Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

miércoles, 16 de octubre de 2019

La falacia del reloj de oro que se dice que Aleixandre regaló a Miguel Hernández



   Es una falacia decir que Vicente Aleixandre le regalara un reloj de oro a Miguel cuando contrajo matrimonio civil el 09-03-1937. Era un reloj de pulsera, según Josefina Manresa pagina 18 de su libro y en Juan Guerrero Zamora página 34 de Proceso a Miguel Hernández. Sumario 21.001.   ¿Cómo iba a ir un soldado miliciano con un reloj de oro capitalista? O ir a la URSS. Cuando el hermano Vicente tuvo que darle 200 pesetas para marchar en tren a Sevilla en abril de 1939 (le hubiera dicho vende el reloj de oro, ¿no?). Y cuando además estaba siempre sin blanca. Yo cometí el error de creérmelo, he investigado y estoy convencido de que algunos biógrafos  se lo han sacado de la manga, porque no tiene consistencia. Cuando lo detienen llevaba 20 escudos. portugueses, de ser de oro le hubiera pagado más. Esto lo ha descubierto hace poco.

Ramón Palmeral

Maria Teresa León, mujer de la Generación del 27.

M A G A Z I N E 
183   Domingo 30 de marzo de 2003
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Una de las cartas que Alberti escribió a sabelita, hija de Gonzalo, nacido del primer matrimonio de M.Teresa León.
CARTAS | MARÍA TERESA LEÓN-RAFAEL ALBERTI
“Rafael ¡Vida! se me caen las alas al estar sola”

Se la conoce como la eterna compañera de uno de los grandes poetas del siglo XX. “Surgió ante mí, rubia, hermosa, sólida y levantada”, escribió Rafael Alberti, su segundo marido. Sin embargo, y como tantas veces ha sucedido con la vida y la obra de grandes mujeres, María Teresa León sólo ha recibido olvido. Fértil escritora, activista política, fue una formidable embajadora de las letras españolas. Uno de sus hijos, Gonzalo de Sebastián León, fruto de su primer matrimonio, rescata su memoria en un libro donde recrea su vida y su relación con Alberti. Una convivencia plagada de emoción, como ilustra su correspondencia.

por Antonio Lucas

Tuvo el genio preciso, la elegancia de la discreción, el buen gusto de saber ocupar las sombras para que fuera él, Rafael Alberti, el que acogiese todas las luces. Pero María Teresa León fue más, mucho más, que la compañera fiel del gran poeta. Fue el motor de un binomio sin el que Alberti hubiera sido, quizá, menos Alberti. Ayuda infatigable, cómplice, alentadora, inteligente, intuitiva... Esto fue María Teresa (Logroño, 1903-Madrid, 1988), hija de Ángel León, coronel del Ejército, y Oliva Goyri; sobrina de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, primera mujer en España que obtuvo el doctorado en Filosofía y Letras.

Vivió en la infancia bajo el auspicio de una familia propensa a las teorías educativas de la Institución Libre de Enseñanza, en un clima de cierta libertad que rompía los rígidos corsés ideológicos y doctrinales de la España de entonces. Se licenció en Filosofía y Letras, como su tía. Para entonces, María Teresa León ya iba afirmando una personalidad propia y pionera en la que pesaban las ideas de una nueva corriente de pensamiento.

Pero hubo dos mujeres en una misma vida. Dos seres de una rara capacidad complementaria. Primero fue María Teresa, la madre, la incipiente agitadora de la causa feminista, la mujer con fiebres de libertad que se movía firme en un mundo macho. Aquélla que se casó a los 17 años, en 1920, con Gonzalo de Sebastián y tuvo dos hijos: Gonzalo y Enrique [a los que abandonó en Burgos por irse de poeta a Madrid y recasarse con Rafael Alberti]. Aquélla era una mujer apasionada, aunque sin desmesuras; con arrojo, pero aún sin la valentía de desafiar al destino. Afilaba ya su rebeldía genética, su extraña sed de libertad.

