Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

domingo, 8 de marzo de 2020

Trabajos de Aitor L. Larrabide en Dialnet, sobre Miguel Hernández

Dialnet

Aitor Luis Larrabide Achútegui

Aclaración de materia/profesión

  • Fundación Cultural Miguel Hernández

Periodo de publicación recogido

  • 1997 - 2019

Miguel Hernández y el Ateneo de Madrid

Miguel Hernández y el Ateneo de Madrid

El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo, dejó significativamente escrito Miguel Hernández Gilabert (1910-1942). Con ese enunciado se desarrolló durante el 2010 el Centenario del poeta de Orihuela, a quien se tiene como socio ateneísta. Aunque los archivos del Ateneo de los años 30 se expoliaron tras la victoria franquista, existe una Memoria oficial de los años 1962-67 en la que figura Miguel Hernández en un listado de personalidades que fueron socios del Ateneo y se supone que como muchos intelectuales de la época frecuentó los actos y tertulias de una Docta Casa que albergó a lo más granado del arte, la ciencia y la literatura –además de la política- de la época de Hernández; de la II República española.
Hay, por otra parte, además de la comprobada adscripción ateneísta de muchos escritores, artistas e intelectuales amigos, constancia fidedigna de la participación de Miguel Hernández en actos del Ateneo, como en la velada poética organizada por León Felipe en septiembre de 1935 y en la que también están Pablo Neruda y Raúl González Tuñón. Un encuentro que tendrá decisiva influencia en la toma de partido ideológico de poetas jóvenes como Hernández. O la conferencia de André Malraux sobre un “Movimiento Universal para de Defensa de la Cultura” en mayo de 1936, a la que Miguel asiste junto con Neruda. Fue, sin duda, una presencia frecuente la del poeta oriolano en el Ateneo de aquella época.
Conviene recordar asimismo que el único homenaje que tuvo Miguel Hernández en vida fue precisamente en un Ateneo, el de Alicante el 21 de agosto de 1937. Hernández recitó poemas de Viento del pueblo para la ocasión.
La vinculación del Ateneo de Madrid con Miguel Hernández no acaba ahí, y continúa tras la muerte del poeta, siendo, de hecho, un factor decisivo en el proceso de recuperación de su figura a partir de los años 60. A este respecto, resultan fundamentales los trabajos del profesor –y ateneísta- Juan Cano Ballesta, reconocido unánimemente como maestro de investigadores en la materia.
Miguel Hernández siempre ha estado presente en el Ateneo de Madrid, a través de múltiples iniciativas. En el Ateneo, por ejemplo, tiene lugar la presentación pública de la Asociación de Amigos de Miguel Hernández a comienzo de los 80 de la mano de Vicente Aleixandre y Francisco Esteve. En el Ateneo se celebra el II Congreso Internacional hernandiano en 2004, y en el Ateneo, en fin, y por citar dos de las actividades más recientes, se recuerda la muerte del poeta el 28 de marzo de 2008 -haciéndolo justamente una Sección ateneísta de Literatura llamada Viento del Pueblo- y el 30 de marzo de ese mismo año, la Sección de Teatro lleva a escena textos suyos.

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Pasado por Ramón Palmeral, el 08-03-2020

sábado, 7 de marzo de 2020

Los meses que Federico García Lorca llegaba a Buenos Aires y Montevideo





Cultura

ANIVERSARIO

El día que Lorca llegaba a Buenos Aires en los años de la Década Infame

Federico García Lorca llegaba a Buenos Aires el 13 de octubre de 1933 en pleno apogeo de la Década Infame. Seis meses después la ciudad que le dio la primera (y única) consagración lo vio marcharse. El poeta de los que nada tienen elegía volver a una España camino a la revolución.
Viernes 13 de octubre de 2017 | 10:49
Fotografía de su llegada a Buenos Aires, En el medio, Lorca. Octubre de 1933
13 de octubre de 1933, es de madrugada y el Conte Grande ancla en el puerto de Buenos Aires. El moderno trasatlántico trae desde España a Federico García Lorca. Es su tercer viaje a América y el primero al Río de la Plata. Antes había estado en Cuba y en Nueva York. Viene por poco tiempo porque quiere regresar pronto a su puesto en La Barraca, junto a sus barracos, sus compañeros y compañeras, en esa compañía de teatro popular y ambulante que dirige junto a Eduardo Ugarte y que se encarga de llevar lo mejor del teatro clásico español a cada pueblo en la península. El poeta piensa quedarse solo lo suficiente, como para dar algunas conferencias y acompañar el éxito que está teniendo su teatro en Buenos Aires, el reestreno de Bodas de sangre y el estreno americano de La zapatera prodigiosa. Sin embargo, su estadía se extiende. Casi que parece que no termina. Pero como en toda narración pasada nosotros, lectores de hechos 84 años después, conocemos el final que cuenta que Federico sí regresa. Durante medio año, hasta los últimos días de marzo de 1934, vivirá en la habitación 704 del Hotel Castelar, sobre la Avenida de Mayo, a escasos 100 metros del imponente Teatro Avenida que hoy continúa funcionando y donde por aquellos días se representaba Bodas de sangre con la actriz Lola Membrives.

