentarios, en lo posible, ha consistido primero
en localizar el poema, estudiar el contexto histórico, buscar un sentido
del contenido de conjunto, compararlo, y analizar e interpretar algunas
de las metáforas más interesantes, imágenes o significados y, por supuesto,
abandonar aquellas surrealistas que por indescifrables me superaron.
Me
he permitido hacer un resumen de los comentarios que figuran en mi libro El
hombre acecha, como eje de la poesía de guerra, Editorial Palmeral, 2004,
para ajustarnos al tiempo de la conferencia.
El orden elegido ha sido el que aparece en la obra facsímil de la Casona de
Tudanca, ya citada. A la que le he unido una clasificación ordinal para su más
fácil estudio, ya que el en el original se suprimieron los números. He
preferido numerarlos con objeto de manejarlos con más precisión a la hora de
analizarlos.
0.- Dedicatoria a Pablo Neruda
1.- Canción primera.
2.- Llamo al toro de España
3.- Rusia.
4.- La fábrica-ciudad.
5.- El soldado y la nieve.
6.- Los hombres viejos.
7.- El vuelo de los hombres.
8.- El hambre.
9.- El herido.
10.- Carta
11.- Las cárceles.
12.- Pueblo.
13.- El tren de los heridos.
14.- Llamo a los poetas.
15.- Oficiales de la VI División.
16.- 18 de julio 1936-18 de julio 1938.
17.- Madrid.
18.- Madre España.
19.- Canción última.
0.- LA DEDICATORIA A PABLO NERUDA
La dedicatoria de El hombre acecha, escrita en prosa
poética, se lo
dedicó Hernández al poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973), intelectual de grandes influencias puesto que
fue cónsul adjunto en la embajada de Chile en Madrid donde le conoció. Autor de
Residencia en la tierra (1925–1931). Madrid, Ediciones del Árbol, 1935,
que causó un gran impacto en Miguel, y le inspira su tendencia de la
llamada «poesía sin pureza». Aunque en 1935 ya le había dedicado su poema
«Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda» de 134 versos, se puede relacionar con
el poema nerudiano “Estatuto del vino”. Sobre esta amistad recomiendo leer mi
artículo en la Red «Pablo Neruda y Miguel Hernández: un idilio poético».
Pablo le había publicado en la revista Caballo Verde para la Poesía,
el poema «Vecino de la muerte», el 18 de octubre de 1935.
En la dedicatoria recuerda con añoranza los años que pasó en
Madrid cuando se reunían con Federico García Loca, con Vicente
Aleixandre, con Delia Carril, amiga intima de Pablo Neruda, en la
casa que éste tenía en el barrio de Argüelles, la “Casa de la Flores”, cerca de
la ciudad universitaria. Estaba casado con la holandesa Maruca estaban
separados de hecho. «Tú preguntas por el corazón y yo también. Mira cuántas
bocas cenicientas de rencor, hambre y muerte, pálidas de no cantar...» Añora
los viejos tiempos de tabernas en las que, parece ser, les llegaba el amanecer,
como auténtico bohemos felices de un pasado que añoraba.
En el segundo párrafo le hace partícipe
del profundo dolor que le aqueja por la enfermedad de su primogénito Manuel
Ramón. «Pablo: un rosal sombrío viene y se cierne sobre mí, sobre una cuna
familiar que se desfonda poco a poco, hasta entrever centro de ella, además de
un niño sufrimiento, el fondo de la tierra». Pues Pablo no era ajeno a este
dolor filial por la enfermedad de su hija Malva Marina Trinidad por
hidrocefalia. Miguel visitarla con su sobrina, la hija de Elvira, para jugar
con su hija que estaba enferma, hija de Pablo y Maruca, su primera mujer. Y
además Miguel intentó que Neruda y su familia pasaran unos días de descanso
en la isla de Tabarca (Alicante) para que descansara unos días, pero
no llegó a venir a la isla.
En el tercer párrafo le habla sobre la
amargura que hay en el pueblo «florido de tristeza», que con resignación espera
el futuro esplendo del vino y la poesía. Lo que evidencia el sabor de la
derrota, aunque, su obligación, es disimularla y levantar la morar que sin duda
estaba tocando fondo.
Si comparamos los prólogos de Viento del pueblo y El hombre
acecha, el primero dedicado a Vicente Aleixandre, observamos que los prólogos se inician con el nombre del
destinatario del prólogo y dos puntos, a los que se dirige a modo de carta. A
Vicente Aleixandre le quiere hacer ver la misión que tienen los poetas, y a
Pablo Neruda le recuerda sus paseos y vivencia en Madrid.
En
octubre de 1937 fue destituido como Cónsul por su compromiso con la
República y viajó a París y a Chile. En 1939 fue nombrado por la presidente
Aguirre Cónsul especial para la inmigración española en París preparando el
barco “Winnipeg”. En París se enteró del encarcelamiento de Miguel, por una
carta que le había escrito desde Madrid de fecha 26 de junio 1939 (dirigida a
la Embajada de Chile). Neruda se lo
comentó a María Teresa León, ésta se lo comentó a la poeta francesa católica
Marie-Anne Comnène, que a su vez lo puso en conocimiento del cardenal
Baudrillart, y éste una nota al embajador de España en París señor José Félix
Lequerica, quien a su le envió una carta al Ministro de Asuntos Exteriores
Francisco Gómez Jordana (carta descubierta por Eutimio Martín), y aquí quedaron
todas la gestiones de Neruda por su pupilo Miguel. La carta no llegó a Franco.
