Su madre Encarnación Ferrer Ons natural de Orihuela, y de Juan Miró natura de Alcoy, ingeniero de caminos.
Dibujo a lápiz realizado por Ramón Palmeral, 2015
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Gabriel Miró y Benidorm
Miguel Ángel Lozano, es catedrático de Literatura y un estudioso de Gabriel Miró, nos ilustra sobre la génesis de la última novela del escritor oriolano “Años y leguas”.
“El libro fue creciendo a lo largo de siete años, desde su concepción en 1921 hasta su publicación en 1928; y sus capítulos fueron viendo la luz, en diferente estadio y con diferente orden, en un par de periódicos”.
La novela es un magnífico retrato de la época relatando 
lo que un tal Sigüenza va encontrándose en su caminar. Uno de sus 
capítulos se titula “Benidorm. Un extranjero. Callosa” y es oportuno, como el resto del libro, para leer mientras se descansa, por ejemplo, en el Hotel Centro Mar, junto a la piscina.
Escribe Miró: “Benidorm
 sumergido entre azules perfectos mediterráneos. Una gracia, una 
felicidad inocente de claridades que, como la felicidad y la inocencia 
de los hombres, daba miedo de que se rompiesen. Azules nuevos, como 
recién cortados; azules calientes, azules de pureza. Esa pastosidad y 
esa levedad de la luz se originaban de la armonía de todo lo que 
constituye y es Benidorm, aun antes, mucho antes de serlo. Lejos, en el 
fondo, se estampan las grandes montañas, y desde allí hasta el pueblo 
nada contiene ya el vuelo combo del espacio”. 
Es verdad que Benidorm se ha
 transformado en casi un siglo que ha transcurrido desde que las 
evocaciones del escritor se trasladaban al papel prensa, pero no es 
menos verdad que hay conceptos que permanecen inalterables: azules perfectos, felicidad inocente, levedad de la luz, las grandes montañas…
La vieja aldea de pescadores es hoy capital del turismo y alrededor del “pueblo claro y recogido” que retrataba Miró hoy florece una oferta de ocio y descanso incomparable. Sus hoteles, entre ellos el Carlos I y el Centro Mar,
 son un ejemplo de posibilidades múltiples adaptadas a las diferentes 
necesidades de los viajeros, sea un anglosajón que viene sin compañía, 
como el amigo del protagonista de la novela, sean una familia, una 
pareja o un grupo de amigos. Y dice el tal Sigüenza que “Ese varón británico todavía trae ropas de invierno con unos rasgos de benignidad de primavera…”, evidencia de
 la diferencia climática entre su origen y su destino, como les ocurre a
 muchos visitantes que desde el centro o norte de España y de Europa 
confluyen en Benidorm.
En este caso novelesco el viajero amplía su recorrido hasta Callosa de Ensarriá: “…un
 pueblo moreno, acortezado, encima de una hoyada verde, como si fuese 
toda una mata inmensa de calabazar maduro, que cuelga en la peña el 
montón de fruto carnoso”, un ejemplo mas de las visitas que cualquier viajero inquieto que se aloje en los hoteles Carlos I y Centro Mar puede
 programarse, si lo desea, alquilándose un coche en su recepción y 
disponer así a su libre albedrío. El capítulo acaba cuando Sigüenza 
encuentra, en el portal de una venta, dormido relajado al caballero 
inglés y sentencia:
 “¡Levante! Levante era más poderoso que la sabiduría británica…”

 