La Década Infame y el encuentro entre el poeta y Buenos Aires

Federico García Lorca llega en pleno apogeo del primer golpe de Estado en Argentina que pasó a la historia como la Década Infame. Hacía seis meses se había firmado el pacto Roca-Runciman, conocido como el estatuto del coloniaje por las condiciones humillantes que la clase dirigente había negociado con Gran Bretaña para el pueblo. Ya para aquel 1933, la oligarquía había logrado en parte salir de sus peores momentos de crisis económica y de depresión con un plan de diversificar sus inversiones y desarrollar el mercado interno con la sustitución de importaciones creando cientos de establecimientos productivos. Pero para los trabajadores y las trabajadoras el peor momento no había pasado, no gozaban de esas mejoras. En 1933, la clase trabajadora seguía soportando condiciones de vida tremendas, con un nivel de desocupación nunca antes conocido. Es el momento en que en paralelo la oligarquía y su élite cultural se benefician obscenamente y aparecen en el otro extremo las primeras villas y asentamientos donde vivirán los trabajadores y las trabajadoras que producen en esos cientos de nuevos establecimientos productivos llegados en su mayoría desde el interior del país. El estereotipo del desocupado estructural aparece en esta década. El escritor Roberto Arlt que fue un observador punzante de su tiempo retrató con su famosa aguafuerte, La tragedia del hombre que busca empleo, en el diario El Mundo, el cuadro de situación de los trabajadores desocupados. Este contexto social de la visita de Lorca a Buenos Aires es poco citado por sus biógrafos. La Década Infame había inaugurado la legalización de la tortura con Leopoldo Lugones hijo y la creación de la Sección Especial Contra el Comunismo de la Policía Federal. A la llegada de Lorca, y el 13 de octubre 1933 , según informes de la época, entre seis mil y ocho mil obreros y obreras pasaron por cárceles y comisarías en las que el sistema de torturas ya estaba en marcha. Ese golpe de Estado había sido apoyado por algunas personalidades del mundo social como el dueño de Crítica, el empresario Natalio Botana, el mismo que recibiría a Federico García Lorca. Claro que un puñado se había opuesto al golpe. Pero había tiempo y dinero para mostrar una Buenos Aires moderna y cosmopolita.

Lorca en todas partes

Narra su biógrafo, Ian Gibson, que ya en el puerto el recibimiento es triunfal. Lo esperan “un nutrido grupo de periodistas, fotógrafos, representaciones culturales y algunos amigos”. También personas de su pueblo natal, Fuente Vaqueros, a los que él recibe afectivamente y con los que se volverá a encontrar porque Federico extraña su tierra. “Me tratan como a un ministro, madre”, dice la voz ficcional de Lorca en la novela de Reina Roffé, El otro amor de Federico. Con esa nota se viste toda su estadía. El 14 por la mañana los diarios titulan su llegada. Su presencia en los medios será una constante en los meses venideros y Federico es toda una figura en los medios de comunicación, en diarios, radios y revistas. “Lorca pronunciando conferencias; Lorca recitando; poemas de Lorca; Lorca tocando el piano; Lorca caminando por la avenida Corrientes o la calle Florida, o reunido con amigos y corifeos en el café Tortoni. Lorca en Tigre. Lorca con Lola Membrives, con Eva Franco. Lorca en tal o cual banquete u homenaje”.
Lorca y Membrives en el Teatro Avenida, en las 100 representaciones de Bodas de sangre, noviembre de 1933
De la élite cultural porteña frecuenta algunas veces a Victoria Ocampo, aunque la revista Sur no publica obra alguna de Federico durante su estadía. Con Borges la relación será casi nula, salvo alguna anécdota que los encuentra juntos. Se dice que a Borges Federico García Lorca no le gustaba ni como poeta ni como persona. También cuenta otro relato que el poeta granadino y Carlos Gardel se vieron al menos una noche y que Federico habría tocado el piano en la casa del morocho del Abasto. De eso daba fe el compositor de tangos Ben Molar. Del que se hizo muy amigo, cuentan, fue de Pablo Neruda, quien en esos años ocupaba el cargo de cónsul por Chile en el país. Ambos grandes admiradores de Rubén Darío, el poeta nicaragüense que había residido por algún tiempo también en la Argentina, al que le harán algún homenaje. Lorca también ilustró un breve libro de poemas de Neruda con sus dibujos en el mes de febrero del 1934.
Lorca y Neruda junto a otros amigos durante su estadía en Buenos Aires, 1933/1934

