Artículo de Josefina Fenoll Felices, la novia de Ramón Sijé:
Yo empecé a tratar a
Pepito Marín en abril de 1932, una tarde que fui, como de costumbre, a llevar
los panecillos a su casa. Tocaba el picaporte, y por la forma de tocar, ya sabían
que era yo. Ese día bajó él y me dijo: "Tengo interés en hablar contigo
porque pienso escribir un artículo sobre tu hermano Carlos". Le contesté a
todo lo que él quería saber. Escribió el artículo, y cuál no sería mi sorpresa,
cuando lo leí, que decía muchas cosas bonitas para mí. Eso me halagó. Yo va
sabía que él era un muchacho que prometía mucho, tenía fama de inteligente.
Desde ese día ya hablamos diariamente, pues él calculaba la hora en que yo
terminaba de hacer el reparto del pan y salía a mi encuentro. Me acompañaba
hasta cerca de mi casa. Pero un día que un amigo v pretendiente mío (Pepín
Cases) me estaba saludando, en esto se asoma Pepito Marín por una esquina, y
él que ve eso, podríamos decir aquello de "trocose amor en locura",
porque se abalanzó sobre el pobre Pepín, ajeno a lo que estaba pasando, y no sé
cuántas cosas dijo: entre otras, que yo era su novia y que no me tenía que
molestar para nada. Entonces fue cuando yo me enteré de que éramos novios.
Ese día, cuando nos
despedimos, me dijo que le avisara a mi madre de que "mañana, a las siete
de la tarde, voy a ir a hablar con ella", y así fue. Yo preparé el asunto
para que lo recibiera.
Lo que más preocupó a
mi madre fue que me tenía que retirar del reparto de los panecillos por la
calle, y me asignó otro trabajo. Pasé a despachar el pan de la tarde en el
mostrador de la panadería. Así empezó nuestro noviazgo formal.
Pepito venía siempre a
hablar conmigo de siete a nueve de la noche. Alguna vez, no siempre, venía
Miguel con mi hermano Carlos y hablaban de literatura. Mi hermano y Miguel lo
respetaban mucho, pero no había esas grandes reuniones de que se ha hablado. Él
iba a estar con su novia y nada más.
Siempre
me trató con mucho cariño, como si fuera una persona mayor, v sólo tenía siete
meses más que yo. Nació el 16 de noviembre de 1913, y yo el 12 de junio de
1914. Para llamarme siempre me decía "Nena". Tenía muy buenos
detalles para mí. Podría contar muchas anécdotas. Recuerdo una vez que tuve un
resfrío y no pude bajar a hablar con él, entonces me mandó con una de mis
hermanas un termómetro, porque él quería saber si yo tenía fiebre para mandarme
a su médico, y mi madre y mis hermanos se reían de verlo tan nervioso; pero él iba dos o tres veces al día con el termómetro es la
mano.
A
veces tenía cosas de niño travieso, como lo de subir a San Miguel bajarse
después por la sierra que daba atrás de la panadería de mi casa, y me llamaba a
gritos, y decía: "¡Nenaaa! ¡Te quiero!". Después venía a preguntarme
si lo había oído bien.
Nunca
frecuenté su casa siendo novia, y sí la frecuenté cuando él murió.
Sí,
me comentaba todo, me leía lo que escribía, sobre todo por corregirse él mismo
y tomar notas, pues yo entonces no estaba preparada para asimila toda esa
literatura tan formidable. La dedicatoria "A J.E, por la presencia de su
clavel, por la ausencia de su canario"', fue porque se me había muera un
canario al que yo quería mucho, y me vio llorar. Se fue corriendo y me trajo un
ramo de claveles...
¿Cómo
era Pepito Marín? En un escrito que hizo su hermano Justino (Gabriel Sijé) decía:
"Físicamente, la naturaleza no le prodigó todos sus dones; pero espiritualmente,
el Creador le hizo partícipe de sus dotes"'. Sí, efectivamente. Era
menudo, medía 1,60, y no llegaba a los 50 kilos de peso: estrecho de pecho no
pudo hacer el servicio militar; muy parco en el comer, nunca bebió be:- das
alcohólicas ni fumó; muy sensible, demasiado. Nunca llevaba dinero, no 1
interesaba. Cuando necesitaba algo, se lo compraban en su casa. Tenía mucho
sentido del humor. Le gustaba dar largos paseos cuando tenía tiempo… (Falta
texto). (Tuve tres hijo y siete nietos).
Texto
de Josefina Fenoll Felices publicado en la revista Batarro (Almería), 5 de abril de 1984.