Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

miércoles, 12 de junio de 2013

Museo Carmen Conde y Antonio Oliver en Cartagena. Amistad con Miguel Hernández


Un poeta junto al mar [Cartagena]

11.04.10 - 02:03 -




La presencia de Miguel Hernández en la cultura cartagenera nace de la amistad con Carmen Conde y Antonio Oliver, que compartieron admiración por el también poeta oriolano Gabriel Miró. Su muerte en 1930 supuso una gran conmoción para los escritores cartageneros y poca gente sabe que fue en Cartagena donde se compusieron y publicaron las más bellas elegías en honor de este poeta.
Es indudable que una de las claves de la proyección nacional de los intelectuales cartageneros fue la estrecha amistad que unió a Miguel Hernández con Carmen Conde y su marido, Antonio Oliver, nacida por la común relación con Raimundo de los Reyes, la colaboración con el Ateneo de Alicante y el fervor hacia la figura de Gabriel Miró, compartida como sabemos con los hermanos Cegarra y Antonio Ros. Todos ellos se convierten en grandes amigos desde la aparición del número extra del periódico literario 'El Clamor de la Verdad de Orihuela' dedicado a la figura de Gabriel Miró, donde Miguel publicó su poema 'Limón'.
Su relación con la Región
La relación personal de Miguel Hernández con la Región de Murcia fue intensa desde comienzo de los años 30, llegando a tener una cierta proyección pública a partir del 10 de julio de 1932, cuando visitó el diario 'La Verdad'. En enero de 1933, gracias a la intervención de Raimundo de los Reyes, director de la sección literaria del diario, Miguel Hernández pudo conocer en Murcia a Federico García Lorca, que se encontraba realizando una gira con La Barraca. Aprovechando la ocasión Raimundo de los Reyes llamó a su amigo Miguel para que corrigiera en su propia casa las pruebas de su primer libro, publicado en Murcia, 'Perito en lunas'. Fue en aquella ocasión cuando se llevó a cabo la presentación y el encuentro.
Esta entrevista murciana sería el principio de una relación ciertamente curiosa y compleja entre estos dos grandes poetas, que quedarían unidos en nuestra mitología literaria por el común trágico destino de sus vidas. Miguel quedó profundamente emocionado por este encuentro con el ya consagrado poeta granadino, que mantenía una intensa relación con la región a través del Suplemento Literario de 'La Verdad' y la revista 'Verso y Prosa', donde aparecían sus colaboraciones. García Lorca vestía aquel día el mono de La Barraca y se dirigió por la murciana calle de la Trapería con Raimundo De los Reyes hasta la casa de éste. Con el texto de 'Perito en lunas' en manos de Federico, mantuvieron una animada conversación, que terminó con un largo y amistoso paseo por la orillas del río Segura en el que García Lorca acabó contagiándose del buen humor e ingenio de Hernández.
Su amistad con María Cegarra
Miguel Hernández conoció a María Cegarra el 2 de octubre de 1932 en Orihuela, con ocasión de la inauguración del busto de Gabriel Miró en la Glorieta de dicha ciudad. La casualidad del incidente entre Ernesto Giménez Caballero y Antonio Oliver propició este encuentro. Al acto de Orihuela había sido invitado Azorín, pero no contestó a la invitación ni fue al acto. Le sustituyó Ernesto Giménez Caballero, quien en su discurso comentó de forma irónica refiriéndose a los conservadores: «...nosotros los que hemos traído la República...»
Y Antonio Oliver, en medio de un gran nerviosismo, le increpó acusándole de mentiroso. Ante este hecho intervinieron los servicios de seguridad, que se llevaron detenido a Antonio Oliver. Mientras tanto, Carmen Conde y María Cegarra permanecieron en la cafetería del Hotel Palace, donde también acudió Miguel Hernández, que entregó a Carmen Conde, sin alterarse demasiado por lo sucedido, el texto autógrafo de 'Perito en Lunas', que ya estaba en imprenta aunque no saldría hasta el año 1933.