Éxito de taquilla, ganancias novedosas y sin embargo

El reestreno de "Bodas de sangre", a fines de octubre, resulta un éxito rotundo. La obra está varios meses en cartel y supone para Lorca una nada despreciable suma de dinero. Según cita Gibson, Federico pudo enviar una potente cifra a su padre, quien además era de desconfiar del éxito económico que la actividad literaria pudiera brindarle a su hijo o a cualquier otro mortal, estando en lo cierto. En diciembre de 1933, estrena La zapatera prodigiosa con igual éxito, incluso siendo una obra menor y opuesta a Bodas de sangre (una, una tragedia; la otra, una comedia) y anterior a esta. Luego de un receso de verano en el que Federico viaja a Montevideo, donde termina la adaptación de La dama boba de Lope de Vega para el Teatro de la Comedia, vuelve a Buenos aires y la estrena. Pese a todo este éxito y una serie de propuestas tentadoras para el venidero 1934, Lorca –que ya ha retrasado su vuelta una y otra y otra vez– tiene decidido regresar a España.
Federico también aprovecha la prensa porteña para expresar sus opiniones políticas respecto a su país. El granadino nunca oculta su antimonarquismo y la preocupación que tenía por aquellos días ante el avance de la derecha. “Habla una y otra vez de la labor de La Barraca (…) y despotrica contra la burguesía”, escribe un cronista del diario Crítica de Natalio Botana. A Lorca ante la prensa le gustará señalar dos cosas. La primera, que su obra no le agrada a la derecha de su país; la segunda, el desprecio que siente por el teatro burgués. “Yo arrancaría de los teatros las plateas y los palcos y traería abajo el gallinero. En el teatro hay que dar entrada al público de alpargatas. ¿Trae usted, señora, un bonito traje de seda? Pues, ¡afuera!”, dirá al mismo cronista.

Despedida y un hasta luego

El último acto de Federico en Buenos Aires es una puesta en escena del Retablillo de don Cristóbal (una obra de títeres) en la que los muñecos se “ocupan de cosas de Buenos Aires”. Será una función en el Teatro Avenida, exclusivamente para sus amigos y amigas. Horario de inicio: 2 de la madrugada. En el Retablillo nombres aludidos en parodización muestran un poco el abanico de la Buenos Aires cultural y letrada de aquel 1933/1934 y el humor de Federico en las cosas pequeñas que encierran críticas al arte como “las distintas formas de roncar conocidas por el público porteño”. Entre ese público amigo están nombres que hoy conocemos de libros leídos, Oliverio Girondo, Conrado Nalé Roxlo, Raúl González Tuñón, Norah Lange.
Federico García Lorca, recitando poesía en el Teatro Avenida, 1933
Cuando Federico García Lorca se embarca, el 27 de marzo de 1934, les deja a sus amigos un sobre, a Neruda más precisamente, donde dice “Para seguir la fiesta”. Se trata de un sobre con mucho dinero para gastar de fiesta en fiesta, de función en función. El poeta se vuelve a la cosa seria no por eso menos feliz ni menos intensa, sino todo lo contrario.
26 de marzo de 1934. Lorca se despedía con una función de títeres de cachiporra para sus amigos en el Teatro Avenida

El boom por ese encuentro Lorca – Buenos Aires y el circuito que lo recrea

En los últimos años, sobre todo para cuando se cumplieron los 80 años de su visita a Buenos Aires, se formó una especie de circuito cultural, una vuelta a esos días de Federico en la Argentina. Obra de teatro, tour turístico, una novela, entrevistas, decenas de reseñas, artículos varios en internet, todo esto puede leerse/verse/visitarse acompañado de la parte que el biógrafo Ian Gibson le dedica al período de Federico en Buenos Aires en su extensísimo libro, Federico García Lorca.
Una recorrida por los días de Federico en esta ciudad es hurgar con curiosidad explorando una época que tuvo al poeta andaluz como protagonista de la actividad social y cultural de la Argentina de los años´30 con su mundo literario y de otras artes; es zambullirse en las amistades construidas con otros artistas con nombres de peso como Neruda o Girondo, en la consagración y el éxito económico que le vino a Federico de la mano de Bodas de sangre, de la actriz Lola Membrives y de su esposo, un inteligente empresario teatral. También es pensar en Yerma, su próxima tragedia, que Federico no logra terminar durante su estadía en Buenos Aires debido a la vorágine a la que se ve llevado de conferencia en conferencia, de tertulia en tertulia, de homenaje en homenaje. Pero también puede ser, si se elige, la de meterse en el relato que se puede armar de a retazos y a caballo de las propias contradicciones del artista que vive entre dos mundos a contramano, el de una España que va camino a la revolución, que se está levantando contra la monarquía y contra las élites, y el de la Década Infame argentina, la del régimen de la oligarquía, la de una élite que le mostraba a Federico la cosmopolita Buenos Aires y le ocultaba la de tortura y la persecución política, la de los asentamientos y villas donde vivían cientos de miles hacinados y la del desocupado estructural. Acaso ese cuadro de los de abajo al poeta de los que nada tienen alguna huella puede de haber dejado. Poco y nada quien escribe encontró en las biografías leídas. Un interesante recorrido que se podría realizar.