Por esos días colaboraba en el Diario de Burgos con una serie de artículos, firmados bajo el pseudónimo de Isabel Inghirami, donde su defensa de los derechos de la mujer y sus textos reivindicativos en favor de la cultura le empezaban a dar fama. Una actividad vivísima entre conferencias, artículos y lecturas hizo que pronto destacara entre aquel grupo de intelectuales de muy distintas generaciones que protestaban airadamente contra la dictadura de Primo de Rivera. Y al mismo paso acelerado que crecía su mundo de ideas nuevas –sus dos primeras novelas ya estaban publicadas: Cuentos para soñar y La bella del mal amor– se despeñaba su matrimonio, hasta que en i928, la separación de su marido provocó que ella se trasladara a Madrid, teniendo que dejar atrás a sus hijos –por entonces la custodia recaía indefectiblemente en los esposos–. Pasaron 20 años hasta que Gonzalo, el mayor, fuese en su busca a Buenos Aires, allá por los años 50. Una mañana de bruma y después de i6 días de viaje a bordo de un buque renqueante, el Presidente Perón, en la solemnidad del muelle le esperaba su madre, junto a Alberti y Gonzalo Losada, el excelente amigo, el intuitivo editor.

Recuperaba a uno de los suyos, un trozo del mosaico de la vida, amputado por la separación y el exilio. Lo cuenta su hijo Gonzalo en el libro inminente con el que venga el olvido que la Historia ha vertido sobre su madre, Recuerdo de María Teresa León: “En esos días de íntimo entendimiento nos fuimos acercando, y atrás quedaron las dudas y las suspicacias que aún retenía en la cabeza. Supe, después de esos ratos de amable charla, cuánto me quisiste y cómo me extrañaste a lo largo de los 20 años de nuestro desencuentro. Ahora comprendo la gran necesidad que tenías de encontrarte con Enrique y conmigo, los hijos que nunca olvidaste. (...) Años después, cuando te fuiste a vivir a Roma, me pareció que la vida nos separaba de nuevo y esa vez sería para siempre. Pero no fue así. Al contrario, a través del océano se estrecharon aún más los lazos que nos unían. Tenías razón cuando, en Memoria de la desmemoria, escribiste: ‘Y ahora nadie me separará de mi hijo Gonzalo’”.

El recuerdo de su primer marido, sin embargo, quedó difuminado, aunque llega hasta hoy a través de la memoria prodigiosa de José (Pepín) Bello, íntimo amigo de Lorca, Dalí, Buñuel y Alberti: “Durante los años de posguerra que pasé en Burgos al frente de un negocio familiar que fracasó tiempo después, la persona con quien tuve un trato más cercano fue con Gonzalo de Sebastián. Entonces se había enrolado en el Ejército. Eran unos años de gran dureza. Aquel hombre bebía sin demasiada mesura y me confesó que, aún entonces, seguía enamorado de ella”.

Pero decíamos de las dos vidas de esta misma dama de acción. La segunda parte de su existencia se prolongará ya hasta la muerte. Y será siempre junto a Rafael Alberti. Ella era la amante, la cómplice, la compañera, el oasis, la lámpara, el mar. Se encontraron en 1929. Él tenía entonces 27 años y ella, uno menos. Lo recuerda el poeta en uno de los volúmenes de sus memorias, La arboleda perdida: “Surgió ante mí, rubia, hermosa, sólida y levantada, como la ola que un mar imprevista me arrojara de un golpe contra el pecho”. Tal fue el latigazo, el voltaje de aquella presencia en el poeta, que atravesaba entonces una fuerte crisis de la que surgió uno de sus libros más celebrados y surrealizantes, Sobre los ángeles. Tras el impacto de aquel descubrimiento mutuo, comienza un nuevo estadio vital en ambos creadores que se prolongó a lo largo de 40 años. De las primeras colaboraciones literarias que surgieron entre Alberti y María Teresa destacan las ilustraciones que éste realizó para el tercer libro de la escritora, Rosa fría.



