FRANCISCO SALINAS, UN
POETA OLVIDADO
Por Rosario Salinas Marcos y Ramón Fernández
Palmeral
A los poetas que olvidamos, a los poetas que se nos han ido sin un merecido
reconocimiento en vida, tan sólo nos queda la posibilidad de recordarlos o
dedicarles un poco de nuestro tiempo, unos artículos sinceros en la justa
medida del mérito de su vida, obra y forma de entender la vida en circunstancias
duras y difíciles de nuestro pasado cercano. Porque, sin ellos, nuestra poesía
actual estaría falta de cimientos.
Por esta
razón, hoy vamos a recordar a un gran poeta olvidado, escasamente leído, y sus
poemas guardan el sentimiento y la sinceridad de un hombre que amó y vivió en
la Vega Baja. Creo que los poetas de esta vega han sido injustamente relegados
al olvido por la inercia absorbente del gran imán que es Miguel Hernández, del
que ya se han escrito 14 tesis doctorales.
Francisco-Martín Salinas y García nació en
Callosa del Segura el 17 de noviembre de 1909, y falleció en el Hospital
Provincial de Alicante el 30 de mayo de 1987. Sexto hijo de una familia de
nueve hijos del matrimonio de Juan Antonio Salinas Bernal y Desamparados García
y Macía. Vivían en la calle Cervantes, frente a las escuelas graduadas. El
padre tenía una peluquería en la calle Mayor número 16. A la familia le
apodaban los Cabotas (en valenciano, cabezotas).
Las habilidades poéticas de Francisco Salinas destacaron por la capacidad de
componer de memoria al estilo de los troveros. Francisco no asistió a la
escuela, porque hacía novillos y pasaba el día jugando y haciendo travesuras de
críos. Tomó el oficio de su padre, peluquero, y en el salón de dicha peluquería
se reunían a modo de tertulia informal poetas de la Vega Baja, que según afirma
su sobrina Rosario Salinas, con cierta frecuencia acudía también Miguel
Hernández, Santiago Moreno, Vicente Bautista, Gabriel y Ramón Sijé, Carlos
Fenoll, Jesús Poveda, Manuel Molina, Vicente Ramos, Carlos Sahagún y el pintor
Gastón Castelló.
Luis Belda Benavent, poeta callosino, comenta en el
prólogo de la Antología poética de Francisco Salinas, editado por el
Consejo Municipal de Cultura de Callosa de Segura en 1989, que durante la
guerra civil perteneció a la Milicia de la Cultura Republicana de Callosa, y
además «es notorio el movimiento cultural en el cual cabe insertar a Francisco
Salinas: de un lado la generación del 27 está marcando con su nueva concepción
de poesía el camino a seguir». No creemos, que Salinas esté dentro de la
generación del 27, pero sí podría incluirse, por edad, en la generación del 36
o de la guerra civil, aunque Aitor L. Larrabide apunta que «el método
generacional ha caído en el ostracismo». Por ello sería interesante agrupar a
los muchos poetas y escritores de la Vega Baja dentro de lo que podría llamarse
«Grupo de la Vega Baja». En las tertulias de la barbería de Salinas se
recitaban y comentaban las últimas tendencias literarias del momento. Incluso se
ha llegado a decir, y queda por demostrar, que alguna vez también acudió Miguel
Hernández junto a otros amigos Orihuela.
Luis Belda apunta que Salinas «resuelve sus
composiciones con la sencillez del sentimiento, la pura idea (...) las consigue
sublimar y las traspasa de la técnica a la emoción».
Durante la guerra civil, Salinas estuvo en Madrid. Sabemos que en 1937 obtiene
el Premio Madrid por un poema dedicado a Federico García Lorca, titulado «¿Por
qué mataron al Ruiseñor?». El poeta, como se sabe, fue asesinado en Víznar
(Granada) el 19 de agosto de 1936:
Mataron al ruiseñor
tan sólo por que cantaba.
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Salinas resume muy acertadamente las causa políticas
del asesinato de Lorca: «tan sólo porque cantaba» y lo repite tres veces en una
estribillo o bordón en un poema que posee elementos de una evidente influencia
lorquiana de gitanos y de cuchillos.
Durante los años 1936 y 1937, Salinas publicó poemas
en los números 5,18 y 19 de la revista Acero, órgano de la J.S.U.
publicada en Monóvar (Alicante), Casa de las Agrupaciones Marxistas.
