Carmen Linares: «La electrónica puede engrandecer el flamenco»
Para artistas como Carmen Linares esa fusión entre la poesía culta y el flamenco significó una montaña de arcilla fresca con la que poder moldear su carrera musical, una de las más sólidas del panorama jondo. Este 2017 se cumplen 75 años de la muerte del autor de Orihuela y la cantaora le dedica «Verso a verso» (salobre), un trampantojo musical que presenta el próximo jueves en el Circo Price de Madrid.
El «Silbo del dale» se atraganta. Piano, contrabajo y batería no terminan de dar con la tecla para que la voz de Carmen Linares entre lo más natural posible. Se notan ya las horas de ensayo pero la cantaora transmite paciencia y, hasta en esta situación, luce esa elegancia que siempre ha estado presente en sus propuestas escénicas. «Lo dejamos aquí. Ya saldrá mañana con la fresquita», sentencia.
Carmen, ¿de dónde surge este proyecto?
Hace seis años hicimos «Oasis abierto», un espectáculo sobre Miguel Hernández. Era una idea que tenía desde hacía tiempo. Y la verdad es que con la crisis solo hemos hecho cuatro o cinco conciertos. Me parecía que ese trabajo había que retomarlo y grabarlo para que no se perdiera. Hay temas nuevos y lo presentamos como disco-libro para poder tener más textos, fotografías y testimonios de la gente que le conoció. Me parece un formato muy bueno, evidentemente más caro, pero más completo.
Musicalmente ¿qué contiene?
Hemos hecho una bambera, bulería por soleá, siguiriya, malagueñas? hay temas flamencos y otros más modernos, que suenan más a jazz, porque estos músicos son de ese estilo y le dan su impronta. Unos temas los ha hecho Luis Pastor y otros, Pablo Suárez (el pianista con el que trabaja habitualmente).
El tema de cierre, No puedo olvidar, es puro Morente.
Absolutamente. También «Compañero, que es la Elegía a Ramón Sijé, que he grabado con Arcángel, es un homenaje a Enrique, con su música aunque con arreglos muy diferentes. Creo que el espíritu de Enrique está ahí. Y No puedo olvidar es un cante por seguiriyas que evidentemente es un recuerdo para él también, sobre todo en el tratamiento del tema.
Morente, compañero y compadre.
Y amigo (hace un silencio). Figúrate lo que Enrique ha sido para nosotros. Él fue el primero. Yo había oído cosas del poeta a Serrat o a Paco Ibáñez, pero ningún flamenco lo había cantado. Enrique nos abrió un camino importante con homenaje a Miguel Hernández. Los demás vimos que eso se podía llevar al flamenco.
¿Recuerda qué efecto tuvo esa novedad?
Hay artistas que no lo entendieron porque pensaban que las letras del flamenco tenían que ser letras populares pero evidentemente incorporar a poetas de esa categoría a esta música lo que hace es sumar.
Y que fuese Miguel Hernández, con todo lo que significaba.
Socialmente fue importante. Era difícil cantarlo en un teatro, había que llevarlo a lugares como el Colegio Universitario San Juan Evangelista, que estaban a la vanguardia.
Además de Morente, pocos artistas flamencos han cantado a tantos poetas como usted.
A mí me abrió un mundo porque vi que había textos que tenían la métrica del flamenco y se podían adaptar bien. Luego hay otros que no tienen esa métrica y ahí entra la composición. En el caso de «Raíces y alas» que grabé en homenaje a Juan Ramón Jiménez era muy complicado. Esos textos eran muy difícil de musicar con estilos flamencos.
También está el homenaje a Lorca en «Locura de Brisa y Trino», con Manolo Sanlúcar.
Ese ha sido el trabajo más difícil de los que yo he hecho. Estaba muy bien compuesto porque Manolo es un gran compositor pero era muy difícil de cantar. Eso lo sé yo y muchos cantaores que han dicho «¡madre mía!» (ríe). En la mitad de un tema, cambiaba el tono y para eso hay que tener un oído fino. Pero el resultado mereció la pena.
En el texto que acompaña el disco, Antonio Muñoz Molina dice que «los que han intentado «poner música» a los poetas, se equivocan».
Claro, porque la música está dentro del poema. De hecho veo un tema como el que acabamos de hacer en el ensayo, «Las Vendimiadoras» y tengo claro que eso está pidiendo tanguillos y has visto que pasamos a las alegrías. Sin embargo, en «Todas las casas son ojos», que es una bambera, me provocaba una sensación de misterio y eso te da la música. Es muy bonito lo que dice Antonio ahí.
Además del trío de jazz, las guitarras flamencas de Salvador Gutierrez y la de su hijo Eduardo. La última vez que la entreviste me comentó que cuando compartían escenario era muy difícil no ser su madre. ¿Sigue pasando?
Ahora menos. Yo le veo más seguro y entonces ya me relajo. Al principio yo sufría más por él que por mi y él sufría más por mi, más que por él (ríe de nuevo). Es muy difícil desconectar. Yo sé que él está pendiente de mí y también lo pasa mal. Pero ya nos hemos relajado.
Una de las colaboraciones del disco es la de Silvia Pérez Cruz. ¿Crees que con propuestas como ésta puede acceder a los espacios donde ella se mueve?
Creo que con este trabajo o con «Raíces y alas» tenemos que intentar encajar en otro tipo de festivales. Los artistas flamencos tenemos que abrir nuevos caminos. Este trabajo lo hacemos en febrero en el Festival Flamenco de Jerez porque hay seguiriyas, malagueñas y demás, pero puede haber más espacios. Este disco tiene muchos colores y colores muy distintos. Creo que al aficionado al flamenco le gusta y al que no sea tan aficionado le damos de las dos cosas. Me parece que sin aligerar, porque no creo en las cosas light y, si es flamenco, es flamenco. Pero siempre hay que actualizarlo y eso me parece muy importante. Actualizarlo y utilizar todos los medios que tememos a nuestro alcance. En «No puedo olvidar» hay electrónica y eso lo que hace es sumar y engrandecer esa música. Llevarla al terreno de hoy día. Eso es muy bueno para el flamenco y para la música.
¿En qué momento se encuentra su carrera?
Yo todavía tengo mucha ilusión. Puede que sacar un disco de Miguel Hernandez en febrero no sea lo ideal para vender. Puede que no sea comercial. Eso está claro pero yo ahora me puedo permitir ese lujo, el lujo de grabar a Miguel Hernández o a cualquier poeta o un disco absolutamente flamenco. Lo hago yo, lo producimos nosotros y con sacar para pagar la producción cuando vendamos los discos, me conformo. Mientras tenga ilusión seguiré ahí. Tengo todavía muchas cosas por hacer.