Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

sábado, 30 de abril de 2016

AMIGOS DE RAMÓN SIJÉ Y MIGUEL HERNÁNDEZ

AMIGOS DE RAMÓN SIJÉ Y MIGUEL HERNÁNDEZ
 
 

José Marín Gutiérrez, - Ramón Sijé-, (Orihuela, 1913-1935), se vio rodeado de grandes y buenos amigos. Amigos que también lo fueron de Miguel Hernández.
 
Orihuela, es una ciudad, que, entre otras cosas, puede decirse que es “tertuliana”, esto es de personas amantes de la tertulia, entendida esta, conforme la define el Diccionario Ideológico de la Lengua española de Don Julio Casares, como “reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar amigablemente o para algún pasatiempo honesto”. Y estas tertulias oriolanas, por tradición, no solamente lo eran o fueron, digamos en lugares públicos o locales para tomar café, sino también en forma, de algún modo peripatética, esto es paseando formando grupos de amigos, como en la famosa “vuelta a los puentes”, bajo el gris de la noche, de la que ya tuve ocasión de referirme en mi biografía  “Ramón Sijé, Semblanza”.
 
Como contrapunto a la llamada “Tertulia de la Tahona”, de Carlos Fenoll, José Luis Ferrís, el más completo biógrafo de Miguel Hernández, (“Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta”, Ediciones Temas de Hoy, S.A., Madrid, primera edición, año 2002), nos refiere la tertulia del Hotel Palace de Orihuela, “a la que si asistía con cierta asiduidad José Marín y en la que era frecuente encontrar otros, al juez Don José Olmedo Almeida, Juan Bellod, Mariano Cremades, Augusto Pescador, José Mª Pina, Placido Gilabert y Tomas López Galindo” (pág. 74).
 
En otro lugar  de su libro, José Luis Ferrís, nos dirá, cuando se promovió la colocación de un busto a Gabriel Miro en la Glorieta de Orihuela, como homenaje al mismo, que “Al parecer, la idea de dicho homenaje se acabó de gestar en la tertulia del Hotel Palace de Orihuela, donde se reunían Sijé, Juan Bellod, Mariano Cremades, Tomas López Galindo, Placido Gilabert, Augusto Pescador, el juez Olmedo, José María Pina y Alfredo Serna, cuando su trabajo en Madrid se lo permitía” (pág. 131).
 
Yo he conocido a mas de uno de estos señores, amigos por otra parte de mi tío José Calvet, y de mi padre Julio Calvet, pero con quien sin duda he tenido mayor trato, amistad, y cariño ha sido con Don Mariano Cremades Olmos.
 
Yo no tendría palabras para describir a Don Mariano. No he conocido Señor, y lo digo así, Señor, más bueno, más honrado, más simpático, mas cariñoso, más querido por todos los que le conocieron, y también mas oriolano que él. Sobrino del Canónigo Olmos; y primo hermano de Don José María Olmos Cárceles, (oriolano, que fue del Cuerpo Jurídico Militar, Notario y Registrador de la Propiedad, y que escribiera un artículo, “Un aspecto de Sijé”, en el Semanario “Acción”, de 30/12/1935, en homenaje al amigo muerto), casó con Doña Carmela Casinello Campos, hija del Ilustrísimo Señor Don Indalecio Casinello López, que fuera Abogado y Secretario de la Sala Primera del Tribunal Supremo, quien tuvo casa en Orihuela, y cuyo edificio, hoy, es conocido como la “casa Casinello”, y hermana de quien fuera ilustre Abogado de Orihuela, Don Indalecio Casinello Campos.
 
Don Mariano Cremades Olmos, nacido en Orihuela el día 8 de diciembre de 1912, perteneció a la Carrera Judicial con la Categoría de Magistrado, prestando sus servicios judiciales, largos  años en la Ciudad de Murcia, y mereció ser condecorado con la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort al mérito en la Justicia.
 
Siempre lo tengo en mi recuerdo, pues no en vano, me acompañó al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de La Roda, (Albacete), mi primer destino como Secretario de dicho Juzgado, allá por el año 1971, en mi toma de posesión, poniéndome la toga de Secretario, y años más tarde acompañándome también al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número Dos de Orihuela, mi primer destino como Magistrado Juez de dicho Juzgado, en el año  1990, para ponerme también allí, la toga de Magistrado.
 
Don Mariano fue así, para mí, como un gran apoyo ante la falta de mi padre, fallecido prematuramente, antes de aquellas situaciones, cuya  ausencia llenó con su cariño y gran categoría este gran hombre.
 
Y Don Mariano Cremades, perteneció a aquella generación de oriolanos que conoció a Sijé y a Miguel Hernández. Respecto de Miguel, el propio Ferris en su indicada biografía nos relata como Don Mariano, pasó, seguro, por una amarga situación.
 
Nos dice en la página 489 del libro, y en el ultimo capitulo tras el epígrafe, “El Sueño Vulnerado”: “La contrastada realidad, en toda su extensión, se ajusta únicamente a la soledad de un hombre que supo esperar, hasta el ultimo momento, la gran promesa que fue para él la vida; una criatura atravesada por un rotundo amor hacia las cosas que vio con entera amargura cómo se vulneraban cada uno de sus sueños; un hombre generoso que no recibió mayor pago que la inclemente maza del desamor y la impiedad. Ni tan siquiera su padre, a quién visitaron al día siguiente de ser enterrado sus viejos compañeros Eladio Belda, Mariano Cremades y Justino Marín para darle la triste noticia, tuvo mejores palabras hacia  su memoria que aquellas que pronunció en la puerta de su casa: “Él se lo ha buscado”.
 