Tras la guerra civil, Salinas fue encarcelado en el
Reformatorio de Adultos de Alicante, no por delitos de sangre sino por su
pertenencia a la Milicia de la Cultura, en cuyo establecimiento penitenciario permaneció
un año, donde coincidió con Miguel Hernández, que había ingresado el 21 de
junio de 1941. Parece que se conocían desde las tertulias en Callosa (distante
a 7 kilómetros de Orihuela). Benjamín Salinas, hermano menor de Francisco,
asegura en la página 48 de Vivencias de hoy y de ayer, libro publicado
en 1996 por su compañera Amparo Ribes Llorca, que en la relación de Francisco
con Miguel Hernández «igual hablaban de política que de poesía, en total,
juntos reinaba el entendimiento y la concordia, se intercambiaban poemas para
corregir o criticar...». Nos preguntamos por qué Francisco Salinas no aparece
en ninguno de los artículos de Ramón Pérez Álvarez o en otros testimonios
hernandianos. Una de las hipótesis que barajamos es que Salinas salió de la cárcel
antes de que falleciera Miguel Hernández. Por ello Ramón Pérez no le nombra
entre las personas que amortajaron al poeta, según el artículo titulado: «El
poeta sacrificado», aparecido en el nº 6 (marzo 1992) de la revista La
Lucerna, donde cuenta que «Lo saqué a mis hombros, junto con Antonio Ramos,
Luis Fabregat, Ambrosio y un aviador formado en Rusia, natural de Redován,
llamado Monera». Aunque algo tendría que decir Salinas sobre la situación de
Miguel Hernández en la cárcel ya que Juan Guerrero Zamora se entrevistó con
Francisco Salinas, y así lo hace constar, para documentar su libro Proceso a
Miguel Hernández, Dossat, Madrid, 1990.
No tenemos certeza de la fecha en que se escribieron
los poemas dedicados a Miguel Hernández, y publicados en 1987. Se titulan «Qué
aún es Miguel» y «Cita con Miguel»:
Él siempre estuvo
en la guerra,
con la frente levantada.
Lucha a cara descubierta,
frente al peor enemigo,
el que se esconde y acecha,
el que apuñala a la sombra,
el que en la sombra se queda,
Miguel. Guerrero del pueblo.
Pluma de amor. Mano abierta.
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Una vez Salinas en libertad viajó por Europa y regresó
a Callosa, publicó en América Latina, en Azul, de Santiago de Cuba o Clarín,
de Buenos Aires y otras revistas. Conoció a la poetisa chilena Stela Corbalán
(Salinas y Santiago Moreno dedicaron poemas a esta última), la cual quiso
llevárselo a Sudamérica de gira pero su esposa se opuso a ello; fue también
amigo de Juana de Ibarbourou, conocida por Juana de América, y de la poetisa
puertorriqueña Carmelina Bizcarrondo.
Salinas está marcado por la tragedia familiar. Se
había casado en Murcia con María, con la que tuvieron un hijo llamado Paquito,
y al dar a luz, María se volvió loca y pasó el resto de su vida recluida en
casa. El hijo murió a la edad de «veinte y algún años» de una pulmonía, y no a
los quince años como comenta Luis Belda.
En la Antología, anteriormente citada,
recopilada con muy buena voluntad por Luis Belda, echamos de menos las fechas
de composición de los poemas, así como notas a pie de página sobre la identidad
de las personas a quienes van dedicados. Hay dos poemas dedicados a su hijo
Paquito de un dolor superlativo y sentimientos. El primero, titulado «Al hijo
que fue mi hijo», del que recojo la sexta estrofa (p.39):
Sangre
de mi propia sangre.
Rosa
de mi pena amarga.
Recuerdo que abre la herida
Por donde el corazón sangra.
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El otro es un soneto, «A mi hijo Paquito,
presentándolo al mundo», que tiene un carácter enunciativo, en el que dialoga
con el hijo como el águila que enseña a su pichón a volar por el mundo. El
primer terceto encierra un simbolismo celestial:
Del Águila te
hablaré sobre el Moncayo
y de un amor a todos que era el mío.
De un camino muy duro y sin desmayo.
