En 2004 descubrí que una octava real de "Perito en lunas" estaba equivocada. Mi opinión no tiene el porqué ser dogma de fe, pero todavía algunos investigadores y conferenciantes no se han dado cuenta de ello, porque se limitan a los estudios previos sin cuestionarlos. Me refiero a la octava real XXX [Retrete], titulo de una octva, que no aparece en la edición primera. Y tiene un evidente error, en la que sigue cayendo los lectores. Otros opinan que Miguel es un tramposo en sus octavas-arcetijos, todo acertijo tiene un error en la proposición, de lo contrario el oyente lo descubría sin esfuerzo.
Ramón Fernández Palmeral
[XXX] (Retrete)
Aquella de la cuenca luna monda,
sólo habéis de eclipsarla por completo,
donde vuestra
existencia más se ahonda,
desde el lugar preciso y recoleto.
¡Pero bajad los ojos con respeto
cuando la descubráis quieta y redonda!
Pareja, para instar serpientes, luna,
al fin, tal vez la Virgen tiene una.
(Miguel Hernández,
Perito en lunas)
Perito en lunas fue publicado el 20 de enero de 1933 en
la Colección Sudeste de Ediciones La Verdad de Murcia por
Raimundo de los Reyes-García y Martínez, con proemio de Ramón Sijé, donde el autor aparece como Miguel
Hernández Giner, con el segundo apellido de su madre. Este trabajo inédito es
una primicia que corresponde a un libro que se publicará con el título: Simbología
secreta de Perito en lunas, por el autor de este artículo.
La octava real [Retrete], (va en corchetes porque los títulos no figuraban en la primera edición), ha sido muy
maltratada durante estos 71 años. A mí particularmente, al principio, me dio muchos quebraderos de cabeza, porque partía de
una premisa equivocada: su título. En absoluto estoy de acuerdo con los
análisis hechos hasta ahora por algunos críticos, tampoco son acertados los de
Agustín Sánchez Vidal (Alhambra, 1976, 123,124), sin embargo, se aproxima
un punto cuando nos propone: «Purísima Concepción con su serpiente y su luna a
los pies, es asimilada al retrete». Pero se equivoca al finalizar la
frases con que la luna es asimilada a un retrete. Será en la
tapadera del inodoro celestial, digo yo. Pues bien, los inodoros con tapadera blanca no se habían inventado en 1933, lo que exista era un pozo negro o una letrina.
Tomar el retrete como inodoro es absurdo
y un error de concepto que ha permanecido demasiado tiempo sin desvelarse
(71 años) y tomado como título válido para la octava real [XXX], por culpa de
un título (títulos que no se debieron descubrir ni publicar), de aquí mi teoría
de que publicarlos por Juan Cano Ballesta en 1962 (dados a su vez por
Miguel a Francisco Andreu Riera –a saber qué le dijo Miguel, exactamente-) fueron un error, cuando aún
no sabemos los verdaderos títulos o significados de las siete octavas de
«Abril-gongorino», de las que hablaré en otro momento.
Creo, que Eutimio Martín en el núm. 83,
1º trimestre 2004,37, (Revista del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos
Industriales, y que cayó en mis manos porque me la regaló Aitor L. Larrabide),
se acerca más a deshacer este entuerto cuando nos dice que «hay textos sagrados
en que se dice textualmente que la Virgen recibió la visita del ángel de la
Anunciación cuando estaba orando en el retrete de su casa. Obviamente, la
palabra retrete designa una habitación retirada, propia para recogerse a
orar». A pesar de todo, Eutimio, vuelve a caer en la idea errónea de que
Miguel «confiere a la palabra “retrete” un significado moderno», cuando en
realidad las metáforas de esta octava en absoluto nos trasladan al significado
de pequeño cuarto que sirve para retirarse, ir al retrete. En la octava
no se nombra retrete ni se alude a él, señores ensayistas, hay que bajarse del
burro, y reconocer que toda esta polémica proviene de un título erróneo que
nadie puede afirmar que lo revelara Miguel a su “amigo” Andreu, y sin duda
alguna, a la falta de detenidos y serios estudios. Creen que la tapadera blanca del inodoro se asemeje a la luna. Ya he comentado que en 1933 no exisían estas finas procelanas.