Mariano Cremades Olmos, amigo de Ramón Sijé, y “viejo compañero” de Miguel Hernández.
 
María del Carmen Cremades Casinello, es hija de Don Mariano. Catedrática de Lengua francesa y amiga mía desde la infancia. Le he pedido me refiera lo que oyó decir a su padre a propósito de su amistad y relación con José Marín,  pues además de amigos, tengo constancia de que también fueron compañeros de carrera, pues ambos estudiaron la Licenciatura en Derecho, como alumnos libres, en una academia de Orihuela, yendo a examinarse a Murcia, donde ambos la terminaron.
 
Y María del Carmen, gentilmente  me ha enviado una carta manuscrita, que transcribo literalmente:
 
“Mariano Cremades Olmos. Fecha de nacimiento 8 diciembre 1912. No sabemos si coincide con Ramón Sijé en el Colegio de Santo Domingo. Coincide con él en una academia que preparaba a los chicos que se examinaban como alumnos libres en la Facultad de Derecho de Murcia. Al cerrar la academia (desconocemos la fecha), mi padre comenta con Ramón Sijé la dificultad que le supone el cierre para continuar con sus estudios de Derecho y su decisión de abandonar la carrera. Ramón Sijé le propone entonces preparar los exámenes juntos y venir a Murcia a examinarse. A mi padre le imponía la asignatura de “Filosofía del Derecho”  y nos comentaba la preclara inteligencia de su amigo, que le ayudaba a desentrañar los entresijos de tal materia. Todas las tardes acudía a casa de Pepito Marín a estudiar y allí coincidía a veces con Miguel Hernández, que esperaba que terminaran de estudiar; mi padre se marchaba, y ellos se dedicaban a sus quehaceres literarios. Espero que te sirva de algo; esta anécdota la contaba mi padre muchas veces y añadía que Ramón Sijé se había  “muerto de listo”, un diagnóstico poco científico, pero que él subrayaba con un tono de admiración tremenda. Un abrazo. M. Carmen”.
 
Mariano Cremades Olmos, tertuliano, amigo y hasta alumno de Sijé.  Cuantas veces en la vida, lamenta uno, no haber tenido ocasión de haber aprovechado para conversar “de tantas cosas”,  con personas, a las que luego de mayor se admiran. Como es este mi caso respecto de Pepito Marín, y también de Don Mariano Cremades. Pero es que siempre, la edad va por delante de los hechos del pasado, y solo es luego de mayor, cuando te reencuentras  con el perdido recuerdo, sin  poder ya remediarlo.
 
 
 
Por la transcripción y notas
JULIO CALVET BOTELLA

(Publicado en la revista de Fiesta de Moros y Cristianos de Orihuela, 2013)

 
 
                            Homenaje a Ramón Sijé en el centenario de su nacimiento

Introducción a la Elegia a Ramón Sijé de Miguel Hernández










 Introducción a la Elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández  
    (En el 70 aniversario de la muerte de Ramón).

                 Por Ramón Fernández Palmeral




    Cuando se va a cumplir el 70 aniversario de la muerte de Ramón Sijé, creo que es oportuno analizar la Elegía, que le dedicó Miguel, joya de la literatura española. 

     La «Elegía a Ramón Sijé» es un poema de remordimiento y de reconciliación espiritual donde Miguel Hernández, como bien apuntó José Muñoz Garrigós (Ínsula nº 544, pág. 3) «reconoce su deuda, imposible de pagar». En 1935 Miguel había entrado en el círculo de la «poesía sin pureza» de Pablo Neruda y consideraba la amistad con Ramón Sijé  un «lastres» en su proyección poética, de aquí su ruptura.
      Pero la prematura muerte de Sijé impidió la posible reconciliación futura entre ambos amigos, de aquí surge y siento más tu muerte que mi vida (verso 15 de la Elegía), ya que el poeta no pudo reparar su deuda con Sijé por cuanto le debía y había ayudado en sus primeros tiempos poéticos, y además le ayudó a buscar editor en Murcia para publicar Perito en lunas (1933), cuyo prólogo es de Sijé.   Además Ramón Sijé dio una conferencia en el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933, titulada El sentido de la danza. Desarrollo de un problema barroco en “Perito en lunas”, de Miguel Hernández Giner, cuyo texto íntegro se desconoce. (Comentado por el profesor José Muñoz Garrigós, “Los cuadernos del 27”, Murcia, 1987).  Dieron noticias de este acto Vicente Ramos-Manuel Molina en su libro Miguel Hernández en Alicante, Edición “Ifach” 1976 (p.37). Más los poemas que Ramón le publicó a Miguel en todos los números de la revista El Gallo Crisis.  Por ello mi afirmación de la deuda que Miguel tenía con Ramón Sijé.

