Una nueva casa para el poeta
El proyecto del museo de Miguel Hernández en la localidad jienense de
Quesada ya está aprobado, con un presupuesto de 500.000 euros, y las obras
comenzarán a primeros de año para abrir el 30 de octubre de 2014 Cultura
cristina martínez 06.12.2013 | 23:49
Fachada del Museo
Zabaleta, en cuya planta baja se ubicará el legado de Miguel Hernández.
informaciÓN
·
será el nuevo hogar de Miguel Hernández,
un espacio donde conocer su literatura, sus versos, sus escritos, y donde
acercarse un poco más a su personalidad, a su vida. Pero también será un centro
en el que, por encima de todo, se respire la esencia de los postulados de la
Institución Libre de Enseñanza, el valor de la cultura como algo vital para que
los pueblos avancen.
Esa filosofía es la que ha puesto en marcha el museo que Miguel Hernández y Josefina Manresa tendrán en Quesada a partir del 30 de octubre de 2014, fecha en la que este proyecto espera ser una realidad, coincidiendo con el día de nacimiento del poeta oriolano. Allí, en la localidad de Jaén donde nació la esposa del escritor, se mostrará una buena parte de la totalidad del legado que la familia de Miguel decidió trasladar desde Elche hasta Jaén a finales de agosto del año pasado, tras firmar un acuerdo con la Diputación de esa provincia.
Así, parte del legado estará en el Instituto de Estudios Giennenses y el resto en el nuevo centro de Quesada, que se ubicará en la planta baja del Museo Zabaleta. Serán unos 500 metros cuadrados los que ocupará el legado del poeta, según el proyecto aprobado ya por el Ayuntamiento de Quesada que tendrá un coste de medio millones de euros, entre obra civil y musealización, que financiarán la Diputación y el consistorio.
El proyecto saldrá a licitación en breve y se espera que las obras arranquen a principios del próximo año. Los trabajos de obra civil (algo más de 300.000 euros) permitirán adaptar una parte del museo dedicado ahora al pintor y que no tiene uso, al nuevo centro, y posteriormente se realizará la ejecución de la musealización (unos 170.000 euros).
Francisco Escudero, gestor del legado que integran 5.600 documentos y futuro director del museo, asegura que el nuevo espacio tendrá una sala común con Zabaleta a la entrada, «para relacionar a ambos artistas como dos creadores de la tierra», para pasar posteriormente al propio museo del poeta, dividido en cinco salas, cada una de ellas relacionada con los libros que marcan una etapa de su vida, y precedido por un busto de bronce, aún por realizar.
La primera sala se dedica al poeta pastor, en referencia a su primera etapa, «a los primeros poemas, su época infantil y de adolescencia, todo en torno a Perito en lunas». El segundo espacio se centra en el poeta enamorado, sobre El rayo que no cesa, versos dedicados a Josefina. Le seguirá el apartado dedicado al poeta soldado, con Viento del pueblo, «su libro de poesía heroica y optimista, de exaltación de la causa de los trabajadores», y al segundo libro de la guerra, El hombre acecha, que es «una poesía más íntima, con cierto pesimismo, sobre el horror de la guerra». La cuarta sala será la del poeta mártir, su etapa carcelaria, con Cancionero y romancero de ausencias, una época «más depurada, que a mi juicio es la poesía cumbre de Miguel». El museo la cerrará el poeta mito, «el postmortem, cuando el escritor ya se ha convertido en mito universal, con los homenajes que le han rendido, su vigencia actual, el valor didáctico de sus textos, la presencia internacional, las traducciones...», apunta Escudero.
Cada una de estas salas tendrá vitrinas con la reproducción de poemas, sus cartas, objetos personales, fotografías... «Habrá también algunas recreaciones de determinados ambientes, como las trincheras de la guerra o el habitáculo carcelario de Miguel, para llevar al público a que se transporte en el tiempo».
El museo pretende ser un centro «informativo», pero va a tener además «una misión emotiva, ya que queremos llegar al corazón de la gente, y una misión didáctica, ya que tiene que servir para que la gente recapacite sobre el valor de la cultura, la necesidad de transmitir los valores positivos que encierra el poeta con su ejemplo de vida y con su obra, su compromiso social y espíritu solidario, para mostrar que el valor de la cultura es vital y que un pueblo sin cultura es un pueblo sin alma».
Francisco Escudero asegura que «nuestra voluntad» es abrir el museo a la colaboración e implicación de otras entidades públicas y privadas, como universidades y colectivos culturales, porque «tiene que ser algo de todo el mundo».
Esa filosofía es la que ha puesto en marcha el museo que Miguel Hernández y Josefina Manresa tendrán en Quesada a partir del 30 de octubre de 2014, fecha en la que este proyecto espera ser una realidad, coincidiendo con el día de nacimiento del poeta oriolano. Allí, en la localidad de Jaén donde nació la esposa del escritor, se mostrará una buena parte de la totalidad del legado que la familia de Miguel decidió trasladar desde Elche hasta Jaén a finales de agosto del año pasado, tras firmar un acuerdo con la Diputación de esa provincia.
Así, parte del legado estará en el Instituto de Estudios Giennenses y el resto en el nuevo centro de Quesada, que se ubicará en la planta baja del Museo Zabaleta. Serán unos 500 metros cuadrados los que ocupará el legado del poeta, según el proyecto aprobado ya por el Ayuntamiento de Quesada que tendrá un coste de medio millones de euros, entre obra civil y musealización, que financiarán la Diputación y el consistorio.
El proyecto saldrá a licitación en breve y se espera que las obras arranquen a principios del próximo año. Los trabajos de obra civil (algo más de 300.000 euros) permitirán adaptar una parte del museo dedicado ahora al pintor y que no tiene uso, al nuevo centro, y posteriormente se realizará la ejecución de la musealización (unos 170.000 euros).
Francisco Escudero, gestor del legado que integran 5.600 documentos y futuro director del museo, asegura que el nuevo espacio tendrá una sala común con Zabaleta a la entrada, «para relacionar a ambos artistas como dos creadores de la tierra», para pasar posteriormente al propio museo del poeta, dividido en cinco salas, cada una de ellas relacionada con los libros que marcan una etapa de su vida, y precedido por un busto de bronce, aún por realizar.
La primera sala se dedica al poeta pastor, en referencia a su primera etapa, «a los primeros poemas, su época infantil y de adolescencia, todo en torno a Perito en lunas». El segundo espacio se centra en el poeta enamorado, sobre El rayo que no cesa, versos dedicados a Josefina. Le seguirá el apartado dedicado al poeta soldado, con Viento del pueblo, «su libro de poesía heroica y optimista, de exaltación de la causa de los trabajadores», y al segundo libro de la guerra, El hombre acecha, que es «una poesía más íntima, con cierto pesimismo, sobre el horror de la guerra». La cuarta sala será la del poeta mártir, su etapa carcelaria, con Cancionero y romancero de ausencias, una época «más depurada, que a mi juicio es la poesía cumbre de Miguel». El museo la cerrará el poeta mito, «el postmortem, cuando el escritor ya se ha convertido en mito universal, con los homenajes que le han rendido, su vigencia actual, el valor didáctico de sus textos, la presencia internacional, las traducciones...», apunta Escudero.
Cada una de estas salas tendrá vitrinas con la reproducción de poemas, sus cartas, objetos personales, fotografías... «Habrá también algunas recreaciones de determinados ambientes, como las trincheras de la guerra o el habitáculo carcelario de Miguel, para llevar al público a que se transporte en el tiempo».
El museo pretende ser un centro «informativo», pero va a tener además «una misión emotiva, ya que queremos llegar al corazón de la gente, y una misión didáctica, ya que tiene que servir para que la gente recapacite sobre el valor de la cultura, la necesidad de transmitir los valores positivos que encierra el poeta con su ejemplo de vida y con su obra, su compromiso social y espíritu solidario, para mostrar que el valor de la cultura es vital y que un pueblo sin cultura es un pueblo sin alma».
Francisco Escudero asegura que «nuestra voluntad» es abrir el museo a la colaboración e implicación de otras entidades públicas y privadas, como universidades y colectivos culturales, porque «tiene que ser algo de todo el mundo».