Por la fecha del fallecimiento del Premio
Nobel de Literatura el 23 de septiembre de 1973, es poco probable que Neruda
leyera la dedicatoria.
1.-CANCIÓN
PRIMERA
Como el propio título anuncia es una canción pero con la métrica de un romance
en heptasílabos. Escrita según Carmen Alemany en los mismo bocetos de «Canción
última», donde alude a la guerra como un momento trágico y selvático que
despierta los más salvajes y primitivos instintos en el hombre, y le hace
perder los valores de humanidad, solidaridad e incluso la dignidad. Las manos
del hombre que en Viento del pueblo trabajaban en el campo segando los
trigales, aquí se convierten en garras como armas de lucha y odio, puesto que
ante la guerra el hombre regresa al tigre, al animal salvaje que el hombre
lleva dentro. “El hombre es un lobo para el hombre”, frase atribuida a Plauto
en su obra Asinaria.
De esta
canción se conocen dos borradores. En un borrador del poeta, según nota
de L. de Luis y J. Urrutia, «la primera versión del poema es muy
distinta», por esta versión podemos intuir el contenido de la canción. En
el borrador aparece en el primer verso el título del libro: «El hombre acecha al hombre./El animal que
canta,/el animal que puede cantar y echar raíces./ ». Hay una
transposición paralela entre hombre y animal, el hombre-fiera, esa parte
sumergida en los instintos del ser como salvaje y primitivo caníbal de aquella
primera estrofa «carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida», de «El rayo que no cesa.» Un biólogo nos
podría argumentar que los animales también cantan y lloran, no obstante en los
años 30, se sabía poco de las cualidades cantoras de los animales, salvo de las
aves. Es evidente que al animal que alude es el hombre.
En «Canción Primera» el verso final «el hombre acecha al hombre» se ubicó al
final, como un remate de las barbaries que es capaz de cometer el hombre con «garras que revestía de suavidad y flores»,
son las garras retrácteles de los felinos, ocultas en la mimética suavidad de
su vellosidad colorista y, a la vez, desplegadas con la velocidad del desgarro:
Son las armas del hombre transfigurado en salvaje tigre depredador y traidor.
En el primer verso hallamos una transposición de cualidades «se ha retirado el campo», sustancia
mineral inanimada que toma cualidades dinámicas y «se ha retirado», se ha movido empleando un sinónimo que quiere
significar: se ha asustado, refugiado, en la idea del hombre de instintos
primitivo y de supervivencia.
2.-LLAMO AL TORO DE ESPAÑA
Es un poema en alejandrinos asonantes con un verso tetrasílabo ínter estrófico,
excepto dos (Víbrate y sálvate) o como emblema al inicio del poema en
imperativo.
En este poema reconozco cierta similitud con “Llanto a la muerte de Ignacio
Sánchez Mejías” (1934), de Federico García Lorca, a la muerte del torero
sevillano y mecenas de la Generación del 27, cogido en la plaza de Manzanares por
un toro de Ayala el 11 de agosto de 1934. A quien también le lloró
Rafael Alberti en Verte y no Verte (1935), y el propio Miguel en Cita
fatal, en Poemas Sueltos (1933-1934), y con referencia en su obra dramática
El torero más valiente, de 1934, publicada una escena en El Gallo
Crisis de Ramón Sijé.
El toro representa, no a la España geográfica sino al pueblo español, a los
españoles agredidos en su libertad. Desde la antigüedad y el mítico
rey de Tartessos Geryón, donde los toros y los bueyes fueron considerado
animales sagrados, y de alguna forma emparentado con las fuerzas divinas de un
ser enviado por los dioses para ayudar al hombre en duro el trabajo de
sobrevivir. En tauromaquia aparece el toro como símbolo de la perfección
de la fuerza pura que lucha por sobrevivir. Y además emparentados con los toros
ibéricos de Guisando, en una demostración de virilidad, coraje y fuerza más
allá de lo terrenal. Los berracos ibéricos encaramados a las entradas de los
pueblos de Castilla. O actuales monumentos al toro, caso de la manada de cinco
bronces bravos en la plaza de España, frente al coso alicantino.
3.- RUSIA
Este poema
del viaje que realizó Miguel a Rusia para el V Festival de Teatro
en Moscú entre primeros de septiembre y octubre de 1937, invitado por el
Ministerio de Instrucción Pública de la República. Puesto que Miguel había sido
nombrado director de la «Barraca» tras la muerte de Federico García Lorca.
Métricamente son serventesios alejandrinos en rima consonante. De este
periodo escribirá tres poemas: «Rusia».
«La Fábrica ciudad» y el tercero titulado «España en ausencia», que no se incluyó en el
libro.