      Ramón Sijé (un anagrama del nombre y del primer apellido) es el seudónimo de José Ramón Marín Gutiérrez nació en Orihuela el 16 de noviembre de 1913, a las 6 de la tarde, tuvo dos hermanos Justino (Gabriel Sijé) y Mariola. Estudió Derecho en Murcia, fue Premio Extraordinario de Licenciatura. Aunque Miguel Hernández y Ramón debían conocerse de vista, su relación se estrechó con la presentación de la revista Voluntad fundada por Sijé el 15 de marzo de 1930. Fundó y dirigió más tarde la revista neocatólica El Gallo Crisis que duró un año. Escribió La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas (1935), inédito hasta 1973, editado por el Instituto de Estudios Alicantinos, así como múltiples artículos y un ensayo Oleza, pasional natividad estética de Gabriel Miró, publicado en varios números de Diario “República” de Cartagena, y más tarde en Cuadernos de  la revista “Batarro” nº 1 de Albox (Almería), 1990, edición de José A. Sáez Fernández.
      Esta «Elegía» se compuso precipitadamente a la muerte de su amigo      ocurrida el 24 de diciembre 1935, contaba 22 años, a causa de una septicemia al corazón.  Miguel se hallaba en Madrid cuando se enteró del luctuoso hecho por Vicente Aleixandre el 26 de diciembre, que lo había leído en una noticia de El Sol y, seguidamente escribió esta famosa elegía en tan sólo 15 días, una de las más conmovedoras de la lengua española. No escribió a los padres de Sijé hasta el 14 de enero del año siguiente, Miguel leyó una alocución, encaramado a una escalera, en Orihuela  el 14 de abril de 1936, al descubrir una placa en la plaza que se le dedicó a Ramón Sijé:
    «Quisiera que estas piedras y esta plaza llevaran para siempre el nombre que les ha sido impuesto: Ramón Sijé.  Bajo el sonido de este nombre se me ha ido un compañero del alma, y Orihuela ha perdido su más hondo escritor y su más despejado y varonil hombre…» (pág. 311. Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. José Luis Ferris).

       A raíz de su publicación en el número de diciembre de la Revista Occidente junto a seis sonetos más a petición de José Ortega y Gasset, antes de ser incluido en el libro definitivo de El rayo que no cesa (24 enero 1936), llamaron la atención del dulcísimo Juan Ramón Jiménez que escribió en su «encasillada torre» -expresión de Arturo del Hoyo-  Con la inmensa mayoría del diario El Sol, febrero del 1936:   

«...En el último número de la Revista de Occidente, publica Miguel Hernández, el extraordinario muchacho de Orihuela, una loca elejía [g] a la muerte de su Ramón Sijé y 6 sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la “poesía pura” deben buscar y leer estos poemas...»

         El rayo que no cesa se encontraba en la imprenta de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez cuando Miguel pidió que la incluyera en el libro, y es la antepenúltima composición, la número 29 del libro, queda antes del soneto final, puesto  que  el libro salió el 24 de enero de 36.  Tomando las notas de Agustín Sánchez  Vidal, en estudio y prólogo del libro Perito en lunas. El rayo que no cesa, (pág. 180). nos dice:

      «Sigo la primera edición (al igual que Losada). Cossío, sin embargo, sigue la aparecida en Revista Occidente, agrupando, en consecuencia, los tercetos 12 y 13 en una sola estrofa, e igualmente los tercetos 14 y 15 en otra; también, pone coma al final del verso 26, que suprimo siguiendo la primera edición».

      Se dice que Miguel cabalga sobre el surrealismo.
      Hemos de detenernos en la dedicatoria. En la edición de Losada con prólogo de José María Ballcels, escribe: ...a quien tanto quería. En la de Agustín Sánchez Vidal y otras sucesivas aparece “con quien tanto quería”. Que en el original aparece con la preposición “con”, y el significado, a pesar de que lo han explicado otros autores, que no son imprescindibles citar, por ser obvio, que cuando el poeta escribe “con quien tanto quería”, nos hace una bisemia o juego de dos significados entre: “con quien tanto compartía” y “tanto quería”. Recursos estilísticos o juegos que ya había empleado Miguel en la octava real III, o acertijo del toro, de Perito en lunas, con “luna y cuarto de la tarde”.  Entre cuarto de hora y cuarto  de luna. 



    Simbología.- La cosmovisión poética de Miguel, es la de un mundo rural, donde se había criado y educado, un pueblo en la huerta del río Segura, un pueblo de luz mediterránea y católico. Influido por el mundo literario de Gabriel Miró a quien organizaron un homenaje.
    La «Elegía» se compone de 15 tercetos en endecasílabos y un serventesio final, en los que se aprecian diferentes estados de ánimo del poeta que evoluciona hacia una locura o éxtasis místico momentáneo, o una catarsis, para anunciar el deseo de que el amigo vuelva para encontrarse de nuevo en su huerto y en su higuera, en las «aladas almas de las rosas del almendro», ese es el lugar las flores que han tomado forma humanas con alma como la idea tomista de que el hombre se compone de cuerpo y de alma.
    Por ello empieza: Yo quiero ser llorando el hortelano... El poeta quiere ser el eterno hortelano de la parcela o sepultura donde está enterrado su amigo. Y no quiere ser el hortelano por unas horas, sino eterno, ya que dice y estercolas, evidentemente, hasta que su cuerpo se descomponga como el estiércol, elementos de los corrales de las cabras, sometido a cambios de temperatura y estados, porque el estiércol es un órgano vivo, que alimenta a las plastas a través de su riqueza mineral y temperaturas. 
    La segunda estrofa: Alimentando lluvias, caracolas / y órganos mi dolor sin instrumento...   Se refiere a que el cadáver de su amigo sepultado será objeto de las tormentas que caigan sobre su tierra-tumba, la caracola es una concha marina que de antaño se usaba para llamar a los peones del campo a la comida, de hecho García Lorca usa este nombre muy frecuente.  «ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino», en una estrofa de “La casada infiel”. En órganos mi dolor sin instrumento, se refiere, creo, a instrumentos musicales de una iglesia, como música religiosa que nos elevan a un estado celestial. Quiere decir que ya no habrá órganos celestiales, de iglesias que le resuciten.  Invito a averiguar, si Ramón Sijé tocaba el órgano en alguna iglesia.   
    A las desalentadas amapolas, en evidente que las flores silvestres de los cementerios son las amapolas que se comerán a través de la savia el corazón de su amigo: daré tu corazón por alimento. Aquí encontramos cómo el corazón del amigo servirá de alimento-estiércol para las raíces de las amapolas del cementerio. 


