Un poeta junto al mar [Cartagena]
11.04.10 - 02:03 -
La presencia de Miguel Hernández en la cultura
cartagenera nace de la amistad con Carmen Conde y Antonio Oliver, que
compartieron admiración por el también poeta oriolano Gabriel Miró. Su
muerte en 1930 supuso una gran conmoción para los escritores
cartageneros y poca gente sabe que fue en Cartagena donde se compusieron
y publicaron las más bellas elegías en honor de este poeta.
Es indudable que una de las claves de la proyección
nacional de los intelectuales cartageneros fue la estrecha amistad que
unió a Miguel Hernández con Carmen Conde y su marido, Antonio Oliver,
nacida por la común relación con Raimundo de los Reyes, la colaboración
con el Ateneo de Alicante y el fervor hacia la figura de Gabriel Miró,
compartida como sabemos con los hermanos Cegarra y Antonio Ros. Todos
ellos se convierten en grandes amigos desde la aparición del número
extra del periódico literario 'El Clamor de la Verdad de Orihuela'
dedicado a la figura de Gabriel Miró, donde Miguel publicó su poema
'Limón'.
Su relación con la Región
La relación personal de Miguel Hernández con la Región de
Murcia fue intensa desde comienzo de los años 30, llegando a tener una
cierta proyección pública a partir del 10 de julio de 1932, cuando
visitó el diario 'La Verdad'. En enero de 1933, gracias a la
intervención de Raimundo de los Reyes, director de la sección literaria
del diario, Miguel Hernández pudo conocer en Murcia a Federico García
Lorca, que se encontraba realizando una gira con La Barraca.
Aprovechando la ocasión Raimundo de los Reyes llamó a su amigo Miguel
para que corrigiera en su propia casa las pruebas de su primer libro,
publicado en Murcia, 'Perito en lunas'. Fue en aquella ocasión cuando se
llevó a cabo la presentación y el encuentro.
Esta entrevista murciana sería el principio de una
relación ciertamente curiosa y compleja entre estos dos grandes poetas,
que quedarían unidos en nuestra mitología literaria por el común trágico
destino de sus vidas. Miguel quedó profundamente emocionado por este
encuentro con el ya consagrado poeta granadino, que mantenía una intensa
relación con la región a través del Suplemento Literario de 'La Verdad'
y la revista 'Verso y Prosa', donde aparecían sus colaboraciones.
García Lorca vestía aquel día el mono de La Barraca y se dirigió por la
murciana calle de la Trapería con Raimundo De los Reyes hasta la casa de
éste. Con el texto de 'Perito en lunas' en manos de Federico,
mantuvieron una animada conversación, que terminó con un largo y
amistoso paseo por la orillas del río Segura en el que García Lorca
acabó contagiándose del buen humor e ingenio de Hernández.
Su amistad con María Cegarra
Miguel Hernández conoció a María Cegarra el 2 de octubre
de 1932 en Orihuela, con ocasión de la inauguración del busto de Gabriel
Miró en la Glorieta de dicha ciudad. La casualidad del incidente entre
Ernesto Giménez Caballero y Antonio Oliver propició este encuentro. Al
acto de Orihuela había sido invitado Azorín, pero no contestó a la
invitación ni fue al acto. Le sustituyó Ernesto Giménez Caballero, quien
en su discurso comentó de forma irónica refiriéndose a los
conservadores: «...nosotros los que hemos traído la República...»
Y Antonio Oliver, en medio de un gran nerviosismo, le
increpó acusándole de mentiroso. Ante este hecho intervinieron los
servicios de seguridad, que se llevaron detenido a Antonio Oliver.
Mientras tanto, Carmen Conde y María Cegarra permanecieron en la
cafetería del Hotel Palace, donde también acudió Miguel Hernández, que
entregó a Carmen Conde, sin alterarse demasiado por lo sucedido, el
texto autógrafo de 'Perito en Lunas', que ya estaba en imprenta aunque
no saldría hasta el año 1933.
La vinculación de Miguel Hernández con Cartagena y María
Cegarra se hace muy intensa desde aquel momento: existen unas cartas,
poco conocidas a nivel nacional, en la que se vislumbra una intensa
relación entre ellos, truncada en parte en 1935 cuando Miguel Hernández
se comprometió con Josefina Manresa. A pesar de la indiferencia de María
a los requerimientos del poeta oriolano, sin duda provocada por las
profundas creencias religiosas y la estricta educación de María, en su
obra poética es evidente la presencia de Miguel Hernández, especialmente
en su obra 'Cristales míos'.
Carmen Conde y Antonio Oliver tenían un gran aprecio
personal hacia Miguel, y le hacían partícipe de su labor cultural y
pedagógica: el 28 de julio de 1933 el poeta oriolano recitó por
mediación del matrimonio en la Universidad Popular (UP) varias de sus
composiciones, aún inéditas.
Desde aquel verano la relación de Miguel Hernández con el
círculo cultural cartagenero se ampliará, publicando en la prensa de la
ciudad otros trabajos. Dos años después, el 27 de agosto de 1935, con
motivo del tricentenario de Lope de Vega, Miguel Hernández ofreció en el
Ateneo de Cartagena un recital de versos escogidos del 'Fénix de los
Ingenios', y al día siguiente acompañó a Carmen Conde y su marido en una
excursión a Cabo de Palos, donde recordaron a Gabriel Miró con la
lectura del poema de éste 'El caracol del faro', obra que está inspirada
en las visitas nocturnas del escritor alicantino al faro de Cabo de
Palos.
Volviendo a la relación con María Cegarra, la
investigadora Belén Pardo sostiene, basándose en la correspondencia
publicada de Miguel Hernández, que 'El rayo que no cesa' está dedicado a
María Cegarra y no a Josefina Manresa.
Según este testimonio, está demostrado que en julio de
1935 su relación con Josefina estaba deteriorada. Miguel residía
entonces en Madrid e iba periódicamente a Orihuela a ver a sus seres
queridos, pero escribió a Carmen Conde y a Antonio Oliver para que le
invitasen a Cartagena y poder así estar con ellos y con María unos días,
lo cual consiguió finalmente, no logrando, sin embargo, conquistar
definitivamente el corazón de la escritora unionense.
En 1936 la relación de Miguel con Cartagena se centra en
la publicación de sus artículos de prensa en homenaje a Ramón Sijé.
Todos los intelectuales cartageneros se unieron a la iniciativa de crear
una beca de estudios en honor a su memoria, lo cual les granjeó la
estima de su íntimo amigo Miguel.
Tras aquella última colaboración, la vida de Miguel
Hernández fue complicándose, y al mismo tiempo la situación política y
social del país se hizo insostenible: la Guerra Civil Española, dividió e
hizo tomar partido a muchas familias y a muchos amigos. Y fue
efectivamente la Guerra lo que rompió estos lazos de amistad, amor y
cultura entre los escritores murcianos y alicantinos, lo que destrozó
los sueños forjados por una Generación irrepetible, de la que es uno de
sus mayores exponentes Miguel Hernández, que conoció tras el conflicto
la prisión y la muerte.
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