Entiendo que es un poema que no tiene más valor que el descriptivo del viaje «En trenes poseído de una pasión errante/por
el carbón y el hierro que lo provoca y mueve,/». Como parte del viaje
también se hizo por aeroplano, como ya se dijo: desde París a Moscú, escala en
Estocolmo nos dice «y en tensos
aeroplanos de plumaje tajante/ recorro la nación del trabajo y la nieve».
Escalas en Leningrado donde se hizo una fotografía delante de la catedral de
San Isaac, y Moscú, y también Jarko (sic por Harkov o Jarkov) en Ucrania.
En la penúltima estrofa da vivas a Lenin, con lo que reafirma su afiliación al
Partido Comunista, carné que rompió Josefina, por las circunstancias tan
peligrosas que se vivieron en la posguerra durante el franquismo.
Se arrojará, me advierte desde su tumba
Lenin, con pie de mármol y su
voz de bronce quieto (...)
4.- LA FÁBRICA-CIUDAD
Es un poema propagandístico de los
avances del pueblo ruso, tiene la cita de la ciudad de Jarko (La ciudad es
Harkov en Ucrania) donde se fabricaban tractores, noticias que tanta alegría
daría a los labradores españoles que todavía usaban el arado romano.
He tomado el verso número
13: «La fábrica se
halla guardada por las flores...» He seguido con las descripción
del verso: «Chimeneas de humo largo, sordo,
grasiento,/ acosan con penumbra a las creadoras masa». Dibujo a un
con un minero por el verso: «Irradian
los carbones como el sol, las calderas». Para finalizar con «para hacer un tractor capaz de arar el
mundo».
Recojo la tercera estrofa de «España
en Ausencia» (no publicado en El hombre acecha), por su interés en
conocer los países por lo que sobre
viajó:
Me empuja entre celajes la hermosura
por Francia, Holanda, Dinamarca y Suecia,
a la Rusia que sueño mientras la gleba oscura
de mi cuerpo se pone pálida y
menos recia.
Miguel se asombra de lo bien que los rusos tratan a la delegación española, y
lo amable que fueron con ellos. Sin duda alguna el poeta desconocía lo del oro
de Moscú, que con aquellas 510 toneladas que le dejó la II República en
depósito a cambio de armas y ayuda humanitaria, la amabilidad de Stalin
(seudónimo que significa en ruso hecho de acero stal) no podía ser de otra manera. Miguel no hablaba ruso,
tenían una interprete que no se podía salir de los itinerarios oficiales, por
ello es improbable que Miguel supiera lo de las purgas de Stalin.
5.- EL SOLDADO Y LA NIEVE
Compuesto
por serventesios alejandrinos, excepto un encabalgamiento apreciado entre los
versos: uno y dos de la segunda estrofa.
El protagonista es el frío, escrito en
diciembre de 1937 en el frente de Teruel, cuando estuvo a las órdenes del
coronel Enrique Liste de la 11º División y del comisario político Santiago
Álvarez, y fue publicado en la revista Nuestro Ejército, Barcelona,
número de mayo y junio del 38.
En el primer verso interpreto que al mes de diciembre se le han congelados los
dos labios, por «dos filos», ya
que no rimaría con «hilo» del
tercero. Hace tanto frío que hasta se congela el aliento, las propias palabras
se congelan, el frío es una maldición del cielo. Al decir «lo resopla desde los cielos», es
evidente que se resopla con los labios, un diciembre que baja de los cielos
congelados, de arriba, como una «llama
seca», sin vida, apagada, frío aliento que ataca a los soldados, como
una mano blanca asesina.
Tanto el hielo como la nieve son elementos que aparecen con frecuencia en la
cosmovisión poética de Miguel. En El
rayo que no cesa, aparece nieve cinco veces, en el soneto 5 como «pavorosa nieve», en el 7 «esclava nieve», en el 16 «la nieve no ocupa de ella», en el 21
«la nieve transitoria». En una
ingeniosa metáfora, con variable de antítesis es una soledad de galopante luto, es la muerte blanca, pisada
por los descalzos caballos del Apocalipsis. En Perito en lunas, según
Concha Zardoya, el adjetivo blanco aparece en 28 octavas. Nos continúa diciendo
que la nieve como garra de maldad, vuelve el simbolismo de las garras de la
canción primera, que no tiene misericordia con los soldados a los que demuestra
un «desprecio absoluto». Continúa
la tercera estrofa refiriéndose a la nieve con adjetivos cortantes:
Muerde, tala, traspasa como un
tremendo hachazo,
con un hacha de mármol,
encarnizado y leve.
6.- LOS HOMBRES VIEJOS
No
se conoció este poema hasta 1979, cuando se encontró una capilla en la biblioteca
del bibliófilo Antonio Rodríguez Moniño. En las ediciones de Obras escogidas de
1952 o en la Obras completad de Elvio Romero de Losada de 1960 tampoco estaba.
La virulencia de este poema le ocasionó al poeta varias censuras de amigos y
editores, y no fue hasta la edición facsímil de Leopoldo de Luis y Jorge
Urrutia (1979, 4ª edición de ZERO-ZYX), cuando llegó a conocerse
completo. Y en Poesía completa, (Madrid, Aguilar, 1979) edición de
Agustín Sánchez Vidal. También en la edición facsímil de La Casona de
Tudanca (Diputación Provincial de Santander en 1981). En 1998, Cátedra
editó en su número 187, El hombre acecha completo y Cancionero y
romancero de ausencias, de los mismos autores.