Para leer, ver y visitar

*Sobre Federico García Lorca en Buenos Aires
Gibson, Ian: Federico García Lorca, Crítica, Buenos Aires, 2011 (biografía)
Joffé, Reina: El otro amor de Federico, Plaza Janés, Buenos Aires, 2009 (novela)
Habitación-museo de Federico García Lorca en el hotel Castelar
Federico García Lorca, Poeta en Buenos Aires, 2017 (teatro)
HAB 704, 2015 (teatro-musical)
García Lorca en Buenos Aires, 2017 (teatro)
Tours: Federico García Lorca y la Av. de Mayo (Buenos Aires Ecléctica, 2017)
*Sobre la Década Infame
Rojo y otros: Cien años de historia obrera en la Argentina 1870-1969. Ediciones IPS, Buenos Aires, 2016







Raúl González Tuñón: 'La calle del agujero en la media' y 'Todos bailan'




Este miércoles, 25 de septiembre, a las 19.30, el La Pantera Rossa de Zaragoza se presenta la nueva edición de La calle del agujero en la media y de Todos bailan.
La Colección Mareta, de Gara d'Edizions, los ha editado en un solo libro. Son dos obras destacadas de la poesía en lengua española de la década de 1930. Su autor, el poeta y periodista Raúl González Tuñón, nació y murió en Buenos Aires. Dejó poso en poetas de la talla de Juan Gelman.





PRÓLOGO A ESTA EDICIÓN

Rául González Tuñón






Nació en Buenos Aires el 29 de marzo de 1905. Sus padres, Remigio González y Consuelo Tuñón, habían emigrado a Buenos Aires desde su Asturias natal. Raúl fue el sexto de siete hermanos. Su infancia se desarrolló alrededor de las plazas Once y Constitución, nudos de comunicación porteños, con los ferrocarriles como escenografía en movimiento y música de fondo.  Junto a su hermano Enrique, acudía los domingos con su padre y con su abuelo Manuel  a la plaza Once, lugar de reunión para trabajadores con reivindicaciones que cantaban los himnos revolucionarios de sus países de origen. Manuel Tuñón también lo llevaba a la dársena para comer pescadito frito entre historias de  marinos errantes, contagiándole la pasión por islas, puertos, y mares.


Gran lector desde niño, estando en el Colegio Nacional descubre una frase de Roger Bacon que asume como un mandato: “Contempla el mundo”. Pronto deja los estudios y comienza, tras intentar otros trabajos en ciudades del interior,  su carrera como periodista en un semanario de La Rioja argentina.

Raúl González Tuñón




Poesía y periodismo



A los diecisiete años publica sus primeras poesías en Caras y caretas. Es época en que las revistas literarias tenían gran importancia.  Ricardo Güiraldes le invita a participar en la revista Proa, creada por Borges y que entraba en una segunda etapa. En 1924 se incorpora a Martín Fierro, dirigida por Evar Méndez y Oliverio Girondo, cuyo manifiesto fundacional concluía: “Martín Fierro sabe que todo es nuevo bajo el sol, si todo se mira con unas pupilas actuales y se expresa con un acento contemporáneo”.  


Eran los años de las polémicas entre el grupo Boedo,  y los martinfierristas del grupo Florida. El primero tenía como lema la literatura políticamente comprometida, mientras que Florida convocaba inquietudes de renovación formal y contrarias a la poesía dominante que representaba Leopoldo Lugones.  Y es que, en el ámbito de la lengua española aún se discutía la conveniencia del verso libre y la aceptación de “ismos” como el surrealismo.  Recuérdese la admonición de Antonio Machado: “Verso libre, verso libre… / Líbrate, mejor, del verso / cuando te esclavice.”


Florida -que tenían en sus filas figuras como Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges, o  Leopoldo  Marechal-  contaba con Roberto Arlt  y con los hermanos González Tuñón  como mediadores con Boedo.  Bueno, eso cuentan las leyendas y añaden que la sangre (a modo de editoriales, epigramas y brulotes) nunca llegó al río; más aún, se creó el neologismo “Floredo” para describir el ambiente literario porteño del momento.