EN EQUIPO. Fue en 1932 cuando decidieron casarse por lo civil y a partir de ahí se sucede una convivencia fascinante, repleta de viajes (Alemania, Bélgica, Holanda, la Unión Soviética...), fundación de revistas, como Octubre, compromiso político y defensa de la cultura. Para entonces, ambos conformaban un insólito equipo. Ella permitió que el poeta se dedicara de lleno a sus asuntos. En más de una ocasión, dijo: “Yo no habría trabajado tanto sin la presencia estimulante y protectora de María Teresa”. Diríamos que fue esa permanente presencia necesaria para Alberti. Los aspectos domésticos pasaban indefectibles por ella, desde las facturas a las citas. Así desde los años felices de la juventud creadora al fascinante y durísimo periplo que ambos iniciaron tras el estallido de la Guerra Civil, combatida de tantos modos y, también, desde la Alianza de Escritores Antifascistas, de la que María Teresa fue cofundadora y secretaria, y donde creó la revista El Mono Azul.

La actividad entonces era desmesurada. Y ahí estaba María Teresa León, como una “libertad guiando al pueblo”, enredada también en la Junta de Defensa y Protección del Tesoro Artístico Nacional, a través de la que consiguieron salvar de las bombas el tesoro sacro de Toledo y tantos de los fondos pictóricos del Museo del Prado. El teatro, a la vez, seguía entre sus entusiasmos primeros. Textos, dirección, montajes, incluso cine. Nada escapaba a su voraz curiosidad. La derrota republicana obligó a la pareja a un exilio de 40 años que les llevó desde Orán a París, de Buenos Aires a Roma, siempre ella a la sombra fulgente del poeta, necesaria sombra, tan protagonista en lo íntimo, en lo sustancial, como atestiguan las cartas que ahora reúne su hijo Gonzalo. Aquella vida errante no fue ni noble, ni buena, ni sagrada, aunque en 1941, ya en el destierro bonaerense, nació su única hija: Aitana Alberti León, hoy residente en Cuba.

María Teresa fue acopiando recuerdos, acumulando viajes, forjando su carácter duro de mujer segura, con las ideas a flor de rayo, siempre activa. Y los dejó caer en su libro de memorias, de tan miscelánea vitalidad: Memoria de la melancolía. Hay que querellarse con la Historia por su olvido. Salvar su figura es el ansia de Gonzalo de Sebastián León. Ella quedó anegada en el cieno de las sombras. Sin embargo, su obra está ahí, y también está en la posibilidad de que el poeta pudiese desarrollar la suya con la extensión y la riqueza de formas que abarca.

Regresaron a España en 1977. Fue el 27 de abril. Ella llegaba con la memoria desvencijada por una enfermedad hereditaria. Los recuerdos no eran recuerdos, sino una niebla espesa y acuciante. Permaneció años ingresada en un sanatorio. Hasta su muerte, el 13 de diciembre de i988. Unos pocos amigos, y Rafael, le dieron sepultura. En Madrid, dicen, la temperatura aquel día estuvo bajo cero. Murió María Teresa León, militante de la gloria de las letras. Murió como un fantasma de sí misma, sin pasado, sin presente, sin futuro en su memoria, pasto de la melancolía de la nada. Y dejó escrito: “Siento que me hice del roce de tanta gente: de la monjita, de la amiga de buen gusto, del tío abuelo casi emparedado, del chico de los pájaros, del beso, de la caricia, del insulto, del amigo que nos advirtió, del que callado apretó los dientes y sentimos la mordedura... Todos, todos. Somos lo que nos han hecho, lentamente, al correr tantos años. Cuando estamos definitivamente seguros de ser nosotros, nos morimos”.