Considero que es el poema más significativo del libro. Son los más extensos del
libro y constan de 144 versos, divididos en dos partes. Nos sorprende la dureza
del vocabulario. Métricamente son serventesios alejandrinos con rima
consonante. Poemas del compromiso y odio hacia la mala injusticia.
La I parte empieza con cinco estrofas para definirlos Este poema
debería llamarse: ABOGADOS Y JUECES, puesto que es una alusión contra la
«justiciocracia» de la época. Denuncia de la corrupción política y de la usura
de prestamista «Van de los hoteles a los bancos». Pero al final debió
cambiar el título, bien por prudencia o consejos del editor, y son de los más
agresivos que escribiera, donde no faltan insultos y tacos “violencia verbal de
tipo escatológico”. Parece como un poema de desahogo existencial ante la
injusticia de la propia Justicia y del poder corrupto. De contenido satírico
contra este gremio, pues sin duda alguna, debió tener algunos encuentros con
ellos, o bien de ver y oír cómo funcionaba la justicia en causa abierta a
amigos. La violencia verbal como un desahogo por las barbaries que sucedían en
la España republicana. Puesto que Hernández fue detenido con posterioridad a
estos poemas y tuvo ocasión de conocerla, de cerca, cuando fue
“defendido” por el abogado madrileño Diego Romero.
La
segunda parte continúa en la misma línea pero más agresiva todavía, si cabe y
escribe: «coño, cojones, cuernos,
putonas, enemiguitos. Viejos exhombres viejos». «Escombres»
es un neologismo.
7).- EL VUELO DE LOS HOMBRES
Son serventesios de pie quebrado. Es casi un poema épico, una arenga militar.
Que no merece para mí extenderme en su análisis.
Este
poema se publicó por primera vez en la revista Nuestro Ejército, nº 2-3 mayo
/junio de 1038. Nos habla sobre el ejército del aire republicano. A los
aviadores les llama soldados voladores, vuelos que raptan la «piel del cielo, el aparato alado o el
impulso mecánico» (que también escribió en un borrador), lanzan bombas
de «llamas y zumbidos». Con
«piel del cielo», se me ocurre sustituir piel por miel y quedaría como el libar
de las abejas en las flores del cielo.
Dice de los aviadores que son juventud de audacia con plumas.
Elogia «el vuelo significa como la
alegría más alta», simboliza sus ansias de libertad, el vuelo de las
aves pertenece a la cosmovisión hernandiana. Como en «ave y rayo
secular», en poema I, de El rayo que
no cesa.
En la penúltima estrofa, dice a los
aviadores que tienen el trabajo de echar
abajo el pájaro fraguador de cadenas. Entiendo que se refiere al águila
imperial que adoptó el franquismo como alegoría en su bandera.
El rigor de M.H., en el uso estricto de las rimas y el metro, descalabró muchas
estrofas, nos dejó a oscuras, con sentidos diferentes al verdadero sentir.
Menos mal que la poesía superó ese obstáculo del metro y ha quedado accesible
para
todos.
8).- EL HAMBRE
Este es un poema de los más elaborados por Miguel, se conocen cuatro esbozos, y
uno de los más complejos del libro, sometido a dudosas interpretaciones,
dividido en dos partes. La primera parte creemos se refiere al hambre físico, y
la segunda al hambre espiritual, hambre de justicia. En casi todas las estrofas
se repite el estribillo hambre. Nos
trae imágenes de «el hambre paseaba
sus vacas exprimidas,/ sus mujeres resecas, sus devoradas ubres».
En
conjunto habla de la malas condición de los jornaleros, puesto que los
capataces de las fincas pagaban a los jornaleros con plomo (a
escopetazos o con cartuchos de escopetas), jornales que eran de sol a sol «al precio de la sangre», ganados los
jornales con el esfuerzo del trabajo del yugo de los bueyes, que ya
conocemos del niño yuntero del Viento
del pueblo. Y acaba la estrofa «con
golpes en los lomos», se semeja el verso sexto del niño yuntero donde se
lee «a los golpes
destinados».
El poeta se queja del hambre, mostrando
la miserable vida del campesino pobre, que solamente posee sus manos, la
hartura de los amos ricos, tristes recuerdos de su infancia. En el verso «cerdo con un origen peor que el de los
cerdos», nos hace una paronomasia, ya que el primer «cerdo» es un
insulto al de las barrigas satisfechas.
9).- EL HERIDO
Poema estrófico dividido en dos partes. Serventesios alejandrinos con pie
quebrado (ABAb), dividido en dos partes. Un poema de alto valor metafórico.
Se
inicia con una dedicatoria «Para el muro de un hospital de sangre», se refiere
a los hospitales de primera línea de combate. Muro como puesto de resistencia
que atiende a los heridos en la batalla. Es un homenaje a los heridos (la
palabra heridos se repite 6 veces).
