Relación con Miguel Hernández con Gerardo Diego Cendoya (poeta del 27)
Miguel Hernández le envió un ejemplar de "Perito en lunas" a Gerardo Diego.
Biografía de Gerardo Diego:
Nació el 3 de octubre de 1896 en Santander. Alumno de la Universidad de Deusto donde sigue la carrera de Filosofía y Letras, y donde conoce a quien seria después un amigo esencial en la vida literaria, Juan Larrea. Finalizada la carrera, se doctoró en Madrid. Desde 1920 fue catedrático de Lengua y Literatura en institutos de Soria, Gijón, Santander y Madrid. En Santander dirigió dos de las más importantes revistas del 27, Lola y Carmen. Fue uno de los principales seguidores de la vanguardia poética española, y en concreto del ultraísmo y del creacionismo. En 1925 obtuvo el Premio Nacional de Literatura.
Elaboró las dos versiones de la famosa Antología de poesía que dio a conocer a los autores de la Generación del 27. Como profesor, dio cursos y conferencias por todo el mundo. Fue además crítico literario, musical y taurino además de columnista en varios periódicos. Se casa en el año 1934, y al año siguiente se traslada como catedrático al Instituto de Santander. Su tarea poética se sigue completando con sus estudios sobre diferentes temas, aspectos y autores de la literatura española, con su labor de conferenciante y su destacada crítica musical, realizada desde diferentes periódicos.
La Guerra Civil estalla cuando se halla de vacaciones en Sentaraille (Francia). A diferencia de gran parte de sus compañeros, Gerardo Diego tomó partido por el bando nacional y permaneció, por tanto, en España al finalizar la misma. Finalizada la contienda, se traslada al Instituto Beatriz Galindo de Madrid, en el que permanecería hasta su jubilación. Durante la guerra y la posguerra, son además frecuentes en la obra de Diego los poemas políticos en defensa de los sublevados y de los voluntarios falangistas de la División Azul.[1]
Desde 1947 fue miembro de la Real Academia Española. En 1979, se le concedió el Premio Cervantes, el cual curiosamente resultó ser la única vez en que se premió a dos personas en un mismo año (el otro premiado fue el argentino Jorge Luis Borges). Murió el 8 de julio de 1987 en Madrid a los 90 años.
Relación con Miguel Hernandez:
Aunque la memoria del santanderino, tal y como ha confesado en algunas entrevistas, era muy frágil, lo cierto es que sí se pueden rastrear distintos recuerdos de la figura y la obra de Miguel en la larga trayectoria vital del santanderino, tales como el "patrocinio" de José María de Cossío o el conjunto de talento, estilo, corazón y conducta, que le hicieron destacar entre los demás. Estos rasgos de admiración, respeto e incluso amistad, se trasladan al conjunto de la obra completa, aparecida con motivo del centenario de su nacimiento, una obra completa en la que se ha prescindido de diferencias de todo tipo, políticas, estéticas, etc.
La primera mención la podemos encontrar en el artículo "Poesía española contemporánea", aparecido en el nº 11 de Mundo Hispánico en unos momentos verdaderamente difíciles y muy arriesgados como el año 1949. Este trabajo, contaría con distintas alusiones al oriolano, como la siguiente: "Otro gran poeta, cuya muerte lloramos porque su poesía se hallaba todavía en período de crecimiento y vigorosa fecundidad, es Miguel Hernández, magnífico ejemplo de hombría y de entereza, reflejado en una obra a veces áspera y violenta; pero siempre rezumante de vida y (...) antídoto contra clorosis y anemias neobucólicas, y su poesía explica muchas cosas y casos de nuestra juventud...".
La segunda mención es del 6 de noviembre de 1952 en un artículo aparecido en El Noticiero Universal de Caracas: "Victoriano Crémer". El artículo, es aprovechado para situar a Victoriano y a Hernández en una especie de "generación intermedia" a la del 36, una "generación" que contaría en su nómina entre otros con Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Germán Bleiberg, José Luis Cano o Leopoldo Panero, y ello a pesar de, cómo bien describe Diego, la reticencia de algunos historiadores de la literatura a hablar de grupos, generaciones, etc.
En 1957, el vehículo elegido para hablar del oriolano, va a ser una conferencia, recogida en las obras completas, "El toreo y los escritores", en la que por un lado alude al poema "CORRIDA-real" de Hernández muy elogiosamente y, por otro, destaca la rápida evolución de la técnica hernandiana, que la llevó a la "sonora plenitud de quevedesco linaje que esplende en formidables sonetos".
Llegados a 1960, momento del cincuenta aniversario del nacimiento de Hernández, Cuadernos de Ágora, nº 49-50 con la poetisa Concha Lagos al frente, le dedicaría un monográfico al poeta, en el que aparecía un artículo de Gerardo Diego: "Perito en lunas" que sería publicado en otras publicaciones del momento aunque con menor extensión, como "Panorama Poético Español", de 21 de noviembre de 1960, o el libro editado por Taurus en edición de Mª de Gracia Ifach Miguel Hernández, en las ediciones de 1975 y 1989.