Remitente: Rafael Alberti

Totoral, martes, junio 1940. “(...) Si tardas demasiado en venir, tendré que escribir una nueva serie de poemas eróticos. Escríbeme y cuéntame todo. Aprovecha bien los minutos de Buenos Aires, y ten en cuenta que un poeta soltero, solo en el campo, tendrá que salir el día menos pensado por esos montes, buscando un Axel cualquiera que satisfaga su delhézquica pasión. ¡Para qué más detalles! Después de esto, mil besos y abrazos, Rafael” Totoral, miércoles, junio 1940. “(...) Busca, como puedas, alguna colaboración que nos dé 50 ó 100 pesos al mes, contrata las conferencias y vente a vivir a este rincón, que con los i.000 pesos que tenemos ahorrados y algo que recibamos de México, podremos aguantar el temporal, que creo no tardará mucho en resolverse. Las noticias de Europa siguen siendo pésimas para los aliados. Si los Estados Unidos y Rusia (URSS) no entran a favor de ellos, los veo muy requetemal (...)” Totoral, domingo, junio 1940. “(...)Después que termine esta carta voy a comenzar a escribir. Quiero intentar, si me es posible, la distribución del trabajo: por la mañana, si estoy en luz, poemas; por la tarde “Trébol florido” y, después de cenar, las nuevas conferencias (...)” Por el río Paraná. “Queridísimas niñas: Es horrible viajar solo y más en un barco tan bonito y por un río como éste. He dormido muy bien, con bastante cansancio, acordándome mucho de las dos. Me desperté a las cinco pensando en la ovejita de Aitana. Se me achica el corazón cuando pienso en ella y la veo reírse. ¡Qué maravilla! Quisiera sólo escribir para ella en este viaje (...)”



Remitente: María Teresa León

(Sin fechar). “(...) Rafael ¡Vida! se me caen las alas al estar sola. No sé. Al despertarme me doy cuenta de lo mal que se respira cuando se tiene todo el aire para uno solo. He hablado con María Carmen. Losada cena con nosotros. María Carmen ha alquilado un estudio muy bonito. Ahora salimos de nuevo para cobrar 60 pesos de “Sur”. Volveré muy pronto. Me duelen los zapatos con el asfalto. Esta es la ciudad más inhumana del mundo. Me gritan que es tarde. Te escribo a buchitos. Bésame. Te llevaré un perro o dos, todos los libros y nos quedaremos en nuestro escondrijo como dos viejas vizcachas incompatibles con los tranvías y el teléfono. Rafael ¡amor! Te beso. Un poquito desplumadita ya, pero sí tu Paloma” 9 noche. “(...) creo que me voy a ir el sábado. Me harta Buenos Aires. Todo es incómodo, desesperado. Si salgo a la calle, tengo que tomar taxis porque soy una miedosa y me da miedo caerme y no sé ir a los sitios. Ayer, domingo, me quedé en casa. Busqué los libros. Las maletas azules estan rotísimas, ¡bastante duraron! Llevaré los libros en un cajón. No hablo nada más que de irme. Se ríen de mí. Totoral me parece un lago precioso. La piel de los hombres está hecha para sentir otra piel si no no se duerme y se tiene la mitad de la sangre. No creas que tenemos amigos, sino apariencias de amigos, sombras. Lo único que tiene sangre y huesos es nuestro amor, nuestra costumbre (...)” Lunes 10. “(...) Trabaja horrores, amor precioso, nuestra salvación próxima está en los sauces y los álamos de tu poesía (...)”