La primera estrofa es telúrica. La visión es la siguiente: Muertos y
heridos en un campo de trigo, la sangre ya no brota, después de una
batalla. En «cuerpos luchadores»,
son cuerpos de soldados. «Chorros
calientes», sangre fresca no seca.
Roncos surtidores. Ya no brota la sangre del manantial de los cuerpos
heridos.
La
segunda sigue la línea anterior. La visión es que hay sangre
empapando la tierra, hay heridos con graves heridas. En «la sangre llueve siempre boca arriba»,
brota como surtidor. En el verso «las
heridas suenan», usa “suena” palabra muy usada por los el modernismo.
Rubén Darío, A. Machado o Juan Ramón Jiménez. En celeridad de vuelo, se refiera
a una herida abierta, manante, sangrante.
La
sangre es como una ola del mar. Entre los heridos aún hay vida. En «el gran cometido de sangre, que quisiera
perder por las heridas», simboliza la sangre que fecunda la tierra, aquí
la madre-patria.
La segunda parte nos habla sobre la
libertad, y por ella de ha de dar la vida, que una vez conseguida retoñará como
el árbol talado. Significa que si te hubieran herido luchando por la libertas,
estad heridas ojos, piernas o brazos, retoñarán.
10).- CARTA
En la primera parte hace una metáfora entre buzones y palomar, por la semejanza
de los buzones con los casilleros para palomas. Las palomas mensajeras son
cartas que traen noticias, cartas con alas blancas de palomas mensajeras. Con «oigo un latido de cartas», el poeta llega a alcanzar un lirismo
espiritual, cartas con corazón latiente, el oído del corazón que va acercándose
como palomas mensajeras. En la poesía hernandiana hay una correlación de
semejanza entre palomas y cartas. También alude a ciertas asociaciones, «malherido por la ausencia», porque
cuando añoras a una persona fallecida o ausente, imaginas verla, por eso dice,
por «donde voy, con las mujeres y con
los hombres me encuentro».
El estribillo
se repite tres veces: «Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté escríbeme a
la tierra que yo te escribiré». Miguel
se refería a Josefina, puesto que en un poema anterior dijo «escribe paloma».
La segunda parte alude a las cartas leídas y releídas, antiguas, que guardadas
se agujerean, enmohecen, la tinta agoniza, como un breve cementerio.
En un borrador titulado “Las castas”,
comienza así: «Te escribo con la
imborrable / tinta de mis sentimientos / paloma escrita con sangre Te /paloma
sin dirección...». Como se puede apreciar muy semejante al
publicado.
11).- LAS CÁRCELES
Este poema es un ansia de libertad. Prelucido de lo que le iba a suceder al
poeta
El
tema es la cárcel, dividido en dos partes, es un poema en el que el discurso
contiene momentos de delirio surrealistas, aunque cuando escribió estos
poemas aún no había sido detenido, ya que lo fue por primera vez el 4 de mayo
de 1939 en Portugal. En la primera estrofa nos dice que «las cárceles como seres tenebrosos»
se arrastran por los juzgados en busca del hombre, de un pueblo, lo
absorben y se lo tragan. En la siguiente estrofa del metal tiene sentimiento
humanos, «en llanto de la espada
puesta sobre los jueces», la espada de la justicia burlada por los
propios jueces, puede existir un paralelismo con Espadas como labios, (1932) de Aleixandre. Continúa
con el llanto y el telar de lágrimas en las cárceles, las perdices roncas
(roncas de cantar en épocas de celo que suele ser entre febrero y marzo). Se da
contra las piedras la libertad (se da contra los muros de la cárcel). En
la sexta estrofa interpreto que el hombre encarcelado cosecha plumas para ganar
su libertad. En el siguiente las aguas
del mar son la libertad, y destroza las alas que le han crecido y se las
destroza como un rayo amarrado (metáfora de pájaro enjaulado) por escapar de
las rejas de la ventana y se clava los dientes de dolor.
12).- PUEBLO
Este
poema bien se pudo llamar «Las armas del pueblo», puesto que el nombre armas se
repite directamente siete veces, abundan alusiones armamentísticas: «proyectil de hueso, ametralladoras,
cañones, dispara, explosión, desarmado». En algunas estrofas sigue
usando la yuxtaposición de varios adjetivos, modelo de sintaxis que tan buenos
resultados le da, con esta forma de enumerar se consigue dar velocidad a
las estrofas. Serventesios de pie quebrado.
El segundo
verso en hipérbaton: «Signo de
cobardía son: las armas mejores». Lo que invoca de alguna manera la idea
de que las guerras se deberían hacer como en el pasado con igualdad de armas, y
no con la ventaja de cobardes ametralladoras y cañones. Las sofisticadas armas
modernas las vemos actualmente en la guerra de Iraq o contra los palestinos de
Gaza. El hombre sigue matando a ciegas y sin honor, desde los aviones o
helicópteros. ¿Y qué hace la ONU? Nada.
Con la última estrofa repite el simbolismo del poder de los muertos, y
nos hace la antítesis entre «hombre desarmado» y «firme bloque».
Fue
publicado en Ayuda, junio del
38.
