Voces.
José Luis Rico
Maite Puerto
José Luis Ferris
Guitarra:
Juan I. González
El pasado sábado, 7 de septiembre de 2024, dejaba de existir, en Cádiz, Antonio Hernández Ramírez (Arcos de la Frontera, 1943 - Cádiz, 2024). Poeta, narrador y ensayista, todos sus libros -casi cuarenta-, así como las innumerables reediciones y antologías, las distinciones literarias más prestigiosas y el gran respeto de la crítica y, especialmente, de los lectores, convirtió a Antonio Hernández, desde el momento en que ganara el accésit del premio Adonais, en 1964, con 21 años y el libro El mar es una tarde con campanas (1965), en uno de los jóvenes poetas con más futuro del momento. Un futuro que se consolidó en presente con la llegada de un nuevo libro: Oveja negra (1969) y un nuevo premio. Con el tiempo, la narrativa y el ensayo irían completando el espectro literario del ingenio de Hernández, que ocupó un puesto de honor en el difícil ámbito de los escritores sobre fútbol al publicar el varias veces reeditado El Betis, la marcha verde, que transmite lealtad a los colores por los cuatro costados y es una biblia para los seguidores del equipo sevillano. Cuando su prestigio ya rebasaba fronteras (ha sido traducido a más de veinte lenguas), en 1983 ganó el premio de poesía "Miguel Hernández", con el libro tan sugerente Con tres heridas yo. Y el paso del tiempo presenta similitudes entre el poeta de Orihuela (1910-1942) y el poeta de Arcos (1943-2024). Como si Miguel pasara el testigo a Antonio, aquel muere en 1942 y este nace en 1943, un alineamiento feliz en la tragedia primera, pues el poeta de Arcos de la Frontera heredó no pocas capas vitales y poéticas del de Orihuela. |
Su adscripción a un llamado "Grupo del 60", que fue eclipsado por la llamarada publicitaria de los llamados "Novísimos", aunque individualmente sus componentes construyeron una obra de mucha más raigambre poética y social que los de la "juerga barcelonesa".
Antonio Hernández desarrolló una labor colaborativa muy importante con nuestra Asociación desde su nacimiento en 1980, por ello fue nombrado el primer "Socio de Honor", en 2019.
Siempre agradecida, nuestra Asociación ha trasladado a la familia las condolencias en nombre de la Junta Directiva y, estamos seguros, compartida por nuestros asociados.
PABLO G. MANCHA
Ayer se celebró el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, uno de los poetas más decisivos de la literatura en lengua española y uno de los autores que con más fuerza ha tratado el símbolo del toro en su obra artística. Y es que como escribió Ramón Fernández Palmeral, el toro y el cuchillo son los dos símbolos más empleados por Miguel Hernández para expresar el destino trágico del amor, de la propia vida, de la existencia. Y esto no es nada extraño si buscamos en la propia biografía del poeta su relación con la tauromaquia, ya que su abuelo materno, Antonio Gilabert Berna, era tratante de caballos y abastecía de equinos para la suerte de varas las corridas de toros de Orihuela. A Miguel le encantaba el toreo y en sus años mozo, los toros para las corridas en su ciudad natal iban sueltos por las calles a modo de encierro hasta llegar al coso. Cuenta el mismo autor que Miguel se colgó un cencerro al cuello y mientras sus amigos iban gritando delante, él iba detrás asustando a sus vecinos. Un amigo suyo, Carlos Fenol, cuenta que era tan aficionado a la tauromaquia que una vez llegó a tirarse al ruedo como espontáneo, llegando a se detenido y encarcelado.
Pero lo que mucha gente no sabe es que el poeta fue uno de los redactores de la principal enciclopedia taurina, el 'Cossío'. Cuenta Javier Villán que su tranajo fue decisivo para su permanencia en Madrid: «En carta a Juan Guerrero Ruiz, de junio de 1935, escribe que estoy trabajando en una enciclopedia taurina que va a editar Espasa Calpe, dirige Ortega y Gasset y ordena José María de Cossío» y que le pagan 'cuarenta duros' al mes. Ortega no dirigía la Enciclopedia aunque se consideraba el padre de la idea. A Miguel Hernández se le atribuyen algunas biografías del III Tomo, cuya autoría José María de Cossío nunca confirmó, pero que podrían ser las de Lagartijo, Antonio Reverte, el Espartero y Tragabuches. Hay en ellas buen pulso narrativo y un manejo de los datos muy profesional, lo que pudiera delatar la mano correctora de Cossío. La labor de Hernández en la Enciclopedia era recopilar información, organizar fichas y, sin duda, la de redactor. Pero ese material debía pasar por las manos de José María de Cossío que era no sólo un escritor de muchos registros, sino un entendido en toros».
Palmeral señala que iba a la Biblioteca Nacional a copiar información de toreros. Este trabajo coincide con el periodo de creación de 'El rayo que no cesa'. Los toreros que investigó se encuentran recogidos en la p. 214, del libro de José Luis Ferris: «...podemos distinguir en la espesura de esta enciclopedia monumental la prosa original de Miguel tras la vida y la crónica del torero Esparteo, el matador Ulloa, más conocido como Tragabuches, Antonio Reverte y Lagartijo.»
En la edición del tomo III de la enciclopedia Los toros, Madrid, (1945) veremos las refrencias: José Ulloa, Tragabuches (p. 962-964); Antonio Reverte Jiménez (p. 770-774); Manuel García y Cuesta, Espartero (p. 337-343); Rafael Molina Sánchez, Lagartijo (p. 610-619).