La fatalidad del destino se fue tejiendo en aquellos últimos días de la vida de poeta Antonio Machado.
Pero los homenajes que se le rinden por el 75 aniversario de su muerte
(22 de febrero de 1939) demuestran que está más vivo que nunca y que dejó mucho
para celebrar. El hombre que dio profundidad inolvidable a los campos de
Castilla sufrió apenas un mes de exilio en el pueblito francés de
Colliure cuando ya la causa republicana estaba casi perdida, por la
inminente ocupación de Barcelona. La España franquista trató de borrar
las huellas que había dejado en la cultura y la enseñanza. Pero no tuvo
éxito. Si Machado fue el poeta del abandono y la ausencia, se hace muy
visible y presente en los homenajes con motivo del aniversario de su
fallecimiento en Madrid, Andalucía, Segovia y en Soria. El acto central
será en Colliure este fin de semana.
Campos de Castilla es su obta más conocida.
RELACIÓN DE ANTONIO MACHADO CON MIGUEL HERNÁNDEZ
Miguel Hernández y Antonio Machado no tuvieron ninguna relación directa ni personal. Sin embargo ambos se vieron envueltos dentro de un mismo contexto social que marcó parte de su producción literaria y su pensamiento. Este contexto fue la guerra civil española. Existen varios factores unificadores entre estos dos poetas a los que Alberti en alguna ocasión califico como “los poetas del sacrificio español”. Generacionalmente ambos poetas se mantienen alejados ya que Machado pertenece a la generación del 98 y Miguel Hernández a la del 36 sin embargo en la última etapa de sus vidas, debido al impacto vital que supuso el estallido de la guerra los dos cantaron bajo una misma voz. Es lícito decir que ambos pusieron su producción literaria al servicio de la justicia, la paz y la libertad. Tanto en la poesía de Machado como en la de Hernández resuena el dolor y el anhelo de la colectividad, del eco de la voz dormida de un pueblo.
Antonio Machado y Miguel Hernández se cruzaron, en respuesta a sus ideales, en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en Valencia en 1937, donde participaron activamente como delegados. Ambos participaron, junto con otros escritores, en la ponencia colectiva que fue leída por Arturo Serrano Plaja en dicho congreso, y ambos firmaron el “Manifiesto de los intelectuales por una gran editorial para la educación de la juventud”, publicado en el diario “La hora” de las JSU, en Valencia, el 29 de agosto de 1937. Los dos firmaron también el manifiesto “A los intelectuales antifascistas del mundo entero” que apareció en el número 13 de la revista “El Mono Azul”. Igualmente participaron en el número IX de la revista “Hora de España”. Sus vidas y sus trayectorias literarias estuvieron estrechamente ligadas durante los años de la guerra pero nunca llegó a establecerse una relación de amistad entre ellos ni fueron siquiera presentados.
Elisa Berná Gambín