Algunos poetas reivindicaron la figura de Evaristo Carriego, muerto años atrás, lo que provocó, en palabras de Tuñón: “una pequeña revolución porteñista, donde el amor a la ciudad, al tango, tomar contacto con nuestra ciudad, con Carriego de La Canción del Barrio, nos hizo adquirir un tono propio.”


En 1925, Enrique reúne los poemas de su hermano y los presenta a un concurso organizado por el editor Manuel Gleizer, con Alfonsina Storni en el jurado.  El premio recayó en Raúl. Al año siguiente aparece su libro Violín del diablo y entra en el diario Crítica. Crítica, cuyo propietario y director era Natalio Botana, había revolucionado el periodismo porteño; desde sus páginas se organizarían campañas de apoyo a Sacco y Vanzetti, y de solidaridad con la República española. En la redacción del periódico Tuñón tendrá por compañeros a otros escritores: su hermano Enrique, Nicolás  Olivari, Nalé Roxlo, Carlos de la Púa, Arlt, Borges.


Su trabajo como periodista le lleva a recorrer los barrios porteños donde entra en contacto con los submundos de la ciudad. También le encargan entrevistar a personajes como el poeta Rabindranath Tagore o el compositor de tangos Enrique Santos Discépolo.  Viaja a Tucumán para cubrir una huelga de cañeros y escribir sobre los ingenios del azúcar. Viaja como corresponsal a la Patagonia donde la huella de la represión ejercida contra los obreros le conmociona. 


Hacia 1927, cerca de Bahía Blanca, en uno de esos circos pobres que tanto fascinaban al poeta,  entabla amistad  con el prestidigitador Johnnie Walker que, con el tiempo, dará nombre al personaje Juancito Caminador. En el desarrollo de este alter ego, influyen igualmente las andanzas  de su abuelo paterno, Estanislao González, y algunos poemas de Valéry Larbaud.



París: La calle del agujero en la media



En 1928 obtiene con Miércoles de ceniza el segundo lugar en el Premio Municipal de Poesía, de reconocido prestigio y buena dotación monetaria. Con el dinero del premio viaja a Europa, visita ciudades de la costa española y se instala en París, haciendo vida bohemia y enviando crónicas a Crítica y a La Nación.


Fruto de este viaje es La calle del agujero en la media (El séptimo cielo).  El poeta se sitúa en una encrucijada geográfica y vital, remarcada por una cita inicial de O. Henry (William Sidney Porter ) y por el primer poema del libro, “La cerveza del pescador Schiltigheim”.


Podría decirse que el viaje exacerba los estados de alegría, en medio de la atmósfera bélica provocada por la guerra pasada y por la que se presiente. Los muelles y puertos, la guerra, el canto y la farándula callejera transitan por los poemas, celebrando la vida parisina y la épica revolucionaria, con evocaciones a episodios de su vida argentina.


En uno de los poemas más celebrados, “Escrito sobre una mesa de Montparnasse”, alude a la uruguaya Blanca Luz Brum, poetisa y agitadora política que había estado refugiada en Buenos Aires. Cómo debía ser, que levantaba tales pasiones:

Yo quisiera explotar una bomba, derrocar un gobierno,
 hacer una revolución con mis manos amigas del cristal, de la luz, de   la caricia
 -destruir todas la tiendas de los burgueses 
y todas la academias del mundo-  
y hacerme un cinturón bravío de rutas inverosímiles como Alain Gerbault,


para que venga Blanca Luz y me ame.





La calle del agujero en la media aparece, tras la vuelta de Tuñon a Buenos Aires, publicada por Gleizer en 1930. Formalmente, comienza con poemas en  verso libre hasta llegar al que da título al libro, escrito en alejandrinos.  Después  encontraremos más en tetradecasílabos y uno en eneasílabos: “Marionnettes”. Caso particular, como veremos más adelante, son los “Tres poemas de algún país”, el primero en versos  endecasílabos, el segundo en dodecasílabos, y eneasílabos en el último.  No obstante, la abrumadora mayoría está en verso libre.

Primera edición. Portada: Bartolomé Mirabelli



El poeta en diálogo con su tiempo



En septiembre de 1930 es depuesto el presidente constitucional Hipólito Irigoyen mediante un golpe de estado encabezado por el general Uriburu, comenzando  así el período conocido como la Década Infame (1930-1943). Pero en Brasil también hay agitaciones y allí viaja Tuñón para informar del movimiento promovido por Getulio Vargas. El barco hace escala en Montevideo y sube un pasajero con el que confraterniza el resto del viaje, Carlos Gardel. Las convulsiones de la vida política argentina llevarán a la clausura de Crítica, Botana se exiliará en España  y Tuñón  se radicará por un tiempo en Brasil y Uruguay.