Cuenta en este artículo Gerardo, que presta su visión crítica a "Perito en lunas", que conoció esta obra gracias al propio Hernández, que tuvo la deferencia de enviársela en su primera edición. Gerardo Diego explica que este libro es como un solo poema continuo que pretendería seguir la corriente neopopularizante del 27, con ciertas características que, sin embargo, la van a hacer más nueva: una voz sonora y un ritmo propio y restallante. Además, el libro es como la poesía de Góngora o de Guillén, que poetiza en un proceso que va de lo concreto a lo abstracto y en el que, para disfrutarla, hay que seguir un camino inverso al del poeta.
Tampoco hay que dejar de lado la otra manifestación que Diego hace, que el libro es un gran conjunto de acertijos poéticos en los que pocas veces se ha deslizado la solución, quedando como así portador de la agudeza, la sorpresa y la emoción poética.
Finalmente, Diego reflexiona sobre la valoración de este libro primerizo, que normal e injustamente se ha desechado y que considera que fue un paso necesario para llegar a su plenitud.
Pero los recuerdos de Gerardo Diego, a pesar de la debilidad memorística que siempre pretendió mostrar, son abundantes, y las menciones a Miguel Hernández aún continúan. Así en ABC, el 9 de julio de 1968 recoge en el artículo "Ignacio en Manzanares" que ese año, fecha del trigésimo cuarto aniversario de la mortal cogida de Ignacio Sánchez Mejías en Manzanares, tuvo lugar un acto de recuerdo al torero, en el cual se recitó el poema que le dedicó Hernández.
A este acto, se le suma el recuerdo de la iniciativa de Sagrario Torres de publicar un libro con cinco sonetos al soneto, mencionando a Hernández en Panorama Poético Español, "Catorce bocas me alimentan". En su texto califica de tremendista la iniciativa, aunque no deja de reconocer que iniciativas así son necesarias para que poetas de tan rico y fuerte temperamento puedan alcanzar el clímax que la furia interior que portan les exige.
El diario madrileño Arriba, el 20 de agosto de 1972, publica un original artículo, "Academia Apócrifa", el cual estaba relacionado con el folleto de Max Aub El Teatro Español sacado a luz de las tinieblas de nuestro tiempo. Gerardo Diego realiza un ejercicio de lo que hoy día podríamos llamar historia-ficción, en el cual Hernández, convertido en académico de la lengua, habría estrenado hacia 1956, -momento de la publicación del folleto-, con gran éxito en Alemania varias obras teatrales: El desdén agradecido, Quien más puede, El murciano valeroso, La villena de Orihuela o El mejor árbol . Hernández estaría en posesión de la "Silla III" de dicha Academia desde el 7 de noviembre de 1952.
Un año después, en 1973, Vicente Ramos publica su obra Miguel Hernández, obra que Gerardo reseña en las páginas del diario ABC de 2 de abril de 1974, aprovechando un poema que introduce en su texto, el soneto hernandiano "Rosa de almendra".
ABC, en vísperas del trigésimo quinto aniversario de la muerte del poeta oriolano, recogió una serie de entrevistas de personajes del mundo de la cultura, como Vicente Aleixandre o Gerardo Diego. Para Gerardo, el oriolano tiene la gloria asegurada por el conjunto de talento, estilo, corazón y conducta que poseía, y que le hicieron destacar entre los demás. Recuerda lo temprano de la fecha en la que le conoció, 1933, fecha de la publicación de Perito en lunas. También recuerda cómo coincidieron en varias tertulias literarias y en la editorial Espasa-Calpe, lugar de trabajo de Hernández gracias a la contratación de José María de Cossío para elaborar la enciclopedia Los Toros.
Cuatro días después, el 31 de marzo de 1977, aparece en el diario madrileño Arriba un escasamente difundido, aunque no por ello menos interesante artículo: "Gloria de Miguel Hernández". Este artículo sería recogido por el mercantil valenciano Levante en su edición de 11 de abril de ese mismo año, y sirve para que Gerardo Diego vuelva su visión crítica a Perito en lunas otra vez. Reitera lo ya dicho de la unidad de hombría, arte, bondad y talento en un poeta inconmensurable al que no es justo comparar con otros. Igualmente menciona el común error de considerar a Perito en lunas un poema reunido en un libro, ya que no hay división entre las octavas reales que lo componen. Octavas reales que son más adivinanzas que hermanan la orfebrería con el juego de niños.
Finalmente, el 28 de marzo de 1982 vuelve a elegir ABC para dar su opinión sobre Miguel, con una poesía de origen "remoto y casi milagroso", afirmando que cualquier momento es bueno para hablar de Miguel Hernández, al que consideraba su amigo y hacia el que podemos destacar una sincera admiración. La guerra truncó esa admiración mutua que podría haber llegado a ser una amistad mucho más profunda como poco, trocando esto por un desencuentro ideológico, aunque hay que decir en su descargo que Diego nunca olvidaría la pureza de la voz del de Orihuela, tal y como hemos podido observar a través del anterior recorrido.
Nota.-
Tomado de la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela