Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

viernes, 2 de noviembre de 2012

  Elpintor Eduardo Vicente vino a Orihuela contratado por don Luis Almarcha, pintó obras religiosas por encargo. Ademas pintó un retrato a Miguel Hernández y otro a Gabriel Sijé

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 Miguel Hernández

 

 

El purgatorio oriolano

25.11.11 - 00:46 - La Verdad



Cuántas veces hemos oído decir que estamos viviendo un purgatorio al encontrarnos sometidos a una serie de penalidades o como mínimo de calamidades. Actualmente, bajo este criterio, podemos interpretar que la actual situación económica y laboral con unas cifras de paro millonarias, y de falta de recursos no millonarios en muchas familias es un verdadero purgatorio. Traducido al ámbito local, cada uno podrá hacer su interpretación de este término en aquellos sectores sociales, políticos o económicos que le parezca conveniente. Por nuestra parte queremos centrarlo bajo el punto de vista iconográfico, del que en Orihuela existe una buena muestra en la Catedral. Me estoy refiriendo al óleo que lleva por título 'Las Ánimas del Purgatorio', del pintor madrileño Eduardo Vicente (1906-1968). Al acceder a la capilla de la Comunión, construida por iniciativa del obispo Juan Elías Gómez de Terán en el siglo XVIII, a la derecha, en una capilla sobre el ara del altar y una hornacina en la que se venera un busto de La Dolorosa de Francisco Salzillo Alcaráz, procedente de la familia Bueno; se encuentra esta desgarradora obra de 3x2,30 metros, firmada y fechada en 1943. En ella, diez personajes están consumiéndose en el fuego, mientras que alguno de ellos eleva su mirada hacia dos ángeles situados en el extremos superior izquierda del cuadro.
El momento que representa es aquél en que la doctrina católica muestra el estado de los que habiendo muerto en gracia de Dios, necesitan aún purificarse para alcanzar la gloria. Purificación que se lleva a cabo en ese lugar en el que las almas momentáneamente son sometidas a las llamas que les limpiarán de pecados. Primero habría que determinar el por qué de la festividad de los fieles difuntos, y después el qué ocurre con sus almas cuando no han terminado de purgar sus culpas. Con respecto a lo primero, según Pedro Damiano, la tradición narra que, teniendo conocimiento San Odilón, abad de Cluny, de que en las proximidades de un volcán de Sicilia se escuchaba a menudo grandes alaridos y gritos de demonios, que se quejaban de que los vivos con sus óbolos y oraciones les arrebataban las almas de los muertos, ordenó que en todos los monasterios dependientes de su jurisdicción se celebrase anualmente la conmemoración de los fieles difuntos, en la fecha inmediata a la de Todos los Santos. En referencia al segundo aspecto, aquellas personas que fallecen, aunque hubieran cumplido su penitencia, si conservaban en su alma algún apego a las cosas materiales, debían purificarse para gozar en plenitud de la presencia de Dios. Esta purificación se lleva a cabo en el citado Purgatorio, debiendo permanecer allí, el tiempo necesario para que el fuego las liberes de esas adherencias humanas, siendo este fuego tal como dice San Agustín, un tormento tan atroz, que nadie, ni siquiera los más valientes mártires han sufrido iguales torturas. Se dice por algunos autores que el citado Purgatorio está situado en las cercanías el Infierno, y según otros en la zona más cálida del aire. Sea así, o no, la Iglesia reconoce este punto como el tránsito entre el Infierno y el Cielo, tal como lo admitieron los concilios de Lyón (1274) y Florencia (1439). Toda la génesis de esta situación es de origen bíblico, concretamente del 'Segundo Libro de los Macabeos', donde se justifica que la plegaria y el sacrificio son eficaces para la remisión de los pecados: «Mas creía que a los muertos piadosamente les está reservada una magnífica recompensa». 
En el Purgatorio oriolano, obra de Eduardo Vicente,

El purgatorio oriolano
'Las Ánimas el Purgatorio' de Eduardo Vicente. :: A. L. G.
 
 se nos presenta algunas características dignas de reseñar y de comparar con su otro gran trabajo para la catedral: 'Jesús y los leprosos'. Es ocasión de saber cómo llega el pintor a Orihuela, con quién confraterniza. De esto, sabemos que arriba a esta tierra de la mano de Luis Almarcha Hernández, el que sería después obispo de León, hombre muy preocupado por patrimonio artístico de Orihuela que supo rodearse de artistas y artesanos, así como de entidades que le ayudaron a llevar a buen término sus iniciativas a favor del arte en Orihuela. Así, recurrió al pintor que nos ocupa, y después al escultor Ángel Ferrant, autor de la imagen de Santiago del parteluz de la fachada gótica de su iglesia. Con ello, el entonces canónigo Almarcha facilitó el trabajo y el sustento a autores vanguardistas que no llegaron a exiliarse tras la Guerra Civil, sirviendo su tarea, según dice José Aledo Sarabia, como «reinserción artística». Eduardo Vicente llegó a Orihuela en el verano de 1942, para cumplir un encargo de canónigo Almarcha para la catedral, el cual pidió a Justino Marín (Gabriel Sijé) y Antonio García-Molina que actuaran como anfitriones durante la instancia del artista, sumándose después otros oriolanos como José María Franco Martínez, Emilio Bregante Palazón y el sacerdote Fernando Brú Giménez. Estuvo residiendo en nuestra ciudad durante varios meses, improvisando su estudio en la segunda planta del Palacio Episcopal. Después de esta estancia, el pintor visitó dos veces más Orihuela: en 1944, para asistir a la consagración episcopal de Almarcha, y en 1965, para recibir un encargo de la Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate de una colección de acuarelas con paisajes de la ciudad, cuyos originales, junto con la colección de cuadros de Joaquín Agrasot, solo Dios sabe dónde irán a parar con el tiempo. Sin embargo, la obra de Eduardo Vicente en la catedral oriolana allí permanece, mientras que las de propiedad de la entidad de ahorros citada deberían reintegrarse a Orihuela, para estar expuestas permanentemente, pues gracias a los ahorros de los impositores oriolanos fue posible su adquisición.