En 1932 es enviado como corresponsal a Paraguay, en guerra con Bolivia. El periodista sospechará después que el tras la guerra del Chaco estaban los intereses de grandes petroleras.  Otro reportaje que le marca profundamente es el que realiza en Villa Desocupación, una villa miseria de emigrantes arruinados por embaucadores, donde se interna disfrazado de indigente. En sus crónicas describe las trágicas peripecias de sus pobladores, el hambre y la represión policial.


En 1933 crea la revista Contra, que contará con la colaboración de Blanca Luz, de nuevo en Buenos Aires, pero, ahora, con el pintor mejicano Siqueiros, que había sido contratado para pintar un mural en casa de Natalio Botana, donde se instalaron.  Más de una leyenda se cuenta de esa estancia, que coincidió con la de Neruda y Lorca.


Tuñón publica en Contra su poema “Las Brigadas de choque”, por el que será encarcelado. Se le concede una suerte de libertad condicional (caución juratoria) por falta de antecedentes.  Este caso traerá cola: el poema no figurará en el libro al que correspondía (Todos bailan) y motivará luego una protesta internacional de apoyo al poeta.  El poema en cuestión era una soflama dividida en doce tiempos. Amplifica ideas de anteriores poemas. Así, si en el poema “La calle del agujero en la media” dice:



El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra!


Esto es simple querida, como el globo de luz


del hotel en que vives. Yo subo la escalera


y la música viene a mi lado, la música.


Los dos somos gitanos de una troupe vagabunda


alegres en lo alto de una calle cualquiera.


Alegres las campanas con una nueva voz.


Tú crees todavía en la revolución


y por el agujero que coses en tu media


sale el sol y se llena todo el cuarto de sol.



En “Las Brigadas de choque” escribe:



No importa que yo ame los puertos y los circos
y la dorada y alevosa flor de la aventura
y el vino y las rosas y la guerra.
Como Ernesto Psichari yo amo la guerra,
pero la guerra que trae la Revolución.





Arremetiendo contra todo, dispara también contra los letristas de tangos:



El tango actual es una cobardía.
Sombrío, ronco, gangoso
—“oliendo a china en zapatilla y macho perezoso”—.
Es pesimista, compasivo y trágico.
Es un ángel oscuro que pudo haber volado.





Años más tarde, Tuñón diría:





“Considerando a la distancia los agresivos versos, su iracundia, no gratuita, como la de algunos jóvenes en la actualidad, que no precisan el destinatario de su inconformismo, y algo de profético, los convierten en un documento más o menos curioso. Son visibles sus defectos formales y de fondo, exageraciones, injusticias. Debe disculparse lo que tiene de sarampión revolucionario.”
 
Pero también defendía sus posiciones de base:



“continúa vigente el aire civil del versolibrismo ejercitado en la etapa “martinfierrista”; la virtual exaltación del ¡Métete! contra el poco criollo ¡No te metás!; el sentido épico que entonces como ahora alternaba con la efusión lírica; el espíritu insobornable de rebelión que anima siempre en mí contra todo aquello que afea la vida del hombre.”



Ese año traba amistad en Buenos Aires con Pablo Neruda y Federico García Lorca. En una velada, Lorca improvisa al piano una semblanza musical de cada contertulio y retrata a Tuñón con los acordes de La Internacional. ¿Es necesario decir que Tuñón era comunista?  Lo decían sus versos. Sin embargo, su defensa del “realismo romántico”,  esa peculiar manera de dialogar con su tiempo tan poco ortodoxa, retrasa su afiliación al partido hasta el año siguiente.

 
 Tuñón agachado y, de pie, Neruda, X, Lorca, y X.Buenos Aires, 1933



Todos bailan  



En 1934, fruto de su etapa brasileña publica El otro lado de la estrella. En Montevideo conoce a Amparo Mom, su primera esposa. Mientras escribe Todos bailan, llega a Buenos Aires la noticia del levantamiento minero en Asturias y redacta simultáneamente los primeros poemas de La Rosa Blindada.


Todos bailan –Los poemas de Juancito Caminador-  aparece en 1935 con un variado repertorio de situaciones y personajes presentes en ese mundo real que el poeta quiere transformar.  Esa constancia en la denuncia de las injusticias sociales se cuela hasta en los versículos líricos de  “Lluvia” dedicados a Amparo Mom. Nuevamente transitan en este libro personajes históricos, legendarios y anónimos , en una premeditada mezcolanza (“fíjate cómo se amontona la historia” ).  Así, aparecen: el general filipino Flor Intrencherando, autoproclamado “emperador” y muerto ese año; los gánster de Chicago; los racistas sureños del Ku Kus Klan; los negros falsamente acusado de violación en Scottsboro; el revolucionario húngaro Koloman Wallisch, ahorcado el año anterior; el dirigente anarcosindicalista Salvador Seguí, “el noi del sucre”, abatido por pistoleros de la patronal catalana; la guerra del Chaco; la Patagonia rebelde; los buscadores de oro, garimpeiros, del Amazonas; etc.