    Significaciones.- Son numerosos los estudios dedicados a la «Elegía», sin embargo, uno de los que más se acerca y he podido leer es el de Noelia Bueno Gómez, en las Actas del II Congreso Internacional «Presencia y futuro de Miguel Hernández (pág.567-582). Aquí, Noelia, estudiante de Filosofía de la Universidad de Oviedo, acierta en sus múltiples conclusiones, sobre las reflexiones hernandianas en relación a la muerte, «el dolor que se vuelve incontrolable, la lucha interna para aceptarlo, la inmortalidad en la naturaleza, y el bellísimo canto a la amistad». Va más allá al darse cuenta la autora que es una convocación para un reencuentro en el paraíso que era le huerto y la higuera en casa de los padres del poeta en Orihuela.
   La «Elegía» se compone de 15 tercetos encadenados y un serventesio final. Los seis primeros de turbación personal que aparecen en primera persona demostrados un gran dolor por la pérdida tan temprana del amigo, «muerte violeta por  no ser rapidez,  por no ser esperada y menos tratándose de una muerte en plena juventud».
   Del séptimo al undécimo de un «dolor insoportable, una increpación a la muerte que ha volado demasiado pronto». Donde el poeta no perdona a la muerte que se ha enamorado del joven, que no ha atendido a una vida larga, y no perdona a la tierra ni a la nada, en una idea de la tierra como madre y a la nada como el cosmos. Tanta rabia tiene que puede levantar «tormentas/ de piedras, rayos y hachas estridente» con sus manos, puede levanta pirámides si cabe por la tremenda fuerza que le da el dolor. Luego quiere desenterrar al amigo, con ese «…escarbar la tierra con los dientes» , socavar la tierra como sea, y aparta la tierra, y encontrar el cadáver, y besar la noble clavera como Hamlet con el cráneo de Yago, y se preguntó serenamente con flema anglosajona sobre «el ser o no». Pero el poeta aquí no tiene tiempo para la reflexiones filosóficas, sino que quiere actuar para cumplir la promesa que se habían hecho, años atrás, de que cada uno cavaría la sepultura del otro, según Jesús Poveda, de aquí ese «desamordazarte y regresarte» ya estudiado por Agustín Sánchez Vidal.
     Los tercetos doce al quince, idealiza un regreso, un regreso espiritual, convertido en ángel o como abejas que liban las flores del cementerio. Un regreso al huerto convertido en paraíso idílico en el recuerdo del pasado. Las abejas liban las flores que están en contacto con la tierra y esa tierra forma parte del cuerpo de su amigo. «Pajareará tu alma colmenera», no es más que volará tu alma ya de abeja, tu sangre está ya en las abejas. Porque la muerte no es el final, sino un camino a la inmortalidad, si no ha nacido jamás podrás ser inmortal y Sijé, que tenía miedo a la muerte deseaba ser inmortal.
    Cuando regreses y yo te vea, se alegrarán mis ojos, situados precisamente  «en la sombra de mis cejas». Sabida de la religiosidad de Sijé, Miguel usa palabras religiosas como aladas, angélicas, alma.  En el serventesio, Noelia Bueno, ve en las «almas de las rosas», una visión «panteísta: vive el alma del amigo en las almas de las flores». Libre son las interpretaciones, sin embargo, se puede apuntar que las rosas son ángeles alados con formas de rosas, quizás fantasma, y estas rosas son las flores blancas del almendro de nata, y este es el lugar de la cita, te requiero en las almas de las rosas, nos veremos en el otro mundo como almas hermanas, que es lo que significa compañero del alma: hermanos del alma, más que compañeros, porque lo de compañero más la dedicatoria «con quien tanto quería», ha dado mucho que hablar entre tirios y troyanos.
    