Remitente: Rafael Alberti

Cracovia, 1 diciembre, 1950. “(...) ¿Y Aitana? Le mandé postales. No puedo vivir sin ella, Dios mío. Todo esto, que está muy bien, sin vosotras no tengo ojos para verlo. Te pondré siempre telegramas diciéndote el tiempo que estaré en cada sitio. Me da pena que te gastes el dinero en telegrafiarme. Prefiero que os vayáis a Punta del Este. Veo sí, que apenas tenéis dinero. Di a Losada, por Dios, que os ayude, que me pague algún próximo libro, las acciones, lo que sea (...)” Praga, 9 diciembre, 1950. “(...) De este viaje saco la consecuencia siguiente: no puedo vivir sin ti, sin Aitana. Me muero de pena y de tristeza. Todo sería distinto, todo lo hubiera sido. Son muchos años juntos día y noche. Ahora sé cuánto te quiero. Te escribiría cartas que nunca te he escrito y te diría cosas que ya casi no me atrevo. Eres lo único grande que ha habido y hay en mi vida. Te quiero, al parecer, sin grandes efusiones. Pero no es cierto. Paso, a veces, tormentas de las que nunca hablo. Te hubiera, a veces, querido de otro modo, deseado de otra manera. No me atrevo a decirte, a nombrarte muchas cosas. Puede ser que nunca te las diga. Empezamos –horror– a ser casi viejos. ¿Viejos? Quiero que te cuides mucho y estés otra vez fuerte. Tenemos vida todavía (...)”



Remitente: María Teresa León

La Gallarda, 27 sin ti. “Querido mío: Me mandan tus cartas a esta soledad tan grande y yo lloro y quisiera volar a buscarte. Ya sé que se han concluido los viajes de placer. El único que queda en la tierra es el de quererte de la noche al día. Y jamás nos separaremos. Yo he vivido sola la angustia cuando entraron los chinos en Corea. Hasta te puse un telegrama a Praga a través de Kunosi, pero Kunosi me dijo que no debía inquietarte. Esto es lo que he hecho, y también sufrir. Cuando llegues intercambiaremos nuestras angustias y las tiraremos al mar (...)” Milán, 4 noviembre, 1963. “Gonzalo, hijo: Estamos en Italia, todo lo de París resultó bien. Van a traducir varios libros y volvemos en diciembre para dar varias conferencias. Enrique –ya os dije– encontró su coche y está muy contento. Aquí llueve. Dentro de unos días saldremos para Roma. Aitana no se queda en París, viene mañana. Es casi seguro que vivamos en Roma en vez de vivir en Milán. Yo no me encuentro muy bien y dicen que el clima tan húmedo y frío hace daño. Siento en los oídos una ‘música extraña’. Viene cuando me tumbo. No me duelen, ‘me suenan’, oigo sonidos. ¿Qué será? (...)”

lunes, 14 de octubre de 2019

Miguel Hernández no fue entregado por la policía portuguesa a la Benemérita







Nota de prensa
Miguel Hernández no fue entregado por la policía portuguesa a la Benemérita