Para la
ilustración he tomado la última estrofa:
Un hombre desarmado siempre es un
firme bloque:
sabe que no es estéril su firmeza, y resiste.
13).- EL TREN DE LOS HERIDOS
Serventesios endecasílabos, trocaico con un verso tetrasílabo en blanco o
suelto. Contiene la misma fórmula de repetir un estribillo o bordón con «Silencio»semejante al usado en «Llamo
al toro de España». Contiene un gran significado patético. La idea
general es la entelequia de un tren que como un barco fantasma aparece en
una vía muerta, y va derramando piernas, brazos, ojos, y que no se
sabemos muy bien a dónde se dirige en la noche de la esperanza.
El
poeta clama «¡silencio!» hasta
ocho veces para que nos detengamos a contemplar la tétrica escena de un tren
moribundo que no puede detenerse por lo delicado de su carga: heridos de
guerra, los números anónimo de un logaritmo bélico.
El primer verso contiene una epanadiplosis «silencio que naufraga en el silencio». Figura literaria usada ya
por Góngora en «Soledad», en el verso trece escribió «arrima a un fresno el fresno –cuyo acero, /
sangre sudando...». Miguel repite silencio como un periodo de silencio musical, los
silencios son tan importantes como la propia música. Aquí funciona como
un adjetivo «naufragado» reforzando el énfasis de un silencio máximo, total,
que nos suplica al lector. Insiste sobre el silencio con «bocas cerradas de la noche», y
agrega noche como símbolo de alevosa nocturnidad del crimen. En el tercer
verso «no cesa de callar ni atravesado» es otra alusión a boca
cerrada, y pudo haber escrito sin rechistar. En la estrofa cuarta vuelve con
«...lenguaje ahogado de los muertos,
evidentemente los muertos no hablan».
14).- LLAMO A LOS POETAS
Si existe un poema
donde podamos profundizar en la poesía de la guerra civil, éste es el poema que
Miguel Hernández tituló: «Llamo a los poetas», aunque soy de la opinión
que este poema sobra en el libro. Analizado desde la vertiente del doble
sentido, podemos hallar en él varias intenciones: una, la de homenajearse
y homenajear a sus ya famosos amigos poetas, e incluir se entre ellos, y otra
la de llamar a los poetas para que bajaran a la realidad y le acompañaran en la
poesía del compromiso, bélica o de urgencia, y marcharan a los frentes como él
mismo hizo.
Y además, de alguna forma implícita o
negligente omitió otros nombres de amigos poetas (entre ellos a mujeres),
a las que no nombró, quizá por su poco prestigio literario en esos momentos tan
delicados de la contienda u otras razones. Ante este dilema sería muy
provechoso conocer, aunque sea someramente, quién es quién es este poema que
tantos quebraderos de cabeza ha dado a los analistas de su obra. Las mujeres
serían María Zambrano, Carmen Conde y María Cegarra.
A
Federico (por García Lorca) lo nombra dos veces y ninguna con el apellido al
que ya en Viento del pueblo le dedicó
«Elegía Primera». Lo nombra como homenaje ya que estaba muerto desde agosto del 36. Aparece un Juan que no se sabe ciertamente de quien se puede
tratar pero se especula con el de Gil-Albert, y dos Antonios para repartir
entre tres apellidos: Machado, Aparicio y Oliver.
Empieza el poeta con «Entro
todos vosotros..., tomo silla
en la tierra», alude a bajar de la nube en que todos los poetas viven
para luchar y convertir los poemas en armas. En alusión a Residencia en la
tierra de Pablo Neruda, y Pasión de la tierra de Vicente Aleixandre.
Sigue proclamando su soledad con ese barroquismo «sabéis / lo solo que yo soy, por qué soy yo tan solo/...tan solos yo y
mi sombra». Aquí hace un juego de repeticiones malabares de alta
factura, otro poeta menor hubiera seguido las reglas de la gramática con estoy yo tan solo, y estropea la
belleza estilística del verso.
Sigue con la petición de «hablemos del trabajo..., donde la telaraña y el alacrán no habitan». Metáfora
de querer salir fuera del boquete en que viven, puesto que la telaraña y el
alacrán habitan en boquetes oscuros. Ese boquete son los museos,
bibliotecas, aulas, lugares sin emoción, sin tierra, glacial o glaciales.
Y remata la estrofa con la clarividente expresión de que en esos lugares se
verán sus libros en el futuro. La sexta estrofa
compuesta de alegorías «pavo
real» como vanidad en la auto-contemplación de la belleza, palabras con toga de la cátedra y del
bonete, la «pantera de acechos»
como la fiera que llevamos dentro, y pide claramente que «abandonemos la solemnidad». Continúa
con metáforas que en definitiva aluden al quitarse las máscaras de la
hipocresía y de la mentira, con bajar del pedestal de la alta estima en que se tienen. Pide un acto
plañidero como punto de encuentro: llorar sobre la tumba del asesinado Federico
García Lorca, como referente espiritual de todos los poetas de la época
republicana que fue asesinado en Víznar (GR) 19-08-36, como ya se ha dicho. MH
fue eludido y ninguneado por Lorca «le tenía alergia» deja bien claro que
no le tenía ningún rencor, nobleza probada. Continúa con otras estrofas
alegóricas, los poetas son sembradores de esperanza, y a la vez, de lo efímero
de ser poeta, y acaba con una invitación a nadar en la aguas de la verdad, y
aquellos que han mentido o no se han implicado, el labio de la verdad los
delatará en la historia.