La vinculación de Miguel Hernández con Cartagena y María Cegarra se hace muy intensa desde aquel momento: existen unas cartas, poco conocidas a nivel nacional, en la que se vislumbra una intensa relación entre ellos, truncada en parte en 1935 cuando Miguel Hernández se comprometió con Josefina Manresa. A pesar de la indiferencia de María a los requerimientos del poeta oriolano, sin duda provocada por las profundas creencias religiosas y la estricta educación de María, en su obra poética es evidente la presencia de Miguel Hernández, especialmente en su obra 'Cristales míos'.
Carmen Conde y Antonio Oliver tenían un gran aprecio personal hacia Miguel, y le hacían partícipe de su labor cultural y pedagógica: el 28 de julio de 1933 el poeta oriolano recitó por mediación del matrimonio en la Universidad Popular (UP) varias de sus composiciones, aún inéditas.
Desde aquel verano la relación de Miguel Hernández con el círculo cultural cartagenero se ampliará, publicando en la prensa de la ciudad otros trabajos. Dos años después, el 27 de agosto de 1935, con motivo del tricentenario de Lope de Vega, Miguel Hernández ofreció en el Ateneo de Cartagena un recital de versos escogidos del 'Fénix de los Ingenios', y al día siguiente acompañó a Carmen Conde y su marido en una excursión a Cabo de Palos, donde recordaron a Gabriel Miró con la lectura del poema de éste 'El caracol del faro', obra que está inspirada en las visitas nocturnas del escritor alicantino al faro de Cabo de Palos.
Volviendo a la relación con María Cegarra, la investigadora Belén Pardo sostiene, basándose en la correspondencia publicada de Miguel Hernández, que 'El rayo que no cesa' está dedicado a María Cegarra y no a Josefina Manresa.
Según este testimonio, está demostrado que en julio de 1935 su relación con Josefina estaba deteriorada. Miguel residía entonces en Madrid e iba periódicamente a Orihuela a ver a sus seres queridos, pero escribió a Carmen Conde y a Antonio Oliver para que le invitasen a Cartagena y poder así estar con ellos y con María unos días, lo cual consiguió finalmente, no logrando, sin embargo, conquistar definitivamente el corazón de la escritora unionense.
En 1936 la relación de Miguel con Cartagena se centra en la publicación de sus artículos de prensa en homenaje a Ramón Sijé. Todos los intelectuales cartageneros se unieron a la iniciativa de crear una beca de estudios en honor a su memoria, lo cual les granjeó la estima de su íntimo amigo Miguel.
Tras aquella última colaboración, la vida de Miguel Hernández fue complicándose, y al mismo tiempo la situación política y social del país se hizo insostenible: la Guerra Civil Española, dividió e hizo tomar partido a muchas familias y a muchos amigos. Y fue efectivamente la Guerra lo que rompió estos lazos de amistad, amor y cultura entre los escritores murcianos y alicantinos, lo que destrozó los sueños forjados por una Generación irrepetible, de la que es uno de sus mayores exponentes Miguel Hernández, que conoció tras el conflicto la prisión y la muerte.
EPISTOLARIO CEGARRIANO La escritora y química María Cegarra conservó cuatro cartas de Miguel Hernández, escritas con el membrete de Espasa-Calpe. Esto dio lugar a especulaciones sobre una posible relación sentimental entre Miguel y María, lo cual supuso una gran aportación a la biografía del poeta. Son unos textos que salieron en Madrid a subasta en dos millones y medio de pesetas. Posteriormente la Diputación Provincial de Alicante compró por un millón y medio de pesetas el Archivo completo de María Cegarra, de donde podemos destacar el legado epistolar que confirma la relación entre ambos poetas. Este archivo incluye el manuscrito inédito del soneto «El rayo que no cesa», que fue dedicado a María Cegarra en 1935. Ella también lo recordará en las últimas páginas de su libro de poemas «Cada día conmigo»: «Deseo que la lectura de este pequeño libro deje un grato recuerdo, terminándolo con los versos de ‘El rayo que no cesa’, en su versión original, a mí dedicada». Y en el colofón del citado poemario escribe: «Si de pronto aparecieses... El pasado tan lleno de ti estuvo Que nunca fuiste ido».


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