Algunos  investigadores  escriben, desde hace años que, Miguel Hernández fue entregado por la policía portuguesa a la Benemérita (Guardia Civil) el 3 de mayo de 1939, y este error se continúa escribiendo sin investigar el atestado que da inicio al Sumario 21.001. Si los investigadores y biógrafos no fueran tan obsesionado en incrementar  la leyenda negra de la Guardia Civil, y mirasen el atestado aludido que condenó a muerte a Miguel Hernández el 18 de enero de 1940, comprobarían que los guardiñas entregaron al poeta por una infracción administrativa por cruza la frontera portuguesa sin documentación  al Cuerpo de Investigación y Vigilancia de Fronteras, que era un Cuerpo policial propio de fronteras, y no a la Guardia Civil del Puesto de Rosal de la Fronteras (Huelva) como se suele insistir tozudamente.
Proclamada la II República  en 1931 el Gobierno  vio necesario reforzar los medios policiales y el Cuerpo de Vigilancia pasó a denominarse Cuerpo de Investigación y Vigilancia. Una vez Franco en el poder reorganiza los Servicios de Policía con motivo de la Ley de Policía de 8 de marzo de 1941 y se crea el Cuerpo General de Policía que sustituía al anterior Cuerpo de Investigación y Vigilancia, el cual fue suprimido.
Este error y otros muchos errores que aparecen en las actuales biografías son los que el investigador hernandiano Ramón Fernández Palmeral (Piedrabuena, 1947) amplia y rectifica en su libro Miguel Hernández, el poeta del pueblo (biografía en 40 artículos), Editorial ECU, de Alicante, 2019, que se presentará precisamente en Orihuela, el pueblo natal del autor de El rayo que no cesa, el 29 de octubre a la 19.30 horas en la librería Codex.
En cambio, sí es cierto que la  Benemérita detuvo a Miguel Hernández el 6 de enero de 1936 (día de los Reyes Magos) a la orilla del Jarama, por indocumentado cuando estaba con la pintora Maruja Mallo –a la que no detuvieron-) los guardias le golpearon con las culatas de los «fusiles camineros», amenazándole de muerte y conducido después a los calabozos cuartel de San Fernando del Jarama  (hoy San Fernando de Henares) donde los guardias seguirán maltratándolo (carta a Josefina Manresa de febrero –un mes después-. En el cuartel le dejaron llamar por teléfono al Pablo Neruda, por esa  época era encargado de negocios en la Embajada de Chile en Madrid.
El diario El Socialista publicará un manifiesto el 16 de enero de 1936 de protesta firmado por un grupo de intelectuales entre los que estaba Federico García Lorca,  a favor del poeta de las esparteñas –sin calcetines-, que le dio gran publicidad, y un buen empujón a su carrera poética. Una semana después apareció publicado en la Editorial Héroe de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez su poemario El rayo que no cesa. Tras la detención Miguel se refugió  en casa de los Alberti, en calle Marqués de Urquijo nº 47. Tras este tropiezo benemérito se afilió al Partido Comunista de España. Meses después el 23 de septiembre ingresó en el Quinto Regimiento del PC en Madrid en primera línea de fuego cavando trincheras con los Zapadores.

Otra mítica bofetada al poeta oriolano, es el que le propina y cuenta María Teresa León en Memorias de la melancolía, Losada, 1970) tiene mucho de literatura y poca consistencia histórica. Rafael Albert como esposo de María Teresa,   tiene poca o ninguna  fiabilidad. Las versiones se contradicen. Y Antonio Aparicio y José Bergamín, como testigos, no dicen nada en sus memorándums. El supuesto hecho ocurre a finales de febrero de 1939, antes del Golpe de estado del coronel  Casado (5 de marzo), cuando Maria Teresa cuenta que Hernández llegó del frente lleno de barro y sangre (cuando ya no había frente) a la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascista situada en el palacio incauta a los condes de Heredia-Spínola, en calle Marqués del Duero número 7 de Madrid (también conocido por Palacio de Zabálburu). Este fue el domicilio eventual de Hernández desde noviembre de 1936. Llegó de Valencia para ser testigo de boda de su amigo Antonio Aparicio (25 de febrero), quien luego se asiló en la embajada de Chile durante permaneció un año, aproximadamente.
Muchos y otros desmentidos son los que el escritor y hernandiano Fernández Palmeral relata en su nueva biografía de Miguel Hernández en el 109º aniversario de su nacimiento.

Se presenta el 29 de octubre en la librería Codex de Orihuela
Alicante, 14 de octubre de 2019


Se presenta el 29 de octubre en la librería Codex de Orihuela
Alicante, 14 de octubre de 2019
Correo: ramón.palmeral@gmail.com

 Invitación:

sábado, 12 de octubre de 2019

La amistad en medio de la tragedia. Miguel Hernéndez y José María de Cossío.

La amistad en medio de la tragedia

Itinerario de publicaciones y ediciones a partir de los tesoros bibliográficos y manuscritos de José María Cossío