En la tercera estrofa hace Miguel una relación de apellidos de poetas:
Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Prados, Grafías,
Machado, Juan Ramón, León Felipe, Aparicio,
Oliver, Plaja, hablemos de aquello a que aspiramos:
Por lo que enloquecemos lentamente
Y en una
arenga casi militar les pide que se quiten la máscara de hipócritas, que se
reconcilien, de lo efímero de ser poeta con «una racha de Otoño nos deja
moribundos/ sobre la huella de los sepultados», pero, reconoce que son
útiles porque saben dar esperanzas «con el terrestre sueño que
alentamos».
En la treceava estrofa quiere poner nombres a los apellidos de la tercera estrofa:
Hablemos, Federico, Vicente,
Pablo, Antonio,
Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe.
Hablemos sobre el vino y la cosecha.
15).- OFICIALES DE LA VI DIVISIÓN
Métrica serventesios endecasílabos trocaico, dedicados a los Oficiales de la 6º
División del Ejército republicano en el Sector de Levante, en cuyo poema
les invita a que sean imaginativos, que nunca se hagan prisioneros. A las
divisas, que se llevaban en el pecho lo oficiales, (estrellas de 5, 6 u 8
puntas), les llama «los luceros del soldado». En definitiva un
general, un oficial, o su suboficial, no es más que un soldado con graduación,
con responsabilidad de mando y ciertas preeminencias.
En las dos últimas estrofas, alude que sin son víctimas del cañonazo, serán
pagados con <miradas femeninas», es decir, serán recompensados con
alabanzas, o si vamos más allá en el concepto de guerrero y gloria, las hurí de
los musulmanes, bellas mujeres con la que sería recompensado el guerrero muerto
en batalla. Los dos últimos versos, significan que como último
homenaje, en el pueblo de nacimiento «el vientre y la cantera» se
os pondrá una placa en una calle con vuestro nombre para que os recuerden y os
alaben.
Miguel estuvo destinado en el Sector Levante, y según cuenta Josefina Manresa,
estuvo en el asedio de la capital de Teruel. Teruel cayó en manos de
frentepopulistas a finales de diciembre de 1937. Entre los prisioneros se hallaba
el Coronel Rey D´Harcourt y el obispo de la Diócesis que fueron trasladados a
Barcelona. Fue una batalla larga e intensa por el intenso frío y lo abrupto del
terreno. La conquista de la capital de Teruel duró poco tiempo en poder del
ejército de la República.
Dejad los mapas y los cartapacios,
Y ese color caído de estudiantes.
Es hora de entregar a los espacios
Vuestra imaginación de comandantes.
En
la lámina se puede ver la efigie de Buenaventura Durruti, muerto en Madrid en
el 36 por una bala perdida. Las medallas y condecoraciones son la
materialización de la sangre de los héroes.
16).- 18 DE JULIO 1936-18 DE JULIO 1939
Un soneto de versos alejandrinos. Antes de aparecer en el
libro, fue publicado en Ayuda,
en 1938.
Uno de lo seis últimos poemas que escribió, recogido por Concha Zardoya de un
facsímil del primer borrador. Con una metáforas surrealistas la sangre «enturbiando mares sobrecoge trenes» (la atribución de
cualidades de ser vivo sobre el objeto inanimados son ejemplos de sinestesias
del expresionismo).
Empieza con «Es sangre, no granizo, lo
que azota mis sienes./ Son dos años de sangre: son dos inundaciones./ ».
En «desalentando toros donde alentó
leones», podemos apreciar el sentido de que esa sangran que un día dio
vida al león (el pueblo español) ahora no le proporciona el suficiente vigor
desalentar toros (el pueblo español), por ello este león y este toro son la
misma
alegoría.
Es la sangre coloreada de rojo vivo como símbolo cromático.
En Viento del pueblo, ya
recogió el símbolo de la sangre: «Sangre
que no se desborda,/juventud que no se atreve» O también «sangre es el cristal que no se empaña».
O también «Sangre, sangre por árboles
y suelos,/ sangre por agua, sangre por paredes»
En
Obras Escogidas de 1952,
cuidada por Arturo del Hoyo, se le cambió el título por «Es sangre y no
granizo». Haciéndolo coincidir con el primer verso del
poema.
La ilustración sigue el dictado del verso 12., «sangre donde se puede bañar la muerte apenas:/fulgor emocionante que no
ha palidecido...».
