Foto realizada por Juan Guerro Ruiz |
FEDERICO GARCÍA LORCA CON LA BARRACA EN ALICANTE
Por Gaspar Peral Baeza
Pubicado en la revista PERITO nº 9 del 9 de octubre de 2006 |
TEXTO:
En el diario local EL LUCHADOR de 28 de
diciembre de 1932 se publicó una noticia con el titular siguiente: “Ha llegado
a Alicante ‘La Barraca’. Teatro Universitario”.
La Barraca la formaban, como
actores, un grupo de estudiantes universitarios que aprovechaban sus vacaciones
para llevar a los pueblos de España el esplendoroso repertorio de nuestro
teatro clásico. Estaban dirigidos por
Federico García Lorca, y co-dirigidos
por Eduardo Ugarte (yerno del ilustre autor teatral alicantino don Carlos
Arniches al estar casado con una hija de éste, Pilar). Nació este itinerante
grupo teatral, no profesional, como una sección
de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos. Comenzó su andadura
escénica en Burgo de Osma (Soria) el 10 de julio de 1932, una vez que se consiguió el impulso y la subvención
del Ministerio de Instrucción Pública, cuya cartera la ocupaba don Fernando Giner de los Ríos.
En Alicante presentó dos programas, que
detallaba el anuncio periodístico aludido antes. Uno, popular, a base de los
entremeses cervantinos y otro “para público más restringido”, un auto
sacramental calderoniano. Resulta incomprensible que en el libro dedicado a
historiar a esta agrupación teatral estudiantil, La Barraca. Teatro
Universitario, seguido de Federico García Lorca y sus canciones para La Barraca,
de Luis Sáenz de la Calzada (Madrid, Residencia de Estudiantes/Fundación Sierra
Pambley, 1998, p. 221) se diga: “VII actuación. Diciembre de 1932-enero de
1933. Itinerario: Alicante, Elche y Murcia. Sólo se llevó La vida es sueño”.
Las
dos funciones tuvieron lugar en el Teatro Principal, donde estaba actuando
tarde y noche la Compañía de revistas de Sara Fenor que había estrenado La
pipa de oro, libro de Enrique Paradas y Joaquín Jiménez, música de los
compositores alicantinos Ernesto Pérez Rosillo y José María Mollá, la cual
solamente fue representada a las diez de
la noche del 29 y 31 (más el 30, tarde y noche). Dejando que a las seis de la
tarde de dichos 29 y 31 pudiera presentar su repertorio el grupo La Barraca.
La entrada a las representaciones
estudiantiles era gratuita, por medio de
invitación que había que recoger, también según otro anuncio periodístico, en
fecha y horas determinadas, en el local del Ateneo alicantino. Por cierto, en
el artículo “El Ateneo y el Grupo Teatral de Altavoz del Frente (Apuntes y
recuerdos)”, de José Ramón Clemente,
publicado en la revista CANELOBRE (nº 7/8, verano-otoño 1986), se afirma, en la
página 140, que “Como estudiante mantuve
contacto e incluso en cierta forma intervine en La Barraca, el teatro universitario que dirigían García Lorca y
Ugarte, que poco antes de la guerra estuvo en Alicante a mis instancias y a las
de la FUE (...)”.
En la función del día 29, primera
representación, se pusieron en escena los entremeses originales de Miguel de
Cervantes titulados La cueva de Salamanca (decorado y trajes de Santiago
Ontañón), La guarda cuidadosa (decorados y figurines de Alfonso Ponce de
León) y Los dos habladores (escenografía y vestuario de Ramón
Gaya). Este último entremés se anunciaba
como de Escuela Cervantina, por su dudosa atribución al autor del Quijote. La gracia y el
donaire de las breves piezas, que fueron correctamente interpretados por los
juveniles actores-estudiantes, hicieron las delicias de los espectadores.
La segunda representación, seis de la
tarde del día 31 de diciembre de 1932, San Silvestre, fin de año, comenzó con
la lectura de unas cuartillas, como se solía hacer siempre, por parte de
Federico García Lorca, explicativas de lo que significaba el grupo estudiantil
en su entrega a la difusión del teatro español del Siglo de Oro. Después de
este prólogo -según la crítica, “pórtico admirable a todas las maravillas que
siguiéronle”, se ofreció al público, que abarrotaba el Teatro, el auto
sacramental de Pedro Calderón de la Barca titulado La vida es sueño, con
realización plástica de Benjamín Palencia (quien había diseñado el escudo de La
Barraca: la rueda y la carátula), e ilustrado musicalmente con cantatas de
la época. He de significar que la obra que aquí se montó fue el Auto alegórico
y no la comedia filosófica de idénticos título y autor. Los espectadores de aquella tarde en
el Principal tuvieron la posibilidad de aplaudir a Federico García Lorca no sólo como director de escena sino como
actor, ya que interpretó el personaje de LA SOMBRA. La crítica local de
entonces describió al poeta granadino “envuelto en amplios tules negros con un
tocado bicorne del que pendían también oscurísimos velos”. Sin embargo, en el
libro Unos pocos amigos verdaderos, de Santiago Ontañón y José Mª
Moreiro, con prólogo de Rafael Alberti (Madrid, Fundación Banco Exterior, 1988,
p. 147), se dice que “Federico, que iba en calidad de director, tan sólo hizo
una vez de actor; por cierto, bastante mal. Hizo de la noche en el auto
de Calderón y salió envuelto en unos mantos de tul, negros, que resultaban
catastróficos. Nosotros le decíamos que parecía una viuda tibetana y él se
reía, como siempre, con aquella sonrisa que llenaba el mundo”. En las ediciones
del auto calderoniano que he consultado, el personaje que citan Ontañón y Moreiro es LA SOMBRA y no
la noche. El crítico J. Ferrándiz Torremocha, en EL LUCHADOR de fecha 3
de enero de 1933, se deshace en elogios y, entre otras cosas, dice que el público, que llenaba por completo el
aforo, “ovacionó con entusiasmo, absorto, deslumbrado, la innegable, la total
hermosura del espectáculo (...) e hizo objeto de una clamorosa ovación al
Ministro de Instrucción Pública que desde un palco presenció el espectáculo,
testimoniando así su conformidad a esta labor de cultura que La Barraca lleva
por España.”. Añadamos que don Fernando de los Ríos, Ministro de Instrucción
Pública, valedor de la creación y desenvolvimiento de este teatro estudiantil,
había llegado unos días antes a Alicante con el propósito de asistir a las
funciones y ver la actuación de su hija Laura de los Ríos, estudiante-actriz
del grupo entonces y que tiempo después contraería matrimonio con Francisco
García Lorca, hermano del poeta.
Otros dos ministros del Gobierno
republicano estaban en Alicante aquel 31 de diciembre de 1932. El de Agricultura,
Marcelino Domingo, y el de Obras Públicas, Indalecio Prieto. No asistieron, que
se sepa, a las tardes teatrales alicantinas de LA BARRACA. (Véase, al
respecto, mi artículo “Fin de año con García Lorca”, ABC, Madrid, ed. de Alicante, 21 diciembre 1994,
p. 56. La Nochevieja de 1932 todo el
grupo teatral la celebró en el Hotel Palace
de nuestra ciudad).
Federico García Lorca hizo un gran
reconocimiento del público alicantino. De él dijo lo que sigue (O.C.,
Madrid, Aguilar, 1962, 4ª ed., p. 1717): “Yo he presenciado en Alicante cómo
todo un pueblo se ponía en vilo al presenciar una representación de la cumbre
del teatro católico: ’La vida es sueño’. No se diga que no lo sentían. Para
entenderlo, las luces todas de la teología son necesarias. Pero para sentirlo,
el teatro es el mismo para la señora encopetada como para la criada (...)”.
Quedan varias referencias gráficas de la
estancia de Federico García Lorca y LA BARRACA en Alicante. En especial,
se ha publicado mucho la fotografía tomada
en la playa de El Postiguet por Juan Guerrero Ruiz, Secretario del
Ayuntamiento de Alicante y Bibliotecario del Ateneo alicantino, a quien
Federico García Lorca denominó “Cónsul general de la Poesía”, en la que
aparecen Antonio Blanca, periodista, José Juan Pérez, músico, director de la
Orquesta de Cámara, el poeta granadino con el uniforme del grupo teatral, y
Gastón Castelló, pintor. Renuncio a detallar los libros y otras publicaciones
en los que aparece esta fotografía con la fecha equivocada, e incluso en el
texto que la acompaña.
LA BARRACA y Federico siguieron su
ruta artística: Elche y Murcia. Un par de
días después, el 2 de enero de 1933, en la ciudad del Segura fue donde
se conocieron, en casa del periodista Raimundo de los Reyes, un poeta ya
consagrado, Federico García Lorca, y un joven poeta ilusionado, Miguel
Hernández, que llegaba hasta allí con motivo de la última corrección de pruebas
de su incipiente libro Perito en lunas.
A propósito: asesinado Federico en Víznar
(18-19 agosto 1936), ¿fue designado Miguel Hernández director de LA BARRACA
en 1937? El propio Miguel, en la Declaración indagatoria ante el Juez Militar
de Prensa, en Madrid, a seis de julio de 1939,
dice que “hace constar que desde enero del 37 en que sale del 1er. Bon.
Movil a marzo del mismo año estuvo en ‘La Barraca’ tratando de reorganizarla.”
(Proceso a Miguel Hernández. El Sumario 21.001, de Juan Guerrero
Zamora, Madrid, Dossat, 1990, p. 81).
Pero este es un asunto que excede al señalado inicialmente y del que Aitor L. Larrabide ya se ha ocupado en parte de un trabajo suyo,
próximo a publicarse, titulado “El
laberinto inextricable de Miguel Hernández: su viaje a Rusia en la prensa
alicantina y valenciana (1937)”.
(Juan Guerrero Zamora y F. García Lorca en el Postiguet. 1932)
(Juan Guerrero Zamora y F. García Lorca en el Postiguet. 1932)