MARIO CRESPO LÓPEZ
Carta. Miguel Hernández envió esta tarjeta postal, fechada en junio de 1939, a José María de Cossío desde la cárcel de Torrijos (Madrid), solicitándole ayuda. ::                             DM/
Carta. Miguel Hernández envió esta tarjeta postal, fechada en junio de 1939, a José María de Cossío desde la cárcel de Torrijos (Madrid), solicitándole ayuda. :: DM
A partir de los tesoros bibliográficos y manuscritos conservados por Cossío, desde la Casona de Tudanca se han podido editar obras como el conjunto autógrafo de 'El silbo vulnerado', del propio Miguel Hernández. De los manuscritos han surgido otro tipo de publicaciones como la colección facsimilar titulada Miguel Hernández: 'Las cartas a José María de Cossío' (con un estudio preliminar de Vicente Aleixandre y prólogo y notas de Rafael Gómez, Santander, 1985).
A las Ediciones de la Casona de Tudanca le han seguido otras publicaciones trascendentes, como 'El hombre acecha' (Santander, 1981), libro de la tragedia, entre el combate entusiasmado y el dolor afligido y latente. Se trata de un facsímil de la edición que quiso hacerse en 1939. Apunto las circunstancias terribles en que la primera tirada del libro fenece prácticamente entera: destruida por las tropas llamadas nacionales en la Tipografía Moderna de la calle Avellanas, 9, Valencia. Si pocos ejemplares («capillas», en puridad) se salvan de aquella, uno llega a las manos de José María de Cossío; otro, a las de Antonio Rodríguez Moñino.
El proyecto original de Hernández, que es supervisado por algunos amigos del poeta, como Ramón de Garciasol y Antonio Aparicio, va a contar con una portada de Eduardo Vicente de la que poco o nada se sabe. La guerra y la tristeza consecuente traslucen en estos versos; la llamada sincera a la lucha, pero también una reflexión profunda sobre este llanto constante y trágico.
Raimundo Reyes, poeta murciano, ha presentado a ambos, Miguel Hernández y José María de Cossío, seguramente a principios de 1935. Desde entonces, el poeta de Orihuela trabaja como secretario del erudito, ayudándole, entre otras cosas, en la redacción de la célebre enciclopedia Los Toros. Tratado técnico e histórico, que dirige Cossío para Espasa-Calpe. Pronto, no obstante, la correspondencia cruzada entre ellos tiene tintes cada vez más dramáticos. El joven poeta viaja de Madrid a Orihuela, pendiente de su trabajo pero sobre todo de su mujer, Josefina Manresa, de su familia... En 1936 escribe Félix Ros a Miguel Hernández una carta que se guarda en el archivo de Tudanca, porque Hernández sin duda se la entrega a Cossío, ya que Ros ha añadido una post data para él: espera que le envíe el libro Poesía española. Notas de asedio, que le servirán para las oposiciones a cátedras de secundaria (en septiembre de 1941 ya encabeza sus cartas desde Barcelona como 'catedrático').
Hernández recomienda a alguno de sus amigos (Jesús Poveda, por ejemplo) bajo la protección de Cossío, confía en él antes que en nadie.
Líneas desesperadas
Desde su ciudad natal, el 19 de septiembre de 1939, Hernández manda a Cossío estas líneas desesperadas: «Querido Cossío: Desde ayer en Cox, no me queda otro remedio que recurrir inmediatamente a nuestra vieja amistad y a sus no muy viejas proposiciones de resolución de la situación mía. Libre de aquella carga que pesaba sobre mí en Madrid, ahora me encuentro atado a la vida de mi libertad frente a mi indefensa familia. Como no me encuentro bien de salud, ya que mi cabeza se resiste a mejorar, no me será posible dedicarme a un trabajo como el que hacía en Espasa-Calpe a su lado. Pienso en su tierra de Tudanca, y estoy dispuesto a trabajar en ella, a pastorear sus vacas, a lo que sea un trabajo manual, con tal de sacar mi familia, numerosa y necesitada, adelante. Si puede enviarme algún anticipo, o como quiera llamarle, por mi futuro trabajo en su tierra, hágalo sin demora, porque el hambre apremia, y me he encontrado a mi familia bastante agotada de salud y de recursos».
Son varias las cartas entre ellos; un total de diecisiete se conservan de Hernández. Cossío interviene directamente en las negociaciones para la conmutación de la pena capital que pesa sobre Hernández en 1940 a través del General José Enrique Varela, ministro del Ejército. Y lo consigue. El libro de Juan Guerrero Zamora, Proceso a Miguel Hernández, lo deja bien claro, a raíz del descubrimiento del Sumario 21.001 del poeta.
Confesiones
En 1975 Cossío confesó: «Lo que nadie sabe es que me tuve que levantar una noche a las dos o las tres de la madrugada y hablar con (aquí el nombre de un ministro, el de un general...) para que no lo fusilaran al día siguiente... Pablo Neruda sí que pudo haber hecho algo por él, recogerlo en la Embajada de Chile...». Un informe privado de abril de 1939 ha recomendado que Hernández se asile en la Embajada. Dirá Cossío al periodista José María Doñate: «Miguel, al llegar de su Orihuela natal a Madrid solo, empezó a trabajar tranquilo en mi despacho. Podría contarle muchas cosas que prefiero callar. Lo lanzó inopinada y tristemente a la política Pablo Neruda».
La enfermedad aqueja al poeta, que muere en el penal de Alicante dos años más tarde. Otra pérdida más a consecuencia de la terrible contienda. Nunca olvidará Cossío a Hernández: en 1949 edita 'El rayo que no cesa' en la colección Austral; y en 1967 escribe para 'La Estafeta Literaria' una emocionada semblanza de su amistad.