Si nos centramos en resolver y analizar
con objetividad la octava real. Analizar es entrar en el taller del
poeta. Sabemos que el poeta nombra 3 veces la palabra Virgen en Perito
en lunas (octava 8, 13 y 30). Miguel Hernández no podía ser irrespetuoso
con la Virgen porque el canónigo don Luis Almarcha Hernández podría censurarle
y retirarle su apoyo económico con las famosas y manías 425 pesetas, vuelta de
espalda, que Miguel no podía permitirse, y menos en su primer libro, y
además el poeta no estaba, aún, en fase de «desplumar arcángeles» (soneto final
de El rayo que no cesa), ni había conocido al Pablo Neruda de la poesía
“impura”, ni tampoco al surrealista Vicente Aleixandre, que fue en junio de
1935.
A)
Esta octava real se debería llamar:
(Inmaculada Concepción). Como podemos observar en la imaginería religiosa, la
Inmaculada que aparece de pie sobre un globo terráqueo, pisa a una luna y a una
serpiente. Empieza la octava real Aquella de la cuenca luna monda, / sólo
habéis de eclipsar por completo. Debería ir acentuada porque es un
pronombre demostrativo: Aquélla de la cuenca luna. Aquélla se
refiere a la Virgen que aparece de pie sobre una cuenca (forma cóncava o
media luna) luna monda (mondar significa también limpiar un
río o acequia), a los pies aparece una luna limpia. El poeta se dirige a la
Virgen siempre en términos respetuosos con el usted por delante: habéis,
vuestra, bajad.. No creo que al retrete haya que mostrarle tantos
respetos.
Esta media luna a los pies de la Virgen
aparece tendida (en cuarto creciente o menguante, en cóncava posición) también
nos semeja una hoz para pelar, mondar o injertar. Es evidente que en sólo
habéis de eclipsarla por completo, es una invocación al poder divino de la
Virgen sobre los astros, eclipsa a la luna porque la está pisando desde el
lugar preciso y recoleto, este lugar es el cielo y no una hornacina de
iglesia, y menos un reservado retrete. La serpiente, según el Diccionario
de Símbolos de LIBSA 2002, significa el triunfo de Cristo sobre el mal.
En la Inmaculada del pintor italiano Juan Bautista Tiépolo (1696-1770), la
serpiente aparece con una manzana en la boca, representa a la serpiente del
paraíso terrenal que tentó a Eva.
Al final de esta octava real, la Virgen tiene una, nos quiere
decir el poeta que la Virgen tiene una luna para ella sola, no que tiene un
retrete, como he podido leer por ahí. El poeta no tiene intención de ponerle un
retrete a la Virgen, es impensables esta blasfema venial en aquellos años de
religiosidad hernandiana. Otras fuentes de inspiración son,
posiblemente, el nombre de su madre Concepción o el de una campana que se
instaló en la torre de la catedral de El Salvador (Orihuela) en 1925 y que se
llama Inmaculada Concepción. Además de los numerosos cuadros de la Inmaculada
en distintas iglesias oriolanas.
B)
Por el contrario, la octava real que
debería llamarse RETRETE es sin duda la número [XII], [Lo abominable].
Esta octava real está dedicada al impresor y periodista Ernesto Giménez
Caballero, es necesario sintetizar que Ernesto nacido en Madrid el 2 de agosto
de 1899, en una familia industrial por parte de padre y de propietarios
agrícolas por parte de madre. Supo construir una próspero negocio de artes
gráficas a partir de una humilde imprenta (en la calle Huertas de Madrid, en la
casa donde se cree vivió Cervantes): En 1919 Giménez Caballero se licenció en
Letras en la Universidad de Madrid y continuó sus estudios para graduarse en
Filosofía. Fue compañero de curso de Javier Zubiri. Miguel lo había
conocido en enero del 32 en Madrid, luego lo vio el 2 de octubre de 1932 en el homenaje a Gabriel
Miró en Orihuela en los jardines de la Glorieta. La banda de música de
Benejúzar amenizó los actos, según escribe Eutimio Martín.
Giménez Caballero llegó con camisa azul
falangista, color Mahón, encima una chaqueta clara, se colocó al lado izquierdo del busto de
Miró ganado en concurso por el escultor murciano José Seiquer Zanón, y
pronunció su discurso empezó cínicamente con: Nosotros, los que hemos traído
la República... Estas palabras irritaron a Antonio Oliver Belmás, de tal
manera que llamó: ¡Embustero!, a Ernesto, porque era
cierto. Por alterar el orden público Oliver fue redetenido por la policía,
tuvieron que intervenir amigos y poetas, entre ellos Miguel Hernández, de aquí
nació la amistad entre ambos. En este tiempo Miguel ya tenía escrito Perito
en lunas, y fue Oliver y su esposa Carmen Conde quienes le recomendó a
Raimundo de los Reyes.
