Una figura universal
carlos gonzález
28.03.2017 | 04:48
Hoy 28 de marzo recordamos a
Miguel Hernández, al
poeta universal, en el 75 aniversario de su muerte. Recordamos su
genialidad, su fuerza expresiva, su vida, su entereza, su compromiso
ideológico, su integridad, su valor, su pasión, su sufrimiento vital, su
ejemplo moral, su valioso legado literario y las circunstancias
trágicas y crueles de su muerte en la prisión de Alicante. Este recuerdo
tiene una doble componente, por un lado de nostalgia y por otro de
pedagogía, de aprendizaje de lo que fue, de lo que pudo ser y de la
lección de vida que supuso la tragedia que motivó que no pudiera ser.
Desde luego que el 28 de marzo de 1942 es una fecha trágica, pero estos
75 años transcurridos nos permiten obtener algunas conclusiones
importantes para el presente y para las generaciones venideras: la
muerte del poeta fue la antesala de su eternidad, de su permanencia,
porque nunca un muerto ha estado tan vivo, tan presente. Y es que Miguel
vive en los libros, en las bibliotecas y en el corazón de millones de
personas en todo el mundo que conciben la cultura y la educación como el
motor del avance de los pueblos y como la esencia de lo que somos como
seres humanos.
Lo que nos ha dejado el poeta a lo largo de su
trayectoria literaria y vital resulta de gran valor para afrontar
nuestro presente personal y colectivo, nuestro papel como seres
socioculturales en comunidad y como individuos con criterio propio.
Miguel siempre nos dejó un mensaje de gran calado en cada una de sus
etapas poéticas, que también lo son de vida. En su primera etapa,
vinculada a su libro
Perito en lunas, lo que hizo con su poesía
fue dignificar la naturaleza y fomentar su respeto al poetizar la
huerta, el campo y la sierra. También hay un mensaje pedagógico que va
directo al núcleo de nuestra formación en valores: la cultura del
esfuerzo y la creencia en uno mismo, en nuestra capacidad para hacer
cosas, por muy ajenas que puedan parecer ante los ojos de los demás.
En su segunda etapa, vinculada a Madrid y a su libro
El rayo que no cesa,
el poeta nos deja otro mensaje clave, porque supuso en su vida y en su
obra el paso de lo individual a lo colectivo en lo referente al derecho a
la educación y a la cultura. Lo que en la primera etapa era un anhelo
personal (la formación para salir de la pobreza y el sometimiento) ahora
se socializa, y Miguel Hernández comienza a tomar conciencia social del
valor de la educación y la cultura para cambiar la vida de la gente,
para dignificarla. Por ello, participa activamente en las Misiones
Pedagógicas de la República que intentaron llevar la educación a la
España rural, a los pequeños pueblos y aldeas cuyas gentes no contaban
para nadie hasta ese momento.
También en su tercera etapa, vinculada al libro
Viento del pueblo, hay mensajes plenamente vigentes.
Viento del pueblo es
la etapa del compromiso social, la concepción de la literatura como
arma de combate frente a la injusticia, la subordinación, el abuso y la
miseria. ¿Son conceptos superados en la actualidad? En absoluto. Hoy en
día vemos que todavía hay miles y miles de niños yunteros en el sudeste
asiático, Pakistán, África o Centroamérica. Pero, además, el grito
literario contra la injusticia que Miguel expresó nos sirve hoy para
condenar los abusos y agitar nuestras conciencias frente al conformismo
que en ocasiones nos asola por impotencia.
Y su última etapa, vinculada al
Cancionero y romancero de ausencias,
es la que con mayor sentido conmemoramos en este 75 aniversario, por
cuanto se trata de su etapa carcelaria, de agonía y de muerte. A pesar
del tremendo contexto que sufre el poeta en ese momento, Miguel nos
deja, por contraste, un mensaje de vida de enorme calado. Cuando todo lo
que le rodea le invita a generar odio y ansias de venganza, cuando su
existencia está aplastada por una condena a muerte simplemente por haber
escrito, cuando lo normal habría sido acumular rencor hacia el mundo,
Miguel nos da una auténtica lección de vida en positivo, nos lanza un
mensaje de esperanza con poemas tan entrañables como
Nanas de la cebolla o cuentos infantiles como
El potro oscuro y
El conejito, que son, en definitiva, alegorías de libertad y anhelos de un mundo mejor.
En
Elche recogemos estos valores como propios, nos identificamos con ellos
y con el poeta. Por esa razón, el Ajuntament d'Elx va a conmemorar este
aniversario con la intensidad que la ocasión merece. Hemos preparado un
paquete de actividades culturales que, no sólo recuerdan a Miguel
Hernández, sino que también impulsan su ejemplo humano y el amor a la
vida que profesó en toda su apasionada trayectoria. Celebremos estos
valores y mantengamos al poeta siempre en el recuerdo. A todos nos irá
mejor.