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Nota. Este artículo ganó en 2011 em Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández en Orihuela. Dotado con 8.000 €

Este premio dejó de fallasrs por falta de fondos de la Generalitat Valenciaan por los recortes presupuestarios.

viernes, 11 de octubre de 2019

Clausurada la exposición 'Miguel Hernández, a plena luz". Manile Filipinas


Reyes viaja a Manila para clausurar la exposición 'Miguel Hernández, a plena luz'

La capital filipina es la octava parada de la muestra que ya ha visitado tres continentes y han visto más de 18.000 personas



De izquierda a derecha, el comisario de la muestra, Juan José Téllez; el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y el presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes. /




El presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, ha viajado hasta Filipinas para clausurar la exposición 'Miguel Hernández, a plena luz'. La muestra itinerante, organizada por la administración provincial, ha estado ya en tres continentes después de visitar ocho ciudades y ha sido vista por más de 18.000 personas.
Juan José Téllez es el organizador de esta iniciativa que se compone de unos 50 documentos, fotografías y objetos del poeta alicantino entre los que destaca el retrato que Buero Vallejo realizó del esposo de Josefina Manresa. También figuran las cartas que se intercambiaba con su esposa, Pablo Neruda o Vicente Aleixandre así como las primeras ediciones del poemario Vientos del Pueblo.
La sede del Instituto Cervantes en la capital filipina ha acogido la muestra en la que también se ha presentado el libro 'Una querencia tengo por tu acento. Cuatro escritores filipinos en busca de Miguel Hernández', escrito por Vicente García Groyon, Marjorie Evasco, Joselito Zulueta y Jessica Zafra.
'Miguel Hernández, a plena luz' viajará en los próximos meses a las sedes del Instituto Cervantes en Toulouse y París después de haber recalado en el Reino Unido, Nueva York, Chicago y Dublín. Además, ha visitado las ciudades españolas de Sevilla, Granada y Elche.

El legado hernandiano

Francisco Reyes ha explicado que con esta exposición "la Diputación cumple así con el compromiso que habíamos adquirido con la familia del poeta de hacer más universal a Miguel Hernández, a su vida y a su obra, marcada por unos valores que tienen total vigencia en la actualidad". Además, remarca que esta muestra "ha permitido al público comprobar que la figura de Miguel Hernández es un referente de la poesía no sólo a nivel nacional, sino también internacional".
Fue en 2012 cuando la administración que preside Reyes se hizo cargo del legado de Miguel Hernández. Desde entonces, se han realizado varias actividades como "la digitalización de su legado, con el que hemos contribuido a universalizar la obra de este poeta haciéndola accesible a todo el mundo a través de Internet" según ha explicado Reyes.