Al proclamarse la República en abril de
1931 las posiciones políticas de Giménez Caballero, y su defensa del fascismo,
el ser miembro fundador del semanario La Conquista del Estado (marzo a
octubre del 1931) los colaboradores le fuesen dejando solo, y aunque La
Gaceta se mantuvo hasta 1932, Giménez Caballero tuvo que escribir en
solitario seis números (112, 115, 117, 119, 121 y 122) que llevan como
subtítulo El Robinsón literario de España. En octubre de 1933 participa
en la fundación de Falange Española.
El primer encuentro de Miguel con
Ernesto, ocurrió durante el primer viaje a Madrid, a través de la
recomendación de Concha Albornoz, hija de Álvaro Albornoz Limiñana,
(1879-1954), masón, fue diputados a Cortes por Asturias del Frente Popular,
quedó tercero con 21.870 votos, después de Matilde de la Torre y Dolores
Ibarruri. Político republicano español, miembro del Partido Radical
Socialista. Diputado en Cortes, Ministro de Obras Públicas y de Gracia y
Justicia dos veces. La primera vez desde (16-12-31 al 12-06-33) durante la II
República. Presidió también el Tribunal de Garantías y fue embajador en París.
Giménez Caballero dirigía El Robinsón
Literario de España, y el 15 de enero de 1932 aparece el esperpento de
entrevista pastoril que le hizo a Miguel, no obstante para darse a conocer ya
era un pasito, puesto que, además, Ernesto le recomendó a otro prestigioso
redactor Francisco Martínez Corbalán que dirigía la revista Estampa, que
siguiendo la línea de los tópicos del cabrero poeta, aparece el 20 de febrero
1932 bajo el título: «Dos jóvenes escritores levantinos. El cabrero poeta y el
mucho dramaturgo». El niño dramaturgo tenía 15 años y se llamaba Virgilio
Soler.
No sabemos si (Lo abominable) se lo de
dedicó a Ernesto con sarcasmo quevedesco o por premeditación para buscar su
amistad. Cuando salió la entrevista estaba Perito en lunas estaba
todavía en la imprenta. De todas formas, nadie se iba a enterar del contenido
escatológico esta octava real. Esta es una octava escatológica, que podría
entrar dentro del genero satírico y burlesco que se practicó en el barroco,
cuyo mayor creador fue Quevedo, donde después de elevarse a grandezas
espirituales adelgaza por el vientre en Gracias y desgracias del ojo del
culo.
La primera parte de (Lo abominable) creo
que se refiere a la micción masculina. Aunque amarga (la orina), y
sólo por momentos, sale de vez en cuando, no siempre, cuando la tendremos
palmas en las manos todos, para sujetar el pene para orinar. Y prosificando
los versos 4 y 5, tenemos que cuando sale la orina ardiendo y hay vientos
mayores nos alcanza la orina y nos mancha los calzones o pantalones,
aquí codos por las rótulas de las rodillas.
A la segunda parte de la octava le
hubiera venido bien el título de Retrete, porque lo abominable podría ser el
retrete o un pozo negro. Sin embargo, parece referirse más bien a la acción de
defecar, porque tras posteriores sufrimientos, de las
señales acuciantes del vientre, y libres del lodo como excremento, nos
hará leve por ligeros, el viento en popa / irán sobre la [sic] un
punto china Europa. Quevedo escribió viento en popa / navega con
tal bonanza, para definir nabo de su romance «Boda y acompañamiento
del campo» De quien a su vez lo tomaría Espronceda para «Canción del
Pirata»: viento en popa a toda vela, / no corta el mar, sino vuela...
Ponemos las posaderas o últimas
mejillas en pompa a la hora de evacuar, y soltamos una china o guijarro /
bolo escatológico, y Europa rima con popa.
Por todo ello, creo que Perito en
lunas, como dice José Luis Ferris «no ha alcanzado la consideración que
merece». Por ahí andan, como he tenido ocasión de ver en la biblioteca
particular de Gaspar Peral, copiosas antologías (cajones de sastre
donde caben todos los retales poéticos) y, de este modo, selectivo e
indiscriminado han salido adelante las ediciones, más que nada por el bellaco
metal, con esta moda de los recortables antológicos, se pierde el valor
intrínseco de conjunto de una obra, y el inequívoco placer de disfrutarla en su
globalidad con la atención que merecen con todos los ingredientes que les
pueden faltar o sobrar.