     Mis interpretaciones y consideraciones.-  Esta «Elegía» es una de las que yo llevo en mi repertorio como rapsoda, a veces, y la experiencia me ha demostrado que ciertos ritmos, para ser recitados necesitan de algunas puntualizaciones y arreglos técnicos.
     Para recitarla la hemos agrupados por contenidos, es decir, no divida necesariamente en tercetos.  Como sucede  en el segundo terceto, al cual le he unido el verso 7, y por lo tanto se convierte en un cuarteto abab. Y el siguiente terceto queda como un pareado, que es en realidad lo que es. Miguel estaba muy preocupado por el metro en sus poemas, quería la perfección y prefirió sacrificar el contenido ante lo estético,  muy discutido hoy por los poetas actuales, que hemos abandonado la rima y los metros a favor del contenido.
                                          Alimentando lluvias...
    En el terceto quinto, he agregado una coma tras la “y” del último verso, y nos queda [y, siento más tu muerte que mi vida].
    Con el terceto 12 y 13 he hecho lo mismo que con el anterior convertido en un cuarteto y en un pareado... queda así:
                                          Volverás a mi huerto...
    El terceto 11, que acaba con el verso y desamordazarte y regresarte, ha dado origen a comentarios sobre la locura de Miguel, puesto que está decidido a desenterrar el cuerpo del amigo fallecido para besarle la noble calavera.
     Más adelante hay una ensoñación o un recuerdo de cuando ambos meditaban en su huerto bajo la famosa higuera que todavía se puede ver en la casa de la calle de Arriba. El terceto 15 lo resumo como que el recuerdo alegrará sus ojos y tu sangre dulce será disputada entre él (el poeta) contra su novia que habrán acudido sobre tu tumba a llorar y las abejas a libar el néctar  de las amapolas a las que, ya el poeta dio su corazón por alimento.
     El serventesio final, creo entender que cita o requiere  al alma de su amigo en las flores-rosas del almendro de nata-florecido, para hablar de muchas cosas de las que debieron hablar y no hablaron. Firma con la fecha 10 de enero de 1936, fecha en que debió darlo por acabado.
     La ilustración representa a unas grandes amapolas alimentándose del corazón de Ramón Sijé, y las raíces de estas abrazan la cruz iluminada de su tumba, que siempre estará encendida en la inmortalidad de esta incomparable elegía, hija de la inspiración y no del trabajo ni de la  arquitectura poética…

Ramón Fernández 2005

jueves, 28 de abril de 2016

La senda exportable, por Xema Rubio, en La Verdad del día 17 de abril


  • El recorrido por los espacios que marcaron la vida de Miguel Hernández culmina hoy

  • El editor de la antología 'Los poetas de la Senda' realiza un cuestionario sobre esta actividad a hernandianos, familia y responsables públicos

  • ORIHUELA  /La Verdad


La Senda del Poeta recorre desde 1998, los lugares míticos del poeta Miguel Hernández, donde nació, donde vivió y donde está enterrado, junto a Josefina Manresa y su hijito Manolillo. La senda recorre los pueblos y recuerda al poeta universal a través de distintas formas de arte al igual que lo han recordado amigos, músicos, dramaturgos, pintores: Leopoldo de Luis, Rosario la dinamitera, Buero Vallejo, Ricardo Fuentes y tantos otros.



Con 19 años de historia de ruta, ahora se cumple la edición número 20 (se hicieron dos durante el centenario) es un buen momento para hacer un alto en el camino y preguntar a organizadores, hernandianos, y senderistas, sobre diversos aspectos, para comprender mejor el ayer y el hoy de La Senda del Poeta. Así, Jesús Martí, responsable del Ivaj dice que le preocupa que los diferentes gobiernos no sepan cómo mejorar la difusión de la cultura, o que tengan otras prioridades. «Le preocupan más los recortes por no saber gestionar, por no tener proyecto, porque esto demuestra que no tienen en cuenta lo que piensan los jóvenes ni sus necesidades. No invertir en educación y cultura, y el ocio educativo es parte fundamental de estos dos pilares, es acabar con nuestro futuro». Asimismo asegura que la metodología que propone la Senda, de unir poesía y senderismo, «es exportable. Esa es una de nuestras pretensiones: proponer otras rutas con otros poetas en otras zonas».
Respecto a los hernandianos que han dejado huella en el último medio siglo, Ramón Fernánndez Palmeral asegura que la lista es larga y remite al archivo de Gaspar Peral Baeza, pero adelanta algunos nombres: Vicente Ramos, Manuel Molina, Juan Guerrero, Jorge Urrutia, Josefina Manresa, Carmen Zardoya, Carmen Alemany, Elvio Romero, Jesús Poveda, José María Balcells, José Luis Ferris, Jesucristo Riquelme y Juan Cano Ballesta. «Como es bien sabido, Miguel Hernández, fue dramaturgo y periodista de guerra, y escribía con varios seudónimos», comenta Palmeral, que recomienda el libro de María Gómez Patiño titulado 'Propaganda poética en Miguel Hernández', y la importancia de la tesis doctoral de Manuel Carcasés dirigida por Francisco Esteve.
Pablo Sandoval recuerda que ya en su infancia, en el colegio, aparte de estudiar la obra de Miguel Hernández asistió a una exposición sobre el poeta en la Lonja del Pescado. Siempre le impactaron la 'Elegía a Ramón Sije' y las 'Nanas de la Cebolla'. Conoció la senda al principio al hacer sus amigos el camino y como concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, difundió la obra del poeta «con la ayuda de estudiosos y e investigadores hernandianos como Ramón Palmeral». Afirma que pese a ser «un poeta de esta tierra desgraciadamente muchos jóvenes aún no han descubierto a Miguel».
La Federación de Montaña Valenciana se ha alzado con el galardón Senderista de Honor 2016, y es junto a la Asociación de Amigos de Miguel Hernández, la Diputación de Alicante, la Fundación Cultural Miguel Hernández, los ayuntamientos por donde pasa, colaboradora en la organización que lleva a cabo el Ivaj. Joan Pamies fue el primer director de la Fundación Cultural Miguel Hernández durante los años que estuvo vinculado a Josefina Manresa y a Lucía Izquierdo, y cuenta, que difundiendo las actividades hernandianas tuvo la suerte de conocer a numerosos personas del mundo de la política republicana y artistas como Rafael Alberti, General Marquina, Lister, el Campesino y otros amigos del poeta de antes, durante y después de la guerra como Luis Rodríguez, Fernández Revuelta, Paco Rabal, Lola Gaos, Imperio Argentina. La Fundación ha tenido otros directores como Manuel Sánchez Monllor, Juan José Sánchez Balaguer, y en la actualidad la dirige el filólogo Aitor L. Larrabide, quien se doctoró en la Universidad de León con la tesis 'Miguel Hernández y la crítica'.
Reconocido especialista en la obra de los poetas de la generación del 27 como Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillen, Pedro Garfias, o Juan Ramón Jiménez ha publicado numerosos libros e impartido conferencias sobre el poeta. Desde la Fundación realiza diferentes actividades de fomento de la lectura en colegios, investigación, o premios literarios. Juan Pastor dirige la editorial Devenir que publica desde hace una década los premios de poesia Miguel Hernández. Una larga lista de poetas entre los que se puede citar a Manuel Rico, David Hernández Sevillano (quién realizara la senda en alguna ocasión) o Marta Asunción Alonso. El editor dice que «Miguel Hernández era un vitalista y que vivía por la creación y su obra. Su mala suerte se la dio el momento que le tocó vivir y la insatisfacción de una sociedad que luchaba por la supervivencia. A Miguel Hernández le habría gustado haber recibido un premio como este en vida».

Lucia Izquierdo, nuera del poeta, presentó hace unos días en Madrid la reedición de 'Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández', explica que es el libro a tener en cuenta para cualquier biografía, «porque Josefina guardó celosamente el legado de su esposo y único amor y lo guardó como se guarda la propia vida». La nuera afirma que Josefina «escribió los recuerdos para acallar voces no autorizadas, o maledicentes, y eso que estuvo muy presionada por gente que quería esos tesoros, pero para ella su familia y la obra de Miguel, era lo que importaba».

Francisco Esteve, director de la Cátedra Miguel Hernández de la Universidad de Elche escribe que el recorrido que se descubre en el camino hernandiano está plagado de vivencias sensoriales a través de la misma orografía y naturaleza que acompañó la vida del poeta. Pero, sobre todo, descubre el camino interior del compromiso y la entrega del poeta que empuña el alma cuando canta a la libertad, al amor, a la paz. Y, tal como manifiesta Miguel Hernández en la dedicatoria de su libro 'Viento del pueblo' a Vicente Aleixandre: «Nuestro cimiento será siempre el mismo: la tierra. Nuestro destino es parar en las manos del pueblo».

domingo, 24 de abril de 2016

Premio Cervantes 2016, el escritor mexicano Fernando del Paso nombró dos veces a Miguel Hernández en su discurso de toma del Premio

  


    Premio Cervantes 2016, el escritor mexicano Fernando del Paso nombró dos veces a Miguel Hernández en su discurso de toma del Premio. Alcalá de Henares 23 de abril de 2016.



     Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señor Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Señor Rector de la Universidad de Alcalá, Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, Señor Alcalde de esta ciudad, autoridades estatales, autonómicas, locales y académicas, querida esposa–oíslo-e hijos, queridos parientes y amigos que me acompañan, queridos todos, Señoras y Señores:
La del alba sería, cuando timbró el teléfono de mi casa y yo pensé que si no era una tragedia la que me iban a anunciar, sería la malobra de un rufián que deseaba perturbar mis buenas relaciones con Morfeo, o quizás el mago Frestón. Pero no fue así, por ventura: era mi hija Paulina quien desde Los Cabos, Baja California, me anunciaba haberse enterado que me habían otorgado este premio, lo cual colmome de dicha pese a que desde ese instante las múltiples llamadas telefónicas que recibí por parte de amigos, parientes y periodistas, incluyendo los de España, para ratificar la gran nueva, no me dejaron volver a pegar el ojo. Yo, ni tardo ni perezoso acometí de inmediato la empresa de despertar a cuanto amigo y pariente tengo para informarles lo que me habían comunicado.

En marzo del año pasado, cuando tuve el honor de recibir en la ciudad mexicana de Mérida el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, hice un discurso que causó cierto revuelo. Sé muy bien que esas palabras despertaron una gran expectativa en lo que se refiere a las palabras que hoy pronuncio en España. Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza.

Quizá debí haber comenzado este discurso de otra forma y decirles que yo nací en el ámbito de la lengua castellana el 1º de abril de 1935 en la ciudad de México. “Felicidades señora, es un niño”, dicen que dijo el médico que estaba exhausto de maniobrar una y otra vez con los fórceps, antes de ponerme no de patitas sino de orejitas en el mundo y quién al ver por primera vez mis entonces diminutos órganos reproductores, coligió con gran perspicacia que yo era un varón, rollizo no, pero tampoco escuálido: yo no quería nacer y a veces todavía pienso que no quiero nacer.
Me cuentan que lloré un poco y ¡Oh, maravilla! lloré en castellano: y es que desde hace 81 años y 22 días, cuando lloro, lloro en castellano; cuando me río, incluso a carcajadas, me río en castellano y cuando bostezo, toso y estornudo, bostezo, toso y estornudo en castellano. Eso no es todo: también hablo, leo y escribo en castellano.

Pancho y Ramona, el Príncipe Valiente, Lorenzo y Pepita, Tarzán y Mandrake, fueron mis primeros personajes favoritos, y yo no podía esperar a que mi padre despertara para que me leyera las historietas dominicales a colores, de modo que me di priesa en aprender a leer en lapre-primariaen la que me inscribieron mis padres, dirigida por dos señoritas que no eran monjas pero sí muy católicas y tan malandrines que me daban con grandes bríos y denuedo reglazos en la mano izquierda–yosoy zurdo- cuando intentaba escribir con ella, sin obtener su objetivo: no soy ambidextro, soy ambisiniestro. Más tarde mi mano izquierda se dedicó a dibujar y fue así como se vengó de la derecha. Pero aprendí a leer con los dos ojos, y con los dos ojos y entre los rugidos de los leones me las vi con don Quijote de La Mancha. En efecto, un hermano de mi padre que tenía una gran biblioteca virgen–nadiela leía: compraba los libros pormetro-,me invitó a pasar quince días en su casa, muy cercana al zoológico, desde donde se escuchaban a distintas horas del día los estentóreos rugidos de los leones y yo me dije: ¿leoncitos a mí? y me zambullí en la literatura de los clásicos castellanos: desde entonces estoy familiarizado con todos ellos: Tirso de Molina, Lope de Vega, Garcilaso, Góngora, el Arcipreste de Hita, Quevedo, Baltasar Gracián y varios otros. Fue allí también, en la casa de mi tío donde me enfrenté con Don Quijote en desigual y descomunal batalla: él, las más de las veces jinete en Rocinante o a horcajadas en Clavileño y yo, en miserable situación pedestre. No obstante mi Señor y Sancho Panza estaban ilustrados por Gustave Doré y eso me sirvió de báculo. Salí de su lectura muy enriquecido y muy contento de haber aprendido que la literatura y el humor podían hacer buenas migas. De esto colegí que también los discursos y el humor podían llevarse.

De ahí continué leyendo, apasionado, a numerosos y muy buenos escritores españoles. Antonio Montaña Nariño, un escritor colombiano ya fallecido, entró a la agencia de publicidad donde yo trabajaba y me presentó a su amigo, elhispano-mexicanoJosé de la Colina. Pronto ellos se transformaron en mis primeros mentores literarios y me dieron a conocer a Benito Pérez Galdós, Ramón Menéndez Pidal, Ramón Gómez de la Serna, Ramón María del Valle Inclán, Antonio y Manuel Machado, Rafael Alberti y otros autores que me hicieron enamorarme profundamente de la lengua. En aquél entonces yo me regocijaba mucho leyendo a estilistas como Gabriel Miró. Antonio y José me dieron también a conocer a Joyce, Faulkner, Dos Passos, Erskine Caldwell, Julien Green, Marcel Schwob y otros muchos grandes autores de las literaturas anglosajona y francesa.
También desde luego a excelentes escritores españoles como Rafael Sánchez Ferlosio, Juan José Armas Marcelo, Juan Marsé, los hermanos Goytisolo, Fernando Savater, Camilo José Cela, Javier Marías, Arturo Pérez- Reverte y a quién detonó toda mi vocación literaria: el poeta Miguel Hernández, autor de "El rayo que no cesa".

Recuerdo que hace algunos años en una universidad francesa, cuando comencé a dar una lista de los escritores que según yo me habían influido, una persona del público señaló que yo no había mencionado a ningún escritor español y me dijo que cómo era posible. Yo le contesté: los españoles no me han influido, a los españoles los traigo en la sangre, y agregué a la enumeración aquellos latinoamericanos que son parte de mis lecturas más importantes y por lo tanto de mi vida como Borges, Onetti, Carpentier, Lezama Lima, Cortázar, Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, Neruda, Huidobro, Gallegos, Guimarães Rosa y César Vallejo y entre los mexicanos Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, sin olvidar a Fernández de Lizardi y a nuestra amada monja Sor Juana Inés de la Cruz.
Los maravillosos sonetos de Miguel Hernández me motivaron a escribir Sonetos de lo diario, publicados por Juan José Arreola en “Cuadernos del Unicornio” en 1958. Pero en realidad mi primera incursión en el mundo castellano tuvo lugar cuando era yo muy peque: “Nano Papo quiee cuca pan quiquía”, que mi madre interpretaba fielmente: “Nano Papo” era: “Fernando del Paso”, “quiee cuca pan quiquía” quería decir “quiere azúcar pan y mantequilla”. Algunas tías malhumoradas, pronosticaron que yo no iba a dar pie con bola con el lenguaje. Se equivocaron de palmo a palmo. Poco después, al parecer insatisfecho con el eufemismo familiar que se le asignaba a los glúteos, los llamé “las guinguingas” y pronto este neologismo fue adoptado por toda la familia. La publicación de los Sonetos me sirvió para conocer a Arreola y a Juan Rulfo, quien sabía todo lo que había que saber sobre novela mexicana, española, rusa, inglesa, italiana, alemana, y, en fin, sobre novela mundial. Comencé entonces a escribir José Trigo, un libro reflejo de mi obsesión por el lenguaje, mi fascinación por la mitología náhuatl y que obedecía a tantos otros propósitos, que lo transformaron casi en un despropósito. Pero ahí está, tan campante, a sus 50 años de edad: fue publicado en 1966. Seguí después con Palinuro de México, una especie de autobiografía inventada, una recreación literaria de mi vida como niño y adolescente, conjugada en varios tiempos verbales: lo que fui, lo que yo creí que era, lo que no fui, lo que hubiera sido, lo que sería, etc. Y después vino Noticias del Imperio, la novela sobre los emperadores Maximiliano y Carlota en la que me propuse darle a la documentación el papel de la tortuga y a la imaginación el de Aquiles. Desde muy peque el melodrama de estos dos personajes, el saber que habíamos tenido en México un emperador austriaco de largas barbas rubias al que fusilamos en la ciudad de Querétaro y una emperatriz belga que vivió, loca, hasta 1927, cuando Lindbergh cruzó el Atlántico en avión, me había fascinado. Por supuesto, en cuanto ganó Aquiles la novela quedó terminada. He escrito también libros de poesía, libros para niños y dos obras de teatro. Una de ellas que he soñado que algún día se represente o se lleve a escena en este país: La muerte se va a Granada, sobre el asesinato de Federico García Lorca.
Toda mi vida ha continuado la riña entre mi mano izquierda y mi mano derecha. Ninguna de las dos ha triunfado y esto ha significado para mí un conflicto muy profundo. Sin embargo mi mano derecha se ha impuesto, no sé si soy escritor, pero sé que no soy pintor, nunca he dejado de escribir para dibujar y siempre he dejado de dibujar para escribir.
Sin embargo la lucha más prolongada que he sostenido en la vida ha sido contra mi propia salud. Desde que era muy peque y me operaron de algo que se llama “adenoides” hasta el momento actual, en que supero las secuelas, largas y dolorosas, de dos series de infartos al cerebro de carácter isquémico, he estado cuando menos quince veces en el quirófano: por una apendicitis, por dos hernias, dos tumores benignos, un desgarre en el corazón, un stent en la arteria femoral superficial de la pierna derecha, otro en la arteria coronaria izquierda, dos oclusiones intestinales y entre otras cosas dos operaciones de las que llaman “a corazón abierto”. Además de recurrentes ataques de gota y una fractura del tobillo derecho. Tan mal he estado en los últimos tiempos que cuando alguien me vio me dijo: “pero hombre, ¿así va usted a ir a España?” y yo le contesté: “yo a España voy así sea en camilla de propulsión a chorro o en avión de ruedas”.

