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Recordamos en este 2017
los 75 años transcurridos desde el fallecimiento de Miguel Hernández en la cárcel
de Alicante, una muerte fruto del rencor y de la intolerancia en aquella España
trágica rebosante de oscuridad. Y, a pesar de que fue una terrible pérdida para
la vida, para la literatura y para la historia, nosotros, su familia, la
recordamos sin odio e inundados de esa bocanada de esperanza por un mundo mejor
que supone su obra. Escribía el poeta en sus versos...
"Florecerán los
besos sobre las almohadas.
Y en torno de los
cuerpos elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la
esperanza".
Esa esperanza es la que
a mis hijos y a mí nos motiva cuando recordamos la figura y la obra de un
hombre extraordinario, dotado de una sensibilidad poética fuera de lo común y
un apasionamiento vital que lo han convertido en el poeta universal del pueblo.
Le recordamos a corazón abierto, con las armas que él mismo nos dejó: la
cultura como herramienta para cambiar la vida de la gente.
En este caso es el
mundo del arte..., sí... otra vez el arte. Son de nuevo los artistas, los
fieles protagonistas del noble deseo manifestado por Pablo Neruda:
"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo
a plena luz es un deber de España, un deber de amor..." Ya lo hicieron
en 1976, en el Homenaje de los Pueblos de España a Miguel Hernández, lo
repitieron en 1992 en la Exposición 50x50, también en 2010 en
"La Memoria en el Laberinto", y ahora en esta magnífica muestra
de arte contemporáneo "Homenaje a Miguel Hernández 75 x 75",
en la que más de un centenar de pintores, venidos de muy diversos rincones,
ponen su talento al servicio del poeta. Es emocionante, es auténtico, es
poético... y demuestra que Miguel continúa haciendo poesía a pesar de haber
transcurrido tantos años desde su ausencia.