La mayoría de los poemas de Todos bailan están en verso libre. Hay algunos en eneasílabos y tetradecasílabos, pero lo que llama la atención son dos casos.  El primero, la concordancia rítmica de “Los seis hermanos rápidos dedos en el gatillo” -pentadecasílabos- y “El Noy del Sucre” –combinación de 15 y 20 sílabas-. Como hacen los poetas repentistas, toma pie del primero para empezar el segundo. Pie temático y rítmico, pues en ambos los versos se articulan en grupos fónicos de cinco sílabas. La otra curiosidad métrica que se advierte es la de “Los poemas de algún país” que emparenta con “Tres poemas de algún país” de La calle del agujero en la media. En los dos poemas, el primer tiempo está en endecasílabos, el segundo en dodecasílabos y el tercero en eneasílabos. “Los poemas de algún país” tiene un cuarto tiempo que retoma el endecasílabo.


Y aquí debería concluir el prólogo, donde sumariamente hemos reseñado  algunos rasgos biográficos convenientes para acompañar la lectura de estos dos libros. Sin embargo, nos extenderemos unas líneas más, so pretexto de que Todos bailan era el libro de presentación en su nueva aventura europea.





El poeta que blindó la rosa 



Llega a España con Amparo Mom en enero de 1935, en pleno Bienio Negro. Nada más llegar a Madrid llama a sus amigos García Lorca y  Neruda, que lo invitan al banquete homenaje a Vicente Aleixandre, Premio Nacional de Poesía por su libro La destrucción o el amor. Allí conoce a otros poetas de la República, como Pedro Salinas, Gerardo Diego, Miguel Hernández y José Bergamín. Atesora amistades con los tertulianos del  Café Pombo, que se reunían en torno a Gómez de la Serna, y de la Cervecería de Correos, donde acudían los amigos de García Lorca.


Por su correligionaria Dolores Ibarruri,la Pasionaria”, conoce detalles de la represión en Asturias y prosigue con los poemas dedicados a la insurrección minera. Una discusión con Neruda en torno a la poesía comprometida –idea que entonces no agradaba al chileno- llamó la atención de Miguel Hernández. Días más tarde, Hernández cita a González Tuñón para seguir hablando  del tema que el poeta argentino sintetizaba con una frase del escritor haitiano Jacques Roumain: “Hay momentos en la historia del mundo en que la poesía deviene un arma, puede y debe convertirse en un arma”. 


En Madrid le comunican desde Argentina la condena a dos años de cárcel por el poema “Brigadas de Choque”. García Lorca redacta  un documento de protesta. En junio, Tuñón viaja a París para participar en el Primer Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura. Allí, César Vallejo difunde otro manifiesto: “…protestamos en nombre de la dignidad del pensamiento y la libertad de expresión, contra la política de represión ejercida por ciertos gobiernos latinoamericanos…” Entre los firmantes: André Gide, Heinrich Mann, Tristán Tzara, Henri Barbusse, Waldo Frank, André Malraux, Jean Cassou, Luis Aragón.





En septiembre, León Felipe, sorteando la censura del momento, consigue que Tuñón se presente en el Ateneo de Madrid donde lee poemas de La Rosa Blindada. “El poeta que blindó la rosa”, dirá desde entonces Neruda al referirse a Tuñón. En octubre aparece el primer número de Caballo Verde para la Poesía, revista creada en Madrid por Manuel Altolaguirre y Pablo Neruda , que incluye el “Poema Caminando” de Tuñón.