¿Dije antes que "todavía pienso que no quiero nacer"? ¡Pamplinas! Fue una bravuconada. La vida ha sido bastante cuata conmigo. Quise escribir y escribí. Nunca escribí para ganar premios, pero ya ven ustedes, aquí estoy. Quise casarme con Socorro y me casé con ella. Quisimos tener hijos y tuvimos hijos. Quisimos tener nietos y tuvimos nietos. Y desde hace unos dos años tenemos una bisnieta: Cora Kate McDougal del Paso. Espero que algún día sus padres le recuerden que su bisabuelo le deseó que ella agradezca haber venido al mundo a compartir la vida con todos nosotros, aunque no sé en que lengua lo hará, puesto que nació en la tierra de James Joyce, Irlanda, y parece destinada a vivir en ese país. También desde aquí le mando mil besos a nuestra otra casi bisnieta, Ximena, a quien le digo casi bisnieta porque es la nieta de un casi nuestro hijo, Arturo. Hay más, les voy a contar una historia. Seré breve, es la misma historia que conté en la Caja de las Letras: Hace mucho tiempo el joven poeta mexicano tabasqueño, José Carlos Becerra, obtuvo una beca Guggenheim y con ella se fue a Londres con el propósito de comprar un automóvil con el cual recorrer toda Europa. Una madrugada, camino a Bríndisi, en Italia, no se sabe qué sucedió: tal vez se quedó dormido al volante, el caso es que se desbarrancó y se mató. Yo llegué también con mi beca Guggenheim a Londres pocos meses después y me alojé en la casa del mismo amigo mutuo, Alberto Díaz Lastra, en donde él se había alojado. Allí, José Carlos olvidó una camisa que yo heredé. Desde entonces, cada vez que yo sentía pereza de escribir, desánimo o escepticismo, me ponía la camisa y comenzaba a trabajar. Consideré que yo tenía un deber hacia aquellos artistas, hombres y mujeres, cuya muerte prematura les impidió decir lo que tenían que decir. Por eso esa camisa tiene tanta importancia en mi vida. Depositarla en la Caja de las Letras no significa que no vuelva yo a escribir: la magnificencia e importancia del Premio de Literatura Española Cervantes, me obliga moralmente a hacerlo y así lo haré: me pondré la camisa, así sea metafóricamente, una y otra vez, hasta que se acabe (no la camisa sino mi vida).

Pero no vine aquí para contar mi vida y mis obras, ni para comentar mis penas. Tampoco a hablar de las guinguingas de nadie, ni siquiera de las de Don Quijote, aturdidas y compungidas como debieron estar, tras tantas tan tremendas tundas que le propinaron durante su azarosa profesión caballeril. Vine y estoy aquí hoy, 23 de abril de 2016, en el que se conmemora el aniversario número 400 de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, discurso en ristre y con los colores de España en el pecho, muy cerca del corazón, para agradecer: a sus majestades los Reyes de España Felipe VI y doña Letizia, por su muy generosa hospitalidad; por su hospitalidad también a la ciudad de Alcalá de Henares, a su Alcalde, y al Rector de esta Universidad; al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte así como al Instituto Cervantes; al jurado del Premio Cervantes por su decisión, riesgosa diría yo, en la medida en que juzgó como tal a mi literatura. Agradezco también a mis amigos y familiares presentes, a oíslo Socorro y a mis hijos: Fernando que descanse en paz, a Alejandro, Adriana y Paulina el gran apoyo que me han dado toda la vida. Socorro: perdóname si alguna vez te hice daño: te pido perdón en público. Asimismo y profundamente a la Providencia, a la casualidad o a la causalidad el haberme hecho súbdito de la lengua castellana, a mi país México y a mis padres por haberme dado este lenguaje y sobre todo, gracias a ti, España, mil gracias.
Por cierto, también sueño en español.

Vale.
Fernando del Paso