17).- MADRID
Madrid se había convertido en un objetivo decisivo durante la guerra
civil, su defensa suponían prolongar la esperanza republicana. Por ello los
poetas se encargaron de escribir poemas de aliento, no sin ver en ellos una
cierta melancolía de Madrid. Miguel Hernández ya había cantado a Madrid en Viento
del Pueblo con el poema «Fuerza del Manzanares» con
ciertos guiños conscientes, puesto que los Poetas en la España Leal (1937)
ya se le adelantaron. Según Carlos Rovira y Carmen Alemany se le conocen
dos esbozos a lápiz en el Archivo Municipal de Elche: «A Madrid» y «Zumo de
Madrid.» Del poema «Fuerza del Manzanares, recojo algunos versos muy visuales e
impresionistas:
Al mar, al tiempo, al sol, a ese
río que crece,
jamás podrás herirlos por más que le disparen.
Estos versos de gran visualidad e imaginación, al agua no le pueden herir
las balas por más que le disparen, como si quisiera hacernos participar del
cuerpo físico del río, como si quisiera expresar un sentido telúrico que el
liquido de la corriente es ajeno a nuestras luchas, la naturaleza es ajena a
nuestros odios.
Rafael Alberti en su poema «Lejos de la Guerra» (desde
París), escribe también sobre el Manzanares.
(...) Campos
sin guerra, os traigo a las atronadoras,
desangradas orilla del pobre Manzanares,
un saludo enramado de sus libertadores,
destrozadas encinas y partidos pinares.
18).- MADRE ESPAÑA
Un
poema en alejandrinos con un verso en bisilábico, el título del poema es muy
acertado puesto que contiene trece veces la palabra: madre. El razonamiento
es la relación telúrica de la naturaleza divina que nos ha engendrado a través
del «puente» de nuestra madre genética, simbolizando tierra con España «piedra
estoica» que se sobrepondrá a todos los males. En el verso «Tierra que voy comiendo, que al fin me ha de
comer», es una forma de cerrar el círculo biológico de la vida, «una
suerte de teofagia, la tierra, divinizada en su poder genesíaco...» explicado
por los autores L. De Luis y J. Urrutia.
Entre el penúltimo verso de la estrofa sexta y séptima encuentro un retruécano
«Con más fuerza que antes, volverás a
parirme», y en el verso segundo de la estrofa séptima, lo dice
haciendo un hipérbaton, cambia el orden «volverás
a parirme con más fuerza que antes». Sin la coma ya que la preposición
«con» del principio se convierte en coordinada de la frase.
Hay un poema del murciano Santiago Moreno Grau
(1911-1963), muy relacionado con los poetas de la Vega Baja: Francisco Salinas,
Vicente Bautista, Vicente Ramos, Román Bono, Manuel Molina, Rafael Azuar,
Vicente Mogica. Santiago escribe a la madre carnal, de una factura hernandiana:
...tú me trajiste hacia la luz y a
ella
me remontas en alas de lo bello,
cáliz fecundo de la vida...
19).- CANCIÓN ÚLTIMA
Es un romance de cierre, corto, como una llave que cierra el libro,
transformado en un grito de esperanza, donde se reconoce perdido, tremendamente
solo, en el que se lamenta de la situación de su casa y de su familia tras la
contienda.
«Pintada, no vacía:/pintada está mi casa/ del
color de las grandes pasiones y desgracias./». El color de las pasiones
es el rojo por el dolor, la desgracia la muerte del hijo. Por el contenido del texto opino que se refiera a la casa de
Cox, no a su casa de calle Arriba de sus padres. Si tenemos en cuanta los
vocablos: «desgracias, regresó del
lloro y cuerpos enredados en sábanas perfumadas y garra suave», se refieren a
un luto. Pienso que el poema se escribió después del 19 de octubre de
1938, fecha en que falleció su hijo Manuel Ramón con diez meses de edad por una
infección intestinal. Lo cual debió causarle un gran dolor. Por ello la casa
está llena de llanto y es una evidente desgracia. Miguel no lo vio morir,
porque a pesar de estar en Cox, había ido a Orihuela a buscar medicamentos.
Este penar se lo participará a Neruda en la dedicatoria cuando le escribe
«…sobre una cuna familiar que se desfonda poco a poco, hasta entreverse dentro
de ella, además de un niño de sufrimiento, el fondo la tierra».
Vuelve al símbolo de la garra que
apareció en «Canción Primera»
como en un círculo perfecto será la
garra suave, aquí será suave,
leve, la fiera del hombre que lleva dentro de sí, está calmado. Sin duda
alguna Miguel está traumatizado por la guerra, ha estado enfermo, ha visto la
bestia en la que se transforma el hombre, ha sido privado de la proximidad de
su mujer, de la libertad. Finaliza con ese grito de paz y esperanza, cuyo verso
final y de remate puedo, muy bien, acabar entre signos de admiración: ¡Dejadme la esperanza!
CONCLUSIONES
El hombre
acecha es un libro imprescindible en la obra hernandiana para conocer el
sentimiento de derrota en la guerra y como poesía pura de guerra con algunas
metáforas de alacrán vencido de gran carga lírica. Un libro que debería
tener mayor atención de la que se le ha dispensado hasta la fecha. Este curso
de verano en el campus de Las Salesas ha valido conocer más sobre este libro y
sobre Miguel Hernández, y debe servir para poner en valor esta obra 75 años
después de su primer intento de edición, y del fin de la Guerra Civil.
Ramón Fernández Palmeral
Conferencia del 26 de septiembre de 2014 en Orihuela