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El noveno verso explica muy bien la intencionalidad
del soneto Del águila te hablaré sobre el Moncayo. El Moncayo podría ser
símbolo del cielo, se podría resumir en el sentido de cuando vayamos volando
sobre el Moncayo te hablaré cómo lo hace el águila para que tú aprendas a volar
como ella, con imperial vuelo, navegando sin esfuerzo, y aprovechando las
térmicas de la vida para sobrevivir.
Al quedar viudo de su primera mujer, se casó en
segundas nupcias en Orihuela con una viuda que tenía varios hijos. Vivieron en
el Barrio de San Antón. Con esta segunda esposa tuvo otro hijo que vive en
Orihuela, y quienes, creo, deben ser los depositarios de los manuscritos y
documentos de este poeta injustamente olvidado.
Entre las obras primeras que se le conocen aparece en
1959 Rosal de Poemas, editado en la Imprenta Molina, de Callosa. En las
primeras páginas del libro figura una fotografía del autor, currículum y copias
de los diplomas y artículos que le dedicaron algunos insignes escritores, así
como distinciones obtenidas. Era miembro de honor del Comité de Cultura
Americana (Argentina), según copia del extracto del Diploma que aporta. Fue
primer premio del Certamen Literario de Callosa de Segura y accésit al primer
Certamen Literario Nacional (1957).
Colaboraciones en revistas hispanoamericanas como Azul,
de Santiago de Cuba, Clarín y La Nación, de Buenos Aires, Páginas
Banilejas, de la República Dominicana, Cimiente, de Puerto Rico,
etc. Otras revistas españolas como La Gaceta Regional, de Salamanca, Verbo,
de Alicante que fundaron José Albi y Vicente Ramos, y Mensaje, de
Madrid. Empireuma le publicó un cuaderno titulado Salinas y el mar
en 1987.
Mantuvo larga correspondencia con el poeta murciano
Santiago Moreno entre 1947 y 1957, recogida en el libro del escritor callosino
Vicente Bautista En torno al poeta Santiago Moreno (Alicante, Silbo,
1980). Como muestras de esta amistad, Santiago Moreno le dedicó el relato corto
El pañuelo encarnado, con un sagaz comentario, «A la poesía
aventurera de Francisco Salinas». Vicente Bautista anotó, en la página 29
del mencionado libro, que «sería su venturoso escudero y con quien selló un
pacto de hermandad». El poeta alicantino Rafael Azuar le recordó en un artículo
titulado «El barrio de los poetas» (Información, domingo 20 de febrero de
2000) «que vivía con su amor al campo y recordaba el susurro de los álamos».
Luis Ferrer escribió una semblanza sobre Salinas en La Gaceta Regional,
de Salamanca (anterior a 1959). Y Blanca María Marchán hace una crítica en La
Nación en septiembre de 1957. Mati Bautista lo nombra en página 13 de Recuerdos
del Ayer.
Era muy amigo del ya mencionado Vicente Bautista,
quien actualmente reside en Callosa, según nos cuenta su hija, la poetisa
alicantina Mati, quien nos ha facilitado interesantes libros testimoniales. En
el libro Vega Baja, (Orihuela, Graficas ZERON, 1988), le dedica las
páginas 85-88 en homenaje por el 76 aniversario que le ofrecieron sus amigos en
el Ayuntamiento de Orihuela, es decir, en 1975. Este mismo escritor comenta en
otro de sus libros, Tercera memoria (pp.110-111), que Miguel Hernández
Manresa, hijo de Miguel Hernández, había nacido en Cox en una barbería de la
calle del Marqués, que tanto el autor como Salinas visitaron varias veces. No
obstante, en una entrevista que le hizo José María Rives Gilabert para Diálogos
Callosinos, cuando le preguntaron: ¿y en poesía, Ramón López, Francisco
Salinas o Santiago Moreno?, respondió: «Paco fue un trovador de aquellos que en
otros tiempos vivían en las tascas con sus amoríos...». Su sobrina Rosario le
dedicó un poema en el año 2000.
Entiendo que este artículo no tiene mucho rigor
científico y debe ser tomado como un anticipo o un aliciente para que, quienes
conozcan la vida y obra de este poeta olvidado, se animen a aportar datos para
futuras y más serias investigaciones. No obstante, la obra que ha quedado es el
mejor de sus avales.
(Los autores, Rosario Salinas Marcos y Ramón Fernández Palmeral, desean
agradecer a Aitor L. Larrabide del Centro de Estudios Hernandianos de Orihuela,
la dirección y corrección en este artículo).