(Retrato Miguel Hernández, óleo de
Ramón Palmeral, 2002)
LA VIGENCIA DE MIGUEL, CONCLUSIONES DE
UN CENTENARIO
Miguel Hernández, poeta del pueblo (biografía en 40 articulos) (Amazon), Ramón Fernández Palmeral
No hay más que
leer el mensaje de lucha de los poemas de Viento
del pueblo 1937 para darnos cuesta de la vigencia de Miguel Hernández en esta
sociedad que ha entrado en crisis económica y de valores por el materialismo y
la insolidaridad, un mundo globalizado, de capitalismo salvaje, de abusos del
poder (en el engaño del bien común), donde cada vez existen más difencias
sociales.
Poemario que
junto con El hombre acecha, fueron
censurados en época de la dictarura por la verdad que denunciaban, donde Miguel
se mete con los amos, con los abogados, jueces, y tiranos qaue no son más que
los que ambicionan el poder, es decir las clases.
Sin embargo, hoy en día aunque no
dispongamos de libros, sí lo diponemos tenemos en Internet, donde todos sus
poemas pueden leerse en libertad de pensamiento y de conciencia. Yo voy a
entresacar algunas interesantes estrofas.
Con el poema de «El niño yuntero»,
vemos la explotación que se hacía de los niños trabajadores, lo mismo que se
hace actualmente en cientos de países, no es más que el reflejo de la nueva
esclavitud a que se someten los trabajadores con sueldos de hambre en países
que llaman con risa «economías emergentes», emergentes para sanear los
bolsillos de los especuladores, bancos y multinacionales. Miguel Hernández defiende al pueblo llano, y a España de todo
abuso, como en qué tiempo se pensaba del fascismo franquista. Sin conocer que
el comunismo soviético estalinista llegó a ser peor por los deportados a
Siberia. Escribió un poema en 1937:
Ah,
compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has
hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan
los trigos,
como a un esfuerzo inmenso le cabe:
inmensamente.
De tal índole propagandista eran los poemas
bélicos, comprometidos, cívicos hernandianos, que sus libros fueron censurados
en la posguerra porque había versos que no gustaban al régimen franquista ni a
la Iglesia Católica, porque de una forma satírica decián la verdad.
Miguel nos cuenta sus vivencias
con sus propias palabras de poeta nacido de la tierra, que lleva terrones en
las alpargatas y va soltando raíces y semillas por las calles, aldeas y
pueblos, con su poesía combatiba, dicuendo la verdad de lo que ve, siente y se
percibe.
Leamos unos fragmentos de "El
niño yuntero", que nos sigue conmoviendo:
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Del gran poema "Vientos del pueblo", donde compara a los dóciles
bueyes con la
sociedad pasiva y
conformista:
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de
bueyes,
que soy de un pueblo que
embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
Quiere que los obreros españoles salgan de su mísera vida:
Las chozas se convierten en
casas de granito.
El corazón se queda desnudo entre
verdades.
Y como una visión real de lo inaudito,
brotan sobre la nada bandadas de
ciudades.
(Rusia, en El hombre acecha, 1937)
Chimeneas de humo largo, sordo,
grasiento,
acosan con penumbras a la creadora masa,
a la generadora masa que obra el
portento,
el tractor con los dientes sepultados
en grasa.
(La fábrica-ciudad, El hombre acecha ,1937)
Habla contra las armas, y sobre la firmeza de un hombre desarmado:
Las armas son un signo de
impotencia: los hombres
se defienden y vencen con el hueso ante todo.
Mirad estas palabras donde me ahondo y
dejo
fósforo emocionado.
Un hombre desarmado siempre es
un firme bloque:
sabe que no es estéril su firmeza, y resiste.
Y los pueblos se salvan por la fuerza
que sopla
desde todos sus muertos.
(Pueblo, El hombre acecha ,1937)
Ataca a los poderosos y a los amos y
denuncia a los hambrientos:
Los años de abundancia, la
saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban
amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy,
aquí estamos.
Nosotros no podemos ser ellos, los de
enfrente,
los que entienden la vida por un
botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo
siempre hambriento.
(Hambre, El hombre acecha, 1937
A los hombres ricos, poderosos y
abogados no les deja sin su denuncia:
Saludáis con el ano, no arrugáis nunca el traje,
disimuláis los cuernos con laureles de lata.
No paráis en la tierra, siempre vais de
viaje
por un país de luna maquinal, mentecata.
(Los hombres viejos I, El hombre acecha 1937)
A los jueces tampoco los deja inmunes:
Os alimenta el aire sangriento de un juzgado,
de un presidio siniestro de abogados y
jueces.
Y concedéis los pedos por audiencia
de un lado,
mientras del otro lado jodéis, meáis a veces.
(Los hombres viejos II, El hombre acecha, 1937)
Sin pelos en la lengua insulta a la clase judicial de entonces, queda vigente
hoy cuando vemos sentencias que son claramente de interés político:
Retretes de elegancia, cagan
correctamente:
hijos de puta ansiosos de politiquerías,
publicidad y bombo, se corrigen la frente
y preparan el gesto de las fotografías.
Temblad, hijos de puta, por vuestra
puta suerte,
que unos soldados de alma patética deciden:
ellos son los que tratan la verdadera muerte,
ellos la verdadera, la ruda vida piden.
(Los hombres viejos II,
El hombre acecha, 1937)
Poemas que sirvieron a cantautores durante la Transición para llegar hasta la
democracia. Poema cantado por Joan Manuel Serrat:
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espuma mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de
mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
(El Herido II, El hombre acecha 1937)
Conclusiones
de un Centenario
En este I Centenario de su nacimiento
2010, con gran representación en la Prensa, en la Red y en actos diversos,
tanto en Orihuela como en otros lugares de España y América, ha servido para
recordarnos y tener la ocasión de homenajear a un poeta y dramaturgo universal
y hombre cabal en sus ideas políticas, que no se rindió ni cambió su parecer ante la adversidad,
sacrificio que le eleva a la categoría de mártir y mito defensor de la II
República. Además, paradigma y símbolo del dolor y del sufrimiento de los
hombres y mujeres que padecieron persecución, cárcel y muerte en la posguerra
durante la represión franquista contra todos aquello que no se adhirieron al
llamado Glorioso Movimiento Nacional, y que el gobierno socialista de Zapatero
restituyó en parte la dignidad y reconocimiento personal gracias a la Ley 52/
2007, de la Memoria Histórica, y que a pesar de los años transcurrido, sigue
habiendo cadáveres, enterrado en la cunetas
y en fosas comunes. Persistiendo cierta segmentación política de las dos
Españas, sin haber quedado del todo soldadas ni restañadas las heridas que
sufrieron durante la Guerra Civil 36 a
39 y posguerra. Con insolencia e inhumanidad demostrada por los vencidos, sin
armisticio sino con una rendición incondicional.
Miguel más que un
poeta que tiene imitadores, es un poeta que tiene admiradores, porque es un
poeta lúcido, un poeta nacido de la tierra del pueblo y para el pueblo, donde
encontramos cantos a la libertad, denuncias a los abusos, contra abogados,
jueces, amos, hombres ricos, o sea, un poeta que parece que es de hoy. Aunque
los poetas de hoy se dediquen más al malabarismo del parloteo sintáctico, que a
decir las cosas sin pelos en la lengua, a veces, cómplices de una realidad social
injusta y apocada a ir peor.
Artículo de Ramón Fernández Palmeral
nº 40 de su libro Miguel Hernández, poeta del pueblo (biografía en 40 articulos (Amazon)