En noviembre [20 de diciembre de 1935], García Lorca organiza una comida en la Taberna de Pascual como despedida de Tuñón, que vuelve a Argentina para fundar la Sección Hispanoamericana de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Y, en ese restaurante de la calle La Luna, comprueba Tuñón la influencia que han tenido sus ideas en Miguel Hernández. Éste le pasa un papel a Gerardo Diego, quien, viendo que se trata de un soneto, subiéndose a la silla lee: “Raúl, si el cielo azul se constelara / sobre sus cinco cielos de raúles, / a la revolución sus cinco azules /como cinco banderas entregara.(…)”  Su carga política, desconocida hasta entonces en Miguel, sorprende a todos. Tuñón corresponderá dedicándole en La Rosa Blindada  el poema “La copla al servicio de la revolución”.  En “La libertaria”  aparecen unos versos (Ven catalán jornalero a su entierro, / ven campesino andaluz a su entierro, / ven a su entierro yuntero extremeño, / ven a su entierro pescador gallego, / ven leñador vizcaíno a su entierro, / ven labrador castellano a su entierro, / no dejéis solo al minero asturiano.) que más tarde Miguel Hernández amplificará en su poema “Vientos del pueblo me llevan”.
Tras su vuelta a Buenos Aires, Tuñón regresará a España en plena contienda y participará  en el Segundo Congreso Internacional de Intelectuales en Valencia, en Madrid y en Barcelona. Luego, viajará  a París, para la sesión de clausura del congreso, regresando a España con Vallejo y Neruda. Durante siete años reside en Chile, donde funda periódicos y organiza con Neruda la Alianza de Intelectuales de Chile. Mueren su hermano Enrique y Amparo Mom.  De nuevo en Buenos Aires, sigue publicando su poesía, también teatro y ensayo,  y escribiendo en prensa. Continúa viajando (URSS, China, Cuba…) Se casa con Nélida Rodríguez Marqués con quien tiene a su hijo Adolfo Enrique. Polemiza con la línea imperante del partido, defendiendo sus opciones estéticas y también las de otros escritores como Roberto Arlt. En el diario Clarín hace crítica de teatro independiente y artes plásticas; tras su jubilación en 1970, siguió ocupando su mesa en la redacción, a la que acudía cada mañana a escribir y recibir la visita de otros poetas.  Murió el 14 de agosto de 1974.

Las huellas de Tuñón






La obra de Tuñón, que conoció momentos de gloria y también de ninguneo editorial, es redescubierta periódicamente. En 1955 nace el grupo El Pan Duro, con Juan Gelman, Héctor Negro y otros poetas que se acogen a la égida de Tuñón, sacando la poesía de los libros para llevarla a los oídos de cualquier público. José Luis Mangieri creó la revista y la editorial La Rosa Blindada y la colección de poesía Todos bailan. Grabaciones de Tuñón recitando sus versos se pueden encontrar hoy en disco compacto, no así el libro Conversaciones con Raúl González Tuñón, que es una interesantísima recopilación de recuerdos recogidos por Horacio Salas, y que ha servido para compulsar este prólogo. Otros importantes autores se han ocupado de su obra: Héctor Yánover, Pedro Orgambide, Juan Gelman, David Viñas, Daniel Freidemberg, Julio Boccanera, Jorge Fondebrider… Recientemente, Planeta y Seix Barral han publicado compilaciones de su obra.


Hay en Buenos Aires una placita con su nombre, una placa en su casa y un café concert Tuñón, se debate si poner su nombre a una calle, y ha existido una Biblioteca de Poesía con su nombre en la casa de Carriego.


El Cuarteto Cedrón ha sido fundamental en la difusión de su obra en Europa, con sus actuaciones y grabaciones, entre las que se encuentra “Cuarteto Cedrón canta a Raúl González Tuñon”, donde se alternan canciones y la voz del poeta conversando con Juan “Tata” Cedrón. En España puede encontrarse un disco que reúne poemas de Neruda cantados por Paco Ibáñez y de Tuñón por el Cuarteto Cedrón.

No está de más terminar  con unas palabras de Octavio Paz , escritas 50 años después de la guerra española y editadas por el congreso conmemorativo (Valencia, capital cultural de la República). En carta a los organizadores, Paz, tras evocar el uso del romance por Tuñón, dice:


Aún está viva en mi memoria la tarde en que lo conocí, en julio de 1937, en Madrid. Me lo presentó mi compatriota Siqueiros, en las vísperas del Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura. Él ya era un consagrado y me impresionó ese hombre suave y firme, que había escrito los más encendidos poemas sobre el pueblo español. Recuerdo haberlo oído leer "La libertaria", ese poema en el cual todos los oficios de España confluyen como en un rezo. Para esa generación escribir poesía combativa era escribir a la sombra de Raúl González Tuñón, es el Rubén Darío de la poesía social y no cometo una herejía si afirmo que España en el Corazón de Neruda y España aparta de mí este cáliz, de Vallejo no hubieran podido ser sin La Rosa blindada. Neruda lo reconoció con todas las letras y Vallejo hubiese hecho otro tanto si la muerte no lo hubiese sorprendido en París, en 1938.


Desconozco su restante producción pero recuerdo que Luis Cernuda me dijo que era también un importante poeta lírico. Todo me aleja de aquellos años, pero en mi biblioteca guardo La Rosa Blindada porque es un hito.





La colección aragonesa Mareta, cree de justicia editar estos dos libros de Tuñón con poesía contingente y esencial en nuestra historia literaria.



Luis Felipe Alegre


Palacio de La Bouza (Asturias), 2013